Estos días está habiendo una fuerte presión de las patronales que plantean como solución a la crisis la tríada histórica de sus reivindicaciones:
- Menores costes en los despidos.
- Reducción de impuestos.
- Congelación salarial.
La tríada de demandas de los empresarios es algo funesto. Como ya han demostrado varios economistas (Costas 2007), si en el período de bonanza económica no han crecido los salarios reales y la presión inflacionista iba más asociada a otros conceptos (desde las subidas del petróleo, pasando por el crecimiento de los beneficios empresariales), y si la causa de la crisis ha sido provocada por los costes laborales o la tipología de la contratación, es un pelín hipócrita cargar ahora, contra los salarios y los tipos de contratos, para que sean los paganos de la crisis.
Pasando por la cuestión de que algunas de estas medidas o son un bluf o son contraproducentes para paliar la crisis. 3 de cada 4 trabajadores que han perdido su empleo en estos últimos meses son trabajadores que no les han renovado su contrato. España (y Catalunya) tienen uno de los índices de flexibilidad laboral y de temporalidad más altos de toda la UE, los costes de despedir a un trabajador con contrato indefinido están en la media baja, y la alta temporalidad permite tener una reserva para adaptarse y reducir actividad. Es más, hoy en día, se están negociando Expedientes de Regulación de Empleo temporales para que los trabajadores no sean despedidos sinó que durante unos meses cesen su actividad (por turnos o en conjunto) para poder reducir la producción sin necesidad de despedir a nadie.
Es decir, la “flexibilidad” del mercado laboral español es bastante alta y la negociación colectiva es lo suficientemente capaz de asumir que cuando una empresa va mal todos han de apechugar.
Por otro lado la congelación salarial no tiene ningún sentido si no es en casos muy concretos donde la empresa pasa serios apuros, y esto se está negociando, hay empresas que o bien a través de acuerdos pactados sobre salarios o bien a través de Expediente de Regulación temporal (que en el fondo es una reducción del salario y las horas de actividad), están asumiendo en las empresas en crisis que hay que apretarse el cinturón. Pero si esto fuera generalizado en todos los sectores y empresas que no tienen apuros, que siguen dando beneficios y generando actividad, lo que harían es retener aún más el consumo, que es lo que, junto a la falta de créditos, lo que está lastrando la economía. Tan sólo faltaría que los trabajadores cuyas empresas están aguantando la crisis vean que han de consumir menos o que no pueden pagar correctamente sus hipotecas por una congelación salarial, lo cuál arrastraría al resto de la economía.
Hablar de flexibilidad laboral, o mejor dicho, flexiseguridad, es algo que se está siempre abierto a hacerlo, pero no con la crisis de por medio como excusa. Se puede reformar el sistema de contratación y optimizar el seguro por desempleo, pero en base a una negociación a tres bandas y sin la amenaza y la debilidad de negociación de los trabajadores durante la crisis.
Lo único en lo que puedo estar de acuerdo es que el empresario debería tener menores costes de funcionamiento para operar y poder crear empresas en período de crisis. Es que defiendo el keynesianismo que intenta aflojar la tirantez fiscal en período de crisis e incrementar el gasto, para luego recuperarlo y tener superávit en período de bonanza. Lo malo es que la demanda de los empresarios SIEMPRE es la misma: reducir impuestos con crisis o cuando se pegaban las pantagruélicas fiestas de beneficios durante la última década. Por eso, aunque en esta ocasión coincida en que se han de reducir los trámites y los impuestos a las Pymes en este período para fomentar que se cree empleo en plena crisis, no me parecen coherentes y legítimas las demandas empresariales.
El problema es que las patronales no muerden a los poderosos y las no se atreverán, a pesar de que ya hay bastantes empresarios que coinciden que este es el problema, a demandar a los bancos que utilicen los avales públicos (nuestro dinero por cierto) para generar el crédito necesario para poder tener actividad económica.
Pero las patronales sólo van al fondo de sus intereses privados y no al interés general, la prueba es la fragilidad de sus argumentos y la facilidad con lo que una confrontación argumentativa se les desmonta. Os dejo este debate que hubo entre el presidente de la CECOT y el secretario general de la UGT de Catalunya… ¿realmente son creíbles estas patronales en sus demandas de soluciones contra la crisis?
