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¿Sant Jordi?, yo me quedo con el dragón; reflexión sobre el mito de Sant Jordi y el dragón

En el mito de Sant Jordi, el héroe es bastante poco interesante. Como todo mito cristianizado, el héroe se ha convertido en una versión descafeinada de Cristo. El dragón para los mitos cristianos medievales representa el mal, el diablo (lo asocian a la serpiente), que se esconde y que es expulsado por el león (otra representación crística), el sol (otra representación crística), o bien por el héroe (Sant Jordi).

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La primera referencia original a Jorge de Capadocia es un oficial romano que fué martirizado en el siglo III o IV por ser cristiano. En su primera aparición como dragocida, el dragón es una serpiente del tres al cuarto supervitaminada con aliento mortal (no es fuego, más bien veneno). Incluso el mito de las rosas y la sangre del dragón es prestado del de los dientes del dragón que mató Cadmo para fundar Tebas (del que nacen un montón de tipos abigarrados) o el de que la sangre de Medusa formó los corales del Mar Rojo.

En definitiva la versión N del “bien contra el mal sin matices”. Los héroes nórdicos eran otra cosa, y los dragones también. Beowulf, Sigfrido o el propio Thor no es que sean adalides del bien sin paliativos. No, son tipos normales (bueno, no tanto, son héroes) sin ínfulas de santidad, Beowulf es un fanfarrón y un ambicioso, Sigfrido no duda en matar y mentir y Thor se lo pasa pipa quebrando cuellos con su martillo, lo que les diferencia de sus enemigos es que estos son aún peores, Grendel es un monstruo homicida, Fafner un dragón con bastante mala leche y la serpiente de Asgard está en el lado de los que quieren destruir el mundo.

Al menos los héroes no son tan planos y los dragones en el mundo occidental precristiano son seres más interesantes. Para los mitos nórdicos o precristianos los dragones son algo fuera de la sociedad, pero no forman parte de esa panda de seres mitológicos moñas que pueblan los entornos boscosos (no son faunos, elfos o duendecillos de pacotilla). Los dragones no cristianos (Vibria a parte…) molan mucho más y además no son necesariamente malignos. El pobre dragón que mata a Beowulf no hacía más que acumular su tesoro y alimentarse de los incautos que se paseaban por su guarida (cosa normal… ¿a quien demonios se le ocurre molestar a un ser mitológico del tamaño de un dragón?) intentando robar su tesoro, y si el bicho sale de su guarida es porqué un ladrón ha robado una copa de su tesoro… (ya sabemos que en los reinos nórdicos el código civil no estaba muy avanzado y la mejor forma de reclamar la propiedad privada era arrasando una aldea o dos). Es verdad que Fafner no es bueno, tiene mucha mala hostia, pero a decir verdad Fafner es un humano transformado en dragón y puedo alegar que su malicia infinita nace de su origen humano, lo de tener escamas, aliento de fuego, alas y una fuerza y tamaño descomunal sólo son herramientas corporales con las que ejercer el mal natural del humano. La serpiente de Asgard esta es mala-mala, pero no es exáctamente un dragón, sinó una “sierpe” y además medio divina y enzarzada en una lucha con otros dioses también algo dementes.. vamos que la tipa medio manipulada por Loky y azuzada por Thor está un poco cansada.. no es mala, símplemente no la entienden.

En fín, que los dragones pobres se llevan las de perder en las leyendas cristianas.. de ser unos seres interesantes con un pasado, Fafner es una especie de mago, el dragón de Beowulf un tipo huraño que acumula tesoros, a ser monstruos malos y punto. Como los secuaces de los malos de las series B, están más que encasillados.

El dragón precristiano como he dicho antes representa una fuerza fuera de la sociedad humana, representa los miedos y una parte oscura de la realidad, pero no necesariamente maligna, sinó hostil. Hoy en día nadie piensa que las altas montañas sean malignas, tan sólo hostiles a la vida humana y que si las pillas giradas te pueden hacer mucho daño. Lo mismo los dragones, si los dejas en paz ellos en general no te molestan. Para romanos y celtas era símbolo de poder y un totem que se ha propagado a nuestros días (el dragón de la bandera de Gales).

