Hoy es jornada electoral y en el momento en que escribo este post no se saben los resultados, ni de Galicia ni de Euskadi. Es en jornada electoral donde los partidos políticos se juegan su capacidad de acción política en los próximos años.
En nuestro actual sistema de gestión de lo público, los ciudadanos de a pié ejercemos nuestro derecho a la participación política directa en unas votaciones donde delegamos nuestra soberanía a unos representantes para que estos ejerzan el poder de lo público durante 4 años. El resto de poder político que queramos ejercer fuera de estas ocasiones queda casi todo en manos de lo que se llamaría el activismo político, sea este ejercido en organizaciones (sindicatos, partidos, asociaciones) o como individuos o grupos de individuos no organizados.
Ante este sistema, que también se traslada al mundo sindical (donde los sindicatos son representativos en la medida que ganen las elecciones sindicales), me trae de recuerdo la exposición de Gutiérrez-Rubí en la jornada de comunicación y sindicalismo que organizó la UGT de Catalunya.
La conferencia de Antoni fué polémica como pocas, incentivaba que los sindicatos se lanzaran a la web 2.0 “unidos en la red” y entró en una frase demoledora que pretendía precisamente explicar que los sindicatos tenían que participar en la web 2.0 porqué los ciudadanos ya estaban allí y que el espíritu “2.0” e individualista también ya estaba en las empresas. Si los sindicatos no lograban ganar liderazgo podrían ganar las elecciones sindicales pero no lograr movilizar y convencer, conseguir atraer talento y hacer que los trabajadores los consideren necesarios e importantes en sus vidas.
Antoni ya pegó con una granada de mano ideológica a los sindicalistas presentes, pero su reflexión también se puede trasladar al mundo de la política.
Arriesgándome a hacer predicciones a 2 años vista, lo más probable es que el PSC vuelva a ganar las elecciones municipales (al menos, así lo dice el baremo municipal), y es posible que la debilidad de poder de gobierno de ICV y el PSC se revalide y volverá a quedar en manos de ERC si se forma un gobierno tripartito o bien se está en esta situación de minoría.
Todo parece revalidar a todos, la oposición seguiría fuerte, los que gobiernan seguirían gobernando y parecería que estos 4 años no ha pasado nada importante en la percepción de los ciudadanos. Los que apoyaban al PSC y a ICV lo seguirían haciendo, los que quieren que CiU gane son los mismos de hace 4 años y el PP y ERC más o menos siguen arrastrando a los mismos votantes.
En una perspectiva electoral, que es la que cuenta realmente para confirmar quien ejerce el poder político, todo parecería no moverse mucho. De hecho la historia electoral de Barcelona parecería que el mejor momento del PSC fué la primera elección de Joan Clos como alcalde, mucho más apoyo popular que en los mejores momentos de Maragall.
Pero considero que según las palabras y análisis de Antoni Gutiérrez-Rubí, todo esto es una lectura de primer nivel, en el fondo los partidos han perdido liderazgo político. Trias tiene menos perspectiva de tener un proyecto de ciudad que con Roca, y eso que Trias considero que es un buen líder para CiU, un tipo bastante próximo y que como mínimo se lo curra (a diferencia de los tradicionales candidatos de CiU para el ayuntamiento de Barcelona), pero está claro que CiU carece de proyecto de ciudad: siempre está con cualquiera que se oponga a cualquier medida del gobierno municipal. El modelo de Trias es el modelo NIMBY, se suma a todas y cada una de las causas siempre que estas aparentemente perjudiquen al PSC. Se los ve reivindicando una política de inversiones super expansiva, pero a la vez reclamando un recorte drástico de los impuestos y los precios públicos. Se les ve sumándose a reivindicaciones tan diferentes como de talante tan distinto como la oposición al MPGM del Carmel, como contra la perrera de Barcelona, sin mirar realmente que tienen o no de razón los vecinos que protestan y obviando, como en el caso de la perrera, que se terminarían enfrentando a vecinos, esta vez en Sant Genis, Trinitat Nova o Vallbona, y esta vez seguramente TAMBIÉN se pondrían de su lado. Son capaces de ser tan cameleónicos que hace 8 años se oponían a que el AVE entrara en Barcelona, luego a que fuera por el litoral, por último a que pase por el Eixample pero haciendo eses evitando la Sagrada Familia (y pasando por debajo de más edificios que en el proyecto actual). Los gobiernos de CiU en la Generalitat sometieron a la inanición en inversiones en equipamientos sociales, educativos y sanitarios, que ahora cuando la ciudad por fín los está recibiendo (reformas de hospitales, ampliaciones de CAP, incremento de guarderias, etc.) se quejan de que son demasiado pocos y llegan demasiado tarde (obviando que ellos los retrasaron durante décadas). Es obvio que el liderazgo que ejerce la oposición es débil. Una cosa es sumarse a los movimientos vecinales o ciudadanos cuando estos tienen motivos, aunque sea aparentes, que son razonables y otra es que tu proyecto se base en pedir que crezca el gasto, reduciendo los ingresos y además sumarse a toda demanda. Eso no es liderar, eso es apuntarse a toda fiesta.
