Un país o una comunidad política adquiere la madurez cuando ya tiene todas los vicios y virtudes de comunidades políticas más estables. En Catalunya nos hemos quejado de la caverna mediática (injústamente llamada de Madrid) liderada por unos cuantos medios de comunicación ultracentristas y anticatalanistas. Al parecer la queja para algunos no era que los argumentos de la caverna eran reaccionarios, antidemocráticos, plagados de sofismas y que buscan romper… no, simplemente es que la caverna rugía en la dirección contraria a sus intereses o sus posturas.
En Catalunya también tenemos caverna, demostramos que somos un país maduro al tener también nuestros intelectuales orgánicos lanzados a tirar pestes de la comunidad política del otro lado del río Sènia, una comunidad política, que por cierto, bastantes catalanes también se sienten identificados con ella… El intelectual orgánico por excelencia es Salvador Cardús, que hoy nos deleitaba con los siguientes twitts:
O sea, los catalanes, que debemos tener un ADN, un áura épico-nacional, nos otorga un nivel de ética personal y nacional superior al de nuestros vecinos. Nos hace no solo superiores a los españoles, sino a italianos, franceses, alemanes, suizos, ingleses, portugueses o andorranos, todos aquejados de diversos casos de corrupción en mayor o menor medida. O eso… o el aura española es capaz de influir en todas las naciones del mundo y los catalanes (los de pura cepa, no los que puedan sentirse ni una mijina españoles), han de luchar contra una fuerza cósmica poderosa.
Los casos de corrupción “molt nostrats” son todo frutos de una telepatía española dirigida desde la caverna de la que sacaron a Wert, o algo así.
Podemos decir una cosa, este intelectual orgánico sí confirma que somos un país lo suficientemente maduro para preguntarnos si queremos ser un estado independiente o no… Si lo fuésemos no echaríamos de meno lo más mínimo la famosa caverna reaccionaria española, con los nuestros ya lo tendríamos todo dicho.
Por cierto, también tenemos los intelectuales orgánicos teledirigidos desde las direcciones de los partidos políticos… así que tampoco echaríamos de menos las tertulias donde los poderes establecidos tienen sus intelectuales dedicados a que esos poderes establecidos no sean cuestionados y sigan siéndolo. Sí, pienso en Rahola, pero aquí no se libra nadie, hasta Navarro tiene su intelectual orgánico de cabecera.
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