La economía española está en una fase de devaluación interna, las medidas como aumentar el IVA y reducir las cotizaciones son de las pocas que se pueden hacer (y de las pocas cosas buenas que el gobierno del PP se le ha pasado por la cabeza) para ayudar a esta devaluación interna no traumática.
Los agentes sociales desde mediados del 2009 están negociando por debajo de inflación, y están facilitando acuerdos que a la práctica no dejan de ser devaluaciones internas (ERE temporales, etc…). Nuestra economía lentamente recupera la competitividad, eso sí, perdiendo toneladas de plumas por el camino y dejando a millones de familias expuestas.
Pero no todo ha de ser negativo, nuestra cultura del trabajo puede tener beneficios que mejoren nuestra economía y la calidad de nuestros empleos. Mientras la gente de Politikon pone el énfasis en la lucha contra la dualidad laboral (algo que cuestiono en algunos aspectos), yo creo que hay más a hacer en algunos aspectos.
– Mejorar la productividad por hora. La productividad por trabajador en España no es del todo mala, lo que es muy mala es la productividad por hora. Tenemos una cultura de la presencialidad que impregna todo, excepto algunas actividades industriales. La devaluación interna que se está produciendo en muchas empresas vía ERE temporal o vía suspensión temporal de horas tendrá una consecuencia curiosa, más o menos “la faena” en muchas de ellas saldrá adelante, se focalizará en hacer unas jornadas más productivas. Aunque es evidente que la productividad total decaerá, la productividad por hora también aumentará.
– Jornadas laborales más cortas, a la europea. Hay casos de empresas que han disminuido un 25% su jornada laboral vía ERE y están sacando gran parte del trabajo. Una de las cosas que podríamos estar aprendiendo es a organizar el trabajo de forma más eficiente, a ir por “faena” y sacarnos cierta cultura de la presencialidad. La necesidad aprieta y si vives un ERE de suspensión temporal de jornada, la propia situación de crisis de la empresa te va a obligar a tirar adelante e intentar sacar la faena. Esto obliga a reorganizar los turnos, las formas de trabajar, la forma de organizar la jornada, etc.. Si somos inteligentes, si los agentes sociales aprenden de ello y los empresarios descubren que no necesariamente “estar en la empresa” muchas horas es lo más productivo, podremos reducir nuestra jornada laboral de forma razonable. Los alemanes trabajan una jornada laboral semanal efectiva máxima de 38 horas, esto en España es inimaginable, donde hacemos horas extras (muchas sin cobrar) y la jornada efectiva puede dispararse a las 45 horas. Ya que tenemos que realizar una devaluación interna en nuestros salarios que al menos pueda salir compensada con unas jornadas laborales más a la europea y más productivas. De la necesidad podremos sacar virtud.
– Empresas más grandes y más volcadas al mercado exterior. La propia criba que ha realizado la crisis eliminando empresas poco productivas, pequeñas y con poca agilidad para adaptarse a cambios o para conseguir acuerdos internos, nos está dejando con el músculo empresarial más agilizado. Ahora mismo el sector exterior español funciona a mejor ritmo que nunca, exportamos como nunca, y las empresas medianas y grandes están en mejor condiciones que las pequeñas para subsistir, algo que no se había dado hasta ahora. Hay incentivos reales y objetivos para que las empresas exporten y para que estas se fusionen o crezcan en dimensión para sobrevivir. Es hora de que los empresarios lo aprovechen y que tengamos un sector exterior a largo plazo más sólido y empresas de tamaño medio y grande.
– Agentes sociales que superen la coyuntura. Los sindicatos y los empresarios que negocian con ellos convenios y acuerdos son entidades realistas pero viven muy en la coyuntura. Aunque la negociación colectiva comenzó a devaluar salarios hacia el 2009 y más claramente en el 2010, aunque se han facilitado acuerdos clave como el de pensiones o la AENC 2012-14 que facilita la adaptación a la crisis, los agentes sociales no tienen capacidad de pensar a muy largo plazo. La crisis está poniendo a todos contra las cuerdas, también a los agentes sociales. Se hablan de fusiones de patronales y de, más como una hipótesis, de la fusión de CCOO y UGT, los dos principales sindicatos españoles. Esto a largo plazo es bueno. Los agentes sociales han de ser fuertes, grandes, con capacidad de negociar en todos los sectores y la competencia sindical trae más problemas que beneficios (dumping social, competencia hacia la radicalidad, o la posibilidad de la estrategia de dividir y vencer) consume enormes recursos de los dos sindicatos y no reporta realmente demasiado beneficio a los trabajadores. La competencia sindical es mejor que nazca en el seno de la empresa donde los trabajadores elijan sus compañeros más competentes para ser delegados y que el sindicalismo focalice sus esfuerzos en dotarse de recursos orientados a una mejor negociación colectiva y a una visión estratégica. Por otro lado, la fusión de las patronales es bueno. Actualmente hay un cierto divorcio entre diversas formas de ver las empresas, desde la visión “botigueta” de las patronales de las Pymes, pasando por la visión ultracorporativa de la CEOE. Aunque la fusión de las patronales no nos va a dar la patronal más constructiva y seria, la suma de estas visiones será mejor que una competencia entre ellas, además fortalecería la negociación colectiva que también requiere una patronal capaz de hacer cumplir los acuerdos que llega con los sindicatos. Ahora mismo hay figuras en la patronal como el presidente de la CEOE que pueden hacer que esa modernización sea positiva.
Para que esta pequeña utopía pueda llegar a la realidad, requiere de algunas cuestiones, que realmente los incentivos sean suficientemente fuertes y sostenidos (y creo que lo serán porqué tenemos crisis para años), que no aniquilemos las pocas instituciones que tienen un fuerte papel en este cambio, y actualmente las instituciones de las que hablamos (patronales y sindicatos) son las más atacadas (por todos los frentes) y las que más en riesgo de desaparecer están, y que la eurozona nos dé vidilla ya que todos estos cambios a mejor en nuestra economía y en nuestra cultura del trabajo requiere que el gasto público no siga cayendo constántemente, que los 400€ de los parados de larga duración sigan existiendo y que el “sistema” aguante, aunque sea con pinzas.
La economía española puede salir de la crisis, más fuerte, seria y capaz de generar riqueza, con un mercado laboral más fuerte y con unas instituciones más eficientes, pero requiere que el sistema no se desmorone definitivamente o que entremos en una crisis social aún mucho más grave. Hay quienes seguimos trabajando en la trinchera de que lo primero ocurra mientras cada vez son más los que se suman, desde una bienintencionada masa enfurecida que carga contra lo que tiene más cerca y practica una verdadera antipolítica (aunque haya académicos que digan que no), o desde intenciones políticas e ideológicas muy claras, a conseguir lo segundo.
Por otro lado, las élites políticas no están aún por la labor de ayudar a los que desde la primera línea de trinchera estamos trabajando para que la devaluación interna que hemos de hacer sirva para algo más que empobrecernos. Lo primero podría ser reconocer el problema y la solución que nos están haciendo aplicar.