Ayer se presentó un manifiesto que alertaba de los riesgos del bilingüismo social para la pervivencia del catalán. Este manifiesto, conocido como manifiesto Koiné, tiene algunos elementos positivos: creo que en algún momento deberemos plantearnos el modelo lingüístico que queremos en una hipotética Catalunya independiente. Y ese debate no se puede realizar acallando a quien cree que la cooficialidad podría terminar lastrando el futuro del catalán, simplemente por el hecho que lo que dicen no es políticamente correcto o no nos gusta. Yo tengo en este tema una posición particular, prefiero una sociedad sin lenguas oficiales marcadas en textos constitucionales y regularlo por leyes y reglamentos en los diversos ámbitos de la administración.
Pero uno de los problemas del manifiesto Koiné son algunas de sus formas. Hay un expresión nefasta al describir que la inmigración española venida desde los años 50, 60 y 70 fue un “instrumento involuntario de colonización lingüística”. Es un error tildar a cientos de miles de personas que se sienten catalanas de una manera u otra de “colonos”. Aunque fuera cierto. Levanta ampollas y transforma en antagonistas a los que pueden ser aliados y activistas del catalanismo. Ese error es táctico. Si tu mensaje quieres que sea entendido lo primero que tienes que intentar es que no se levanten barreras emocionales entre quienes lo tienen que entender. Dar patadas en la boca en la identidad de tu interlocutor no es la mejor manera para que te escuche.
Además el uso del lenguaje ha de ser muy cuidadoso cuando estás intentando explicar algo tan complicado y complejo como que mantener el statu quo y el pacto actual puede terminar matando el catalán, entre quienes su percepción es la contraria. Para los que hemos adoptado el catalán y venimos de entornos donde predomina el castellano, vemos que nuestro entorno y en nuestro uso habital el catalán ha ganado terreno. No somos conscientes de la minorización que sufre de la misma manera que los sociolinguistas o que los hablantes más nucleares de la lengua. No percibimos la degradación de la calidad de un idioma porqué carecemos de esa percepción de matices al no ser nuestro idioma materno. Koiné nos habla de una realidad que nos cuesta reconocer.
Pero también cuestiono que la migración de los 50 y 60 fuera colonial de ningún tipo. La migración de personas del resto de España durante los años 50, 60 y 70 no se puede calificar de proceso colonial dirigido. Los colonos ocupan las mejores tierras, los mejores trabajos, desalojan las clases medias y dirigentes locales y las ocupan ellos. Los colonos tienen el apoyo del estado colonial detrás. La migración de los 50, 60 y 70 no fue planificada, fue migración económica sobrevenida y en el mejor de los casos la actitud del gobierno franquista fue ambigua. Alcaldes y autoridades de origen que fomentaban la migración hacia Madrid y Catalunya y autoridades locales franquistas en Catalunya que fomentaban todo lo contrario. Los que vinieron en los 50 y 60 a Barcelona sufrieron por parte de las autoridades franquistas de deportaciones, marginalidad, situaciones de irregularidad legal, persecución, se les derribaban sus viviendas, se les aparcaba en barrios de barracas y se les explotaba por parte de esas autoridades.
Quien se haya aproximado al fenómeno de la dura migración de los 50 y 60 conocerá historias de personas deportadas de nuevo a su pueblo, de personas que se escondían en barrios de barracas para no ser expulsadas, de limbos legales, etc.. que poco tienen que ver con un proceso coordinado de colonización por parte del estado franquista.
Tampoco el realojamiento de esta población migrada se puede definir como un proceso colonial. Los colonos no terminan en barracas y en infraviviendas, no terminan en manos de prestamistas mafiosos, no sufren el estraperlo y el clientelismo local que les somete a la marginalidad. Los colonos no son perseguidos por la policía del estado que les derriba sus viviendas o los trata como ciudadanos ilegales. Eso le ocurre a los inmigrantes económicos, no a los colonos de un estado que planifica la sustitución poblacional.
Los inmigrantes económicos de los 50 y 60 no llegaron para sustituir a las clases medias y dirigentes de Catalunya, sino que la mayoría llegaron primero como lumpen proletariat. El fenómeno del barraquismo y esa marginalidad se propaga de forma tan tardía hasta los años 90 en el que se derriban las últimas barracas de Barcelona. Recomiendo los tres libros de Laura de Andrés (El preu de la fam, vides apuntalades i barraques) que recogen esa realidad.
