Uno de los objetivos que tenía la reforma laboral del 2012 era fomentar los acuerdos a nivel de empresa para flexibilizar la relación laboral y adaptarla a la realidad de las empresas.
Se partía que los convenios colectivos sectoriales eran muy inflexibles y bloqueaban la capacidad de negociar condiciones laborales en empresas concretas para así salvar la actividad de muchas empresas en plena crisis.
Un absurdo, los convenios de empresa prevalecen en casi todas las cláusulas a los de cualquier convenio de sector, y además pocas empresas tienen capacidad para negociar convenios colectivos. Han de ser empresas media-grandes o grandes. Negociar convenios es algo farragoso y has de tener un empleador y un equipo de recursos humanos por un lado y un grupo de trabajadores (delegados sindicales) por el otro formado para negociar calendarios, salarios, condiciones laborales, la aplicación de la ley de prevención de riesgos laborales, las cláusulas de igualdad, las de retribuciones no salariales, los mecanismos de participación en la empresa, etc… Un rollo macabeo que sólo una empresa de tamaño medio-grande o grande le es rentable dedicar esfuerzos para definir.
Los convenios de sector lo que hacen es ahorrar esfuerzos de negociación a las partes (que se centran más en el ámbito salarial y punto), para sacar mejor rendimiento a lo ya negociado (más allá de salarios y organización del trabajo) tienes que tener cierta dimensión. De ahí que la mayoría de empresas que tienen convenio propio superan los 100 o los 200 trabajadores. Que son la minoría de empresas.
Pero más allá de eso, el objetivo del legislador era quitar fuerza a los convenios de sector para dársela a los convenios de empresa. El resultado, según el informe de negociación colectiva que hace cada año UGT, es el siguiente:
La negociación colectiva sectorial bajó dramáticamente el 2012 y 2013 para recuperarse el 2014. Por un lado la negociación colectiva sectorial casi se ha recuperado a niveles anteriores a la reforma laboral del 2012. Esta recuperación viene dada por dos motivos: el acuerdo de recuperación de las cláusulas de ultraactividad entre patronales y sindicatos en muchos convenios (la ultraactividad permite que los convenios se sigan aplicando más allá de su período hasta que no se negocie uno nuevo) y los conflictos laborales en sectores que han llevado a huelgas para forzar la renegociación de convenios (una pequeña victoria sindical en un mar de retrocesos de derechos laborales).
Mientras tanto la negociación a nivel de empresa aunque se ha recuperado ligeramente, sigue desplomada. El objetivo de la reforma era hacer convenios de empresa más adecuados a la realidad concreta de cada empresa (algo razonable) pero el resultado es el contrario. Los empresarios han encontrado muy sugerente dejar caer los convenios de empresa y pasar a pagar los salarios del sector ya que este es mucho más bajo (es un salario adaptado a la realidad de la pequeña empresa de cada sector, es decir, las menos productivas).
Lo que vemos es una forma de devaluación salarial en las grandes empresas. Precisamente aquellas que estaban aguantando mejor la crisis, las que más facilidad tienen para llegar a acuerdos de reducción de salarios o de ERE temporal que eviten despidos. Incluso aquellas que pueden renegociar más facilmente condiciones salariales. Es decir, aquellas que menos necesidad tenían de mecanismos de devaluación salarial y precisamente aquellas donde no es bueno, si pueden pagarlo, darles incentivos para seguir devaluando los salarios. Aunque la demanda interna no sea la salida, tampoco es bueno seguir deprimiéndola.
En definitiva, el objetivo del legislador que podría compartirse (aumentar el número de convenios colectivos de empresa en principio es bueno y acerca la realidad de la negociación al nivel más próximo) se ha conseguido lo contrario. Al menos de lo que se decía. Tal vez afirmar que el objetivo de la reforma laboral era el mejorar el poder negociador de los empresarios de la gran empresa frente a sus trabajadores era un objetivo (legítimo o no) poco popular, y poco razonable.
Realmente el problema lo tienen las empresas pequeñas y medianas, por un lado para tener incentivos y crecer (y así hacer sus propios convenios) pero también para tener capacidad de adaptarse a las tensiones de la crisis y la pérdida de ventas sin tener que despedir a media plantilla.
El problema en el fondo es que la reforma laboral no buscaba solucionar ningún problema de fondo del mercado laboral sino dar una respuesta ideológica a una demanda (legítima o no) de la patronal de la gran empresa para conseguir más poder negociador a costa de debilitar a los sindicatos y la capacidad de los convenios de perdurar. De ahí que en el fondo fuera algo sencillo en muchos sectores acordar nuevamente la ultraactividad de los convenios sectoriales, pero que sea casi heroico renegociar los de la gran empresa. Punto.
PD: Soy fan de la gran empresa, España y Catalunya necesita que sus empresas crezcan. Eso no quita que pueda identificar los vicios de concentración de poder al que juegan, legítimamente desde su perspectiva, los empresarios de las grandes compañías.
One thought on “La reforma laboral ha debilitado la negociación colectiva a nivel de empresa, lo contrario que buscaba”