Pablo ha escrito un artículo sobre la rendición de cuenta en los partidos, y en el caso de las elecciones por distrito al estilo británico indicaba la importancia que recaía en la fuerza de los partidos políticos para tener recambios, alternativas, grupos de presión interna fuerte, tipos formados con capacidad de pegar la puñalada al que manda cuando este es un mediocre, y cuadros intermedios con dos dedos de frente para que realmente haya rendición de cuentas.
Aunque en el caso de otros sistemas electorales no sea tan importante aún así, la existencia de que los cuadros intermedios sean valientes, estén formados, haya recambios y estén al acecho de que los dirigentes no la caguen es esencial. Actualmente en algunos de los grandes partidos de Catalunya y España esto no es así, y se demuestra en su enorme disfuncionalidad, en la elevación a líderes a personajes cada vez más mediocres o que sus posibles sustitutos sean verdaderas sombras de segundo orden de lo que se espera que tenga que ser un dirigente político.
El problema es que los sistemas electorales son ineficientes a la hora de hacer rendir cuentas a los dirigentes políticos sin esa estructura intermedia formada, sin unos militantes ambiciosos y con ganas de hacérselo pasar mal a sus dirigentes si no son buenos. Y el problema es que la mayoría de partidos ahora mismo son una máquina letárgica que ha hecho de sus militantes meros comparsas, que ha exterminado o ha hecho languidecer a los cuadros intermedios que puedan destacar y que se han quedado, casi, sin gente formada y ambiciosa que plante cara a unas direcciones horripilantemente mediocres.
Esa debilidad interna de los partidos, degrada la democracia, y en el ejemplo de España nos relega a tener un Presidente que es el más nefasto de la historia pero por la ausencia de capacidad interna del PP para liquidarlo y la debilidad, profunda, del PSOE para encontrar relevos, equipo y formas de construir un proyecto (y perdonad, la alternativa, Chacón, es mucho peor), nos deja esta sensación de no-future. En Catalunya, por cierto, tampoco nos libramos del vicío de esa mediocracia.
Yo llevo tiempo pensando que quizá imponer la limitación de mandatos podría servir para corregir esto que explicas, aunque sólo fuera un poco, ¿no? Es decir, sería una forma de obligar a los partidos a cambiar de líderes, aunque no quieran…
Lo pensaba mucho cuando estaba Barreda en CLM (antes de la crisis claro) pensaba, ¿quién querría hacer carrera autonómica en el PSOE-CLM? Siempre estará Barreda, es decir, el acceso la Junta estaría siempre bloqueado… claro, luego vino la crisis y lo cambió, pero si no hubiera tanto paro aún seguirían las Autonomías más o menos como estaban.
¿Podría la limitación de mandatos ayudar a que los partidos se renueven aunque no quieran?
Excelente articulo. La mediocridad instalada en los partidos políticos, convirtiéndolos en proyectos de auto ocupación personal y perdiendo el interés publico, son un grave problema. No solamente para el PSC, que lo es, sino también para el resto de partidos políticos tradicionales.