Tenemos la imagen de la precariedad asociada a trabajadorespoco calificados o con poca experiencia laboral. Los famosos núcleos de trabajadores excluídos del mercado laboral regular (y los del mercado laboral “B”) pensamos que lo forman los jóvenes con contratos temporales, los mayores de 55 años cuyo sector laboral ha implosionado y personas sin estudios. Estas personas pasan por diversas formas de explotación laboral: encadenamiento de contratos temporales, contratación como falsos autónomos o incluso falsos cooperativistas. Los colectivos explotados incluso adquieren nombres propios “las kellys” (camareras de piso que cobran por debajo del SMI). También tenemos a los jóvenes que emigran para hacer de camareros en Londres, los transportistas que tiene que hacerse autónomos y poner su propio vehículo para terminar trabajando para un único proveedor, o el trabajador senior que ha sufrido un ERE de extinción laboral y que sobrevive con la ayuda de 465 euros y haciendo chapuzas.
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