Cuando se hablan de tasas de desempleo estas no reflejan realidades homogéneas. Es un mal dato para ver la capacidad de un país de generar empleo, ya que hay diferentes tasas de actividad (o sea, personas que buscan empleo) según cada país, que dependen tanto de las circunstancias de producción, pero también a cuestiones sociales, culturales e institucionales. Sobretodo cuando hablamos de las tasas de desempleo juvenil donde aspectos como si automáticamente se incluye a los estudiantes universitarios en la población activa o no, pueden dar resultados muy distintos.
Cuando se habla que el 55% de los jóvenes entre 16 y 24 años está desempleado me viene a la mente algo muy sorprendente, ¿realmente el 45% de la franja de esa edad está trabajando?. Eso implicaría un porcentaje muy amplio de estudiantes que a la vez trabajan, algo que se estila poco, y menos en mitad de la crisis. Lo mismo cuando se habla de tasas de desempleo juvenil del 25% en otros paises, ¿3 de cada 4 jóvenes menores de 25 años tiene un empleo en Portugal?.
El indicador que mejor nos ilustra el nivel de empleo en un país y en las franjas de edad es la tasa de ocupación, o sea el número de personas que trabajan en una determinada franja de edad, con respecto al total de personas que hay en esa franja de edad.
Este indicador nos permite ilustrar (emigración a parte), como se ha destruído empleo, quien se ha visto más afectado, y de que manera.
El objetivo es comprobar 2 cuestiones: si la concentración de destrucción de empleo entre los jóvenes en España es una anomalía o forma parte de la tendencia general de destrucción de empleo. Si la destrucción de empleo es homogénea entre los trabajadores de menor productividad (en general los más jóvenes y los más mayores) o no.
Las siguientes gráficas ilustran la evolución de las tasas de ocupación en los países más afectados por la crisis (Portugal, Grecia, España, Irlanda e Italia, incluyo Catalunya por ser la región/país/nación/cachoterruño de España donde el empleo juvenil ha tenido un comportamiento mejor durante los últimos años) y las de la zona euro en tres franjas de edad, entre los 16-24 años, la de mayores de 25 años y la de los trabajadores en su último período de actividad, mayores de 55 años.
Conclusiones del análisis:
– España no es una anomalía en la destrucción de empleo juvenil, en toda la zona euro y en especial en los países más afectados por la crisis, la destrucción de empleo se concentra entre los jóvenes. Independientemente de las tasas de temporalidad previas o las figuras contractuales existentes. Italia, Irlanda, España, Grecia y Portugal por este orden concentran la destrucción de empleo, especialmente entre sus trabajadores más jóvenes. Es más grave el caso italiano o irlandés, que el español en esta distribución desigual de destrucción de empleo. La dualidad en España es un problema real, pero es de un orden parecid al del resto de países de la zona euro en crisis.
– La destrucción de empleo no ha impactado especialmente a los seniors como en otras crisis anteriores. Más allá de la situación de Grecia y Portugal donde el reparto de la caída de empleo sí que ha terminado notándose especialmente en los dos grupos teóricamente “menos productivos” (jóvenes menores de 25 años y mayores de 55 años), el resto de la zona euro, y tanto España, Irlanda como Italia, los seniors no han sufrido tanto. En Italia, de hecho, ha aumentado la tasa de empleo, seguramente por las reformas a las pensiones que obligan a alargar la vida laboral (lo cuál de rebote ha terminado afectando al empleo juvenil). Debe haber elementos institucionales o estructurales que protegen más a los más mayores que a los más jóvenes.
Conclusión:
La crisis está afectando muy especialmente a los jóvenes, la “anomalía” española es en cierta manera aparente ya que todos los países con gran destrucción de empleo, en especial los más afectados han concentrado esa destrucción entre los trabajadores más jóvenes.
Aún así, hay elementos o institucionales o estructurales que hacen que la destrucción de empleo se centre en los más jóvenes ya que la lógica economicista indicaría que las empresas descartarían todos sus trabajadores menos productivos (en general los más mayores y los más jóvenes) y no solo los más jóvenes.
Por tanto hay que identificar esas regularidades que hay en la zona euro (y en especial en los 5 países analizados) para ver que elementos hacen a los jóvenes concentrar la destrucción de empleo.