Un tratamiento más amable lo comienza a dar la novela fantástica moderna. Smaug el dragón de El Hobbit es un ser maligno sí, pero bastante tranquilo hasta que Bilbo (el verdadero busca broncas listillo (junto Feanor) de la saga de la Tierra Media) le saca de quicio. De hecho el dragón estaba tranquilo disfrutando del tesoro que había robado a los enanos (y que nadie salga defendiendo a los enanos, ¿verdad que en la saga no se les ve ayudando a la alianza en ningún momento?) sin incordiar a nadie. Es verdad que los dragones juegan en el lado del maligno, pero no SON el maligno, son seres con mala hostia, un mal despertar y toneladas de músculo y escamas que no suelen gustarles las personas (excepto al ajillo), tipos así con menos escamas te los encuentras cada día en el metro y no les señalas con el dedo (tal vez porqué te lo romperían).

Aún así, su peor momento se lo dan en Dragonlance donde los transforman en monturas de unos tipos con lanzas “de dragón”. Vamos en caballería pesada con alas y muy gorda… una mezcla de destrero y helicóptero de transporte con lanzallamas y con Tom-Tom a bordo. Esos pobres dragones son los más pringados de las sagas y leyendas, hay uno que lleva hasta un goblin a cuestas (que manda narices…). A Weis y Hickman cualquier dracófilo debería poder apredearles… por semejante infamia.

Dejando de lado eso de transformar a los dragones en tanques voladores, en general los mejores tratamientos post-mito Sant Jordi lo ha dado la novela fantástica moderna: “A la sombra de sus alas” trata el dragón como algo más serio. El dragón del libro es un tipo que ha perdido a su dragona y busca una cura para resucitarla (¡tiene una motivación para hacer lo que hace!) al cuál durante milenios le han ido adorando los palurdos habitantes de un reino bastante decadente. Cuando lucha no es como un elefante de los de Anibal, sinó un ser inteligente que evita ser herido y busca atacar de la manera que más le facilite el trabajo, además conversa, le tiene el apego justo a su tesoro y se ríe de los humanos. En ¡Guardias, Guardias!, tal vez la mejor novela de Terry Pratchett, el dragón toma el control político de Ankh-Morpoth no sólo en base a su potencialidad física, sinó a su capacidad de intrigar y dominar la naturaleza humana, tiene frases que son épicas que hablan más de la estupidez humana que de la malignidad draconil.

El dragón debería ser entendido.. no es un ser maligno, ni tampoco un hippie mitológico de esos que las sociedades se imaginan como los representantes de los entes pre-sociales y que representan “los bosques y la naturaleza”, los elfos, faunos, centauros, duendecillos, silfos, espíritus de los árboles, trolls, mouros, dríadas, ninfas y demás seres de los bosques que en el fondo representan el lado perdedor de la lucha de unas creencias neolíticas alrededor del culto a “la diosa” ante la evolución de la edad de los metales y las culturas de los héroes y de los dioses masculinos traídas por pueblos invasores, o representan los miedos de los pueblos agrícolas a los frondosos bosques y los misterios que allí les aguardaban. Tampoco forman parte del paquete de “monstruos chungos de cierto tamaño y poco cerebro” como las hidras, los grifos, hipogrifos, fénix o gigantes. Los dragones viven justo en la frontera entre la sociedad y lo desconocido, pero no un desconocido concreto (el bosque, los pueblos nómadas que se esconden de las sociedades organizadas) sinó un concepto de desconocido como territorio fronterizo.

El dragón es verdaderamente peligroso porqué conoce la naturaleza humana y lo suficientemente astuto para sobrevivir durante mucho tiempo porqué no lleva al exterminio a los humanos, tan sólo les incordia (y los debora de vez en cuando). Es un factor de alteración del orden establecido, es la fuente que si se confronta permite que algo importante ocurra ya que representa fuerzas primigenias. La muerte de un dragón no es un factor de alegría, normalmente de infortunio: el tesoro del dragón de Beowulf lleva a la ruina a su pueblo, la maldición de los Nibelungos acaba con Sigfrido, la serpiente de Asgard arrastra en su muerte a Thor y con ella el árbol Yggdrasil y el mundo. Smaug muere pero no hay paz, sinó es el inicio de la batalla de los 5 ejércitos por el tesoro del dragón.

