Una de las cosas que hasta ahora había loado de Xavier Trias, actual alcalde de Barcelona, es que intentó en su campaña electoral no utilizar la inmigración como casus-beli y así no ayudar a fracturar la sociedad como sí hacían varios de sus compañeros de partido y su socio favorito, el PP.

Esa virtud, ha caído. Ha puesto a un exdirigente de Plataforma x Catalunya a llevar el Institut Municipal d’Educació. Todas las personas pueden evolucionar, cambiar de pensamiento e incluso de partido, que en general antiguas militancias no han de ser obstáculos para ejercer cargos futuros en nuevos equipos.

Ahora bien, una cosa es mantener una sana forma de entender la política donde las personas evolucionan y que las adscripciones partidistas no son sagradas y otra es pretender estirar este principio como un chicle para hacernos tragar cualquier cosa.

Un dirigente de Plataforma x Catalunya ha estado defendiendo, al menos durante un tiempo, una serie de ideas de claro contenido xenófobo, ha fomentado el miedo al extranjero, ha pretendido socavar las relaciones, ya de por sí tensas, entre comunidades en los barrios obreros. Ha fomentado ideas que aunque legales, por el momento y hasta que algún juez demuestre lo contrario, debilita la democracia y la convivencia.

Que el supuesto “candidato a la alcaldía socialdemócrata de CiU” ponga a dirigir el IMEB a un exdirigente de un partido xenófobo de ultraderecha (con la capacidad de incidir en temas como la distrubición de alumnos en la escuela pública y concertada barcelonesa, los esfuerzos de la administración para mantener los colegios, entre cientos de temas que le son competencia al IMEB), es como mínimo sorprendente.

Y aunque es posible que el exdirigente del partido xenófobo haya evolucionado en sus ideas y que su actual militancia en Unió Democràtica de Catalunya pueda ser coherente con el taranná de ese partido, no creo que en la dirección de la política educativa de la ciudad sea la mejor elección. Las pocas explicaciones que se han oído al respecto es que ya trabajaba como técnico de educación en el ayuntamiento de Barcelona. Como si fuera lo mismo ser un técnico que ha entrado por méritos propios y que ejerce sus obligaciones laborales bajo unas directivas políticas determinadas (por tanto pudiendo ser sancionado laboralmente) sea lo mismo que ser el que genera esas directivas y ser escogido por el dedo del mismo alcalde.

A veces, hasta en política hay que guardar un poco las apariencias y también la decencia. No quiero pensar que Xavier Trias no puede contar con nadie más de su confianza o de la de CiU que un exdirigente de la ultraderecha xenófoba para dirigir la educación de la ciudad.