El franquismo generó el hambre, generó una España aún más atrasada, generó el aislacionismo. En Catalunya un cúmulo de accidentes históricos y geográficos y la presencia a pesar de la represión de una clase media industrial permitió durante el desarrollismo poder crear empleo industrial. Este nuevo empleo atrajo inmigrantes que se morían de hambre en el resto de España. Pero eso no era un plan, de hecho es un cúmulo de fracasos del propio franquismo.
Dificilmente creo que podamos ver en este proceso migratorio un proceso de colonización sino de migración económica. Eso no es óbice para decir que lo que ocurrió en los años 50, 60 y 70 sociológicamente fuera luego aprovechado de forma oportunista por el franquismo. El franquismo y al nacionalismo español vió una oportunidad en esta situación sobrevenida y para destruir la identidad nacional catalana y dejar prácticamente aniquilado el catalán.
Por suerte el franquismo no fue muy eficiente a la hora de aprovechar esta oportunidad. Los ciudadanos de Catalunya del tardofranquismo y de la transición hicieron heroicidades sociológicas. Los catalanohablantes salvaron su idioma como pudieron a pesar de todo, también se evitaron fricciones sociales importantes y durante esos años se creó un “catalanismo” sociológico que fue el fundamento para que en los 80 se pudiera comenzar a construir los instrumentos institucionales que han ayudado a sobrevivir al catalán. Si hoy yo hablo el catalán es por los logros sociológicos de esas generaciones de catalanes que lucharon a la contra del interés del nacionalismo español y del franquismo.
Pero también es cierto que ese proceso dejó disfuncionalidades serias. El manifiesto Koiné también recoge una serie de argumentos a tener en cuenta. Hoy el castellano es la lingua franca social en Catalunya, es la lengua a la que más probablemente deriven las conversaciones cuando hay un nativo catalanohablante y un nativo castellanohablante. La inmigración de los 50, 60 y 70 ha tenido ese efecto a pesar de los esfuerzos de todos.
No podemos negar esas disfuncionalidades, y creo que es bueno que quien crea que el catalán puede ocupar el espacio de lingua franca social o quien tiene miedo de que el catalán siga perdiendo terreno frente al castellano si se mantiene el statu quo pueda decirlo y pueda exponer que ese efecto también es debido a la migración de los 50, 60 y 70.
No podemos condenar a no expresar la visión a nadie porqué va en contra del statu quo lingüístico o negarnos a escuchar una explicación histórica del porqué el catalán está en una situación de amenaza, simplemente porqué cuestiona el relato idílico que nos hemos estado explicando sobre la convivencia lingüística en Catalunya.
Es absurdo negar que el catalán está minorizado, no solo en el ámbito institucional como en la justicia, también socialmente y que la amenaza de retroceso existe. También es cuestionable que esta minorización sea solo por un estado español que legisla en su contra o cuestiona las legislaciones catalanas. La debilidad del catalán por no ser lingua franca social no se soluciona solo por quitar el efecto “estado español” de la ecuación.
El término de “colonización involuntaria” de Koiné es un error táctico y una falsedad histórica, pero el efecto que intentan describir que ha tenido la inmigración castellanohablante sobre la presencia del social del catalán merece ser escuchado. Quedarnos sin observar el bosque porqué el primer árbol que encontramos está requemado y podrido es también un error.
De ahí que la mejor respuesta no puede ser la reacción contra sus formas y quedarnos en ello. El debate que inician es importante y valiente. Es fácil que nos bunkericemos en la defensa del statu-quo y del pacto social lingüístico de los años 80, es la posición más cómoda, pero si estamos en un momento donde queremos construir un nuevo país es bueno abrir los debates y construir nuevos consensos, que tal vez se parezcan mucho a los anteriores o no.
Negar el debate porqué nos es incómodo o consideremos a los ciudadanos como menores de edad que no son capaces de realizar estos debates sociales empobrece. No comparto el monolingüismo oficial de Koiné, mi propuesta es la de no tener lenguas oficiales y regularlo por leyes y reglamentos donde hemos demostrado una especial habilidad de hacerlo bien. Pero me niego a que sus errores dialécticos les inhabilite como interlocutores y a que se les satanice por ello.
