Hace poco ha salido el estudio del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat con un resultado no tan sorprendente: 3 de cada 4 ciudadanos se siente desafecto de la política.
No es sorprendente pues la política, desde que tengo uso de razón, tiene muy mala fama. ¿Es alarmante? hasta cierto punto, cuando el mejor resultado fué que poco más de 2 de cada 4 catalanes se sentían desafectos, quiere decir que la credibilidad de los políticos está un 50% por debajo de lo que ha estado en su mejor momento del período que el CEO lleva realizando esta encuesta.
Explicaciones coyunturales las hay: la crisis económica hace que todo el mundo espere cosas mucho mejores de sus políticos, y ciertas noticias y peleas entre políticos recientes hace que la visión de la política sea especialmente mala.
Pero más allá de la alarma de un índice tan variable trimestre a trimestre, está algo más preocupante. Siempre, más de la mitad de los ciudadanos, se consideran desafectos de la política. No entraré en el aspecto bourdiano de todo esto “si tú no te preocupas por la política alguien lo hará en contra de tus intereses”, sinó que voy a algunas causas, subyacentes que tiene la política actual que hace que tienda a la desafección.
Dejo de lado también los aspectos sociológicos básicos del que todos, políticos y ciudadanos somos responsables: la individualización de las relaciones con la esfera política y por tanto la falta de apego a proyectos sociales a largo plazo, la descapitalización social de la política, el menor peso con respecto a otros aspectos de nuestra vida (como puede ser el consumo o el ocio) desde el punto de vista de los valores sociales que hacemos imperantes.
Más allá de la coyuntura, del interés porqué la política deba ser de todos y no sólo de unos pocos y de los aspectos sociales subyacentes que hacen de la política algo con poco interés, hay aspectos relacionados directamente con la actividad pública que lleva a agrandar la brecha y hacer de la desafección política algo más endémico e irresoluble.
Publicidad silenciosa o la política del “catch all”
Las campañas electorales son el ejemplo clave de que la imagen que se proyecta de partidos y candidatos no corresponde en gran medida a las espectativas reales que podría cumplir una candidatura. Se entra en una estrategia de “catch all” donde los partidos no muestran los aspectos negativos de sus decisiones, y siempre los hay (abrir una calle significa dignificar el barrio y mejorar la mobilidad, pero también significa echar a gente de su casa), o se evitan aquellos aspectos más polémicos y más discutidos (por ejemplo, propuestas que van orientadas a un colectivo que lo necesita, como los jóvenes, pero que no puedan parecer demasiado interesantes o incluso opuestas a otro colectivo, por ejemplo los propietarios de viviendas).
Esto provoca que las campañas muestren la cara más positiva, pero también más aséptica de los partidos políticos. El PSOE, por ejemplo, está intentando reformar la ley del aborto, pero aunque aparecía en el programa, esto no apareció como algo clave durante la campaña.
En parte es culpa de nosotros, los ciudadanos, no estamos dispuestos a aceptar que un partido va a tener propuestas que nos gusten y otras que no y penalizan al que presenta sus flancos más agrestes ideológicamente. Por ejemplo, la tendencia del voto en el mundo occidental es hacia unos partidos centrales, uno de centroizquierda y otro de centroderecha, con un perfil bajo, moderado, aunque sus políticas sean claramente socialdemócratas y otras claramente neoliberales o conservadoras, pero su imagen electoral es de tibieza, gente que no levanta ampollas sobre nadie.
Pero también es culpa de los políticos, que no se atreven a hacer campañas de microtárgeting. Cuando tu interés en el espacio público se basa en 3 o 4 aspectos no deseas ver un tipo con corbata que habla de servicios sociales y garantía de empleo frente a otro tipo con corbata que habla de control del gasto público y garantía de que la economía mejore. Te interesa la política a lo mejor por sus propuestas de vivienda (estás buscano una y no llegas a poder pagarla), por sus propuestas para empleo en TIC (eres informático y no encuentras un curro de tu categoría), etc.. O eres una persona con problemas de mobilidad y necesitas ayuda.
Tal y como tenemos montada la política mediatizada es imposible que los partidos destinen esfuerzos serios al microtárgeting y a informar claramente de que proyectos tienen. Por mucho que aparezca en un programa si tu puerta de acceso a los partidos son sus campañas electorales y estas ponen en valor sólo lo que no tiene aristas tú no estás informado, y menos aún interesado. Las campañas van “a to quisque” y al final no van a nadie. Puede que esto cambie un poco con lo de la web 2.0 y la capacidad de hacer microtárgeting electoral, pero no esperemos campañas en un futuro inmediato como las de Obama.
