El 3 de octubre hubo lecciones que aprendimos mal. No supimos ver que nos faltaba cierta fuerza en los sectores industriales y que por tanto, una ruptura democrática basada en huelgas generales, al estilo Solidarnosk, no íbamos a poder hacerla en este momento. Que si había que hacer ruptura democrática tendría que ser con otras herramientas o bien trabajar precisamente el mundo sindical y estos sectores sociales para sumarlos.
Otro de los errores del 3 de octubre fue no darnos cuenta que la fuerza la teníamos en el frente antirepresivo y democrático. Cuando en nuestras manifestaciones aparecieron personas que para nada eran independentistas no lo hacían defendiendo una posible Declaración Unilateral de Independencia, o el resultado de un referéndum, sino la posibilidad de que este se pudiera realizar, la democracia y las libertades cívicas.
A partir del 3 de octubre cometimos un error, tal vez un error que teníamos que cometer para saber si éramos capaces como movimiento, de iniciar esa ruptura democrática para crear una República. El error fue centrarnos en algo que aún no nos hace fuertes, la independencia unilateral inmediata. Fuimos a la DUI, la hicimos aunque solo fue simbólica y se desestimó defenderla en la calle.
Desde el 8 de octubre que los independentistas hemos decidido ir solos en todo esto. Hemos tirado por la vía unilateral y nos volvimos a contar el 21 de diciembre. Un 47%. Eso es lo que somos, el 47% de los catalanes que desean algún tipo de vía unilateral hacia la independencia o la independencia a corto plazo. El resto, votó otras cosas. No quiere decir que no haya algún otro independentista votando otras cosas, pero lo cierto es que las opciones unilaterales e inmediatas representamos lo que representamos. Difícilmente, y sin tener una cierta hegemonía social, podamos hacer esa ruptura democrática.
Pero la represión sigue. Y aunque la podemos utilizar para reforzar nuestra posición internacional y mejorar nuestras posibilidades de llevar a cabo una República (demostrando al mundo e internamente que España es un país de muy bajo nivel democrático) lo cierto es que la represión nos hace daño. Solos es difícil pararla.
Ahora volvemos a tener el marco antirepresivo en el ojo del mundo. El mundo independentista volvemos a estar en una tesitura. ¿Optamos por defendernos de la represión solo luchando por la República? Si fuésemos mayoría, tal vez. Algunos creen que sumar más gente al frente antirepresivo y diversificar las acciones: habrá acciones que hagamos a favor de la República, y otras en contra de las represiones, significa renunciar a la República. Una falacia basada en que los independentistas solo podemos hacer una cosa.
Lo que sí que no es una falacia es creer que solo a través de la defensa de la República podemos defendernos de la represión, obviando todos los apoyos no independentistas, pero sí de soberanistas y demócratas de Catalunya, del resto del estado y de Europa que podamos tener. A nivel internacional los medios más afines o los movimientos más afines no hablan de la República catalana, hablan en el mejor de los casos de un referéndum acordado y critican la represión. La manifestación de Die Linke en Alemania no es a favor de la independencia de Catalunya sino de la liberación de Puigdemont, contra la represión del estado español y a favor de soluciones acordadas.
Renunciar por estética y sin la capacidad de conseguir implementar ahora en este momento la República a un frente más amplio democrático para defendernos de la represión, no sé si es la mejor opción. Pero temo que si volvemos a cometer el mismo error del 3 de octubre, el independentismo lo tendremos muy negro hasta ser una amplia mayoría de la sociedad catalana.
La lucha por la República va a ir para largo. No somos mayoría, no tenemos buena posición internacional todo y el buen trabajo en Suiza, Dinamarca o Bélgica y el trabajo que han podido hacer hasta ahora los dirigentes exiliados, o la posición en la prensa, y aún el estado español tiene manga ancha para aplicarnos muchísima represión. Parte de conseguir la República pasa por crecer, por mejorar nuestra posición internacional, pero también por luchar contra esa represión. En cada caso tendremos aliados diferentes, no siempre los mismos. Pero renunciar al frente antirepresivo amplio es como renunciar al apoyo de los independentistas escoceses o de la izquierda alemana en el escenario internacional.
Algunas veces querer conseguirlo todo inmediatamente y querer ganar todas las batallas a la vez, en lugar de secuencialmente, nos hace perderlo todo. La máxima militar de Federico el Grande se nos puede aplicar “aquél que lo defiende todo, no defiende nada”, y en este caso, aquél que pretende conseguir todos los objetivos a la vez con la misma solución y la misma gente estará condenado, a menos que tenga una fuerza abrumadora, a perderlos todos.