No somos colonos, ni voluntarios ni involuntarios, pero los que temen que la cooficialidad de castellano puede terminar matando el catalán tampoco son talibanes ni hegemonistas lingüísticos. Tal vez, en el momento que dejemos de darnos apelativos mútuos, podamos tener un diálogo franco y abierto.
Jo sóc partidari que el català sigui l’única llengua oficial. Quan he vist la notícia he visitat el web del col·lectiu Koiné perquè tenia intenció de subscriure’l, però he canviat d’idea quan he llegit el manifest. Hi estic d’acord en el fons, però -com tu- trobo que en algun moment les formes són incorrectes, injustes i ofensives.
Ho lamento molt, perquè crec que hi ha un tema de fons molt important però que, com tantes vegades fem els catalans, fem veure que no veiem perquè ens resultaria incòmode enfrontar-nos-hi.
Seguramente tenga razón en que ciertas palabras pueden ser problemáticas y sin duda las aprovecharán las fuerzas del imperialismo español. Sin embargo hay ocasiones en que resulta necesario describir la cruda realidad y es difícil hallar palabras menos crudas.
Los catalanes castellanohablantes no son una comunidad invasora, es evidente: son catalanes. Eso no quita que su llegada a Cataluña supusiera objetivamente un proceso de colonización dada la dimensión de la ola inmigratoria, sin necesidad de valorar su instrumentalización política (con Franco vivo o muerto).
Las Américas no fueron colonizadas por la jet-set hispana precisamente. El argumento sociológico no tiene sentido. Colonizar es poblar, simplemente. Así como puede significar también un proceso político y económico imperialista, al margen de dinámicas migratorias. En Cataluña se dan ambas cosas, y señalarlo no implica identificar el instrumento con el causante.
Ni los inmigrantes llegaron para asentarse con ánimo colonizador, ni los castellanohablantes participan en masa de una voluntad imperialista española. Sin embargo tampoco hay que esconder bajo la alfombra lo desagradable: decenas de miles de catalanes castellanohablantes NO se sienten catalanes, manifiestan sentimientos de rechazo, hostiles o indiferentes a lo catalán en el mejor de los casos, e incluso actuan socialmente con abierta agresividad política, linguística, cultural. Estas personas, a menudo familias enteras, actuan como colonos y colonizadores sin la menor duda. Hay que denunciarlo porque es así. Basta de miedo heredado de la represión. Tenemos que denunciarlo todos: catalano y castellanohablantes por igual, porque como catalanes nos agreden y perjudican a todos.
En cuanto al estatus de cada lengua lo de menos es la oficialidad. Lo que está destrozando el catalán no es que sea oficial el castellano. Es el bilingüismo masivo obligatorio, que es distinto. El castellano puede ser oficial, se pueden respetar del todo los derechos e igualdad de los castellanohablantes sin imponer el castellano al conjunto de los catalanohablantes.
Se trata simplemente de facilitar el uso y aprendizaje del castellano sin imponerlo. Que la lengua sea oficial como el catalán si se quiere, pero su aprendizaje escolar optativo. Se trata que a la larga exista un amplio sector de población catalana que hable fluidamente las lenguas que sean, menos el castellano. Esa es sociolinguísticamente la única situación que puede frenar la enorme erosión de la lengua catalana por la castellana.
El castellano está colonizando el catalán como un cáncer sintáctico, lexical, etc. Esa es la cruda realidad. Los catalanohablantes de hoy hablan un catalán claramente peor que hace 40 años. Es un proceso de dialectalización y en último término sustitución linguística que la impotente política linguística de una Generalitat autonómica nunca podrá enderezar. Es imposible y además hay en España la voluntad que sea imposible. Lo consagran la Constitución y una mentalidad estatal que, desde 1978, se ha paseado el único precepto constitucional que una democracia madura debía aplicar en materia linguística: el respeto y especial protección a la diversidad de lenguas y culturas distintas de la de expresión castellana. En lugar de promover la igualdad se ha mantenido y promovido la subordinación al castellano y a la España de expresión castellana geográficamente (que Iu Forn llama “Madrid concepte”).
Hemos llegado así al punto históricamente decisivo en que, o nos liberamos del imperialismo español, o la cultura catalana está condenada a entrar en fase terminal al condenar su lengua a un deterioro fatal.
