El reciente accidente de caza en el que un cazador salió herido por ataque de una osa, ha puesto, nuevamente en cuestión la presencia del oso pardo en el Pirineo. El consejo general de la Val d’Aran ha aprobado que la osa se capture y se “extradite” fuera del territorio. Algunos cazadores y personas que viven de la actividad agrícola vuelven a poner en cuestión que los osos campen a sus anchas por el Pirineo, debido al riesgo que asumen las personas y la pérdida de cabezas de ganado. Por otro lado la Generalitat y el Gobierno del estado han dicho que este incidente no rompe el acuerdo por el cuál España, Francia y Andorra reintroducirían el oso pardo en el Pirineo.
Quiero entrar a valorar algunas de las objecciones que se ponen a la presencia del oso pardo en el Pirineo, comenzando por las más serias y yendo luego a las pérdidas económicas de los ganaderos.
Un oso es un animal peligroso, son responsables de unas pocas decenas de muertes de humanos al año, negarlo es del género tonto. Un animal que puede pesar 700 kilos y medir 3 metros de largo en el caso de las subespecies más grandes y los ejemplares más formidables, que es depredador y que se puede alimentar de animales que son 3 o 4 veces más grandes que nosotros es peligroso. Como lo son unos cuantos más. Pero las muertes por las distintas especies de osos se concentran en Kamchatka y el resto de Siberia, Alaska y algunas zonas de Canadá y EEUU donde varias especies de oso tienen una gran densidad poblacional. En Europa cuesta de documentar un ataque mortal de alguna especie de oso (a pesar de haber algunas poblaciones importantes), y en España en los últimos 50 años no ha habido nadie que haya muerto por el ataque de un oso, a pesar que hay una población significativa en el Cantábrico. Como tampoco se ha documentado ninguna muerte por lobo, ya que estamos.
Como animales peligrosos los perros se llevan la palma (unas 15 muertes en los últimos 10 años), y producen más lesiones, ataques y muertes las mulas o las vacas (en el mundo, la mula es el animal que más muertes causa al ser humano, a parte de las que causa el otro animal a dos patas). Pero el animal más peligroso para un cazador en España no son ni los lobos del cantábrico, ni los osos del Pirineo, ni los perros acimarronados, ni los caballos salvajes de la Asturias occidental, ni los javalíes de los bosques mediterraneos. El animal más peligroso para un cazador es otro cazador armado con una escopeta. Cada año mueren más de 40 cazadores en accidentes de caza, unas 25 por el disparo de otro cazador o por su propia arma. Comparativamente con otras actividades de riesgo, toda la actividad de alta montaña (alpinismo, montañismo, barranquismo, escalada deportiva y clásica, trekking, esquí de montaña, progresión en hielo, etc…) que realizan unos pocos millones más de ciudadanos en España (y sus aledaños fronterizos) causan unas 25 muertes accidentales al año.
Cazar es peligroso, del orden de entre 5 y 10 veces más mortal que la actividad de alta montaña. Además la actividad cinegética produce unos 2.600 siniestros anuales, algunos de ellos graves (con invalidezas para el que lo sufre). Entre los graves y los mortales raramente aparece un animal entre ellos y nunca un oso. Ni siquiera el que ha ocurrido en la Val d’Aran. Los javalies provocan anualmente más accidentes de los que han provocado en un siglo todos los lobos y osos en España, y no hay un debate sobre la pertinencia o no de que haya javalies en las montañas. ¿Porqué?, porque para un cazador, la presencia de piezas es buena, en cambio el oso no pueden cazarlo y compite con el cazador por algunas de las piezas.