ERC a mi entender no ha ganado capacidad de liderazgo, de hecho adolece muchos de los problemas de los que voy a hablar del gobierno de la ciudad (ellos han estado y ahí también se han visto mermados), pero con algo adicional, no sé si los ciudadanos entenderán muy bien este “estar pero no estar” que ellos dibujan de responsabilidad y capacidad crítica e independencia. Seguramente mi colega conseller de districte de ERC me negará la mayor, yo de momento me decanto porqué no, pero lo dejo como una opinión poco contrastada y madurada.
Queda el gobierno municipal. Antes incluso de que Hereu fuera alcalde ya hubo una especie de crisis de liderazgo municipal, ¿en base a qué el Fórum 2004 que fué una operación de reforma de una parte importante de la ciudad, y de puesta al día en temas de suministro energético y reciclaje de los residuos de la ciudad y que tuvo el apoyo de los vecinos más cercanos terminó teniendo tanta mala fama?. Es verdad que en la etapa de evolución del proyecto había una élite ciudadana supuestamente progresista que se opinía del todo contra el todo y que ha querido tildar de cualquier operación urbanística de especulativa, y es verdad que el Fórum no lo entendieron ni los que lo organizaban, pero no creo que el tema fuera tan duro como para que prácticamente desapareciera del “haber” de la acción del gobierno. No sólo eso, ya en la etapa de Clos se fraguaron varios movimientos tipo NIMBY que generaban ciertas alertas: la oposición al Túnel del AVE, al área verde, al CASS de Vall d’Hebron o incluso a viviendas para personas mayores en ese mismo barrio.
Una cosa es que siempre hay quien no le gusta algo que proponga el gobierno municipal y otra es que la acción de gobierno se transforme en un concurso de “a ver que pollo se monta con esta actuación municipal”.
El problema no es sólo del ayuntamiento de Barcelona, en el curso sobre ciberactivismo para cuadros dirigentes dentro del Máster de dirección política de la UAB compartimos la inquietud de que una parte de las acciones municipales no sólo encuentran oposición de algunos ciudadanos (algo que es normal, sano y que ayuda a que estas actuaciones sean más correctas si se logra establecer un buen diálogo) sinó que la percepción de los ciudadanos en algunas de estas actuaciones es que el ayuntamiento lo quería hacer por fastidiar al ciudadano o por intereses secretos y ocultos.
Curiosamente esta pérdida de liderazgo y de credibilidad se traduce poco en la pérdida de votos, pero es evidente que no podemos quedarnos de brazos cruzados y negar la realidad, hay una pérdida de liderazgo del gobierno municipal (y no sólo de la oposición como he mencionado anteriormente).
Pondré un ejemplo muy concreto y cercano. Ha costado decenas de mensajes y comentarios para que en mi ciberdebate con los ciberactivistas vecinales del sector 14 ellos terminen entendiendo que la intención del ayuntamiento no es especular o fastidiarles gratuitamente, sin estar de acuerdo con la propuesta inicial del ayuntamient, al menos algunos de ellos ahora no afirman que se hace para joder gratuitamente. Ello ha permitido cambiar el debate a un tono en el que ellos plantean que propuestas tienen desde el punto de vista del interés general. También han costado numerosos comentarios y mensajes para hacerles ver que la intención del gobierno municipal es mirar sus alegaciones con todas las de la ley y atención que merecen. La percepción que ellos tienen es que es posible que sus alegaciones se las tomen a chirigota, seguramente escarmentados de alguna mala práctica municipal en otro ámbito.
Es evidente que todo ello refleja una crisis de credibilidad municipal y de falta de liderazgo del gobierno de la ciudad. Pero no coincido con lo que en mente tiene Trias, no se trata de agotamiento de un proyecto, de hecho el proyecto del PSC es más sólido y con creces que el de CiU, la prueba es que en plena crisis la mejor ciudad que está aguantándola y sigue funcionando es Barcelona, ni Madrid, ni Valencia, ni niguna ciudad gobernada por la derecha o con modelos liberales del estilo que pondría en marcha CiU están aguantando.
El problema es más de fondo y le afectaría a Trias aunque él fuera el alcalde (este problema se sumaría a su falta de proyecto sólido y coherente para la ciudad). El problema radica en que un apoyo popular puntual cada cuatro años hoy no es garantía de un liderazgo de la ciudad. Clos obtuvo el mejor resultado histórico del PSC en Barcelona, pero sus 2 mandatos estuvo posiblemente, plagado por uno de los momentos de más bajo liderazgo social del gobierno de la ciudad.
