Imaginémonos que eres un dirigente político importante a nivel local. Te creas un blog, un usuario de twitter y un usuario de Facebook y actúas en estos ámbitos. Primero aparecen los tuyos, apoyándote incondicionalmente, los primeros amigos son personas próximas de tu equipo y de tu organización, luego son votantes militantes, después ciudadanos interesados en tus propuestas y por último otros que van a ser críticos contigo.
El tránsito es curioso de un “que bien que estás ahí” a, “ánimos futuro alcalde” se pasa a “esta propuesta no la entiendo” o incluso “esto que dices no es del todo correcto”, por último hay críticas demoledoras en tu perfil y en los comentarios del blog.
Además estas críticas demoledoras, que pueden ser bastante respetuosas, se hacen sin mediar las reglas políticas generales. Donde en un plenario todo está pautado y hay un turno para atizar y otro para recibir, sinó que se hace en horarios intempestivos, algunas veces con ciudadanos que pueden complementar la información con datos, hacer análisis y argumentos que desmontan la política del eslogan.
Es muy fácil hacer oposición si se hacen informaciones que luego no se analizan con profundidad, por ejemplo, un dirigente puede decir que la gestión de la crisis del gobierno municipal es mala, o que la ciudad es un caos fiscal, o que se utiliza la urbana para recaudar, o presentar 100 propuestas populistas para hacerlas pasar como una alternativa de gobierno, pero eso, que funciona en el ámbito de la política mediática, en la web 2.0 siempre hay un toca narices que puede analizar los temas a fondo y rebatirlo. Por eso has de mejorar tu producto político, porqué se va a poner más a tiro de la crítica.
Además como en internet las jerarquías y liderazgos no responden a la misma lógica que en el mundo mediático, un ciberactivista puede tener más proyección y éxito que un dirigente. Ese mismo dirigente y su equipo se pueden ver sobrepasados en algunos momentos por un conjunto muy limitado de ciberactivistas.
El problema es intentar meterse en esto de la web 2.0 y no asumir los riesgos, reglas y consecuencias que tiene. Encontrarse con el problema de un conjunto de ciberactivistas que consiguen desmontar el discurso fácil al que se está acostumbrado y reaccionar con las lógicas del off-line.
Lo más lógico es asumir que estas cosas pueden pasar, que te pueden pillar con el carrito de los helados y hacer argumentaciones más elaboradas o estar dispuesto a responder en más profundidad y no quedarse en el titular. Eso significa un reto mayor para el dirigente y su equipo, pero ¿realmente quieren jugar a esto de la web 2.0 o hacerse pasar por modernos?.
El error es intentar coaccionar a los activistas, formas hay muchas, como por ejemplo contactar con sus jefes laborales y pedirles que les amenacen con despidos o consecuencias laborales si no deja de hacer ese activismo. Otras formas más sutiles, por ejemplo entrar en ataques ad-hominem desde el equipo hacia los activistas, machacarlos virtualmente o lanzar las hordas del partido para atacarles.
El problema es que a un ciberactivista con talento y motivación no lo para nadie. Si tiene la suerte que donde trabaja no puede ser afectado por la larga sombra del dirigente político (algunos tenemos esa suerte otros no tanta) puede seguir actuando, sinó, siempre puede hacerse un alias, un amigo poner la cara por él, que actúe alguien en su nombre, o incluso actuar anónimamente. Es imposible que no haga activismo si alguien se lo propone. Lo peor es que el ciberactivista es nativo del entorno y normalmente el dirigente es un inmigrante que aún está entendiendo las sutilezas y que la asimetría de poder en la vida real no es suficiente coraza para el ciberactivismo, y lo que se consigue es motivarlo a nivel personal. Si antes hacía crítica demoledora ahora movilizará todo su entorno digital para combatir al dirigente, lanzará la caballería en todos los frentes posibles y encima conseguirá hacerlo para que no parezca algo premeditado.
Una regla de oro es no machacar a un rival que no puedes eliminar, porqué se lo tomará a mal. Parece que las palabras de Duran Lleida que él no busca la eliminación de los rivales políticos porqué con ellos hay que construir puede no ser una actitud generalizada entre los dirigentes políticos. Si juegas en la red debes asumir que esto va a pasar así, y que lo que hacen o hacemos los ciberactivistas es lo mismo que también nos hacen los comentaristas de nuestro blog (muchos de los comentaristas de mi blog me ponen retos verdaderamente importantes a mis tesis y argumentos iniciales y he aprendido muchísimo de ellos), y lo que ocurre a todos los niveles.
A un ciberactivista no se le ocurriría atacar en la vida personal a un comentarista de su blog, machacar su persona en su ámbito más allá del propio blog o contactar con el jefe del comentarista. Algo que aún algunos dirigentes políticos no han sabido asumir, aunque en todos los partidos siempre hay quien demuestra más dignidad que sus dirigentes y asume realmente lo que es una crítica legítima con mucha más deportividad.
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