Como llegar al 2023 a una oportunidad de ruptura democrática en Catalunya con España
Política

Como llegar al 2023 a una oportunidad de ruptura democrática en Catalunya con España


Uno de los grandes dilemas del independentismo es el falso debate entre vía lenta y vía rápida. Ese debate confronta a los que creen que hay que ensanchar la base y mejorar la posición internacional y los que creen que hay que buscar el momentum, el punto de ruptura, cuanto antes mejor y empujar en esa dirección. Creo que el debate es falso. Es obvio que el momento de ruptura no está a la vuelta de la esquina. Y que cuando hemos creído tenerlo ha sido todo un espejismo. Nos hemos encontrado con menos apoyo social del que es necesario, una dirección en una situación emocional y de estrategia política de paso cambiado y una posición internacional más débil de la que creíamos. También un estado que ha ejercido de estado. Buscar un momento de ruptura sin confrontar esta realidad es un absurdo.

Pero ahora quiero hacer una crítica a la vía que pone el peso en la logística sin plantear escenarios estratégicos. Sabemos que tenemos que mejorar el apoyo social para poder hacer una ruptura democrática, mejorar la posición internacional y mantener la llama y la lucha en la calle. Pero de decirlo y hacerlo hay un buen trecho. Además, más allá que no sabemos del todo como hemos de crecer o podemos tener mejor posición internacional también tenemos carencia: hemos dejado de lado la capacidad de diseñar escenarios y por tanto hemos perdido toda iniciativa política. “Ensanchamos” la base y mejoramos la posición internacional, ¿para qué? ¿para negociar un referéndum? ¿para seguir exigiendo y que no nos hagan caso? ¿para definir un nuevo escenario de ruptura que supuestamente caerá del cielo solo por tener mejor posición de fuerza?.

Creo que es necesario que el independentismo vuelva a dibujar escenarios de futuro, pero esta vez no con la inocencia de Junts pel Sí y la CUP de pactar “fulls de ruta” mágicos de 18 meses en los que tan solo había que crear instituciones y estructuras de estado y tachán, como si la política fueran solo leyes y papeles, nos permite crear un estado de la nada.

No soy muy fan de poner fechas, pero dibujar escenarios imaginarios en los que estas aparezcan nos fuerza a imaginar que necesitamos social y políticamente antes de poder decir afrontar un nuevo escenario de ruptura. Voy a intentar imaginar que el independentismo planteará un nuevo 1O o algún escenario semajante hacia el 2023. He escogido el 2023, porqué una foto a 4-5 años permite un margen con todo un ciclo electoral completo y además da tiempo a hacer algunas de las cosas que son necesarias. ¿Que tendría que pasar para que el 2023 pudiésemos dibujar un escenario de ruptura?

A nivel de apoyo social necesitaríamos que las elecciones municipales del 2023 nos dieran una amplia mayoría de alcaldías independentistas. Especialmente en las zonas que hoy son contrarias y que difícilmente este 2019 podemos conquistar. Afrontar la la independencia con gran parte de los alcaldes de las ciudades más pobladas en contra es un suicidio. Nos guste o no, tener el 80% de las alcaldías independentistas es un hito importante, pero cuando el 60% de la población tiene alcaldes no independentistas este hito queda apagado. Las alcaldías por sí sola,s a diferencia de lo que creen Grauperas y demás, no nos darán la independencia. Pero sí que son bastiones desde los que poder plantear un pulso político. O sea, que si queremos la independencia en el 2023 las elecciones del 2019 deberían plantearse con el ánimo de aposentar los primeros puntos de anclaje para el asalto el 2023. Pensar en como tener alcaldías el 2023 significa pensar a medio plazo como vaciar de poder al PSC en el Baix Llobregat, como penetrar en Hospitalet, como afianzar mayorías alternativas que ya tenemos en Badalona y en Sabadell, como desalojar del poder al PSC en Granollers, como pensar como entrar de alguna manera en Tarragona, como combatir las futuras alcaldías de C’s y combatir su discurso que intenta crear desunión entre los propios catalanes. Es pensar como tener una buena base de regidores que tengan como principal objetivo crecer en 4 años.