¿Y que es el liderazgo social o político? Como soy de ciencias no me gusta utilizar términos vacíos, utilizaré una descripción relatada que da Antoni Gutiérrez-Rubi en su blog
El relato político puede generar empatía y configurar una “explicación” con capacidad integradora, construyendo liderazgo social. El liderazgo social es imprescindible para la transformación y la acción política. “¿Cuál es, entonces, la diferencia entre un político y un líder? Sencillamente, que un líder percibe con claridad la situación en que se halla su país, conforma un proyecto de futuro, lo expone sin ambages y la gente le sigue porque tiene credibilidad y, en consecuencia, se identifica con él. En cambio, un político agota su quehacer en la conquista y la preservación del poder, utilizando métodos de mercadotecnia.” (10)
No puede haber un líder sin un relato, de la misma manera que el relato no existe sin un narrador que lo imagine, lo construya y lo transmita. Y el relato no es una retahíla de palabras, ideas o datos. El relato es una historia que cobra vida y es efectivo cuando transmite, evoca, comunica, emociona, moviliza, seduce, identifica, compromete y convence desde la veracidad de lo que sentimos como auténtico.(11)
Todo ello, en un contexto social donde el tiempo es un bien escaso, y el hecho de captar nuestra atención se convierte en toda una proeza. La política debe aprender a contarnos cosas, a narrar, a implicarse desde la emoción y la vivencia. Necesitamos líderes políticos que no teman -incluso- contar conflictos personales, debilidades, que no renieguen de las emociones. Se acabó el charlatán, el titiritero de palabras. El relato es la clave. Y puede convertirse en una herramienta de gran efectividad para captar nuestro interés en esta nueva Economía de la Atención, de la que nos habla Antonio Núñez en su último libro(12). En ella ya no mandan los emisores, sino los receptores o consumidores del mensaje. Y se empieza a hablar de los primeros como creadores de relatos, mientras que a los segundos les denomina usuarios de relatos. Vivimos inmersos en un entorno infosaturado, donde diversos estudios científicos coinciden en señalar que el cerebro no puede gestionar simultáneamente la gran cantidad de información y percepciones que recibe diariamente.
Una parte de ese liderazgo radica (partiendo siempre de que haya “un proyecto detrás” para liderar) en tener relato y comunicar:
Pero otra es un cambio esencial a la hora de ejercer la política. Hoy está visto que la perspectiva donde un “dirigente” toma decisiones en base a un programa y a un mandato electoral, asesorado por unos excelentes técnicos, es errónea. Aún hay muchos militantes de partidos que lo que afirman es que “no comunicamos bien” o “hace falta que expliquemos lo bien que lo hacemos y el porqué lo hacemos”, o peor aún “hace falta pedagogía para que los ciudadanos apoyen nuestras medidas”.
Esta perspectiva es la verticalista, donde el poder, el talento y la legitimidad democrática van todas juntas. Hoy en día no es así… la legitimidad democrática tiene dos aspectos. La formal (imprescindible y necesaria) que te la otorgan unos resultados electorales, pero la informal se gana en cada actuación y en cada momento. Aznar tenía la legitimidad formal para declarar la guerra a Irak, en cambio no tenía la legitimidad informal y así se lo demostramos en las masivas manifestaciones de hace unos años. Hoy en día los gobiernos de todo tipo, incluídos los municipales se enfrentan a crisis de liderazgo democrático en sus actuaciones. No sirve creer que se hace lo correcto o que se aplica el programa por el que te han votado, o logras arrastrar a tus tesis a los ciudadanos que plantean dudas o alternativas (o como mínimo lo intentas) o tu liderazgo se verá mermado. Hoy en día no es legítimo ni aceptable que haya sólo sistemas como el de las alegaciones para que el ciudadano individualmente pueda participar de las acciones municipales, hoy en día no podemos aceptar que incluso, las alegaciones escritas por los ciudadanos, puedan quedar sin respuesta porqué los reglamentos y las leyes así lo permiten.
Estos arcaismos políticos llevan a paradojas como la siguiente. Cuando una acción municipal tiene una fuerte reacción normalmente se intenta responder a las alegaciones, a pesar de que la ley sólo obliga a analizarlas pero no a responderlas. Como muestra de “buena voluntad” política se informa a los vecinos de que se les responderá “a pesar de no estar obligado a ello”, con lo que se muestra una gran pérdida de liderazgo. El ciudadano lo que piensa es “que demonios he de esperar buena voluntad para que me respondas, si es tu obligación”.
Lo que es evidente es que hoy en día no nos podemos conformar con tener un buen proyecto y unos buenos votos detrás que delegan soberanía en los gobernantes para considerar que se tiene liderazgo. Podemos tener un proyecto, los votos, unos grandes gestores, actuar de forma excelente y tener la ciudad más afinada que nunca que si no hacemos esta modificación de pensamiento no ejerceremos ese liderazgo necesario para que los proyectos no sólo salgan adelante sinó que sean integrados por quienes los van “a sufrir”.
Algunas medidas son sencillas, por ejemplo, la obligatoriedad de responder todas las alegaciones a cualquier proyecto, otra es la capacidad para generar un relato y mejorar la comunicación política sobretodo en la propia acción política pero otras radican en una transformación en la forma de ejercer la política que sin ella no habría la credibilidad para que lo anterior tuviera éxito.
Lo malo es que la propia estructura mediocrática de los partidos hacen una selección de dirigentes intermedios que buscan otros objetivos, será difícil que los partidos adopten cambios esenciales en este sentido ya que aunque tienen incentivos externos para ello, los internos son contrarios a estas medidas.