Ubicación: Val d’Aran, pirineo catalán occidental
Dificultad: Sin dificultad – fácil.
Altitud: 2.833 metros.
Desnivel: Unos 1400 metros, en dos etapas (600 y 800).
Tipo de ascensión: Estival con presencia de nieve.
Meteorología: Soleado.
Las salidas con la “peña del Turbón” son una delicia, nos reunimos docena y media de montañeros con niveles muy desiguales que intentamos, en bloque, hacer cima en alguna montaña significativa.
El año pasado me integré en este grupo a través de Javi y Bruno, para su ascensión anual a la Peña Montañesa, y este año nos lanzamos a intentar el Montardo. El Montardo se parece sólo al Canigó (cima que hice un par de semanas antes) en que desde su base la vista es impresionante. Aparece como un macizo que parece inalcanzable desde su cara norte desde el pueblo de Arties en la Val d’Aran.
Allí nos dirigimos saliendo con toda tranquilidad hacia Vielha por la ruta más rápida a través del Túnel de su mismo nombre. De allí a Artíes y luego con el coche nos adentramos en una pista forestal bien amplia dirección sur, adentrándonos en el valle de Arties, acercándonos a la base del macizo del Montardo. Dejamos los coches en una esplanada, revisamos los pesos de la mochila, dejamos cosas que nos podrían sobrar y tiramos hacia arriba.
Al principio es una pista forestal que incluso transitan algunos taxis 4×4. “Cuñado” que tenía un brazo roto y un puñado más deciden esperar el 4×4 y ahorrarse el tramo de pista (unos 4 km.) y cargan parte del material de escalada de los más alpinistas. Nos esperamos al final de la pista a que llegue el 4×4, al lado de una cabaña. Allí nos refrescamos un poco en una fuente y en poco tiempo iniciamos la subida más fuerte de la primera jornada, a través de un bosque por el típico camino serpenteante que gana mucha altitud. Al cabo de un par de horas llegamos a la parte inferior de una presa donde cuelga el refugio de la Restanca, ganamos unos metros, cruzamos la presa en un entorno ya claramente alpino (casi sin árboles, con clapas de nieve, y con un lago con cascada represado). La Restanca se encuentra a unos 2000 metros y es un refugio que está bastante bien dotado para los estandares de los refugios de montaña del pirineo oriental. Las cenas son pantagruélicas y de hecho nos llegaron a sobrar macarrones y carne…
Como dormir en un refugio es algo complicado (ronquidos, duermes en un entorno que no estás acostumbrado, suele hacer demasiado calor, hay poco sitio) un puñado de inconscientes nos dedicamos a caminar un poco por la noche con los frontales recorriendo un camino del antiguo carrilet que conectaba un abandonado teleférico que servía para elevar a los 2000 metros el material que luego utilizaban para construir la presa… El camino era corto, pero sirvió para cansarnos un poco más y prepararnos para dormir.
A la mañana siguiente el grupo, enorme, se prepara para la salida… y entre los que desayunamos del servicio del refugio y los que traían lo suyo tardamos un poquito, con lo cuál comenzamos a subir ya con buena luz. Al principio el camino salva un fuerte desnivel (unos 150-200 metros) al lado de una riera muy empinada que lleva a un lago precioso llamado estany deth Cap deth Port a unos 2.200 metros. El camino bordea el lago por la izquierda y de allí se entronca por un pequeño caos de rocas y palas de nieve hasta el collado de Crestada. El grupo como es muy heterogéneo comienza a disgregarse, un grupo puntero en el que estoy tira con algo más de ritmo y un segundo grupo nos sigue pisando los talones, pero poco antes de llegar al collado de Crestada se pierden y enganchan el collado un poco más al norte… aunque grácias a los walkies que habían traído Moisés y su suegro todos estábamos localizados.
Nos reagrupamos en el collado de Crestada desde donde se ve el estany de Monges y se abre paso hacia el Parc Nacional de Aigüestortes y desde el que se tiene una vista impresionante de un tres mil de la zona, el Punta Alta. El collado es un cruce de muchos caminos, la GR11 transpirenaica, la Carros de Foc, y como no, nuestra ruta de ascenso al Montardo.
Desde ese collado nos dirigimos ya dirección noreste para encarar el collado de Montardo. En este tramo es donde me encontré algo incómodo. Había palas de nieve que obligatoriamente había que atravesar en diagonal y como no, no me encontré demasiado cómodo… eran algo empinadas y aunque cortas había que ir con prudencia. Las ascendí sin demasiados problemas pero sudando un poco y llegué al collado en el grupo de cabeza.
Allí ya no esperamos demasiado, un grupito formado por Moisés, Bruno y alguno más nos dirigimos por la carena por un camino evidente que deja el Petit de Montardo a la izquierda y que llega casi hasta un collado sin nombre que separa a las dos cimas del Montardo. Atravesamos un nevero que era una gozada (nieve alta y blanda, sin casi pendiente y donde el camino era practicamente una trinchera) y subimos una pendiente bastante empinada de rocas hasta la cima (2.833 metros).