Otra de las cosas que necesitamos es que en el 2023, las elecciones catalanas que den aval a cualquier acto de desobediencia política nos proporcionen una mayoría electoral en votos superior indiscutiblemente al 50%. Y eso significa no conformarnos con ganar una vez por encima del 50%. Significa que hayan dos elecciones catalanas como mínimo en las que ganemos. La primera para romper esa barrera psicológica y ratificar un gobierno que trabaje de cara a esa futura ruptura, ya que ahora esta no está avalada por los resultados ni el actual gobierno se encuentra en posición de hacer este trabajo. La segunda para ratificar el gesto de ruptura que deberá dibujarse para ese escenario electoral. Esto significa también dos legislaturas cortas, la actual, y la que nos llevará a las elecciones que podemos considerar plebiscitarias y que ayudará a construir nuevos liderazgos dentro del independentismo. Puede parecer que esta demanda sea demasiada, pero si no podemos tener una mayoría sostenida en el tiempo a favor de la independencia no tendremos ni credibilidad para esa ruptura democrática y realmente en cualquier giro electoral nos encontraremos, nuevamente, que no somos mayoría.

También algo que tenemos que conseguir es debilitar la oposición de los ciudadanos catalanes que no quieren la independencia. Actualmente hay un 15-20% de catalanes no independentistas que optan por vías no reaccionarias, pero contrarias a la independencia, al menos de forma unilateral, y un 30-35% que optan por vías reaccionarias e incluso antidemocráticas y que no dudan en dar apoyo a encarcelar a políticos independentistas. Nos guste o no, esa oposición interna legitima la represión. Pero no solo eso, la construcción de una República que siempre será frágil los primeros años, será muy difícil con 1 de cada 3 catalanes diametralmente en contra. Si la ratio se puede mejorar la capacidad de una ruptura democrática siempre será mejor. Y la calidad democrática y de cohesión social de la incipiente República también lo será.

Nos guste o no, nuestra posición internacional deja mucho que desear. Antes de la ruptura democrática sabemos que los gobiernos no nos apoyarán, pero podemos superar el bloqueo de las cancillerías y seducir a los parlamentos nacionales. Partir con mejores posiciones en la opinión publicada internacional y especialmente entre los grupos políticos de los parlamentos nacionales de naciones que nos puedan reconocer después de la ruptura siempre será mejor. El trabajo que hay que hacer es continuar consiguiendo apoyos intelectuales, de organizaciones internacionales, de opinadores y de prensa, pero especialmente de grupos políticos en los parlamentos nacionales y superar esos 30 o 50 eurodiputados que simpatizan con la causa catalana y alcanzar cifras mayores.

Por otro lado, si queremos hacer todo esto, la estructura interna de las fuerzas independentistas ha de mejorar. La gobernanza de la ANC es un desastre con patas, los partidos tienen un flagrante problema de liderazgo, especialmente porqué este o está en prisión o en el exilio. El relato mágico en el que algunos navegan solo sirve para alargar esta fase del procés que es la de la gestión de una derrota. El Govern tiene un problema sobre que escenario le conviene trabajar y como trabar un proyecto independentista dentro de un escenario donde no hay una ruptura a corto. Omnium ha de poder tener más antenas territoriales y capacidad de acción para ejercer su papel para hacer crecer la base. La CUP ha de resolver también como ligar un discurso rupturista con un realismo político que les obliga a contemporizar también en el nucleo mismo de los CDR. En todo caso, el independentismo no puede ni plantearse trabajar hacia un escenario de ruptura si no se reorganiza entero y si no comenzamos a construir puentes entre nosotros mismos y trabar nuevas confianzas.

Dibujar escenarios y ver que nos falta es algo que no deja de ser un ejercicio donde el papel lo aguanta todo, pero sí que ayuda a poder imaginar y proyectar que podría ser necesario. Algo que no estamos haciendo, unos atrapados en no reconocer la situación y seguir pegando patadas adelante a un discurso rupturista inmediato y otros en hablar de mejorar las condiciones objetivas para hacer esta ruptura pero sin saber dibujar escenarios de futuro donde esa ruptura democrática se podría dar.

Solo espero que este pequeño ejercicio de ficción nos ayude a todos a comenzar a crear ese escenario de futuro que nos permita reorganizarnos y trabajar realmente para conseguir la República de Catalunya.

Soc coordinador de la revista electrònica i xarxa de bloggers www.socialdemocracia.org, webmaster de la UGT de Catalunya i militant del PSC.

Deja un comentario