Este quien le escribe es un fan de los números y la capacidad de analizar fenómenos sociales y naturales y mediante elementos cuantificables poder hacer predicciones. Por un lado mi formación científica dura es muy numérica, por otro mi incursión más seria en las ciencias sociales ha sido numérica.
Por tanto, no se me puede acusar de no saber entender la importancia de las predicciones numéricas en las ciencias sociales. En numerosos artículos que he escrito en este blog hay números, gráficas y cuadros, de hecho bastantes más que los muchos artículos de análisis político, social o pseudoeconómico que circulan por la blogosfera.
Esa proximidad a las predicciones numéricas, me hace también conocer y reconocer las limitaciones, que en ocasiones, tienen los números o como los números por si solos no explican la realidad social.
Pondré un ejemplo donde hay fenómenos sociales de alta complejidad que se resisten a ser analizados solo numéricamente, o que lo que se puede transformar en variables contables tan solo nos dota de una descripción parcial e incompleta (y a veces contraria a lo observado).
Un ejemplo es un tema tan complejo como la guerra. Más allá de las nuevas formas de guerras asimétrica, en guerras convencionales los números no lo son todo, incluso descontando el efecto de distribución de fuerzas estratégicas que pueden ser descritas como un juego del Coronel Blotto, que podría describir parcialmente la victoria de Israel en la guerra de los seis dias.
Una pequeña gráfica a la producción de vehículos de combate y aviones de combate puede darnos una imagen un poco extraña.
En el teatro de operaciones de Europa/Norte de África, podemos comparar la producción de Alemania y la de la Unión Soviética en vehículos de combate hasta 1944 y la de aviones de combate del Reino Unido hasta 1941 en la que hay que sumar la de la Unión Soviética, con la de, también, Alemania. Esta simplificación elimina el aporte de la fuerza aérea norteamericana en el escenario europeo, que fue más significativa de 1943 en adelante, y el desgaste de vehículos de combate en la guerra en África, que numéricamente no es significativo y la aportación de numerosos aliados menores del eje, que a nivel de calidad y número de vehículos de combate o aviones de combate fue casi insignificante.
Pero como simplificación es bastante interesante para describir los primeros 3-4 años de la segunda guerra mundial en el teatro europeo, como una gran confrontación en tierra y aire entre Alemania y URSS a partir de 1941 y con el Reino Unido, basicamente por mar y aire entre 1940 y 1944 ya que el número de fuerzas enfrentadas en escenarios menores como Grecia, Creta o norte de África queda empequeñecido con la guerra aérea en Europa y el desgaste del frente oriental.
La paradoja de los tanques en el frente oriental
Si examinamos la producción de vehículos de combate acorazados (basicamente tanques medios, ligeros, pesados y chasis que fueron utilizados para cañones de asalto, cazacarros, etc..), veremos que la producción soviética fue siempre superior a la alemana pero que la primera fase donde la proporción de producción favorecía más a los soviéticos no se tradujo en un mejor rendimiento del ejército soviético, sino todo lo contrario y que el recorte de la ventaja soviética en 1943 y 1944 (aunque en 1944 se produjo el desembarco de Normandía, cerca del 90% de tanques y cañones de asalto que se enviaron al frente oriental) se tradujo con grandes derrotas aplastantes del eje en el frente oriental. 1943 que es el año donde realmente se produce el inicio del fin del eje en el frente oriental, cuando el sexto ejército se rinde en Stalingrado y se produce la gran batalla de Kurst que destroza el espinazo de las Panzer Division, coincide con un año (y el siguiente) donde la producción alemana de tanques (y tanques de gran calidad, entre ellos los Tigers y Panther) casi alcanza la producción soviética, en cambio en 1942 los soviéticos producen más de 4 cañones de asalto, cazacarros y tanques más que los alemanes, la mitad de ellos los excelentes T34, y solo al final del año los soviéticos comienzan a cosechar alguna victoria después de grandes derrotas.
Nota: Los vehículos de combate acorazado incluyen tanques ligeros, medios y pesados, cañones autopropulsado y de asalto y vehículos de recuperación. O sea cualquier vehículo que utilizara los chasis básicos de cualquier modelo de tanque ligero, medio o pesado. En esta gráfica no incluye los Sherman que pasaron a formar parte de divisiones soviéticas por el programa de préstamo y arriendo, aunque numéricamente no fueron significantes (la unión soviética, por ejemplo, produjo 34.000 T-34, frente a los 4.000 Sherman de préstamo y arriendo que recibió) y por tanto las gráficas no se verían demasiado alteradas.
Los números por si solos no nos permiten explicar las derrotas sistemáticas de las fuerzas soviéticas entre 1941 y 42 o las costosas y difíciles victorias soviéticas de 1943. De hecho son contrarias a lo que en el papel aparece. Estos números no pueden explicar aspectos más cualitativos como la mejora de la doctrina de combate soviética (especialmente blindados), o la recuperación de los rangos y la distribución del mando en manos más capaces en la STAKVA. Aspectos cualitativos significativos pero numéricamente poco importantes (por el coste total), como equipar de una radio con capacidad de emisión a todo vehículo, o la adición de barras en los T-34 para trasladar infantería de acompañamiento, no aparecen en los números y son mucho más significativos que la pura producción de vehículos que nos proporcionan los números.
