En plena ofensiva de la CEOE por reducir las cotizaciones sociales, conseguir el despido libre y reducir los salarios nominales (ya que los reales, ya los hemos rebajado durante años), es bueno recordar argumentos que eran vigentes antes y lo son ahora de cómo se consigue pleno empleo en el mundo. Hay que decir una cosa, los sindicatos no están en contra de un diálogo social que intente acabar con el mercado laboral dual en el cuál hay un montón de temporales que se pueden despedir con el chasquido de un dedo y un montón de indefinidos que están aparentemente blindados. El debate sería bueno y sobretodo tiene que ver con la calidad del empleo que pretenden generar los empresarios no sólo con las medidas de protección. El debate sobre las indemnizaciones por despido ha de ir hacia la búsqueda de la flexiseguridad donde se cree un colchón de ayuda al desempleado y de políticas activas de empleo equivalente a los de los países socialdemócratas. Porqué sinó, lo que busca la CEOE no es facilitar la contratación de buenos trabajadores frente a indefinidos supuestamente acomodados (aunque los datos indican que el indefinido tiene más productividad que el temporal), sinó reducir aún más el poder negociador del empleado.
Pero quiero recuperar un viejo artículo que escribí en enero del 2008 sobre cómo se consigue pleno empleo en el mundo, que analiza si es la “libertad de mercado laboral” u otras formas de trabajar el mercado laboral las que implican una creación de empleo óptima. Vale la pena, a pesar de que ha pasado un año y medio, recuperar estos argumentos hoy.
Reciéntemente ha salido publicado el Index of Economic Freedom del 2007. Entre sus indicadores hay uno centrado en las variables del mercado laboral, y bajo este análisis el economista Sala Martín llega a la conclusión de que a mayor índice de libertad económica mayor nivel de ocupación laboral.
Aunque a grandes rasgos esto es así, es decir las economías que mejor funcionan son las que tienen mejores niveles de libertad económica (se protege mejor la propiedad privada, hay libertad para invertir, etc…) no creo que sea legítima la conclusión a la que se llega de que una mayor “liberalización” del mercado laboral lleva a una mayor ocupación. No, al menos para lo que políticamente se pretende en las economías avanzadas occidentales.
Como contra-análisis utilizaré los propios datos de la Heritage y de la OCDE respecto al último año publicado. Intentaré encontrar una correlación entre la libertad económica laboral (medida como la facilidad para despedir a los trabajadores sin tener que pasar ningún filtro o control administrativo, el coste de despedir a los trabajadores (lo que se llama indemnización), la existencia de un salario mínimo o la prohibición o dificultad para extender la jornada laboral más allá de la legal) y la ocupación en las economías de la UE-15, en las anglosajonas, en Japón y en Islandia.
La correlación directa entre varias variables, por ejemplo nivel de población ocupada y de población activa tiene una dependencia débil respecto a la variable “libertad laboral”. Es cierto que a mayor índice de libertad laboral corresponde a más ocupabilidad, pero esto, como demostraré más adelante es debido no a que la existencia de un SMI o de mecanismos duros para despedir sean negativos, de per se, para los mercados laborales, sinó a las diversas estrategias que los estados o capitalismo de bienestar tienen a la hora de conseguir el objetivo del pleno empleo. Si miramos las correlaciones entre variables, el indicador de libertad de mercado laboral es:
Población ocupada (% población) = 56,7 + 0,187 Index Labour Freedom (explicativo en un 15,5%)
Población activa (% población) = 65,4 + 0,129 Index Labour Freedom (explicativo en un 7,4%)
En el mejor de los casos la falta de restricciones en el despido o la existencia del SMI explicaría en un 15,5% la ocupabilidad o en un 7,4% la tasa de actividad en cada mercado laboral. Si escogiéramos otra estrategia, en la cuál el mercado laboral no se contemple sólo por sus restricciones legales, sinó por toda una serie de estrategias diferenciadas a la hora de conseguir buscar la plena ocupación o unas tasas bajas de desempleo, o sea la de agrupar a los mercados laborales de cada país por las estrategias seguidas y no por un único indicador que se restringe a datos púramente legales.
En este caso dividiré los capitalismos del bienestar de la forma que tradicionálmente se hacen con las modificaciones que Esping-Andersen realiza en el 2003.
Estados del bienestar socialdemócratas: Islandia, Finlandia, Dinamarca, Suecia y Noruega.
Estados del bienestar anglosajones o liberales: EEUU, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, UK
Estados del bienestar conservadores/corporativos: Francia, España, Portugal, Japón, Italia, Bélgica, Austria, Luxemburgo, Grécia y Luxemburgo.
Estados mixtos: Irlanda, Holanda, Suiza.
