Política

Limitación de mandatos, mi enmienda para el Congreso

Después de darle muchas vueltas al asunto, he querido afrontar que enmienda es en la que voy a poner más énfasis de cara al próximos Congreso del PSC.

No soy de los que creen que una única medida va a producir “magia”, pero sí que creo que los actores sociales a largo plazo actúan según los incentivos institucionales y estos pueden crear buenas o malas tendencias a largo plazo.

Hablaré de la limitación de mandatos. El principal problema que veo para el PSC (y en el fondo para cualquier partido mayoritario de izquierdas, los de derechas el problema que planteo no lo es), es que son una gestoría de poder más que un movimiento político.

Esto de cara al votante tendría que importarle poco, o al menos es así como algunos lo ven, pero a largo plazo no es tan así. Los votantes de izquierdas necesitan partidos útiles que afronten problemas y planteen soluciones. Toda la dialéctica de mayor democracia que promueve el 15M es una dialéctica minoritaria, lo que la gente le mueve es que los partidos de izquierdas no han tenido alternativa ni soluciones en esta crisis, y sobretodo se han dedicado a marerar la perdiz y a afrontar los problemas tarde. Sin crisis económica y unos fundamentos reales detrás el movimiento 15M hubiera tenido otra dinámica distinta y seguramente menos participación.

Eso sin quitar que las democracias han de pulirse y las organizaciones políticas e instituciones tienen que mejorar su democracia interna y la forma de participar. Sí, siempre serán una minoría los que participen, pero mejor si es una minoría simplemente pequeña en lugar de un grupo marginal que representará aún peor los intereses generales.

 

La limitación de mandatos y los votantes

 

Sigo con mi diatriva, ¿porqué creo que un partido con limitación de mandatos internos puede mejorar la capacidad de generar ideas y propuestas que den soluciones a lo que tienen que afrontar cuando gobiernan?.

No es una respuesta sencilla.. pero la intentaré plantear.

Los partidos generan espirales de silencio, la “ley de hierro de los partidos” es tan brutal que en seguida se establecen estructuras mediocráticas que viven al abrigo de la alta dirección. Sin mala intención, sin amenazas, ni tan siquiera ejemplos perniciosos, al final la selección de líderes intermedios, la propia estructura burocrática, la cultura política tiende a la espiral de silencio. Uno no habla, no critica, por varios motivos pero que resumiré:

– La mayoría no habla, hay una dirección que dirije y una estructura intermedia mediocrática que también ha establecido su status quo y por tanto el “opinar distinto” no es tan sólo plantear ideas distintas es en parte un cuestionamiento del status quo y de algún nivel de la dirección. El que “opina distinto” no solo tiene que vencer los factores limitantes sociales de “tal vez mi opinión sea minoritaria” sinó una presión social no explícita.

– En estructuras ya extremadamente maduras, sin limitación de mandatos y con un status quo bien establecido, si alguien quiere aspirar a hacer algo en política, sabe que lo mejor que puede hacer es no demostrar aristas, no poner de los nervios a nadie de los que manda, no retarles, no cuestionar nada de lo que digan, etc… Por tanto hay motivos e incentivos individuales claros para no cuestionar a la dirección sea del nivel que sea, por parte, precisamente de las personas con mayor implicación y aspiraciones que son los que pueden tener ideas nuevas o visiones contrapuestas.

 

Por tanto, ante situaciones de cambio la propia organización política anula la capacidad de sus individuos de alertar de esos cambios. Ante situaciones donde la dirección se esté equivocando, hay un montón de incentivos para que nadie salte a la palestra a plantear alternativas. Por tanto, en momentos donde la política ha de ser capaz de demostrar capacidad de gestión política (momentos de cambio, errores, etc…) es cuando la propia organización se ha vendido a sí misma y ha reducido la inteligencia colectiva crítica a meros balbuceos en las estructuras más marginales de su propia organización.