Publicidad engañosa
También las campañas electorales (y los votantes las favorecen porqué penalizan a quien se sale de ese guión) muestran al candidato y al partido como los más mejores para el cargo. No sólo se trata de explicar que tu proyecto es más sólido y tu candidato más capacitado, creible o cualquier otra cosa que los candidatos rivales.
El poder político es un poder limitado. Si un Presidente promete menor desempleo y al año ocurre una crisis financiera de alcance global, esta promesa no puede cumplirse. El poder político tiene unas graves limitaciones, no puede resolver todo lo que promete. Este conocimiento de lo que puede o no puede una administración y sus limitaciones es algo que no vende. Un candidato que prometa que “hará lo que las circunstancias le permitan” va a tener menos capacidad de voto y apoyo popular que uno que diga “voy a solucionar todos estos problemas”.
La gente no es idiota y no se la puede engañar, pero también tenemos una curiosa forma de reaccionar. Cuesta menos sentirse desafecto e ir a votar con pocas ganas (o no votar absolutamente) que exigir una política más seria. Ocurre un poco como el efecto de “idiotamiento” de las televisiones generalistas (al menos hasta la facilitación de accesos de televisión a la carta que están permitiendo los canales audiovisuales por internet), si un candidato no ofrece un proyecto donde se muestre contundente y resolutivo (incluso más allá del escenarios de máximos que podría conseguir) este tiene menos apoyo electoral, por tanto “eleva” el grado de promesas, y el que se queda atrás en la carrera de promesas electorales pierde fuelle. Esto tiene un límite, pero nuestra tolerancia es bastante ampliable como la de un chicle y nos adaptamos a corto plazo a esta excitante carrera de promesas, aunque a largo plazo provoca desafección.
Romper esta tónica es difícil, tan sólo un pacto de responsabilidad entre todos los partidos de mantener las promesas a un nivel podría permitir ir suavizando las espectativas a corto plazo de los electores pero agrandando la credibilidad y reduciendo la desafección a largo plazo. Aún así, según la teoría de juegos, esto no ocurrirá, es un dilema del prisionero que obtiene muchos beneficios el primero que rompa el juego y entre en la espiral de promesas por encima de las posibilidades reales.
Hooliganismo político de los cuadros intermedios y bases
Una de las peores cosas que se puede hacer en política para convencer a “terceros” o sea ciudadanos que no tienen una adscripción ideológica fuerte a ningún partido o candidato es practicar el hooliganismo: “mi partido todo lo hace bien” “grácias a mi partido se hace esto y lo otro” sin un atisbo de autocrítica o de criterio individual y separado del de la propio organización.
Lo más fácil para conseguir que alguien se sienta desafecto de la política es que alguna persona se acerque con un criterio diferente al del partido de un militante y este le responda con sectarismo sin fisura para la crítica. Algo bastante común entre los que somos militantes porqué una actitud distinta necesita una cierta madurez personal y política que en algunos casos no se tiene la oportunidad de adquirir. Las propias estructuras partidistas tienen enormes dosis de rituales que consiguen reforzar “la unidad”, el culto al líder (para luego, cuando cae en desgracia, lanzarlo a la hoguera del olvido), el sentido de colectivo, que tiene cierto aspecto positivo pero que tiende a anular la disidencia. Las organizaciones políticas no están preparadas para unos militantes con sus criterios individuales aplicados hasta las últimas consecuencias… y eso es algo que cualquier activista encontrará. Es la dicotomía entre pertenecer a un colectivo para conseguir objetivos políticos compartidos y que este colectivo se oponga a la disidencia y el pensamiento libre y transparente. Pero esto va más allá de lo que pretendo exponer en este post.
Aquí se aspira que la política 2.0 permita ese aire fresco de autocrítica. Yo espero que esto no sea la única fuerza que potencie la visión abierta, transparente y autocrítica de las organizaciones, porqué por si sóla no lo conseguirá.
La política del escándalo
Algo que se puede ver abriendo las páginas de cualquier diario o siguiendo el minutaje de las noticias de radio y televisivas destinadas a la política. Veremos que lo que prima es la política del escándalo. Aquí hay una responsabilidad compartida entre políticos (ya que es un mecanismo muy bueno para destrozar la imagen y credibilidad de los rivales, o para desviar la atención de problemas peliagudos), pero también de los mass-media que se han dedicado sistemáticamente a poner en valor los aspectos menos importantes y menos relevantes para el interés general que los aspectos más escandalosos y mediáticos. Las peleas entre Gallardón y Aguirre (antes del escándalo de los espías ya que esto sí que es importante al ser malversación de fondos públicos), o las declaraciones de Tardà han ocupado exageradas toneladas de tinta y horas de cinta… frente a otros aspectos de la política que tienen mucho más valor.
