Hace un año describí un efecto que se reproducía con mayor o menor medida en los conflictos laborales que era el efecto “Bread and Roses” o efecto “Pan y rosas” en homenaje a la película de Ken Loach de ese mismo nombre.
Este efecto explica que aunque un conflicto laboral tenga una solución obvia en el plano económico y racional, los elementos simbólicos tienen tanta o más importancia y que sin atender a estos elementos irracionales no se resuelve el conflicto. El efecto “bread and roses” es una acumulación de otros efectos de comportamiento irracional como la “fairness” y la reciprocidad, que se plasman en los conflictos laborales, siempre, de una forma u otra.
El caso de la minoría de trabajadores de subcontratas de Movistar que han continuado una huelga indefinida de más de 60 días es un claro ejemplo de “Bread an Roses” effect.
Descripción del conflicto y descripción de los actores que inician el conflicto
Los trabajadores de las subcontratas de telefónica tienen unas condiciones bastante peores que los de la operadora y hay una muy mala praxis en las empresas del sector entre otras un abuso de la contratación de falsos autónomos.
Sobre los detalles que llevan al conflicto hay varios elementos que son objetivos y que son los que lo generan, y se inicia primero con una huelga convocada por un sindicato minoritario (Co.Bas) en Madrid y se extiende posteriormente por dos vías, los falsos autónomos que se sienten convocados e interpelados por la huelga de Co.Bas y por los asalariados (el gran grueso de trabajadores) que se sienten interpelados por la huelga de 6 días que convocaron posteriormente CCOO y UGT, que son los sindicatos mayoritarios en las empresas de las subcontratas.
No entraré demasiado en el pulso de legitimidades, que haberlo haylo. Una legitimidad de un comité de huelga informal que se organiza apoyado por Co.Bas y CGT y que en principio tiene la representatividad de los trabajadores autónomos que trabajan en las subcontratas y una legitimidad doble, de UGT y CCOO del sector que son los que convocan la huelga de 6 días que interpela más directamente a los trabajadores asalariados y la representatividad que tienen como negociadores al ser los sindicatos mayoritarios en el sector.
Evolución del conflicto dos hojas de ruta y un auge social
El conflicto se recrudece, en especial al tener el apoyo formal de los sindicatos mayoritarios en el sector que hacen que la huelga tenga una cobertura más formal y envalentona a más trabajadores a seguirla. Las huelgas, ambas, son un éxito y logran empujar a la patronal de las empresas subcontratadas a forzar la negociación.
¿Con quien negocia? Con UGT y CCOO que representan a la mayoría de trabajadores (asalariados o no) que están en las subcontratas y además los que tienen la legitimidad para hacerlo. Se establece un primer acuerdo que hace que la huelga se paralice en especial para los asalariados, pero también para una parte importante de los falsos autónomos.
UGT y CCOO convocan asambleas por todo el territorio y los trabajadores de las subcontratas mayoritariamente deciden abandonar el conflicto y canalizarlo por la vía de la mesa que desarrolla el acuerdo.
Mientras tanto la huelga indefinida del comité de huelga de Co.Bas y con el apoyo externo de CGT et.al. no se desconvoca. Ocurren unos hechos lamentables en Catalunya instigados especialmente por la CGT y personas afectadas por otros conflictos que habían acabado muy mal (Panrico, etc..). Se atacan las sedes de CCOO y de UGT de Catalunya con huevos, gritos, amenazas, golpes en lo que se llama “una jornada de lucha”.
Quiero destacar las declaraciones del portavoz del comité de huelga:
“No nos importaría no estar en la mesa negociadora si lo que hubieran negociado hubiera conseguido una mejora y no fuera una verguenza y no hay por donde cogerlo”
Esta frase tiene una enorme carga simbólica y veremos que el cambio de discurso durante las siguientes semanas es muy distinto.
El conflicto a partir de aquí tiene dos vías. La negociación de UGT y CCOO con la patronal que va consiguiendo pequeñas victorias una tras otra al desarrollar el acuerdo (sin esa firma del acuerdo, no habría acuerdo que desarrollar, algo que olvidan los apologistas de la CGT). La gran mayoría de trabajadores (asalariados y autónomos) abandonan la huelga optando de forma implícita (no secundando la huelga indefinida) y explícita (votando en las asambleas por la finalización del conflicto) por la vía de UGT y CCOO.
