Durante todos estos meses cada declaración de Tardà ha estado acompañada de comentarios de algunos independentistas “del morro fort” que le reprochaban haberse vuelto autonomista, haber abandonado la vía clara hacia la inedependencia, de aguar el vino del procés o de ser culpable de la muerte de Kennedy.

Joder con Tardà que dice que no somos suficientes para conseguir la independencia. Joder con Tardà que nos cuenta que desobedecer por actos simbólicos no sirve de nada. Joder con Tardà que nos explica que hay que acercarse a los comunes para atraer a su sector soberanista. Joder con Tardà que habla de alianzas con otras fuerzas del estado para luchar contra la represión política. Joder con Tardà que reconoce que el 1 de octubre no deriva un mandato democrático que podamos aplicar. Joder con Tardà que pide que se haga un gobierno que no paralice la política catalana.

Al final el “joder con Tardà” parece casi un mantra. Pero todo podría quedar así si no fuera porqué Tardà dice unos meses antes aquellos que hasta el independentista más envalentonado termina por asumir como argumento. Hemos visto a Puigdemont reconociendo que ahora no se puede conseguir la independencia y hablando de alianzas con fuerzas no independentistas por un frente democrático. Alcaldesas de la CUP afirman que no hay que hacer desobediencias que fuercen unos riesgos por simplemente elementos simbólicos. Hoy mismo líderes de las redes, de los de golpe en el pecho y purismo ideológico, defendiendo que la nueva plataforma unitaria postconvergente es un espacio para independentistas y no independentistas (en el más profundo y claro “Tardà style”). Voces que llevan años diciendo “ho tenim a tocar, només ens falta voluntat” hoy criticando que quienes piden desobediencia hoy no están en sus cabales.

Joan Tardà dice hoy cosas que son distintas a las que decía en septiembre del 2017. Cierto. Como prácticamente todo independentista. Yo también opino desde noviembre del 2017 distinto. Los cambios de escenarios y la mejor información ayuda a entender cual es la realidad política y social en la que estamos, nuestra correlación de fuerzas y que nos falta para conseguir la independencia. Tampoco voy a cargar contra nadie por cambiar de opinión, por matizarla, por asumir cada vez más cierta realidad a la que llevan negándose a aceptar durante casi un año. Bienvenidas sean estas caídas del caballo y la evolución de las opiniones.

Pero sí que quiero reivindicar la hipocresia de ese trato injusto, innecesariamente cruel, malintencionado, sectario y agresivo contra Tardà por parte de un sector amplio del independentismo. Esas personas que luego son capaces de asumir los mismos argumentos sin protesta alguna meses más tarde simplemente porqué lo dice otro líder con el que simpatizan más.

Joan Tardà tiene las espaldas políticas más amplias del universo. Creo que es la persona que puede encajar críticas justas e injustas sin sufrir ni perturbarse, sin ni siquiera juzgar a quien le trata injustamente, ser generoso y seguir adelante. Joan Tardà es una persona que tirará en la dirección que crea y sienta independiéntemente de las presiones que reciba y de lo que le digan. Y en toda su trayectoria es coherente. Es el mismo Tardà hoy que el que conocí en las huelgas generales del 2010 y 2012, echando un cable en los piquetes de madrugada. Para mucho de estos revolucionarios de papel que acaban de aprender lo que es la lucha política, Tardà les saca décadas de compromiso político y personal en muchas causas, entre ella la de la libertad del pueblo catalán.

Pero su invulnerabilidad a la crítica descarnada, injusta y con mala leche no hace menos lamentable lo que ha sufrido estos meses. No hacen menos injustos los comentarios. No vuelve menos hipócrita a quien le critica a él pero acepta el mismo argumento de otros. No hace que parte de sus críticos tengan la capacidad de entender la sociedad catalana de un armadillo o que sean tan incampaces de empatizar con un catalán no independentista como un gato de yeso.

Así que más que “joder con Tardà”, joder con los que han machacado a Tardà.