En la cima a esperar al resto del mundo.. comunicaciones a través de las radios y la visión de los compañeros desde la cima indicaban que todo el grupo se había convertido en un regero de montañeros cada uno a su ritmo, pero todos subiendo sin problemas. Pasado un rato todos en la cima, fotos, comida y un poco de gresca (creo que le dimos la cima a algún que otro grupo).
Desde la cima se puede ver una enorme caída en dirección norte, la cara que da a Arties y que tiene esa pavorosa vista desde su base. Se visualizan un montón de cimas de los pirineos occidentales catalanes, mucho más agrestes y espectaculares que los pirineos orientales. Los Besiberris, Punta Alta, la zona del Peguera y los Encantats, la Pica hacia el este y los pirineos araganoses con el macizo del Aneto con la Tuca de Mulheras justo debajo… más cerca un lago de deshielo que caía justo en la cuenca que conforma el circo del Montardo (un claro y bien dibujado circo glaciar) y el estany de Mar y el lago de la Restanca más abajo, en un entorno impresionante.
Bajando comenzamos a disgregarnos, algunos habían hecho el Petit de Montardo (2.781 metros) en la subida, otros no, y como estaba entre los que no bajé bastante rápido por la cresta que separa a ambos picos evitando una larga pala de nieve bastante buena (prefería tirar por las rocas a pesar de que las vistas eran muy aéreas por la parte occidental), y en pocos minutos llego a la cima del Petit del Montardo junto a los “doritos” y un poco detrás Bruno y todos los demás.
De allí bajamos hacia el collado del Montardo y cambiamos de vertiente, bajando hacia el estany de Monges y el collado de Crestada. Aquí es donde volví a encontrarme incómodo atravesando neveros, esta vez decidí atravesar los que había evitado anteriormente con un poco de grimpada y Josep me ayudó un poco con algunas indicaciones. Crucé los neveros, con algún resvalón, poniéndome a la altura de Moisés que estaba bajándolos de cara y disfrutando como un enano, igual que hacía Bruno algo detrás mío.
Al llegar al collado volvemos a reagruparnos un poco y bajo con el primer grupo (Javi, Sherpa y poco después Belén y Bruno), Javi y Sherpa deciden evitar el camino de rocas hasta el estany bajando por los neveros (que manía), y yo sólo les sigo en el penúltimo nevero que era el más largo pero también el de menos pendiente para quitarme un poco el miedo del cuerpo. Llegamos al estany, y allí Javi y yo nos damos un pequeño chapuzón (el agua era pura de deshielo como indicaban los neveros que iban a morir al lago). De allí a la Restanca era un pequeño paseo por la riera del inicio de la ascensión, empinado y que había que poner mil ojos, pero sin dificultad.
En la Restanca ya decidimos cada uno pasar la tarde como quiso, hice mi bautismo de escalada ya que había unas vías equipadas cerca del refugio y Sherpa, Belén y Javi habían traído su equipo. También Moises se estrenó y demostró una gran habilidad. Yo más bien demostré cierta torpeza, pero me sirvió lo suficiente para confiar algo más en la roca, en conceptos como la adherencia y en mis propias capacidades para subir algo que en apariencia es imposible para un profano. No terminé ninguna vía aunque estuve a punto de terminar una de V (me atasqué precisamente donde estaba ese V, aunque la parte de IV la hice bastante bien)… en parte por falta de espíritu combativo (mi intención era intentarlo, estar a un puñado de metros del suelo y conocer el entorno) pero también estaba muy cansado y con una capsulitis en la mano izquierda es muy difícil hacer fuerza de brazos.
A la mañana siguiente para abajo, recorrer nuevamente el tramo de bosque y llegar a los coches. Comer y disfrutar del ambiente y buen rollo de la peña del Turbón.
Conclusiones: la ascensión me ha servido para conocer una zona del pirineo que desconocía y que es por ejemplo, punto de inicio típico de la Carros de Foc. También para exponerme un poco a los neveros que pueden haber en verano y que aunque soy capaz de cruzarlos he de hacerlos con más comodidad (este invierno he de acostumbrarme más a la alta montaña invernal y quitarme ciertos miedos, si lo logré con los pasos vertiginosos lo he de poder hacer con la nieve), y sobretodo para reencontrar a la Peña del Turbón, una gente con la que subir las montañas es un placer y cuyo objetivo es que todo el grupo, tenga el nivel que tenga, pueda hacer cima.
Hola a todos! Que bueno encontrar esta descriccion de la subida al Montardo.
“La Peña del Turbón” ciertamente es un buen grupo, y gracias a la esperiencia de Jordi el “Sherpa” y al sentido común de todos siempre que salimos podemos volver y disfrutar preparando la siguiente.
Particularmente para mí y para “el suegro”, tambien conocido como “micolor” (jjj) fue muy interesante esta salida, en mi caso el remate perfecto: iniciarme en la escalada de la mano del grupo de Sherpa, Belén y Javi. Lo intentamos Jose y yo, creo que habrán más ocasiones de repetirlo.
Espero que todos os apunteis a la siguiente!!
Un saludo
Moises Lucas
Moises:
Para mí también fué una ascensión superchula… y sobretodo por la gente. A ver si lo repetimos!!!