Ciberpolítica

Ciberactivismo y organizaciones políticas III, ¿que tipo de blogueros quieres, meritoristas o ciberactivistas?

La reciente expulsión de Alberto de la madrisfera pone en solfa el debate sobre que tipo de ciberactivismo pueden asumir las direcciones y los cuadros intermedios de las organizaciones políticas.

No entraré a opinar sobre la expulsión ya que tanto Alberto como Raúl (impulsor de la madrisfera) me parecen unos excelentes blogueros, y el proyecto de la madrisfera merece que sea tratado con cariño, proyectos como este no nacen todos los días.

Pero el ejemplo me sirve para hacer una reflexión que llevaba tiempo guardando. ¿Qué tipo de ciberactivismo pueden tolerar las organizaciones políticas?. En un principio y tal como decía en anteriores posts sería más positivo seleccionar gente que ya tiene credibilidad en la red y que sea próxima y colaborar con ellos para mejorar tanto el partido como la comunicación de este en la red. Lo mejor sería un comportamiento simbiótico, en el que los ciberactivistas asumen y aceptan las organizaciones políticas con sus cualidades y carencias, entendiendo que tiene sus lógicas y sus formas democráticas de tomar decisiones y a la vez el partido ser lo suficientemente permeable a las propuestas de los ciberactivistas y capaz de entender que el comportamiento de “francotirador de base” y de librepensador es un riesgo menor que los beneficios que aportan los ciberactivistas.

Pero ante este tipo de ciberactivista (en el fondo un modelo ideal), existe otro antimodelo (también ideal) que algunos han ido a llamar “meritoristas”. O sea gente que entra en esto del ciberactivismo no por su función teóricamente real (generar estados de opinión, canalizar una pulsión personal por comunicar, etc…) sinó por ganar puntos ante el dirigente de turno.

Reitero, NO existe ni el ciberactivista puro (es un modelo de bloguero ideal) ni el meritorista puro (ni tampoco quiero aquí ilustrar que ninguno de los blogueros antes citados es uno u otro, ojo!!!). Esto es importante para despersonalizar el tema y hablar de “que tendencias” son las que las organizaciones políticas pueden llegar a buscar en sus activistas en red.

Cuando un dirigente se plantea al escoger que tipo de personas quiere cerca, hay dos aspectos que en ocasiones entran en contradicción cuando se trata de “comunicadores”. O bien escoge gente muy próxima, bastante dócil y que sepa que van a mantenerse dentro de la ortodoxia del partido, o bien escoge gente que tiene talento, credibilidad porqué es capaz de criticar lo que no le gusta a pesar de ser una propuesta de su propia organización (y por ello tiene un alto nivel de lecturas), pero que es una situación de riesgo, o buscar personajes intermedios entre estos dos polos.

Una opción de riesgo es la que más beneficios puede obtener. Si alguien que es un ciberactivista recibe información de su partido, tiene acceso a datos, a proyectos, es mimado y además sus proyectos e ideas son escuchadas la organización política tendrá más vertebración, capilaridad, tendrá más efecto en sus intentos de lanzar proyectos e ideas y también será más ágil para escuchar lo que ocurre la red.

Riesgos del ciberactivista

Aún así los riesgos son evidentes:

  • Un ciberactivista “lonewolf” puede girarse y de golpe montar una campaña en contra de algo de lo que puede estar muy de acuerdo el partido. Esto puede ser una propuesta a nivel estatal (por ejemplo el canon digital) o más a nivel local (oponiéndose a una medida de su ayuntamiento o a la línea que sigue un determinado dirigente). Si tiene mucha información además hablará a sabiendas, con credibilidad y difícilmente el partido puede decir que “no es alguien de los suyos” cuando por ejemplo ha aparecido su cara con un artículo en la web oficial de esta organización tan sólo un par de meses antes.