Cuando los activistas políticos se dan cuenta que ellos tienen el poder de controlar parte de la agenda comunicativa a través de los nanomedios y la nanocomunicación (webs, blogs, facebook, etc..) y de los ciudadanos de dirigirse a ellos a través de esto existe una pequeña esperanza que la política supere la política del escándalo. Los debates entre Carles Puigdemont y Jose Antonio Donaire en el twitter en cada sesión plenaria del Parlament ya son un clásico, pero no son los únicos políticos que escapan a esta política del escándalo.
Igualmente, hoy en día el efecto de la política del escándalo es algo que forma parte del 90% de la política mediática que recibimos y los mass-media siguen teniendo una gran capacidad de establecer estados de opinión, aunque la esperanza de internet como fuente donde los votantes menores de 40 años se informan comienza a ser algo más que una tendencia, sigue existiendo el gran peso de la “política del escándalo” de la que además, no está exenta internet ni la nanocomunicación.
En definitiva, podemos hacerlo bien o mal, pero como no cambiemos las actitudes y problemas subyacentes de la política la desafección seguirá siendo el mal endémico de la política del siglo XXI.
Las noticias de política son de cotilleo político.
Las grandes cuestiones de la campaña son 4, pero las pequeñas cosas, que son las importantes, se quedan en una maraña de subsecretarios, algunos que están con cualquier partido y son de lo más inmobilista.
Además los partidos no hacen microprogramas con grupos sectoriales.
eso del microtargeying, es para vender, pero no tienen nada que vender.
Pongo un ejemplo, TODOS, están por las energías renovables, ya 1/3 de la energía eléctrica española se genera así. La rentable es la eólca. Entonces …
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Com sempre molt interessant l’artícle que fas. De tota manera jo crec que hi ha dos aspectes que no has tocat que crec que tenen la seva importància.
Llistes obertes. Això faria que la gent tingués que preocupar-se per a quina persona votar i faria que es seguís més la política des d’un punt de vista de cohèrencia personal que penso que ara no existeix, perquè està subordinada a la estratègia, i a vegades diria que tàctica, de cadascun dels partits. Els polítics us haurieu de preocupar dels problemes que preocupen als ciutadans i no tant de temes que per a ells no tenen importància.
Catalunya. Penso que a Catalunya hi ha més desafecció perquè des de l’aprovació de l’Estatut al nostre Parlament, aquell famós 30 de setembre, només hi ha hagut que retallades, i al cap de 3 anys no es veuen els fruits d’aquell consens parlamentari de prop del 90%. Els ciutadans ens sentim enganyats. El finançament no arriba i els problemes, com el de Rodalies segueixen existint. Penso que a Catalunya encara hi ha més desafecció que a la resta de l’EStat.
Hola Manel:
Les llistes obertes tampoc solucionarien els elements estructurals que cito; una candidatura personal o basada més en candidats propers continuaria patint coses com el hooliganisme, el catch all, la publicitat enganyosa i la política de l’escàndol. Creiem que canvis “institucionals” com la forma d’escollir els candidats porten canvis profunds i no és així, les primàries no porten a canvis interns en els partits ni les organitzacions ni en la política. Un pas cap a llistes obertes no milloraria aquests aspectes. Fixa’t l’exemple de Segolêne – bluf – Royale i el Partit Socialista Francés, es va passar d’un hooliganisme partitocràtic a un hooliganisme de la candidata, però aquesta es trobava tant llunyana als electors socialistes francesos de base com la partitocracia. Sarkozy (escollit partitocraticament) es trobava més proper als interesos dels joves d’origen obrer que la Segolêne.
De què li va servir al PSF les primàries obertes als militants i als ciutadans? Si no havien canviat des de dins i continuaven representant el maig-sesentavuitisme per un costat i només a un sector de la clase treballadora (que és el mateix que representen els molt apartats sindicats francesos, molt centrats en funcionaris i alguns treballadors industrials, i et puc dir, amb coneixement de causa que els sindicats espanyols són infinitament més representatius de tots els sectors laborals que els francesos), aquestes primàries no portaven més que una senyora molt més simpàtica i més carismàtica però que representava els mateixos valors caducs del PSF.