En los primeros las restricciones laborales existen, y en algunos hasta la existencia de un salario mínimo legal (en otros está tan determinado por una negociación colectiva centralizada que no es necesario), la igualdad de salarios es la más alta de los 3 grupos principales y la intervención del estado en el mercado laboral es más indirecta: creando puestos de trabajo en el sector público y provocando una mercantilización de la mujer al liberar de cargas a la familia a través del estado del bienestar.
En los segundos son más volcados al mercado, en este caso las legislaciones laborales están más minimizadas, el salario mínimo es menor, el despido es libre o casi y la fuerza sindical está poco centralizada y es más débil. Aquí hay que diferenciar un poco entre modelos, mientras que EEUU tiene un mercado laboral más conservador-liberal, en el sentido que hay cierto corporativismo de una élite laboral pero una desregularización total de la mayoría de puestos de trabajo en Canadá, Australia o Nueva Zelanda actúa una especie de liberal-laborismo, donde una forma de protección al trabajador que se tiene legálmente no es necesaria porqué esta la proporciona la propia empresa privada mediante un compromiso de las empresas nacionales de intentar mantener una contratación de larga duración y seguros pagados por la propia empresa. Pero en general sí que es legítimo englobarlos los 5 como modelos “liberales” con las prudencias ante esta definición y las muchas formas de liberalismo que existen.
Los terceros son los llamados corporativistas o familiaristas o conservadores. Son mercados laborales que se basan más en las políticas pasivas de empleo que en las activas. Intentan cubrir lo que los mercados laborales socialdemócratas hacen mediantes políticas activas y de desmercantilización mediante una protección de los trabajadores que están ya en el mercado laboral. Basados en el modelo de trabajador masculino industrial, sus formas de protección generan una diferencia clara entre los que están dentro y los que están fuera. En lugar del universalismo que hay en el modelo socialdemócrata (donde una gran parte de los servicios sociales no depende de la actividad laboral) la seguridad social, paro, subsidios, etc.. están muy pensados para los que han pasado por el mercado laboral, y a diferencia del modelo liberal que tal vez no genera esta exclusión entre los de dentro y fuera los niveles de igualdad salarial son más altos y de protección entre los diversos escalafones del mercado laboral son equivalentes. Hay diferencias en cada caso, en Francia o Alemania el corporativismo de algunos sectores es más alto que en el caso de España o Portugal, pero en ambas situaciones se generan un grupo de excluidos (que en Francia se traducen más en parados y en Portugal y en España más en autoempleados o subocupados) minoritario. En el caso de Japón también se incluye aquí aunque es un sistema bastante más complejo, pero la literatura experta lo engloba en el mismo paquete de tipo de mercado laboral, ya que también impera el corporativismo y el mercado dual se produce entre los trabajadores de los sectores esenciales y los otros.
El cuarto bloque incluyo los que personálmente considero modelos que son hibridaciones de unos y otros por varios motivos basándome en la evolución de la negociación colectiva de estos países que publica EIRO, he estado apunto de incluir UK por sus últimas reformas laborales que daban un mayor peso al laborismo, pero si hiciera esto debería crear casi un subgrupo de “liberal-laboristas” y dejar a EEUU en un grupo propio único liberar-conservador. Pero por economía del análisis me ha parecido excesivo hacer 5 grupos (ya que hay autores que el grupo conservador lo dividirían en los familiaristas (Italia, Grecia, España, Japón) y el resto). Pero en los casos de Suiza con una estrategia de mezcla de liberalismo y corporativismo (por eso lo considero liberal-conservador y le doy un peso del 50% a ambas tendencias), y de Irlanda y Holanda donde se mezcla una desregularización del mercado laboral que va algo más allá de las socialdemócratas (que es menos intervencionista legálmente que las conservadoras) pero sin llegar a la desregularización liberal acompañado por unas reformas y mejoras profundas del estado del bienestar que se acercan a algunos servicios socialdemócratas (aunque no llegan a ser tan universalistas como los segundos) que influyen de forma indirecta en los mercados laborales.
Haciendo estos 3 bloques con las excepciones contabilizadas es mucho más predictivo de cara a ver el nivel de ocupación y de actividad el definir las estrategias generales de intentar conseguir el pleno empleo e intervenir en el mercado de trabajo que el índice de libertad laboral.
Población activa = 72,4 + 4,09 Liberal + 6,74 Socialdemócrata – 2,70 Conservador (50,7% de variabilidad explicada).
Población ocupada = 66,6 + 6,13 Liberal + 8,09 Socialdemócrata – 2,66 Conservador (57,0% de variabilidad explicada).