  • Un ciberactivista además puede que no reaccione ante la petición de su organización a la hora de ayudar en una crisis comunicativa. Puede que el tema no le interese o incluso esté en desacuerdo. El partido no puede contar con él siempre que él quiera, sinó, al revés, cuando el ciberactivista quiera. Esto es un riesgo ya que en la red la organización política le interesa estar presente, transmitir sus ideas y mensaje le guste o no al friky de turno.

  • Un ciberactivista no es controlable, es un alma solitaria, que se la seduce en base de mimar su ego y en base a que se sienta útil, eso es una colaboración volátil, egoista y que se sostiene muy poco en la jerarquía basada en la mediocracia de las organizaciones. Un ejército formado por un conjunto anárquico de soldados no tiene eficacia, combatirá un día en base a acciones heroicas e individuales, y otro se quedará sin actuar y otro incluso puede que entorpezca las operaciones del ejército regular. En término de organizaciones jerárquicas, piramidales, aunque formalmente democráticas, los partidos políticos tienen un problema estructural con este tipo de ciberactivistas.

  • Hay un cuarto riesgo, y es que el ciberactivista en base a un exceso de mimos o una debilidad de carácter o tal vez porqué su evolución personal le lleve se transforme en un meritorista o crea que va a obtener ciertos beneficios que luego no se dan. El ciberactivista pierde la credibilidad y todo lo que haya hecho de bueno antes, aún cuando fuera desde la honestidad, en comunicación favorable a su organización política se pone en cuestión. El ciberactivista se transforma en un meritorio o en un resentido, esperando un beneficio o creyendo en un futuro beneficio más material (cargos, pasta, etc…). Pierde su utilidad comunicativa o incluso es alguien que resta.

En otro sentido las organizaciones políticas pueden optar por “meritorios”. Son dóciles, van a responder SIEMPRE que la dirección lo indique, el riesgo que muerda a los propios es casi nulo, y es el que más beligerantemente atacará a los díscolos, a los de otras organizaciones políticas e incluso al ciudadano que sea sanamente crítico con la acción del partido político.

Los límites de los meritorios

El problema que acompaña al meritorio se engloba en los siguientes aspectos:

  • Falta de credibilidad. Si alguien siempre defiende su organización política (y no es un alto cargo que ha de hacerlo por obligación con el propio cargo) a pesar de que en algunas cosas está en desacuerdo, en la red la gente lo nota. Su credibilidad queda limitada a los más adeptos. Es lo que les ocurre a cierta red de derechas de este país en la que, a pesar de estar mejor organizados, tener blogueros que se dedican con más ahinco y esfuerzo y con un alto nivel intelectual, sólo se leen entre ellos. Su efecto social es prácticamente nulo.

  • Falta de ideas nuevas. No es que el meritorista sea menos inteligente que el ciberactivista, es que su actividad en la red es la de ser ecos del templo, reiterar el argumentario oficial, no salir del guión. Esto genera una cultura política que evita la creatividad, la erradica de los propios procesos de aceptación de las ideas. Mientras el ciberactivista recibe la información y no la acepta porque sí (en parte por ego), el meritorista asume que lo que llega de su organización siempre es bueno aunque no tenga todos los elementos para valorarlo. Un meritorista puede creer que algo es malo de partida pero si viene de su partido asumirá que es bueno por alguna razón que aún no conoce. Esa docilidad lleva a generar pocas ideas nuevas. Y esto en la red es mortal… si tú sólo repites lo que otros dicen y en ámbitos oficialistas tu valor tiende a 0, antes leerán directamente la web del partido.

  • Poca vertebralidad y capilaridad. Un meritorista tratará a los que están en posiciones ideológicas distintas de forma dogmática. Son el enemigo y se lo han repetido hasta la saciedad, de ahí a participar de proyectos e ideas que se vertebran en toda la red con distintos activistas sea casi nulo. De ahí que si alguna vez el partido requiere participar de campañas que van más allá de ellos mismos (como por ejemplo la oposición a la directiva de las 65horas) si no las capitaliza de partida no tendrá capacidad de entrar y participar de forma seria.

