Ubicación:Cerdanya lleidatana (entre Andorra y Catalunya).
Dificultad: Fácil.
Altitud: 2.834 metros.
Desnivel: Unos 800 metros.
Tipo de ascensión: Semi invernal, nieve a partir de los 2.300 metros.
Meteorología: Soleado pero bastante frío.
Comienzo con una serie de relatos de montaña que tenía pendientes… El pasado mayo fuimos a celebrar el cumpleaños de una de las personas de las que más he aprendido en montaña, Javi. Fuimos bastantes de sus amigos.. Bruno, Belén, Manu, su hermana, Oriol, “Cañas”, Francesc, etc…
Para acercarnos al refugio de los estanys de la Pera (allí los nombres son muy divertidos, estany de la Pera, pic de la Colilla…), tuvimos que dejar el coche a mitad de la pista de esquí de fondo y comenzar a subir al principio por pista y luego por un sendero que cruzaba varias veces un río, afluente del Segre, que desciende desde los mismos estanys.. En una de estas casi se me llevan al agua al echar un cable en uno de los vadeos… con lo cuál la jornada ya comenzaba a ser divertida.
Llegamos casi sin problemas al refugio y allí hacemos noche (haciendo algo de follón ya que estábamos solos). Al día siguiente un frío atroz… Todo el entorno estaba nevado (había caído una muy buena esa misma semana) y la intención original que era subir al Monturull no era muy buena idea, la cresta estaba nevada y algunos no estábamos preparados para hacer una cresta nevada o con hielo. Decidimos tirar hacia un pico que en verano ni pisarías, el de Estanyons o de la Colilla… Un pico que en verano es un “cim de vaca”. Comenzamos a subir dirección este hacia el cordal de montaña que hace frontera con Andorra a un tiro de piedra de la “Portella Blanca d’Andorra” punto donde confluye la frontera española, la andorrana y la francesa…
Al principio subimos por unas piedras al lado de una cascada natural de agua del deshielo, con el problema que estaba congelada y algunos comenzaron a tener problemas al resvalar con el hielo… Llegamos a una repisa elevada desde la que se podía ver ya la cima.. a partir de ahí sólo teníamos una larga rampa nevada hasta una antecima y luego una pequeña rampa directa a la cima. El único problema era que todo estaba nevado.
Comenzamos a andar por la rampa que va adquiriendo una ligera inclinación hacia el final (unos 40-45º) con una nieve especialmente dura en un punto concreto (unos 50 metros), que de subida no me provocaron especiales problemas (pateaba la nieve con la puntera y construía unas buenas bañeras), pero que luego me dieron “acojone” a la bajada.
Hacemos cima sin más… y abandonamos el plan de seguir por la cresta hacia el oeste para intentar hacer unas cuantas cimas más… La cresta, preciosa en verano y muy divertida, con una nieve que no nos fiábamos de su estabilidad y con la pinta que tenía estaba por encima de las habilidades del más torpe: o sea yo.
Comenzamos el descenso y ya en el punto donde antes había encontrado la nieve dura veo que la bota no se me clava bien… Ello conllevaba a que mi paso fuera menos seguro, y comenzara a tener dudas… Es lo malo de los altos y torpes, un centro de gravedad más alto conlleva más percepción de la inestabilidad y la torpeza ayuda a que esto se acrecente. Comienzo a pasarlas un poco canutas… sobretodo porqué no me hago a la idea de que si resvalo tan sólo me deslizaría unos pocos metros hasta encontrar nieve más blanda, aunque mi cabeza me decía que si me deslizaba iría a parar a un tobogán que terminaba unos 200 metros más abajo…
Con la cabeza algo saturada, comienzo a bajar paso a paso intentando clavar el lateral de la bota haciendo pequeñas muescas en la nieve, el sistema me funciona y con el apoyo de Cesc, Bruno y Belén, sigo descendiendo hasta encontrar nieve lo suficientemente blanda como para clavar bien el pié y sigo hacia abajo.
Al final risas… como no, del espectáculo que dí, en una ridícula rampa de 45º en nieve algo dura. Sé que el miedo que pasé se debe a mi poca familiaridad con este tipo de nieve (hasta ahora había confrontado o neveros de verano que eran muy cortos y ya tenían una traza hecha o nieve de pleno invierno más blanda y en la que era fácil clavarse hasta por encima de los tobillos)… y a que al no haberme caído en una pendiente con nieve siempre pienso que voy a deslizarme como en un tobogán en lugar de clavarme un par de pasos adelante. Me puedo confrontar sin problemas a grimpadas y a la roca, incluso superar mi acrofobia natural y hacer pasos algo expuestos, pero cuando las tarteras son muy inestables o la nieve no me dá seguridad no lo paso especialmente bien. Eso lo tengo que corregir.. pero ya.
¡qué fresquito estás, a pesar del susto! cuídate…
Pixa-pins!!!, camaco!!!!!