La tasa de temporalidad puede ser un factor explicativo parcial, ya que países con tasas de temporalidad distinta entre jóvenes como España (el más alto) o Italia, Portugal o Irlanda concentran de forma parecida la destrucción de empleo. Puede que otras formas de empleo atípicas, como los contratos parciales entre jóvenes que hay a un nivel más alto en Portugal , Irlanda o Italia, podrían explicar esa concentración de desempleo juvenil. Las empresas se deshacen de sus trabajadores con contratos atípicos (temporales, jornadas parciales) porqué de ellos no pueden extraer el salario de eficiencia y por tanto son menos productivos y están asignados a funciones prescindibles.
Por otro lado los trabajadores seniors han tenido más tiempo para poder establecerse y conseguir empleos más estables o terminar trabajando para compañías más grandes (que logran absorver mucho mejor las crisis). Aún así, la propia capacidad de los seniors de conseguir mejores trabajos, no explicaría la desigualdad radical en la destrucción de empleo.
La clave aquí es preguntarse si este tipo de formas de contratación atípica responden a situaciones institucionales (tipología contractual) o están vinculados a la actividad económica intrínseca. Los modelos laborales institucionales de los 5 países son bastante distintos, aunque los modelos de crecimiento económico de los últimos años no. Por tanto es posible que la concentración de empleos atípica entre los jóvenes radique más en el segundo elemento de la economía, sin quitar importancia al primero.
Por donde reformar
Esto tiene consecuencias en varios debates. A pesar que el mercado laboral español (y del resto de los países afectados) requiere reformas, tendríamos que estar trabajando propuestas para analizar la estructura de producción y de crecimiento económico en los países que han vivido empujados por una burbuja crediticia (por ejemplo, los incentivos fiscales, la cultura coorporativa financiera o las leyes hipotecarias pueden ser un buen punto a reformar).
Por el momento las reformas que se han planteado son solo alrededor de las leyes e incentivos institucionales asociados al mercado laboral cuando este tiene una parte, pero no la más importante de la concentración del desempleo entre los jóvenes, o cagadas memorables como la reforma laboral del 2012. Sigue siendo necesario reformar el mercado laboral, pero esto solo apunta a aspectos tangenciales del problema.
Propuestas como el contrato único, más allá de su inviabilidad o que haya alternativas mejores, apuntan solo a una de las formas de contratación atípica de las que hay. Centrarse solo en la contratación temporal y en las indemnizaciones por despido deja a un lado aspectos tan esenciales en el mercado laboral portugués como la tasa de autoempleados jóvenes, o la situación más alta de contratos a tiempo parcial irlandés, situaciones de contratación atípica que aquejan a los jóvenes más que a los seniors en toda Europa y que explican la destrucción de empleo juvenil. Eliminar, por ejemplo, los contratos temporales para evitar su abudso pero mantener otras figuras como la de trabajador autónomo o contrato (único) pero a tiempo parcial que pueden usarse de forma fraudulenta y que se volverán a concentrar en los jóvenes, no soluciona el problema de la dualidad, generando otros problemas como incrementar la desconfianza entre los actores.
Igualmente la virtud del contrato único es que ayuda a focalizar el problema de la dualidad del mercado laboral, un debate por el que se pasa de puntillas o cuando se entra, se proponen barbaridades que profundizan aún más su dualidad como los “minisalarios”. Lo que sí es exigible a los que lo impulsan es que no sean tan cortos de mira y afronten el problema desde una perspectiva más amplia, entiendan el porqué en los foros internacionales donde se ha presentado ha sido rechazado, analicen el problema de la dualidad desde una visión que incluya todas las posibles situaciones laborales atípicas, combatan las medidas que profundizan esa dualidad (minisalarios) y puedan hacer propuestas que vayan dirigidas al sistema financiero y productivo que también explican parte de esta dualidad.
Los que intentamos afrontar este problema con una perspectiva más amplia, si no conociéramos personalmente a algunos de sus impulsores, podríamos creer que el problema de la dualidad es una justificación más que un problema que se quiera resolver, para que se aplique una medida ideológica como el contrato único. Lo triste de todo esto, es que es de las pocas propuestas medio serias para confrontar los problemas de la dualidad del mercado laboral que hay en la agenda. Un problema, que como he demostrado es real y general en los países en crisis de la eurozona.