Hace más de medio año que el Partido Socialdemocrata de Andorra ganó las elecciones generales del pequeño país del Pirineo. Mis compañeros del PSC y los propios sindicalistas andorranos tuvieron una gran esperanza en Jaume Bartomeu y el equipo del PSA, hasta el punto de afirmar que Andorra ya era socialdemócrata.

Lamentablemente uno de los peores puntos que tiene Andorra, entre otros muchos, es la falta de derechos sindicales. Aunque los sindicatos no son ilegales y es posible organizar sindicatos en empresas de gran tamaño, a la práctica no existe ninguna empresa andorrana con la plantilla que exige la ley para poder reconocer los sindicatos, y los sindicatos existentes están fuera del sistema y a la práctica actúan como si fueran clandestinos ya que no tienen ninguna cobertura ni reconocimiento.

Esta situación anómala en el corazón del Pirineo, ha sido denunciada por diversos organismos europeos por activa y por pasiva y cada año los sindicatos franceses y catalanes realizan actos reivindicativos en la frontera andorrana.

Aún cuando se llevan más de 6 meses de gobierno de izquierdas (o de supuestamente izquierdas) Andorra sigue siendo un lugar donde el sindicalismo es ilegal. Lo denuncian los propios sindicalistas andorranos que han visto como sus esperanzas se van disolviendo.

Andorra, no deja de tener muchas anomalías institucionales que la alejan mucho de ser un país con libertades, derechos homologables a los del resto de Europa, y aunque para los que somos visitantes y no nacionales, es un país maravilloso (sobretodo a los amantes de la montaña) no deja de ser un espejismo de la realidad que sufren muchos trabajadores andorranos y sobretodo, extranjeros (portugueses y españoles) que ven mermados sus derechos laborales de forma tan tajante.