4 líneas estratégicas para conseguir la independencia
Política

4 líneas estratégicas para conseguir la independencia

Hay numerosas llamadas a la “unidad de acción” de los independentistas después que la línea estratégica que llevamos hasta el 1 de octubre hiciera aguas: la vía de la desobediencia institucional soft para forzar una negociación no ha funcionado. A partir de ahí el movimiento ha tenido una enorme eclosión de expertos en táctica política y personas que hacen lecturas cada vez más creativas sobre la política internacional.

El problema de muchos de estos movimientos, maniobras, golpes de efectos, gobiernos efectivos, el mundo nos mira, hilos de tuiter, etc.. es que se ofrecen como vías que ha de tomar el independentismo que no contemplan que línea estratégica general quiere trabajar ni intenta hacer lecturas del porqué falló el intento de desobediencia soft del 1 de octubre para forzar una negociación.

No me extenderé en los fallos de la estrategia del 1 de octubre, tampoco el porqué era bueno intentarla hasta al final (ya que hoy tenemos mucha más información de nuestras fuerzas reales y de las de nuestro rival, y además la posición internacional, uno de nuestros puntos flacos, mejoró sustancialmente). Me centraré ahora en las 4 vías estratégicas que pueden llevarnos a la independencia.

Las vías hacia la independencia no tienen porqué ser excluyentes y unas pueden ayudar a otra. Tampoco voy a descubrir la sopa de ajo y cualquiera que se haya parado más de una hora a pensar en las carencias de la estrategia del 1 de octubre más allá de los lemas fáciles se dará cuenta que no hay mucha más vía por la que atacar.

 

Via 1: Conseguir la hegemonía social.

Si un estado no quiere negociar y no tenemos con un amigo de Zumosol internacional, una vía para forzar una negociación o tirar adelante una ruptura democrática es ser hegemónicos. Si fuésemos a un referéndum pactado el 50+1 nos serviría, pero en un escenario de confrontación democrática no. Eso ha pasado siempre en cualquier movimiento de ruptura democrática no pactada, desde la independencia eslovaca o bálticas, con un apoyo del orden del 70% del cuerpo electoral, a la lucha de Solidarnosk en Polonia con más del 70%, o las revoluciones de guante blanco que cambiaron gobiernos y abrieron procesos constituyentes en Túnez e Islandia. Esto también afecta a nuestra incapacidad de avanzar en otras vías: La incapacidad por ejemplo de no poder parar los principales polígonos industriales durante el 3 de octubre o que no paráramos la actividad del puerto y el aeropuerto es que no somos hegemónicos también en ciertos movimientos sociales. El hecho que nuestra posición internacional sea débil es que aún no hemos demostrado que somos poco más de la mitad y eso debilita nuestra posición para forzar negociación alguna con el estado o con terceros. Por tanto aunque sean avances parciales en esta vía siempre ayudarán al resto de vías.

 

Vía 2: Conseguir un primo de Zumosol.

Si no tenemos la capacidad de provocar una ruptura democrática por parte nuestra y el estado no quiere pactar siempre hay la posibilidad de tener un primo de Zumosol. La OTAN ayudó la independencia de Kosovo cubriendo con sus cazabombarderos la pequeña república, Alemania dio cobertura a las independencias de Eslovenia y Croacia. Los reconocimientos internacionales fueron claves para que las repúblicas bálticas superaran el empate que tenían con la URSS. En nuestro caso no creo que se trate de tener un portaaviones OTAN apoyándonos, pero sí que una mejor posición internacional nos es imprescindible. Y hay que comenzar a pensar que las relaciones internacionales son intereses, no amistades. Tenemos algunas simpatías, el 1 de octubre, la represión y también la labor que han hecho las defensas de Puigdemont y el resto de políticos exiliados ha ayudado a mejorarla. Pero estamos legísimos de ese primo de Zumosol internacional. Más allá de cuatro hilos de tuiter que hablan que Merkel va a facilitar un referéndum o que el apoyo de un simpático diputado lapón suponen el apoyo de la EFTA, nuestra posición sigue siendo muy débil. Aquí tenemos trabajado los principios, gente del Diplocat y de las territoriales internacionales de la ANC, los exiliados políticos, etc.. nos permiten buenas bases, pero el camino a recorrer es largo. También una mejor posición internacional permite una mejor posición en la mesa de negociación, por ejemplo, la crisis del Brexit ha permitido a Escocia ofrecerse como una esperanza y quiere forzar un segundo referéndum con ella, y también una mejor posición internacional facilita conseguir la hegemonía social al ver que la independencia no sería recibida con hostilidad fuera. Por tanto, éxitos parciales en esta vía siempre ayudarán al resto.

 

Vía 3: Negociar con el estado.

