Los sindicatos tienen dos sombreros, uno como asociación de trabajadores que lucha en la empresa por mejorar las condiciones laborales, otro como institución que canaliza el conflicto social e intenta condicionar las legislaciones y las acciones de otras instituciones.
Como casi todas las instituciones su papel está cuestionado y los sindicatos tienen bastantes cosas que mejorar. Una parte la están haciendo al reducir el número de federaciones industriales para mejorar en eficiencia y reducir estructuras intermedias para facilitar que la negociación o esté más cerca de la realidad económica concreta o tenga elementos de centralización (el modelo intermedio es el que más inefeciencias genera).
Pero más allá del papel que los sindicatos han de jugar en sus propias reformas, son objetos legítimos de crítica.
El problema es cuando quien hace la crítica utiliza términos que si se aplicaran a su costa serían hasta divertidos. Mónica de Oriol Icaza, Presidenta del Círculo de Empresarios, ha hecho la siguiente afirmación:
Vamos a ver, esta señora preside una entidad de la que forman parte el Banco Santander o Ferrovial entre otras empresas que forman parte de los exmonopolios franquistas o de aquellas empresas que se benefician directamente de la relación entre el poder político y económico. Dejo a un lado lo que esta señora debe ignorar (o en su cinismo obvia) sobre lo que vivieron las gentes de UGT y CCOO durante la dictadura (y otros sindicatos como la CNT), con muertos (los abogados de Atocha colaboraban con CCOO, por poner solo alguno de los últimos ejemplos), detenidos, represaliados, torturados y exiliados. Si no lo dejara a un lado, esta señora la trataría con otros apelativos.
La foto de cabecera donde presentan su equipo directivo es esta:
La presencia femenina testimonial, inferior a la de cualquier equipo directivo sindical, con una media de edad superior en 15 años a la de cualquier equipo directivo sindical, y evidentemente con un pufo a Casta más que evidente.
Yo no soy de los de hacer carnets de purismo a nadie. Mucho menos desde instituciones que están cuestionadas, donde damos todo lo que podemos por los trabajadores pero que cometemos numerosos errores, tenemos algunos vicios de vieja política y tenemos tareas por cambiar internamente. Pero que desde el más puro ejemplo de representación de un lobby económico que canaliza las demandas de los empresarios más relacionados con las élites extractivas de este país, pocas lecciones estoy dispuesto a aceptar.
¿Casta en los sindicatos? Seguro. Pero son castas de muy segundo orden, de tercera regional, comparada con la Casta que representa Mónica de Oriol y el Círculo de Empresarios.
Lecciones de ellos, las justas.