En el aire, cuanto más ventaja en producción peor resultado.
La batalla en el aire en el teatro europeo también nos introduce algunas paradojas, en 1940 la proporción de aviones producidos por los aliados (en este caso únicamente UK) con respecto a la producción de aviones de Alemania es la más pareja de toda la segunda guerra mundial. Durante toda la guerra la producción aérea alemana va quedando cada vez más rezagada con respecto a la de sus contrincantes en el teatro europeo.
Nota: No incluye la VIII Fuerza Aérea de la USAF que comienza a operar en 1941, aunque en este caso las gráficas serían más favorables a la tesis, ya que entre 1941 y 42 las fuerzas aéreas soviéticas y aliadas sufren terribles derrotas en los cielos de Europa a pesar de la mayor disparidad de producción de aviones.
Entre los años 1940 y 1943 se produce el grueso de la guerra en el aire en Europa, tanto en el frente oriental como en la campaña de bombardeo estratégico, que marca el inicio del fin de la fuerza aérea alemana.
Es en 1940 cuando la producción de aviones es más pareja cuando los aliados se anotan la victoria más importante, la de la batalla de Inglaterra (que aunque se prolonga hacia la primavera de 1941, la parte más importante ya se había realizado antes de noviembre de 1940). En cambio en 1941 y 42 es cuando la fuerzas aéreas británicas, soviéticas y en menor medida la VIII fuerza aérea norteamericana, sufren derrotas catastróficas. El mando de bombardeos británico sufre un desgaste muy importante durante las incursiones nocturnas en europa y las fuerzas aéreas soviéticas son destruidas casi de forma sistemática hasta bien entrado 1942.
Tampoco la mayor producción explicaría el cambio producido en 1943 en adelante, donde cambios en la doctrina de guerra aérea soviética, la capacidad de producir aviones de combate de mayor calidad o la introducción de depósitos adicionales en los cazas de escolta del mando de bombardeo británico y norteamericano o la introducción del caza de largo alcance Mustang explicarían el porqué la fuerza aérea alemana fuera testimonial en 1944 y 1945, a pesar de alcanzar el máximo de producción en 1944.
Los números no nos pueden explicar la historia y de hecho nos encontramos con situaciones paradójicas.
Conclusión, los análisis númericos de fenómenos sociales complejos, por si solos pueden llevarnos a conclusiones contradictorias.
Es cierto que los números nos explican muchas cosas, pero estos en casos de gran complejidad puede que sean insuficientes para explicar un fenómeno social muy complejo como una guerra mundial. El análisis de la simple visión del PIB de las naciones beligerantes en la segunda guerra mundial nos pueda llevar a poder predecir que coalición de naciones saldrían ganando en 1945, aunque este análisis es terriblemente simplista y de hecho ese “número” no nos dice mucho. En 1940, 1941 y 1942 el PIB de USA no está dedicado, ni de lejos, a la producción bélica, el PIB británico es casi insignificante hasta 1944 en producir cualquier desgaste de la fuerza alemana, es el PIB de la URSS el que se enfrentaría al PIB de la principal fuerza del Eje y la mayor parte de sus aliados y que es el que se transforma en material, armamento y suministros. El PIB de la URSS en 1942 y 1943 es 3 veces inferior al PIB de las naciones a las que se enfrenta y en cambio es en ese período en el que se fraguan las grandes derrotas alemanas en el frente oriental y la URSS reconstruye el ejército soviético y lo transforma en la principal fuerza terrestre del mundo. El análisis de producción bélica o PIB nos induce a errores. De hecho parece establecido que la campaña de bombardeo estratégico en 1943 y 44 tuvo un efecto mucho más efectivo en desgastar en combate a la fuerza de cazas alemana (a un altísimo coste en la fuerza de bombarderos y su escolta) que realmente por la capacidad de producir daños en el PIB alemán o en su capacidad de producción bélica.
La segunda guerra mundial, es un claro ejemplo de fenómeno social complejo, muy complejo como para poder ser entendido y descrito solamente por los números. El ejército alemán en 1943 tenía más tanques, más divisones, más cañones, más tropas uniformadas y más aviones que en 1941, pero ya en otoño no tenía ninguna posibilidad de ganar la guerra en el frente oriental, mientras que en 1941 casi termina derrotando la URSS. Los números, en este caso, nos dan información importante, pero ha de ser explicada y entendida por otros factores cualitativos.
Es bueno buscar números y aspectos cuantificables y comparables en cualquier fenómeno social, pero sin llegar a entender el fenómeno en muchos casos, por si solos, nos pueden llevar a conclusiones erróneas, de ahí que el trabajo cualitativo tiene una componente importante en los análisis de los fenómenos sociales, aunque solo sea para poder ayudarnos a buscar mejores elementos cuantificables que analizar.