Por otro lado el conflicto continúa por una minoría de trabajadores en especial en Euskadi y en menor medida en Catalunya (alrededor de unas 30 familias en la fase final del conflicto). Es en Catalunya donde los 30 huelguistas y los comités de apoyo consiguen el apoyo social externo. Los candidatos de varios partidos políticos a las elecciones municipales muestran su apoyo y el gran logro fue que el Parlament suscribiera el “compromís de les escales”, una hoja de mínimos de los propios huelguistas. Logran ocupar en dos ocasiones la sede del MWC de Barcelona y focalizar la atención de medios y muchos movimientos sociales.
La fase “pan y rosas”, o como encontrar una vía de escape al conflicto
En la fase final, que se puede definir como la de las dos últimas semanas es ya el claro ejemplo de efecto “bread and roses”.
Por un lado los propios huelguistas dejan de enfocar a UGT y CCOO como enemigos, dominan la agenda negociadora a la propia CGT que les empujaba a una confrontación que poco les beneficiaba (algo que se pudo ver en el comportamiento en la red). Por otro lado las demandas cambian.
Además el tono hacia el acuerdo firmado por UGT y CCOO es distinto, se califica como:
simplemente como un principio de acuerdo que creemos que necesita mejoras
Además el objetivo es participar de la mesa negociadora que desarrolla el acuerdo. En la que están UGT y CCOO.
Muy diferente el discurso en el lapso de unas semanas. De el acuerdo es una verguenza y CCOO y UGT unos vendidos por firmarlo a el acuerdo “es mejorable” y se quiere participar de su desarrollo.
Estamos en un momento claro de “Pan y rosas”, el conflicto entra en su fase más simbólica. Para los huelguistas pende una espada de Damocles. Son falsos autónomos y las empresas subcontratantes no tienen obligaciones legales con ellos. Las 30 famílias de Barcelona quieren volver a trabajar y para ello necesitan dos cosas:
– “El pan”, o sea conseguir que les vuelvan a contratar y no se apliquen sanciones a los falsos autónomos que han participado de la huelga más radical.
– “Rosas”, o una victoria simbólica con la que puedan retirarse del conflicto con la sensación de que han arrancado algo. Sacrificar 60 días de sueldo por nada sería la mayor derrota que pueden sentir, es algo inaceptable. Es un escenario que no se pueden ni plantear.
El preacuerdo del pan y las rosas
Después de la segunda ocupación de la sede del MWC en Barcelona en la que consiguen la cumbre del apoyo social, los huelguistas logran una segunda reunión de mediación con Telefónica (la empresa matriz que subcontrata a las empresas que posteriormente contrata a los trabajadores autónomos) logrando que esta vez haya un compromiso más firme.
El Miércoles de esta semana, o sea, ayer, se realiza una maratoniana reunión (como todas las reuniones de negociación sindical y laboral, todo hay que decirlo), en la que se consiguen estos 4 puntos. Todo hay que decir que el acuerdo no está cerrado y que el conflicto sigue abierto en la calle. Pero que este preacuerdo sí que abre la vía para desbloquear el conflicto y finalizar la huelga.
El punto 3 es el “pan”. El compromiso de que todos los que trabajaban antes del inicio del conflicto vuelven a trabajar. Ese era el punto más duro y jodido de todo el conflicto. La huelga extrema cuando eres un falso autónomo te deja muy desprotegido y las 30 famílias que aún seguían en huelga en Catalunya tenían un problema mucho más grave para su futuro que el que intentaban solucionar con el conflicto. Simplemente ninguna empresa del sector, que no sólo trabajan para Telefónica, sino para otras operadoras, les iba a contratar. El pan a veces adopta formas muy oscuras, el pan en este caso sí que iba al estómago. El conflicto había dejado a los falsos autónomos huelguistas en una situación objetivamente peor que al inicio. Ya no solo es que las condiciones no se mejorarían sino que ya no volverían a trabajar para las subcontratas de telefónica ni de ninguna otra operadora. Se conocen los casos de huelguistas que pidieron incorporarse y que la subcontrata les dijo que no, que después de casi dos meses no hacía falta que volvieran.