Sobre el despido libre, con un 30%-40% de temporalidad hay flexibilidad suficiente en el mercado laboral para casi cualquier situación de crisis. La única ventaja del despido libre es quitarse de en medio gente mayor con buenos sueldos y contratar a chavales por tres duros, lo cual, sinceramente, no sé en qué va a ayudarnos al conjunto de la sociedad.
Sobre la contención salarial, la cosa es bien sencilla: si tienes 1 trabajador que gana 1800 euros tendrá suficiente para vivir cómodamente y además podrá consumer en cosas superfluas y mantener la economía por encima de la subsistencia. Si tiens en vez de 1 trabajador que cobra 1.800 euros dos que cobran 900, lo que tienes son dos tipos que ganan lo justo para subsistir y no gastan un duro en nada superfluo. Si se generaliza esta práctica, como ha pasado en los últimos años, lo que tienes es mucha gente trabajando, generando poco valor, pues con sueldos bajos la productividad también es baja, y el tipo de negocio que puede pagar sueldos bajos es un tipo de negocio de bajo valor añadido; y consumiendo poco (hasta ahora tirando de crédito, pero ya se acabó la fiesta). En realidad a los empresarios, en conjunto, les va mucho mejor con una masa laboral con poder adquisitivo, como en Francia o Alemania, pero su avaricia individual les pierde.
Idem con la flexibilidad laboral. Un empleado “flexible” es un empleado con miedo a perder su puesto de trabajo, que aunque gane más que lo necesario para subsistir, se cuidará mucho de gastar de más, por si las moscas.
Por otro lado la flexiguridad tal y como la entiende esta gente consiste en que ellos no pagan más, echan gratis a la calle a quien quieran si dar motivos, y el estado aguanta el marrón dando más prestaciones a los parados. Esa flexiguridad no existe. En los países donde el despido es más barato, la empresa paga cada mes mucho más por cada trabajador, por lo que el coste de funcionamiento cotidiano de la empresa es mucho mayor. Y así es como el estado luego se puede hacer cargo de los parados. De eso, por supuesto, no quieren ni oir hablar los “empresarios” españoles.
En resumen: no a la flexibilidad laboral. No a la flexiguridad tal y como la entiende esta gente. No al despido libre. NO, NO y NO. Es un timo, y la prueba más evidente de ello es que las soluciones a la crisis son las mismas que nos daban cuando las cosas iban de fábula. Si todo se soluciona de la misma manera, es que no tienes la solución de nada y mucho provecho que sacar.
Además, y como apreciación adicional, un coste laboral alto medio por empleado, es decir, un empleado caro (entendiendo coste contando tanto su sueldo como los impuestos y seguros que se pagan por él) fomenta la inversión en mayor valor añadido, puesto que es el único camino para sacar más rendimiento a los trabajadores. Un país como Alemania, Francia o Dinamarca deben, dado los costes laborales que tienen, amortizar a sus empleados ofreciendo más valor añadido, concentrándose en mejorar la productividad e invirtiendo en investigación.
En España tenemos justo todo lo contrario. Un país que apuesta por costes laborales bajos sólo puede crear puestos de trabajo basura. Hablamos de los empleos basura sin darnos cuenta de que el principal problema de este país es que la mayoría de las empresas también son empresas basura. A esas empresas, con baja productividad, no les queda otra que rebajar aún más los costes laborales para ganar más dinero, puesto que el valor añadido es una vía que requiere una inversión que no pueden hacer, entre otras cosas en trabajadores cualificados con sueldos acordes a su labor.
Hace 20 años en España había empresas así, muchas de ellas públicas, muchas otras, del sector industrial, privadas. Ahora ya no. Todo eso se ha desmantelado y privatizado. Si antes teníamos empresas de farmacia importantes, ahora son parte de alguna multinacional. Si antes Telefónica tenía un I+D enorme, siendo pública, ahora van a la instalación fácil, todo a base de subcontratas y compras en el extranjero del material necesario. Si antes aquí había unas empresas de telecomunicaciones incipientes pero con buenas perspectivas, ahora tenemos instaladores de antenas y fibra óptica fabricadas en el extranjero. Y además, ladrillo, claro.
Vamos a pasarlo mal, muy mal, si no se comienza a redirigir el estamento empresarial de este país.