El dragón siempre me ha despertado una especial pasión, si fuera un señor feudal intentaría adoptarlo en mi escudo heráldico: un dragón rampante en gules sobre fondo de oro o plata, nada de tonterías como unos medallones o cabezas de toro, bichos grandes y peligrosos leñe… si eres un señor feudal, hay que serlo de los chungos. El dragón es un ser mitológico que me causa impresión, y me seduce. En especial la imagen que nos ha llegado a finales del siglo XX, fruto de la proliferación de la novela fantástica. La cuál lo aleja de esa imagen de “algo como un dinosaurio que echa fuego por la boca” como si fuera un puñetero Gozzilla con alas. El dragón evoca el misterio, el reto a superar, no como un vulgar archienemigo sinó un compañero de aprendizaje. Posiblemente el dragón no cristianizado representa más el interior del propio héroe, esa mezcla de lado oscuro, dudas, de poder y capacidad de superación que cada persona tiene en su interior, más que un enemigo externo. No es el enemigo interno, es la parte que no observamos de nosotros mismos que tenemos que conocer.

Siendo tan interesante la figura del dragón y sus transformaciones tan sólo en la mitología de las sociedades occidentales (dejemos a un lado los rarísimos, extraordinarios y bellísimos dragones orientales o las serpientes emplumadas y voladoras de mesoamérica, donde Quetzalcoatl “el dios bueno” es un dragón), ¿quien quiere interesarse por el insulso, aburrido y megavirtuoso de Sant Jordi?

Soc coordinador de la revista electrònica i xarxa de bloggers www.socialdemocracia.org, webmaster de la UGT de Catalunya i militant del PSC.

2 thoughts on “¿Sant Jordi?, yo me quedo con el dragón; reflexión sobre el mito de Sant Jordi y el dragón

  1. No puedo estar de acuerdo con la interpretación ofrecida respecto a Smaug el Dorado. En la mitología de Tolkien el dragón es un ser maligno por antonomasia, siervos de Morgoth ya en la primera edad del Sol, cuando crea a Glaurung en Angband y éste lucha junto a balrogs y orcos contra Beleriand. En general, no puede decirse que exista complejidad en los personajes malvados de Tolkien si éstos han sido siervos de Morgoth, sean éstos maiar, como los balrogs o el mismo Sauron, sean criaturas de origen indeterminado, como la araña Ungoliant y su descendiente Ella-Laraña, o sean criaturas creadas por él como orcos, trolls o dragones. Sólo hombres y hobbits, y en menor medida elfos y enanos, ofrecen caracteres complejos.

    En literatura moderna he hechado en falta una referencia a Fújur, el dragón de la suerte que es salvado por Atreyu de una muerte segura a manos de Ygramul el Múltiple, en La Historia Interminable. Aquí sí que el personaje ofrece un carácter totalmente distinto al conocido habitualmente en occidente.

    Saludos.

    El último post de Demócrito: El fin de la infancia

  2. Demócrito:

    Estoy en desacuerdo contigo. Es verdad que los Balrogs son algo así como bestias enfurecidas que comen gindillas y trolls (que son muy indigestos) en los ratos libres, pero al menos Smaug tiene más transfondo que los dragones cristianos. Sabemos que ya coleaba en la Primera Edad, que participó en alguna de las guerras de esas entre elfos y Morgoth, que se cargó a los enanos de la montaña solitaria y que vivía allí desde hace unos cuantos años. También sabemos que le enfurecen los listillos que juegan a las adivinanzas y que tenía un punto débil.

    Vamos, que era algo más que un monstruo enfurecido debora-hombres-sin-cerebro.

    Sobre Fuyu… eso es un dragón oriental, no lo veo comparable a los dragones occidentales, aunque también un personaje interesante y con transfondo.

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