Además la peligrosidad de un oso disminuye si uno toma ciertas precauciones. El argumento de que puede alejar el turismo es falso: los parques nacionales de los EEUU son un ejemplo, el oso es una de sus principales atracciones, como la Asturias suroiental y sus rutas del oso. Además un “turista” y un trekinero es un elemento con el que difícilmente interaccionará con un oso en zonas de poca densidad osezna. El oso es un animal tímido (aunque territorial), un turista se quedará en rutas marcadas, ya batidas por guardia civil, mossos y todo tipo de guardia forestal y de montaña, con un gran nivel de control del número de animales y especies que hay por la zona (que nadie se asuste, dudo mucho que alguien vea un oso alguna vez en la ruta turística de Aiguestortes y si lo hace será comiendo la basura), y por otro lado turistas y senderistas somos muy ruidosos. Si tomamos alguna precaución como no dejar comida a la vista y no ir sigilosos por el bosque o caminar por zonas en las que muy raramente se adentran las personas no interaccionaremos con osos aunque la densidad de población se decuplique en el Pirineo. Y aún no estamos en la situación de otros parques naturales de Europa donde hay recomendaciones para evitar contactar con los osos. He estado en zonas de osos en España y en ningún momento he temido encontrarme con uno, simplemente no soy lo suficiente sigiloso para que no me vean, oigan o me huelan y marchen, y no me meto al lado de una zona donde esté descansando una osa con sus cachorros. En cambio he temido ataques de perros acimarronados espantando un par de ellos con bastones, he sufrido la embestida de un caballo, me he tenido que apartar del camino de vacas y he sido amenazado por perros domésticos, caballos, cabras y vacas. He visto como una vaca ha destrozado una tienda de campaña buscando comida (igual que haría un oso) y he peleado con ellas por un trozo de terreno en el estany de Sotllo para plantar una tienda (y francamente, una vaca que no quiere marchar de un trozo de terreno puede ser muy tozuda y terminar por girarse y darte un susto). Cuando he estado en zonas de lobos, han llegado a pasar a las puertas del refugio donde estaba o me los he llegado a cruzar de madrugada y su primera intención al ver a un humano era salir corriendo. Los osos actúan de forma parecida a los lobos. Y de hecho, es mucho más peligroso un perro acimarronado que no teme al ser humano que todos los osos de la Península juntos. Así que los cazadores y ganaderos de la Val d’Aran por favor no hablen en nombre nuestro, cuando la Federació d’Escursionisme de Catalunya o la Unió Escursionista de Catalunya protesten por la presencia de lobos, osos, licántropos, leones o dragones en la montaña por favor inclúyannos en el listado de posibles amenazados por los osos o cualquier otra bestia, no se preocupen nosotros evitamos a los osos, preocúpense más de no soltar los perros y dejarlos abandonados en los montes, o de apuntar su arma con más cuidado (han habido casos de senderistas tiroteados por cazadores), los osos nos son menos peligrosos.
Por otro lado las muertes de ganado asociadas a todos los osos pirenaicos y cantábricos y a los lobos cantábricos no supera unas pocas decenas, además están claramente cubiertas por las administraciones públicas y el ganadero está indemnizado (hasta el punto es así que muchos ataques de perros y otros animales se le acusa al oso o al lobo para cobrar la indemnización). En comparación hay decenas de miles de cabezas de ganado anuales (20.000 en el Pirineo sobre la población de 300.000 cabezas de ganado que hay en el Pirineo y el Prepirineo) en las zonas montañosas que mueren por enfermedades. Adjudicar al lobo o al oso pérdidas onerosas al ganado (cuando estas están cubiertas) cuando representa tan sólo entre el 1:1000 o 1:100 de las pérdidas de ganado en cualquier zona con su presencia es casi ridículo.
Yendo un poco al incidente, ya que hasta ahora lo he hecho desde la óptica del tipo urbanita que lo hace cómodamente desde su silla cubirto por cuatro paredes y no delante de un oso con la clara intención de atacarme, quiero analizar causas que han llevado a que el cazador sufra un ataque y no lo sufra, que se yo… un senderista pixapin de Barcelona que viene a ver lo bonito que es el bosque.
Un cazador que está apostado está escondido, quieto y en silencio. A diferencia de un senderista (y más un turista de lo verde) no hace ruido, intenta pasar desapercivido, incluso puede que lleve ropas de camuflaje y se mantiene quieto. Un animal, como el javalí que estaba esperando tiene menos posibilidades de verle o de olerle (se mantiene en un puesto de vigilancia que no le exponga al viento que lleve su olor), y menos aún de oirle, que es como la mayoría de animales del bosque nos detectan cuando no tienen el viento a favor. Lo mismo ocurre con el oso. Por otro lado, una persona que vea un oso intentará apartarse de su camino, no se mantendrá agazapado y en silencio, por tanto si tú eres el que sorprende al oso, lo harás normalmente a una distancia bastante grande y querrás salir de su camino. Si mantienes la calma simplemente te alejarás sin asustar al oso, y si no, chillarás como un cerdo en el matadero y saldrás corriendo en la dirección contraria a la del oso. En ambos casos el oso no se sentirá muy amenazado, excepto por un primer susto. En cambio el cazador que descubre al oso, se mantiene quieto e intenta mantener la tranquilidad en su puesto de vigilancia. Si el oso pasa cerca (como pasó) sin percatarse de él y luego se da cuenta que a pocos pasos hay “algo grande que está acechando” el oso se lleva un buen susto y actúan sus mecanismos de defensa ante “amenazas indeterminadas muy próximas”. Siendo un depredador atacar antes de ser atacado es una buena opción. Si el cazador al ver al oso suelta un disparo al aire antes de que esté demasiado cerca el animal hubiera salido corriendo, si el cazador no estuviera cazando en zona donde hay osos y haciendo precisamente ese tipo de caza de posta no se los encontraría (el oso lo evitaría), si el cazador no estuviera de caza en la temporada donde el oso más está moviéndose y buscando alimento (y menos prudente es) tampoco se lo hubiera encontrado. No estoy defendiendo que el cazador ha sido un descerebrado imprudente, pero es que hablamos que no se han soltado unos cuantos velocirraptors deborahombres, sinó osos pardos del mismo tipo que había en el Pirineo y que muy pocas muertes provocaron en el pasado. En zonas de los pirineos franceses también hay estos animales y hay medidas de prevención que hasta un cazador agazapado que desea capturar una pieza ha de tomar para evitar ser atacado por un oso pillado por sorpresa.
