La segunda entrega de esta serie (que inauguró el astroturfing de Xavier Trias), se centra en un concejal del PP de Sevilla, José Miguel Luque, que se ha sumado al grupo equivocado de Facebook.
El escándalo nace cuando en el muro de José Miguel Luque aparece el manifiesto “Maldito PSOE y malditos todos sus votantes ” un bonito nombre de un bonito manifiesto con un contenido que da miedo.
El escándalo saltó enseguida hasta el punto que se le piden responsabilidades políticas, y el mismo concejal se ha visto obligado a declarar que él no odia a los votantes socialistas y respeta a los militantes de otros partidos (o sea que es una persona normal y demócrata).
Sin entrar en la intencionalidad o no del señor Luque, cosa que tendrá que aclarar él, y que dependerá de la credibilidad que tenga y de los datos que parecen apuntar a que ha tardado bastante en desapuntarse a la campaña. Hay una mala práctica de un político en la red.
No tener en cuenta las consecuencias que puede tener el sumarse alegremente a diversas campañas por parte de un representante público de la talla de una ciudad tan grande como Sevilla es una cagada inmensa. Esté o no de acuerdo con el contenido de ese manifiesto, el que tu nombre lo pueda secundar es un error catastrófico. Tu identidad digital no es sólo lo bonito que cuentas en tu perfil de lo mucho que trabajas y lo mal que lo hace el de al lado, también te identifican los “gestos no verbales” que en internet, si no los cuidas y te apuntas a causas del estilo “los que no piensan como yo son escoria”, muestran o que eres un inconsciente o que realmente tienes un pensamiento interior bastante lamentable.
Cualquier persona debería cuidar muy mucho que grupos se adscribe, que causas secunda, porqué la imagen que proyectan de ellos puede afectar en sus relaciones personales, en su mundo laboral o en su entorno inmediato. Más un cargo público de calado. El error estratégico del concejal Luque radica en que ha abierto un flanco en el cuál el PSOE siempre podrá morder y recurrir. La credibilidad de lo que hace ese político en la red está reducida a 0 y esto también ha afectado a su credibilidad en la vida real.
Vigila a que causas te apuntas, elimina aquello de tu muro que no te interesa y sé diligente con ello, no te apuntes a grupos que desde tu parte más reaccionaria te motiven más, e intenta cuidar esa imagen digital. Que la política 2.0 permita cambiar registros, permite un mayor personalismo, mayores márgenes de maniobra no nos haga olvidar que seguimos siendo responsables de lo que escribamos, cliquemos y secundemos.