El maltrato económico a Catalunya se debe a que ni tiene el peso político proporcional a su población, ni está en la centralidad ni tiene la soberanía económica
Política

El maltrato económico a Catalunya se debe a que ni tiene el peso político proporcional a su población, ni está en la centralidad ni tiene la soberanía económica

Los políticos no actúan por maldad sino por incentivos. Que sistemáticamente a Catalunya se la haya maltratado económicamente (y de rebote políticamente) puede tener muchas explicaciones, pero si nos centramos en el utilitarismo político, en el diseño de las instituciones y el peso político que se ejerce, podemos ver el resultado de ello.

El peso político desproporcionadamente bajo, la no posición en la centralidad del poder político español y la falta de soberanía económica hace que Catalunya sea una de las regiones principalmente maltratadas.

Ni Felipe, ni Aznar, ni Zapatero, ni Rajoy son especialmente malvados. Ni necesariamente anticatalanes. De hecho Zapatero es posiblemente el Presidente más filocatalán que haya habido nunca en la Moncloa.

El relativo poco peso político de Catalunya en el Congreso y el Senado

El problema es el peso relativo que tiene Catalunya en la política española. Es cierto. Somos un 16% de la población y nuestra representación política ha de ir en ese orden, pero el intocable sistema de reparto de senadores y congresistas que favorece las zonas rurales y poco pobladas lleva a que Catalunya solo aporte el 9% de los senadores y el 13,5% de los diputados al Congreso.

Peso relativo de Catalunya en la población, en el Congreso y en el Senado de España.
Peso relativo de Catalunya en la población, en el Congreso y en el Senado de España.

Esto tiene consecuencias muy directas. Desde el reparto de la financiación autonómica a las inversiones del estado español. No me quedaré en el último presupuesto que invertía un 11% de las inversiones en Catalunya (una cifra excepcionalmente baja). Sino que tocaré la media de los últimos 10 años, que según la Cambra de Comerç de Barcelona (con datos que coinciden con diversas otras fuentes, incluido los de los propios ministerios de economía). La inversión estatal en Catalunya ha sido de media un 13,5% del total durante los últimos 10 años. Lo razonable en un país es que la inversión en el territorio en un periodo de tiempo relativamente grande sea más o menos proporcional a una media del peso del PIB (más PIB implica un uso más intensivo de infrastructuras, por ejemplo) y de la población (más personas, necesitan más servicios, más infrastructuras). Hay elementos de corrección territorial, como la dispersión pero Catalunya es la tercera CCAA con más dispersión territorial, pero ninguno explicaría el diferencial que existe entre lo que representa el PIB catalán en el total español, 19%, la población, 16%, y la media de inversiones, 13,5%.

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Inversiones del estado español en Catalunya en % del total , en proporción al % del PIB y la población que representa Catalunya en España. * Media 2004-2014

Curiosamente el peso de inversiones tiene poco que  ver con la labor de bisagra que se haga o se deje de hacer, el peso que tengas para dar o quitar gobiernos. A largo plazo esta termina pareciéndose demasiado al peso electoral que tienen los catalanes en el conjunto de las cámaras españolas.

Catalunya ni es central ni tiene soberanía económica

Sólo hay dos CCAA con mayor diferencial de inversión respecto a su riqueza. El País Vasco y Madrid. Pero hay una cosa que les salva a ambos y hace que el efecto lesivo quede apantallado.

Euskadi tiene el concierto económico, o sea, ejerce plena soberanía económica. Aunque el estado invierta poco, el hecho de ser una región muy rica que no aporta un € en solidaridad al resto del territorio le permite desde su soberanía económica y los recursos para ejercerla poder soslayar el problema de forma eficaz.

Por otro lado Madrid ejerce un poder negociador que le favorece en el mercado por el único hecho de ser la capital de un estado de 47 millones de ciudadanos. Todas las capitales de Europa tienen un beneficio en su economía por el mero hecho de ser capitales. El efecto de capitalidad en la economía supera con creces el déficit inversor del estado. De hecho existe la trampa contable que numerosas inversiones que se realizan en Madrid se contabilizan a todos los territorios porqué son inversiones para todos los ciudadanos, pero quienes más se benefician son los ciudadanos de Madrid (si reparo el edificio de un ministerio estoy garantizando que ese ministerio siga atendiendo a los ciudadanos de toda España, pero los efectos positivos para la economía local por esa inversión va solo a los ciudadanos de Madrid).

El gran problema de Catalunya es que ni tiene un peso político proporcional a su población, ni se encuentra en una posición de centralidad y capitalidad, ni tiene la capacidad para ejercer su propia soberanía económica.

Para cambiar todo esto además pasa por modificar la Constitución Española. Cambios que han de superar unas minorías de bloqueo que los políticos que se benefician de ese reparto asimétrico de poder no lo van a querer. Quien crea que los propios partidos que peor resultado sacan en Catalunya (entre otras porqué la competencia electoral en CAT es mayor y hay mayor reparto del pastel electoral) y que son los que pueden ejercer esa minoría de bloqueo, van a decidir permitir cambios constitucionales en esa línea, va bien servido. Quien crea además que se va a realizar un cambio del statu-quo de Madrid o el País Vasco o una equiparación del de Catalunya a este, va bien servido.

En el fondo es algo que ya sabíamos. Es una cuestión de poder. Y los catalanes estamos optando ahora por la vía del empoderamiento y la soberanía. Posiblemente es que no hay otra.

Soc coordinador de la revista electrònica i xarxa de bloggers www.socialdemocracia.org, webmaster de la UGT de Catalunya i militant del PSC.

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