No es que condene la actividad de la caza, pero seamos serios y en este caso “liberales” tal y como les gusta a muchos cazadores definir su actividad y que no les coarten la libertad. Yo practico la alta montaña, hay gente que se mata practicándola. La caza es una actividad más peligrosa aún. Ir a cazar o a hacer una ascensión de alta montaña supone asumir unos riesgos. Alguien que asume que tiene una pequeña posibilidad de sufrir el disparo de un compañero o de su arma (casi siempre por imprudencias) no puede exigir que el entorno donde realiza esa actividad esté exento de los riesgos naturales. Sería como si pidiera que dinamitaran hasta la más ínfima zona de aludes de forma sistemática para poder librarla de nieve y poder así realizar caza en zonas peligrosas en invierno. A los que hacen esquí de montaña se les recomienda llevar ARVA para poder rescatarlos, no piden que se dinamite los neveros. La actividad de alta montaña o la caza es una elección de ocio personal, a diferencia de la seguridad vial o la actividad laboral, la caza y el montañismo para la inmensa mayoría de personas no es una necesidad vital, sinó una opción personal de ocio, en la cuál no dudan de invertir en costoso equipo, en asumir riesgos adicionales al de salir a la calle a pasear y en enfrentarse a condiciones naturales y animales potencialmente peligrosos (no hay queja, repito del peligro de los javalies y menos aún de los peligros de los animales domésticos para cazadores y ganaderos). Cuando tuve que lanzarme por un barranco para evitar ser arrollado por un caballo, o cuando una vaca atacó la tienda de al lado, no se me pasó por la mente quejarme de que los ganaderos extensivos tengan sus animales por ahí sueltos. Yo voy allí, y asumo esos riesgos o no voy. Si los ganaderos ponen tantas pegas a la presencia de lobos u osos, los senderistas podríamos ponerla a la presencia de ganado suelto y medio asilvestrado por la montaña, estos también provocan accidentes.
Lo mismo los osos, la actividad cinegética no puede condicionar la fauna y la flora, ni ponernos condiciones a lo que socialmente creemos que ha de ser el uso de la montaña. Si la mayoría de la ciudadanía de un país decide que apoya la presencia del oso pardo en su entorno natural y esto supone unos niveles de riesgo ínfimos, asumimos colectivamente las externalidades negativas que esto genera, la actividad concreta de un grupo de personas que asumen riesgos de forma voluntaria y que nada tiene que ver con su forma de ganarse la vida no puede poner tantas condiciones. Pero más allá… y desde un punto de vista ecologista que también beneficia a los que desean hacer actividades de caza. Un ecosistema en equilibrio es aquél que tiene un cierto número de depredadores naturales que independientemente de la actividad de caza, mantienen a ralla los grandes herbívoros. Las epidemias que casi diezmaron hace 3 o 4 años los rebecos del Pirineo oriental no se hubieran dado con tanta fuerza si las poblaciones tuvieran la presión de depredadores naturales. La presencia de piezas de caza mayor en cierto número y sanas depende también de que tengan depredadores. No es sólo el romanticismo (y en cierta manera una concepción del mundo que va más allá de verlo sólo como un lugar que rapiñear), sinó la necesidad de tener ecosistemas equilibrados que ayuden a que la biosfera sea compatible con la vida humana y esta sea de mayor calidad, que necesitamos depredadores que mantengan a ralla otros animales que a su vez mantienen sano el sotobosque y la flora. Por no citar el creciente turismo rural (que ha de suplir las pérdidas en las que está teniendo el turismo de pistas invernal) que es atraido precisamente por estas “pijadas de urbanitas”. Si queremos que zonas de montaña tengan también viabilidad económica y que no dependan de los fracasados procesos de especulación urbanística asociados a las pistas de esquí (como en el caso de la Vall Fosca y sus promociones abandonadas), acciones conservacionistas y de recuperación de ecosistemas ayudarán a ello. Por eso hay muchos cazadores y ganaderos que no ponen el grito en el cielo por la presencia de osos en el cantábrico o en el pirineo.