El punto 1 y el 2 son precisamente “las rosas”. Son compromisos muy livianos, sin concretar. Especialmente el segundo. Me quiero centrar en el primero que es el que concentra la “rosa”. La empresas contratistas ni telefónica les reconocen la capacidad de interlocución negociadora. No pueden ir a la mesa de negociación del acuerdo como parte negociadora.
Pero han conseguido que los mínimos que fijen en esta mesa informal de negociación se eleven a la mesa de negociación del acuerdo. Había como mínimo una manera más fácil, sencilla y menos lesiva para participar de esa mesa de acuerdo de la misma manera. Tanto UGT como CCOO les habían ofrecido organizarse, plantear sus demandas y que ellos ya las elevarían en la mesa de negociación, pero eso significaba reconocer que ellos no son interlocutores de negociación. Significaba no conseguirlo por sus medios.
Ahora han conseguido exáctamente eso mismo por la vía más difícil. Están igual, dependen de UGT y CCOO para canalizar sus demandas y que las defiendan y dependen de la voluntad de la patronal y de la capacidad de UGT y CCOO para presionar para que se consigan. No están como negociadores, no estarán ni participarán de la decisión final.
Pero han conseguido que se les reconozca como interlocutores no formales y lo han conseguido en base al conflicto y la lucha. Han conseguido que una demanda (contrato bucle) sea elevada a la mesa negociadora del acuerdo.
Es indiferente que este tema del contrato bucle ya esté en la agenda de la mesa negociadora de UGT y CCOO, y es indiferente que los logros objetivos para el sector los están consiguiendo (y no sin la resistencia de la patronal que intenta que el acuerdo no avance) los negociadores formales.
Es indiferente que el mayor avance ya se haya conseguido en la negociación de UGT y CCOO y es que se garantice la aplicación del convenio del metal de cada provincia a los trabajadores de las subcontratas, sean o no asalariados. Piedra angular que consigue avanzar el 90% de las demandas de los huelguistas.
Es indiferente también que los 30 trabajadores que han seguido la huelga de 60 días van a conseguir como mucho tanto como los que han hecho una huelga de 6 días.
Es indiferente también del coste objetivo y personal que ha tenido el conflicto para los huelguistas más combativos.
Es indiferente también que el apoyo social conseguido hoy no les va a servir de un pimiento de aquí 6 meses cuando el foco mediático y social haya desaparecido (léase los conflictos de Sintel, Panrico, etc..).
Es indiferente también las miradas de reproche que va a haber entre compañeros por los sabotajes, las acusaciones de “vendidos”, “esquiroles”, etc… que se han hecho mútuamente.
Es indiferente que los que eran tildados de traidores y vendeobreros ahora sean los que tienen que implementar las demandas de los que han continuado la huelga de forma indefinida.
Es indiferente que las demandas de máximos se hayan tenido que plantear a un nivel mucho más próximo al acuerdo firmado por CCOO y UGT.
El resultado final objetivo es indiferente frente a la necesidad de una victoria simbólica.
Los trabajadores en huelga de telefónica necesitaban una victoria moral, algo con lo que poder vestir su lucha y decir que todas esas energías han servido par algo. Aunque les envíe prácticamente a la posición de partida. Un pequeño avance, algo que permita mirarse a los ojos mútuamente y sentir que han conseguido algo. Algo más que los factores inmateriales y vivenciales de estar luchando (que seguro que tienen un alto valor).
Porqué el factor “rosa” del efecto “Pan y rosas”, es irracional y es inevitable. Y ese factor se vive en todos los conflictos laborales y también lo sufre la parte patronal (el caso del conflicto de Peta Zetas es un caso paradigmático de un patrono sufriendo el efecto Pan y Rosas). Simplemente hay algunos conflictos en los que este hecho es más evidente, por la asimetría tan aplastante entre costes y beneficios.