Recuerdo cuando era preadolescente y adolescente y pisaba con intensidad el barrio de la Vall d’Hebron. Cuando iba de casa a la piscina Mundet o luego más tarde al instituto Narcís Monturiol conocí un barrio que me sorprendía por la belleza y tranquilidad de las calles. Un barrio trazado con tiralíneas, con jardines internos y espacios abiertos.

Lo que me sorprendía es la casi ausencia de tiendas, una panadería, un par de bares, alguna que otra pequeña tiendecita, y a parte del supermercado (creo que comenzó siendo un Carrefour) en los pisos de los periodistas, poco más. Para una persona que se había criado en el Carmelo pateando calle Dante arriba y abajo y aprendiendo a descubrir la vida en la calle en Horta, me sorprendía esta tranquilidad.

Los años han ido moldeando los barrios e incluso el Vall d’Hebron, un barrio que de partida estaba mejor que otros como el Carmel donde faltaba de todo a inicio de la democracia, tiene necesidades. Por ello en los últimos años ha habido un intenso esfuerzo por dotarle de equipamientos. El Casal de Gent Gran es uno de los más activos y mejor dotados de la ciudad.

Hace dos semanas asistí junto toda la plétora del distrito a la entrega de llaves de los pisos tutelados para gent gran en la Vall d’Hebron. Un edificio de color blanco, algo distinto al estilo de los famosos pisos de los periodistas, en forma de L donde residirán 80 unidades familiares de personas mayores que con ayuda podrán mantener durante más tiempo una vida autónoma y digna. Este edificio también acogerá una ludoteca y un Casal de barrio.

Esta entrega de llaves es importante, el equipamiento nació con cierto rechazo vecinal, es verdad que los vecinos de enfrente perdían una parte de sus vistas, pero el equipamiento era necesario para la gente mayor de Barcelona. Además, y aún los vecinos no lo disfrutan, tendrá una ludoteca y un casal de barri.

Mis esperanzas están puestas en el Casal de barri, que ha de ser un punto de dinamización del tejido asociativo del Vall d’Hebron. El Vall d’Hebron tiene asociaciones, algunas de ellas bastante fuertes, y algunas de ellas incluso con las que hemos tenido nuestros más y nuestros menos desde el distrito como la Asociación de Vecinos, y que existan, estén fuertes siempre es positivo. El Casal de barri va a ser una pieza que ayude al movimiento vecinal a asentarse, e incluso a coordinarse y actuar conjuntamente. El movimiento ciudadano no son las cuatro paredes de un equipamiento, pero como no, estos siempre ayudan.

Este fin des semana centra una gran actividad de la Fiesta Mayor de la Vall d’Hebron, la última que celebraremos sin el casal de barrio y la última antes de organizar el Consell de Barri… puede ser un buen punto de incio para trabajar intensamente.

Este otoño será el otoño de los barrios para la ciudad de Barcelona, aún más para el Vall d’Hebron.