Hay debates politológicos que no son tan sencillos como parece. Los que somos soberanistas catalanes solemos reducir el debate del derecho a decidir como una confrontación de posturas “democráticas” contra otras que no lo son. Asumimos que el cuerpo social que decide, el demos, es la sociedad catalana, algunos por una cuestión nacionalista (los pueblos que tienen identidad nacional tienen derecho a ser un cuerpo social soberano) otros por una cuestión cívica y sociológica (los cuerpos sociales donde existe una mayoría social que quiere ser soberana han de serlo). Pero esta no es la única lectura.
En una reciente conversación con Roger Senserrich en twitter quedó muy al descubierto que en el fondo lo que separa a un soberanista catalán de un soberanista español no es ser más o menos demócrata sino donde cree cada uno que está el “demos” o el cuerpo social soberano.
Más allá de elementos irracionales y de sesgos que podamos tener cada uno de los que defendemos cada postura, hay fundamentos racionales que explican el porqué algunos defendemos un cuerpo social soberano u otro. Dejo a un lado a la complejidad que la soberanía está distribuida y el demos puede ser diferente según el ámbito de soberanía que queremos confrontar, no porqué no reconozca el problema y su complejidad, sino porqué en un tema como “si Catalunya puede decidir unilateralmente la independencia o no” estamos hablando de un tipo de soberanía bastante clara y en esto hay una respuesta binaria (sí o no, aunque cada una con sus posibles condicionantes y matizaciones).
Dejo a un lado el aspecto nacionalista-identitario que justifica que unas personas consideren un demos u otro en un dilema de este tipo. Primero porqué una parte de los actores que están implicados, el de los catalanes, tienen identidades híbridas (se siente la mayoría tanto españoles como catalanes) y reducirlo al argumento nacionalista es muy parcial, segundo porqué sobre identidades no se puede discutir. Se han de entender y respetar, y a la larga (según mi análisis) si son mayoritarias son las que pueden terminar prevaleciendo, pero las lecturas que me interesan son las que puedo confrontar en el plano racional.
El demos como accidente histórico
Para un no nacionalista defender que el cuerpo soberano es el español y no el catalán (cuando una parte muy mayoritaria del cuerpo social catalán quiere poder decidir) tiene un argumento detrás claro. España es un accidente histórico. Que el pueblo soberano sea el español es un accidente histórico. No hay ninguna razón para que lo sea el cuerpo de ciudadanos españoles, o el peninsular, o el del antiguo imperio español, o el de los de los pueblos de Europa, o el de los de las regiones montañesas segregado del de las ribereñas. España es un estado por puro accidente histórico y el cuerpo social que decide, el pueblo de España un puro accidente.
Defender el accidente histórico puede ser racional. Romper un estado no es algo que se produzca sin externalidades queramos o no, las consecuencias de la independencia de Catalunya también las van a vivir otros ciudadanos del resto de España. Además todo cambio institucional profundo (y la creación de nuevos estados) tiene costes sociales, políticos y económicos.
Se puede entender que desde ese punto de vista los que defienden el accidente histórico lo puedan fundamentar.
Otros argumentos que se pueden utilizar es que jugar a favor del statu quo a la hora de definir el cuerpo soberano refuerza la seguridad jurídica y favorecer cuerpos sociales soberanos más amplias es un seguro para reducir el error de decisiones colectivas erróneas. Un ejemplo de ello es la salvaguarda de derechos humanos que realizan los tribunales europeos.
El demos como preferencia mayoritaria del cuerpo social que pretende ser soberano
Otros utilizamos otro argumento. Reconocemos el accidente histórico de España y también el de Catalunya, pero como tales accidentes históricos no ponemos en valor más que la preferencia de los ciudadanos en cada momento. Sabemos que la estabilidad es buena y por tanto pedimos cierta sostenibilidad en el tiempo o mayorías cualificadas para cambiar el demos, pero una vez identificadas consideramos que el cuerpo social que tiene que decidir es el que hay una mayoría de ciudadanos que pretende ser ese demos.
Si el argumento nacionalista es el iusnaturalista (hay unas naciones que naturalmente han de ser soberanas), y el accidentalista es el iuspositivista (las leyes definen que cuerpos sociales son los soberanos y mejor no cambiarlo) este es el sociológico o evolucionista.
Los que consideramos que el cuerpo social que decide puede alterarse según las preferencias de los ciudadanos y las leyes existentes pueden ser una guía para conseguir expresar esta nueva preferencia pero no el límite, consideramos que las sociedades evolucionan, cambian y sus preferencias también. Consideramos que las soberanías del pasado no pueden condicionar de forma dura como granito a las soberanías del presente o del futuro y por tanto a veces las leyes y el entramado institucional que las sostienen no es suficiente y su capacidad de reforma impide plasmar la nueva realidad.
Entiendo a quienes defienden que el cuerpo social sea el español es el depositario incuestionable de la soberanía, aún cuando son conscientes que no existe una expectativa razonable para que el cuerpo social español vaya a ceder nunca al cuerpo social catalán esa soberanía. Puedo entender incluso las razones iuspositivistas duras de quien defiende que el accidente histórico que es el cuerpo social español sea el depositario incuestionable de la soberanía.
Las entiendo, pero evidentemente no las comparto. No considero que mi aproximación sea más democrática o menos que las anteriores (las nacionalistas o las iuspositivistas), simplemente la considero mejor desde mi punto de vista.
Defiendo que mi aproximación es la que creo que garantiza una mayor cohesión social y una mayor aceptación de las reglas de convivencia y de las instituciones por parte de los ciudadanos y además a largo plazo es una forma que ayuda a gestionar mejor los conflictos internos de las sociedades. Los estados son instrumentos y hoy en día es difícil justificar que tener estados nación fuertes y grandes con soberanías monolíticas sea un factor positivo o una ventaja competitiva de las sociedades. A medida que las sociedades son más abiertas e interactúan a nivel global ese instrumento social que son los estados han de adaptarse más a la gestión de conflictos internos que como instrumento de protección contra los agresores externos.