Hacia el final de la segunda guerra mundial el mando alemán sabía que tenía la guerra perdida. Lo razonable hubiera sido rendirse al bando occidental facilitando una invasión pacífica de Alemania desde el oeste y el desmantelamiento del Tercer Reich, evitando la destrucción del país y millones de muertes innecesarias. Pero desde la cancillería y los altos mandos alemanes instaban a la lucha sin ceder un palmo, hasta la última bala, con el objetivo de ganar la guerra mediante el uso de “wunderwaffe“, literalmente armas maravillosas, con las que ganar la guerra.

Desde aviones a reacción que llegaron en insuficiente número para poder invertir la superioridad aérea de los aliados, pasando por tanques cada vez más grandes (“el ratón” que empequeñecía cualquier tanque pesado de la época, hasta el Ratte, un verdadero monstruo de cientos de toneladas que era el equivalente a un crucero terrestre), los primeros misiles estratégicos (V2), submarinos prácticamente invisibles (los primeros submarinos eléctricos que podían navegar sumergidos y totalmente silenciosos durante días enteros) o bombardeos a reacción intercontinentales. Cientos de ideas, algunas geniales, otras absurdas para intentar conseguir superar las limitaciones tácticas, estratégicas, de recursos humanos y materiales en las que se encontraba Alemania en 1944 y 1945.

Últimamente la verdadera izquierda catalana parece que está pidiéndonos a todos a que renunciemos o al pragmatismo o a hojas de ruta para alcanzar una vía constituyente (como la vía soberanista) que no son tan magníficas como lo es para un true-left la verdadera revolución de izquierdas hegemónica.

Personas realmente inteligentes nos dicen, “no firméis el acuerdo de extensión de ayuda a los parados que es venderse”, “no pactéis con CiU un proceso constituyente”, “no firméis convenios a pérdidas”, “no negociéis EREs para reducir despidos”, que estamos a punto de conseguir la victoria final. Nos piden que estemos alerta, que paremos nuestra máquina de resistencia o de lucha y victorias parciales porqué ellos ya están a punto de sacar un arma nueva.

Fueron las protestas en la red, que decían que sustituirían las huelgas, luego fueron las acampadas, donde parecía que por agitar las manos se iba a cambiar el mundo, luego fueron las marchas de la dignidad, ahora es PODEMOS y mañana será una supuesta huelga general (aquella herramienta que dijeron que no valía la pena utilizar que era arcaica) esta vez sin la voz de los sindicatos que representan al 85% de los trabajadores (en especial los de las pequeñas y medianas empresas, donde el anarcosindicalismo y el sindicalismo amarillo es muy poco útil). Los escraches molan mucho, los piquetes (que se parecen un montón), no. Todo son wunderwaffen, armas maravillosas que nos llevarán a la victoria de la izquierda.

Las portavoces de Podem nos dicen que ellos crean marcos donde construir el cambio. Marcos conceptuales y maravillosos, pero que no recogen ninguna hoja de ruta concreta detrás. Son los de ICV que nos venden que prefieren reformar una Constitución Española con una supuesta mayoría absoluta de PODEMOS, obviando que ningún país ha tenido un proceso constituyente viable haciendo una constitución de una mitad (que ya sería decir mucho) contra la otra.

En esto de las wunderwaffen tampoco son los de la true left los únicos propietarios. Algunos del PSC son los que enarbolan sin saber muy bien exáctamente que significa y sin tener una hoja de ruta detrás. Todos diciendo “esperad vuestra limitadas reformas, no apliquéis el pragmatismo, no pactéis con la derecha, que tengo el arma maravillosa que hará que nuestra agenda de máximos se pueda aplicar”.

Y si no crees en las armas maravillosas eres “casta”, “un vendido al nacionalismo catalán”, “un social traidor”, “un menchevique”, dependiendo en que momento y con quien te encuentres.

Es posible que “el procés” esté condenado a fracasar, pero como mínimo no tiene el objetivo de ser hegemónico y plantea una hoja de ruta viable, estremadamente difícil, pero viable. Es posible que el pragmatismo de intentar resistir en la trinchera de la lucha sindical no sea suficiente para revertir la pérdida de derechos (entre otras, hasta que no se reduzca el paro poco poder negociador tenemos los asalariados), pero como mínimo ofrecen una lucha que consigue victorias parciales y locales y hay hoy gente con curro o con algunos derechos que no ha perdido gracias a esa resistencia. Es posible que una visión pragmática de la economía desde la izquierda no plantee soluciones mágicas a la crisis, pero como mínimo permite hacer un diagnóstico útil desde el que comenzar a construir.

Mientras la izquierda verdadera y algunos despistados de la izquierda más convencional nos piden a todos que creamos en sus armas maravillosas, en escenarios que son maravillosos pero que para llegar a ellos no son capaces de formular una hoja de ruta. nos piden que abandonemos la “lucha convencional” dándoles todo el poder y el protagonismo para hacer las cosas a su manera, confundiendo deseos con realidad, sin tan siquiera entender que de ese mundo que dicen que ha cambiado no conocen ni la mitad. Sin entender si quiera que la mayoría de armas maravillosas que nos plantean son aún más viejas, caducas, inadaptadas e inútiles, que las armas convencionales con las que se lucha hoy en día. Y como no les hacemos el caso que creen que merecen lo que hacen es laminar toda lucha izquierdista que no sea exáctamente con sus reglas y sus formas, que no sea comprando su adanismo, sus hiperliderazgos, su fe basada en el deseo y no en las evidencias.

Sin negar que los movimientos sociales y las fuerzas progresistas han de cambiar muchas cosas, sin negar el profundo problema de las instituciones (por eso estoy en una dificilísima, pero muy convencional, hoja de ruta para cambiarlo), eso no quita que tengamos que aceptar que las wunderwaffen de la “true left” vayan a conseguirlo todo sin tener prueba alguna de su eficacia (y cuando las hemos visto actuar su éxito ha sido bastante más parcial que las convencionales) y que tengamos que abandonar vías más convencionales de lucha, que incluye el pactar cuando puedes sacar algo con el capital, para darle gusto estético a esa true left.