A la inmensa mayoría de los votantes de los partidos de izquierdas se la trae al pairo la democracia interna de estos, o sus debates, o si las voces críticas se oyen o no (de hecho son reacios a los “follones”) pero sí que son sensibles a si los partidos son capaces de adaptarse a las necesidades.

Un partido que tiene tantos incentivos a afrontar los problemas reales mientras “las cosas vayan bien” es un partido que ofrecerá pocas soluciones ante cualquier crisis.

 

Más capilaridad y mayor rotación de personas con vocación política.

Ahora mismo, los partidos tienen pocos incentivos para ampliar su base. Aunque todos hacen esfuerzos aparentes para incrementar sus afiliados, al final estos, para la gran dirección son más un problema que un beneficio. Las cosas que se pueden hacer en una agrupación son limitadas y en general hay, como describe egócrata, pocos incentivos reales para incrementar la afiliación.

Uno de los problemas que tiene una agrupación es que cuando viene alguien con ganas a trabajar es difícil encontrarle un hueco, algo que hacer que sea interesante y creativo. Total, los puestos ya están pillados y no hay mucho que hacer realmente, tampoco. En general, además, hay tortas para ser regidor o ir de cualquier cargo institucional, y cada vez que hay que cambiar a alguien es un drama.

Lo cuál el sistema tiene unos tremendos incentovos a aburrir a los que entran nuevos, a que estos, si aguantan, se transformen en un “problema” para los que conservan las sillas, y para no ir a buscar más gente fuera. Los partidos cuando hablan de incrementar militantes, lo que buscan es gente que vaya a los mítines y ayude en las campañas, no nuevos cuadros dirigentes o gente con mucha motivación que pueda aportar durante más tiempo.

Con lo cuál la permanencia de los puestos provoca que haya pocos incentivos para buscar gente capacitada o para darles juego. En cambio, una limitación de mandatos seria, obligaría a que el propio partido estuviera reciclando permanentemente gente, si a los 8 años has de irte, lo segundo que te preocupará, después de aprender lo que tienes que hacer esos años, es buscar y formar posibles relevos. Puede ser un drama cuando las agrupaciones son pequeñas, pero cuando tienen cierto número de militantes debería ser obligado hacer estos relevos. Con ello te ves obligado a buscar gente fuera o dar incentivos a los que tienes dentro para que no marchen. A parte que los compromisos no son eternos, algo que puede ser más una losa sobre los que ejercen “el eterno cargo de secretario de finanzas que nadie quiere ejercer” o casos parecidos que se dan y son muy comunes en las ONG.

Con esto además se generan incentivos para diversificar la militancia. Actualmente los partidos tienen una militancia muy envejecida (pero mucho, mucho). No es malo que la gente mayor participe de la política, son los que más experiencia tienen, los que más han vivido y su aportación es clave. El problema es que haya solo gente mayor. La percepción de los problemas sociales también va asociada a la vivencia personal. Y también la capacidad de generar complicidades y conseguir capilaridad en la sociedad. Si todos los militantes fueramos gafosos blogueros de 30 y pico años tampoco molaría nada. El hecho de tener que buscar relevos y sustitutos te hace buscarlos entre las cohortes de población que tienen más energías y no solo entre aquellas que tienen más tiempo.

Los partidos tendrían que estar buscando cuadros nuevos entre los activistas del 15M y de los movimientos sociales, pero es que no tienen incentivos para ello y además llevan mucho tiempo desentrandos para la pesca en caladeros tan nuevos.

 

La propuesta

Por tanto, ahí dejo la propuesta de enmienda para los estatutos.

Limitación de mandatos

1.- Limitación de mandatos en cargos orgánicos, de carácter obligatorio y no voluntario. No se podrá ejercer más de 8 años cargos o dos mandatos (lo que sea menor en el tiempo) en la misma estructura interna del PSC, sea a nivel de consell nacional, consell de federació, ejecutiva de federación o ejecutiva nacional. Igualmente se ha de aplicar en los cargos de ejecutiva de agrupación para todas aquellas agrupaciones de más de 30 militantes. Se podrá repetir nuevamente en la misma estructura pasado un mínimo de dos mandatos sin ser miembro de esa estructura.