En definitiva, a mi parecer una organización política tendría que optar por los primeros antes que por los segundos, sería como dejar de utilizar tanques y volver a la caballería porqué los tanques tienen la manía de estropearse o de necesitar mucha gasolina. Puede que las unidades de caballería de choque no requiera tanta infrastructura y sea más fiable en terreno agreste, pero es complétamente inútil para asaltar una trinchera y para la mayoría de operaciones militares modernas. Utilizar el modelo meritorista y potenciar esta actitud es como utilizar arcos y flechas en la segunda guerra mundial, puede causar “bajas” pero es una forma ineficaz de combatir.

Es posible igualmente que por muchos motivos se deje de utilizar el modelo ciberactivista. Desde el miedo de la propia estructura mediocrática de las organizaciones políticas a depender de una panda de aventureros, a desconocimiento y no entendimiento de la ciberacción política y su naturaleza, al apego de las formas tradicionales de hacer política y la propia cultura política de la organización que lleva a que no se intente hacer cosas nuevas. Si ha pasado en el mundo militar (en la primera guerra mundial hubo enormes objecciones por parte de los altos mandos en la utilización del carro de combate y aún y se utilizaron las cargas de caballería en algunas de las ofensivas), puede pasar en el mundo político, donde los errores son menos evidentes y no se pagan de forma tan dramática.

El reto de las organizaciones políticas en este ámbito es poder asumir a una serie de outsiders de las estructuras clásicas y saber aprovechar su creatividad y su credibilidad, aceptando su idiosincracia e intentando adaptar las estrategias comunicativas en red a lo que sus ciberactivistas puedan aportar. La estrategia de los meritoristas es de patas demasiado cortas como para tenerla en cuenta.

Soc coordinador de la revista electrònica i xarxa de bloggers www.socialdemocracia.org, webmaster de la UGT de Catalunya i militant del PSC.

5 thoughts on “Ciberactivismo y organizaciones políticas III, ¿que tipo de blogueros quieres, meritoristas o ciberactivistas?

  1. En el fondo lo que debe ocurrir es algo básico, la libertad de expresión dentro de los causes que ya ha establecido el partido en su 37º Congreso: democracia interna. Si se amordaza la libertad desde nuestro partido, qué ejemplo estamos dando a la ciudadanía. Ejemplo el Congreso Local de Cádiz, todas las irregularidades posibles, ¿no podemos entonces denunciarlo?
    Liberticidas fuera de la izquierda, de lo contrario no es izquierda, es otra cosa.
    Salud.

  2. Paco:

    Los problemas orgánicos deberías canalizarlos por las vías que te dá tu organización política. Mi blog lamentablemente no es la vía más adecuada. Considero eso sí, que la libertad de expresión de cualquier militantes es inviolable aún cuando perjudique los intereses de su propia organización, a excepción eso sí de los que ejercen responsabilidades que en función de la responsabilidad y cargo (que es representativa) deben tener prudencia.

    Pedro:
    Estoy de acuerdo con usted, totalmente, los que crean que son gurús o los que lean a la gente pensando que hay gurús, o los qu tengan el ego tan subido para querer ser uno, desvían energías en lo que es el ciberactivismo. Obviamente si considera que yo pueda ser uno de esos gurús creo que se equivoca. Yo soy un humilde bloguero que lanza de vez en cuando proyectos, igual que el propio Raúl Pleguezuelo al cuál loo por su iniciativa, y que de vez en cuando critica a su propia organización igual que hace Alberto.

  3. Otra clave fundamental de lo que en tu taxonomía has definido como “meritorio” es que es de carácter volátil, su presencia en la red no responte a una vis comunicativa individual, sino a un impulso externo.

    Estará activo en periodos electorales, después desaparecerá, impidiendo estrategias continuadas y minando su credibilidad y la de los suyos.

Deja un comentario