Como podemos ver los modelos de variabilidad según estrategia a la hora de intentar conseguir el pleno empleo es mucho mejor predictiva que la de “Índice de libertad”. Si miramos los valores medios que los países socialdemócratas, los liberales y los conservadores obtienen en varias variables de mercado y de libertad de mercado podremos entenderlo. Según la siguiente tabla podemos verlo:
Liberales
% Población activa (16-64 años) 77,1
% Población ocupada (16-64 años) 73,5
Índex of Economic Labour Freedom
87,2Socialdemócratas 79,9 75,4 60,2 Conservadores 69,3 63,9 58,6 Mixtos 75,4 71,8 66,0
Para los países socialdemócratas el nivel medio de ocupación es el más alto, un par de puntos por encima de los liberales, y 3,5 por encima de los modelos mixtos, pero sobretodo el que queda descolgado es el modelo de búsqueda de plena ocupación conservador. 11,5 puntos por debajo del socialdemócrata, prácticamente coincide con los 10 puntos de mayor actividad laboral que hay en el modelo socialdemócrata. Lo cuál demuestra que las políticas activas de empleo y un estado del bienestar que genere las oportunidades para que las personas que lo decidan puedan mercantilizarse es superior al estado del bienestar corporativista que sobreprotege a unos trabajadores sobre otros. Si nos fijamos en el indicador de libertad económica en el mercado de trabajo, los modelos liberales tienen los indicadores más altos (aunque esto no es un reflejo de la realidad laboral ya que los sistemas liberal-laboralistas trasladan al mercado una parte de esa protección laboral legal), entre 29 y 21 puntos por encima del resto que varía desde los mixtos (66 puntos) y los socialdemócratas punto y medio más desregulados que los conservadores.
Pero no sólo eso, sinó que el modelo socialdemócrata sigue siendo algo superior al anglosajón a la hora de conseguir el pleno empleo, aunque el éxito de ambos y el de los sistemas mixtos (algo por detrás de ambos) es bastante alto. Lo que quiere decir que no es necesaria una desregularización salvaje ni las estrategias liberales para conseguir una plena ocupación.
Ante las diversas opciones de las economías avanzadas se puede optar por desregularizar totálmente (y conseguir un mercado laboral muy desigual y donde los salarios más bajos retroceden (en las últimas décadas el salario real de un trabajador industrial en EEUU ha retrocedido 1000 $ anuales y los salarios de los grupos salariales más bajos han retrocedido 3.000 $ en ese período), o por mantener un sistema corporativista donde se genera más igualdad salarial, mayor seguridad laboral pero no se consigue que todo el mundo trabaje o por un sistema que intente optar por políticas activas de empleo, que busque facilitar las cosas a las mujeres y a los trabajadores jóvenes cubriendo a través del estado lo que el mercado no ofrece (sistemas de atención a la dependencia, etc..) y que el propio sector público se implique en la creación de empleo y no sólo en leyes que dificulten el despido. A pesar de lo que los sindicatos franceses pretenden que es un reforzamiento del corporativismo que está generando altísimas tasas de paro juvenil o lo que los modelos neoliberales intentan imponer, existe y reaparece como invocado de un deja-vú histórico una tercera vía que convina niveles aceptables de igualdad salarial, protección al trabajador y que consigue acercarse al pleno empleo.
A diferencia de los de la Fundación Heritage o Sala-Martín mi conclusión es bien diferente y separada también del análisis clásico. La clave del pleno empleo no necesariamente pasa por una desregularización del mercado laboral y en la eliminación de los salarios mínimos. Quien defiende eso esconde la segunda cara: unos niveles de empobrecimiento más altos que en otras economías avanzadas, un empobrecimiento real de los asalariados de nivel más bajo y de nivel medio y un mayor poder monopsonístico del empleador. Por tanto la dicotomía no es tal, no estamos confrontando un modelo dinámico anglosajón con uno euroesclerótico. La euroesclerosis (que podríamos no considerar tal ya que los niveles más bajos de ocupación no son tan dramáticos como pretenden vendernos, ni ponen tan en entredicho el estado del bienestar centroeuropeo, japonés o de la Europa meridional) no es un mal de los “estados del bienestar generosos” sinó de aquellos que han optado por estrategias incorrectas y que no priorizan de verdad el pleno empleo en sus agendas. El objetivo de unos mayores niveles de equidad y de plena ocupación son hoy por hoy conseguibles.
Y en el caso español que es el que a más nos afectan, políticas como la ley de la dependencia, la sexta hora en el sistema educativo (de carácter universalista) o reformas laborales y los cambios de estrategia en la negociación colectiva que buscan mejorar la calidad y reducir la temporalidad del empleo nos acercan (aunque con pasos lentos y pausados) al modelo socialdemócrata.