Sobre Catalunya, estas fent un supòsit que no podem demostrar, ara bé, si analitzes l’evolució i les fonts d’insatisfacció, aquesta augmenta amb la crisi (és a dir, el factor conjuntural més explicatiu és que la política no resól o tracta els problemes derivats de la crisi), i 2/3 de l’actual insatisfacció no és per temes conjunturals, sinò per temes estructurals (que és on jo apunto).
PD: És curiòs que el teme de Rodalies sempre ho citeu gent que no hi feu ús diari d’aquest sistema de transport. Rodalies falla, una mica més que el Metro o FGC, però en general les línies C7, C4, C3, C2 i C1 acostument a anar bastant bé, els fallos no són “diaris” ni tan sols setmanals. Fallen més els regionals (com la línia Ripoll-Puigcerdà) o més que fallar el servei és una castanya pilonga… o els autobusos interurbans i estem capficats amb rodalies, que no té cap solució fins que no es canalitzi part del trànsit de llarg recorregut que hi va ara per túnels de Rodalies pel nou túnel que haurà de funcionar per sota de l’Eixample i que portarà l’AVE. El problema bàsicament és que els túnels d’entrada a Barna es troben al nivell màxim de saturació i qualsevol microincidència no hi ha temps de que la xarxa les absorveixi i es forma l’efecte tapó, ja que el pas de trens no dona marge. Altres problemes de manteniment de línies de rodalies i fallades del sistema de senyalitzacions, o fins i tot d’organització dels convois etc. han sigut resolts, encara que no ho sembli. Que s’ha de fer el traspàs? sí, clar… ho diu l’Estatut i aquest s’ha de complir, però vamos… no hi veig jo molta relació entre el traspàs de competències i que aquest servei vagi a millorar sensiblement si no es finalitza el túnel de l’AVE per Barcelona i es posa en funcionament la Sagrera que és el que buidaria una miqueta els trens d’alt recorregut i donaria una mica d’aire a dues línies de rodalies al treure aquests trens del túnel de rodalies. Perquè el tap està a Barcelona.
El último post de Jose R.: Desafección política motivada
mira yo no se hablar de politica (bueno no se de politica) con palabras como desafectación pero desde mi punto de vista te dire que el mal de la politica esta en cuando tengo que estirarme de los pelos para llegar a fin de mes y ves los telediarios donde salen noticias y mas noticias de corrupciones de quien se llena los bolsillos o a quien le pagan los trajes ……y lo unico que te viene a la mente es ….son todos iguales
Jose, enhorabuena por el artículo. Te paso link al que publico hoy, que está bastante en la línea (aunque el tuyo es más completo) http://albertmedran.com/bloc_cast/2009/03/17/si-los-politicos-deben-usar-las-redes
El último post de Albert Medrán: Sí, els polítics han d’usar la xarxa
José
Veig que tens molt clar el tema de que les llistes obertes no solucionarien res. Jo penso que obligarien a fer certs canvis en els partits i a estar més propers. Els exemples que m’has posat no són d’eleccions amb llistes obertes sinó de primaries en determinats partits. De tota manera, i ho dic sense cap doble sentit, segur que tú en saps molt més que jo.
Sobre el tema de RENFE Rodalies, desgraciadament parlo per experiència familiar. 3 persones de casa meva fan el recorregut Barcelona-Castelldefels cada día. I et puc ben dir que els problemes són super habituals. El tema de Renfe el vaig treure perquè el Sr. Saura va dir moltissimes vegades a la campanya de l’Estatut que amb aquest es solucionaria el tema de Rodalies, i ja veus, no s’ha solucionat res de res.
Salutacions,
Manel:
No he dit que no solucionin res, dic que podem fer canvis institucionals en la forma d’escollir els candidats o bé en l’estructura de les llistes però que continuarien els 4 problemes estructurals que he citat qu e hi ha a dins del sistema que generen desafecció.
Poden solucionar altres coses (i generar altres problemes), no m’atreveixo a jutjar i analitzar a fons ara el tema de les llistes obertes, el que no veig és com ajuden en AQUESTES 4 causes de desafecció.
Amigo Jose, intento hablar desde la experiencia de Madrid, hablas o e intentado creer que es así del apoyo sin fisuras, eso no existe en los partidos políticos, hay una pluralidad agobiante, desde luego yo siempre he vivido con esa pluralidad en Madrid y desde luego es una pluralidad histórica , otra cosa es la importancia de mandar mensajes únicos al ciudadano, eso si causa distorsión, de todas formas aunque mi elección durante años en el Ayuntamiento de Madrid ha sido por listas abiertas, soy un firme defensor de las listas cerradas.
El último post de Luis Llorente: El mejor día fue ayer
José me a gustado mucho tu articulo un saludo