2.- Limitación de mandatos en los cargos institucionales de carácter obligatorio. No se podrá ejercer el mismo cargo institucional ni en el mismo nivel de administración más de dos legislaturas seguidas. Se aplicará para diputados del Parlament, diputados del Congreso, Senadores, miembros ejecutivos del govern de la Generalitat y para regidores y alcaldes de ciudades de más de 30.000 habitantes. Se podrá volver a ser elegible a estos cargos al mismo nivel de administración pasadas dos legislaturas. Excepciones a esta limitación son los regidores que han ejercido la responsabilidad desde la oposición que podrían ser elegibles dos legislaturas completas más si formaran gobierno.

 

A todo esto, junto una buena propuesta de incompatibilidades de cargos se introducirían suficientes incentivos en la organización para buscar relevos, para que los políticos no se apoltronaran y tuvieran que moverse, para que no se generen espirales de silencio, para que cuando haya un conflicto este no se eternice, para poder traer aire y ventilar. Al final, podemos confiar en la buena voluntad de las personas, alguien puede pensar como yo que en 8 años ya se ha podido hacer mucho y hay que dar paso a otros, pero a la larga pesan más los incentivos que generan los sistemas y los mecanismos de balance de poder.

Soc coordinador de la revista electrònica i xarxa de bloggers www.socialdemocracia.org, webmaster de la UGT de Catalunya i militant del PSC.

7 thoughts on “Limitación de mandatos, mi enmienda para el Congreso

  1. Yo creo que no se trata sólo de limitar mandatos (es algo que nunca me ha convencido) del todo, sino limitar la carrera política. No me vale que el alcalde a los ocho años se convierta en concejal, o diputado autonómico. Yo prohibiría que alguien haya dedicado, por ejemplo, más de la mitad de su vida adulta a la política (es decir: a los 50 sólo podrías haber dedicado, como mucho, 16 años a la política, teniendo que haberse dedicado el resto a un trabajo en el mundo real).

  2. Estoy totalmente de acuerdo y apoyo plenamente tu propuesta. Que los cargos en los partidos y en los cargos institucionales se enquisten, no es malo solo porque ahoga las posibilidades de desarrollo de la base del partido, sino también porque el cargo o político en cuestión pierde su arraigo con la realidad social y la ciudadanía percibe con desconfianza que, llegado el caso, a la hora de tomar decisiones puede que pesen más los motivos personales de defender un puesto de trabajo con una serie de privilegios, que las ideas que se dicen defender. Digo yo que algo de eso habrá Todos los cargos del partido y los cargos institucionales, deberían tener que volver a ganarse la vida como cualquier otro ciudadano después de dos legislaturas. Eso les daría a ellos la oportunidad de recuperar el prestigio perdido y a los ciudadanos la oportunidad de volver a confiar en los políticos.

  3. Todo muy bien, aunque yo añadiría (quizas es una sandez, pero creo que daño no hará) la siguiente propuesta: Así como los entrenadores de fútbol cuando dejan un equipo antes de finalizar la temporada no pueden entrenar a otro hasta que se acabe ésta. trasladándolo a la política, todo aquel que sea elegido para un cargo, en caso de dejarlo no puede ejercer otro hasta que no acabe el periodo por el cual fue elegido (generalmente 4 años), es decir, si un concejal, alcalde, diputado, ministro, etc marcha antes de los 4 años no puede presentarse o ejercer otro hasta que no acabe aquella legislatura en la que ejerció. Así nos evitamos movimientos de políticos que nunca sabes a lo que se dedican pero que siempre están ahí.

    Otro tema son los “delfines” ¿cómo se legisla esta figura tan popular en la política?

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