Los ejemplos paradigmáticos son Quebec y Escocia, pero independencias exitosas se han conseguido en la mesa de negociación (con o sin violencia previa). Abrir mesas de diálogo siempre estarán bien, no solo hay “la independencia” como elemento de discusión entre el estado español y el Govern de Catalunya, y para hablar de esas otras políticas siempre está bien. La negociación claro está ha de permitir llegar a abrir el melón que el estado no quiere abrir: la indisoluble unidad del estado español y que esta pueda ponerse en tela de juicio en un referéndum en Catalunya, y no perderse en pactos intermedios. Algunos que se creen muy resabidos y con amplia experiencia política dirán que ” el estado español nunca negociará”, a estos me espero a responderles con la cuarta opción, pero antes les adelanto algunas cosas. El estado británico es el mismo que hizo el bloddy monday irlandés y con Escocia afronta las cosas de forma distinta, Canadá abrió la opción a un referéndum después de 20 años de represión y terrorismo. Pero no solo eso, la opción a negociar ha de ofrecerse contínuamente, aunque sepamos que van a negarse a negociar la posibilidad de referéndum alguno. Los noes del estado ayudan a conseguir esa hegemonía social, permiten justificar interna y externamente la ruptura democrática y son bazas con las que presentarte en las cancillerías. Hay mucho táctico de salón experto en resolución de conflictos que dice que ofrecer negociar es una muestra de falta de determinación y debilidad, no sé que conflictos han resuelto nunca, pero eso es una falacia, incluso con armas y muertos de por medio la parte que ofrece negociar no es la que se debilita por hacerlo.

 

Vía 4: Hacer la ruptura democrática ahora.

Es posible que en algún momento tengamos que hacer esta ruptura democrática, que la vía 3 sea imposible, que la vía 1 o la 2 nos den la fuerza para poder hacer la ruptura democrática y nos lancemos. Yo no sé por donde irán los pasos que nos harán independientes ni cuál será el “tipping point” que provocaría esta ruptura democrática. Lo que sí se es que si alguien quiere hacerla ahora, que lo haga. Todas estas llamadas a desobediencias simbólicas que no sirven de nada y que lo que hace es arriesgar la libertad de más políticos son absurdas. Si realmente alguien cree que tenemos la capacidad de hacer la ruptura democrática, que somos suficientes y que a nivel internacional encontraremos reconocimientos, que lo haga. Una ruptura democrática puede ser algo tan radical como intentar ocupar y proteger el Parlament, agarrar entonces por la solapa al President de la Generalitat y que firme los decretos que no firmó Puigdemont, estar preparados si fuera posible a hacer lo que se hace durante una huelga general durante semanas o meses. Ser capaces de proteger las instituciones, proteger las instalaciones básicas, controlar el aeropuerto y el puerto, los accesos al país, las infrastructuras y garantizar la normalidad como estado. Los polacos estuvieron semanas de huelga general, los tunecinos ocuparon la capital y las principales ciudades, los islandeses hicieron manifestaciones contínuas hasta abrir el proceso constituyente. Pero temo que esto no son más que sueños de determinados políticos y tuiteros con exceso de imaginación. Si se quieren rupturas democráticas menos radicales o bien consigues una hegemonía social que los costes de esa ruptura no requieran tanta fuerza en la calle, o bien un apoyo internacional tan fuerte que con actos más simbólicos se fuerce al estado a negociar o con un estado más democrático o unas negociaciones más avanzadas que al final se llegue a un pacto. Hay una falacia en este discurso y nos paraliza el seguir adelante, hay quien cree que “son los políticos” que han impedido esta ruptura democrática, pero eso es falso. Si hay base para hacer una ruptura democrática ahora y se cree que “el pueblo” la seguirá, solo hace falta que alguien la convoque, no necesita el grueso de la élite política independentista apoyándola.

Y hasta aquí hay las 4 vías que pueden llevarnos a la independencia: hegemonía, primo de Zumosol, negociación o la ruptura democrática ahora. El resto son hilos creativos, fantasías sobre nuestras posiciones reales, intentos tácticos de sacar ventaja sobre el independentista de al lado o la incapacidad infantil de reconocer el porqué fracasamos el 1 de octubre. Es evidente que para que la vía 1, 2 y 3 puedan prosperar el conflicto ha de mantenerse vivo, los independentistas deberíamos hacer algo más que pelearnos entre nosotros y poder hacer algunos actos de madurez política. Pero llega un momento que los gritos a la unidad no dejan de ser gritos a “uniros para seguir la vía que a mi me gusta más”. Si los independentistas podemos optar cada uno por la vía que más cree y ninguna de estas obstaculiza la otra sino las refuerzas, ¿porqué manías tenemos que tener unidad alguna?. Yo ya me he cansado de intentar convencer a ningún independentista que mi vía (la hegemonía social) es la mejor, por eso intento gastar pocas energías en discusiones con otros independentistas. Que cada uno defina con que vía se siente más cómodo y quien se salga con ella nos hará ganar a todos. De hecho todas las independencias han tenido elementos de varias vías a la vez y nadie sabía muy bien cuál era la que terminaría llevando al éxito.

Soc coordinador de la revista electrònica i xarxa de bloggers www.socialdemocracia.org, webmaster de la UGT de Catalunya i militant del PSC.

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