Uno de los debates más absurdos que se ha producido esta semana es por la convocatoria de la ANC de Vic de ir a la cabalgata de Vic con farolillos independentistas. A mi esta propuesta me parece una frikada. Y ahí debería haber quedado. Una frikada que hace un grupo de indepes. Como frikada que podemos hacer indepes o no cuando nos disfrazamos de cosas de Star Wars, o frikada es subir pesebres a las montañas, poner banderas en las cimas y cosas de este tipo.
Cada uno puede tener su opinión (la mía es que muchas de estas cosas nos las podemos ahorrar todos) pero en el fondo no deja de ser muestras de expresión libre de unas ideas. Ningún niño va a volverse más indepe por ver farolillos independentistas, menos en Vic donde en cada balcón hay una estelada y la idea de la independencia de Catalunya es hegemónica.
De esta pequeña frikada se ha hecho un debate nacional, hasta el punto que hasta Rajoy está preocupado por la manipulación de los pequeños viguetanos que en lugar de esperar a los reyes de oriente estarán atemorizados por unos farolillos indepes. El ridículo de cierta prensa es enorme al decir que una iniciativa de un grupo local de la ANC de Vic es impulsada por Puigdemont. Ya me imagino las reuniones de Govern, “puntos del orden del día, Oriol explicará como va la negociación de presupuestos y las inversiones en infraestructura, Comín habla como estamos reaccionando al aumento de casos la gripe, y explicaré como va el conflicto con el estado y ah… tú, Santi Vila, mueve eso de los farolillos en Vic”. Hasta tal punto ha llegado que esto sea casus belli que casi me están entrando ganas de ir a Vic a llevar una estelada de 600 metros cuadrados solo para tocar las narices.
Vivimos en un país lleno de manías y con muy poca tolerancia a la expresión pública. Incluso en el bando independentista hay quien se ha puesto estupendo y se ha desmarcado oficialmente del acto de Vic. Como si estuviéramos en los 90 y fuera un acto de kaleborroka y hubiera de desmarcarse de ello. Si cada vez que un tipo de tu propio bando hace una frikada en la que nadie sufre ningún daño hay que hacer expresiones públicas para desmarcarnos podemos aburrirnos.
Pero es que es más. La propia cabalgata de reyes magos no deja de ser estas frikadas que por el mero hecho que son frikadas que la mayoría de personas las considera bonitas se hacen. Los reyes magos son seres ficticios que salen en unos libros escritos por unos pastores palestinos del siglo II que narran las aventuras de 12 colegas dicharacheros y su líder, un barbas carismático y que fueron los fundamentos de una secta religiosa minoritaria hasta que el imperio romano la transformó en religión oficial.
Sí, sí, la ilusión, los niños, etc… Pero si vamos a otra frikada, la del tipo de color rojo que hace jo, jo, jo… y que es de color rojo porqué la Coca Cola lo popularizó en lugar de su color verde tradicional. O pegarle palos a un trozo de madera para que cague caramelos y regalos.
Todo ritual no es más que una frikada que adquiere sentido simbólico por una parte importante del cuerpo social y termina integrándolo en los valores culturales. Los símbolos de la independencia y sus expresiones populares son frikadas que en un pueblo como Vic, la mayoría de ciudadanos los considera propios y forma parte de los símbolos y rituales habituales. Podemos pensar en los “derechos de los que no son independentistas” como también en los “derechos de los que la navidad nos parece un peo”, ambos son derechos interesantes, pero no son superiores a la libertad de expresión.
Somos una sociedad puritana que no le gusta las transgresiones, narcisista y que aprovecha el error más nímio para señalarlo y así parecer superiores a costa de quien lo comete. Somos una sociedad poco liberal que nos molesta la expresión de ideas que no son la nuestra. Pero en el caso de los unionistas que cargan como un gran drama lo de los farolillos unos hipócritas.
La semana santa está plagada de la participación de las diversas ramas del ejército en las procesiones. Hay símbolos patrios españoles por toda España durante esas celebraciones religiosas y entre los unionistas no parece haber mucha protesta. Siendo además algo más pernicioso. El ejército es una institución del estado, ha de ser neutra respecto a ideologías y creencias, ver esa institución totalmente vinculada a la religión me parece más alarmante que unos farolillos indepes. Que los militares sean religiosos es una opción personal, pero ver soldados de uniforme en actos religiosos ya es otra cosa.
Pero si vamos a ello, han habido cabalgatas con presencia militar y con banderas patrias. Muchos reyes magos desembarcan en lanchas del ejército español debidamente identificadas con la bandera patria o bajan de helicópteros de la fuerza aérea.
Pero eso importa poco. Se trata de buscar el titular, señalar la frikada, transformarla en categoría y seguir actuando como una sociedad puritana, narcisista y antiliberal, a la vez que no vemos la frikada en nuestros propios rituales.