No hay que tener miedo a las palabras sino a la realidad. Cataluña es mucho más colonia hoy que Gibraltar. El destino político de ambos se jugó en la misma partida de la Guerra de Sucesión, se formalizó en el Tratado de Utrecht contra la voluntad de catalanes y gibraltareños. Sin embargo el Reino Unido reconoce desde hace décadas la voluntad política de los gibraltareños, a diferencia de España, que no reconoce el derecho de los catalanes a decidir sobre su futuro, ni reconoce siquiera Cataluña como nación. Peor: España agrede Cataluña a diario cada vez más desde el fin de la dictadura. En los medios de comunicación, en los tribunales, en la legislación, financieramente y de todas las maneras posibles. Saboteando nuestra economía, con una permanente campaña de desinformación y odio, etc.
Es hora de que los catalanes de lengua castellana tomen plena conciencia del ataque mortal al que España nos somete. Es hora de que se enorgullezcan también que, a pesar de dicho ataque Cataluña siga al frente en la mayoría de aspectos como sociedad desarrollada, desde la ciencia y la industria hasta los deportes, pasando por la solidaridad, la convivencia y tantas otras cosas, incluída la evolución democrática.
Es hora de que todos los catalanes, de la lengua que sean (y son multitud), tomen conciencia del tesoro -social, no económico- que hemos conseguido construir a pesar de todo y de que nos jugamos su continuidad. Es hora de tomar conciencia también de la gran insuficiencia de dicho tesoro y nuestra obligación de expandirlo: millones de catalanes viven en situación de pobreza o sufren serias dificultades personales o familiares.
Es hora de decir adiós a España y desearles la mejor suerte. Estamos para ayudar todo lo que podamos, pero no más.
Gràcies per aquest article que és una molt bona contribució al discurs de la plataforma, i gràcies per sumar-te a la denunciar allò que dia rere dia fa que es perdi el català en la societat catalana.
Malgrat que la nostra postura no és la mateixa en el tema de l’oficialitat de la llengua (i hauré d’aprendre a saber defensar-la millor), és cert que, com bé han sabut veure el grup Koiné, l’arrel del problema és el discurs “bilingüista” que ens fa abandonar la llengua pròpia del país per la major, el castellà, i no el tema de la oficialitat del català.
Salutacions cordials!
Benvolgut José, la frase “instrumento involuntario de colonización lingüística” no significa que els immigrants que van arribar a Catalunya en les diferents onades migratòries fossin colons. Això no ho diu enlloc. La frase diu el que diu i no el que alguns li fan dir o hi llegeixen per prejudici o per lectures malèvoles o interessades. La frase significa exactament que van ser utilitzats, en la majoria dels casos sense que ells en fossin conscients, com a instrument de colonització. Per això parlem “d’instrument involuntaria de colonització lingüística”. El colonitzador era un altre, era l’Estat espanyol. En aquest cas, van ser tan víctimes els que van venir com els que ja hi eren. Només parlant clar i dient les coses pel seu nom amb precisió ens podem entendre i intentar construir un país nou i millor entre tots.
Nosaltres no diem enlloc que els immigrants fossin colons, ni que els immigrants fossin els culpables de què es perseguís el català. De debò, com dius tu molt bé, cal ser molt curós amb el llenguatge. Cal ser-ho sempre, tant a l’hora d’escriure com a l’hora de llegir i interpretar.
A ver…creo que hay un matiz muy clave del manifiesto que es importante no confundir.
El manifesto no tacha a los inmigrantes de décadas anteriores de “colonos”. Se dice que fueron instrumentalizados, aprovechados si quieres, para a favorecer el proyecto nacionalista español en contra de su voluntad. Es una tendencia con mucha tradición de la derecha nacionalista española que sigue hasta el día de hoy.
Se les denegó la oportunidad de aprender el catalán a la vez que el Estado obligaba a los catalanohablantes a aprender el castellano. Cosa que hizo necesario el castellano, no ya sólo por la represión franquista, sino para entenderse con sus vecinos que no tenían la posibilidad de aprender la lengua del país. Lo cual permitió una situación de sumisión lingüística y cultural ante Castilla y el castellano, anomalía que siguen practicando muchos catalanes hoy en día, tal como consagra la legislación española.
Por otro lado, desde la derecha española se justifica cualquier tentativa de frenar el ascenso del catalán con la defensa de esta supuesta comunidad de monolingües (eternos) españoles. Lo hizo Jimenez de los Santos en su día, al igual que lo ha hecho Rivera embanderando su oposición a la inmersión lingüística en una “defensa” de los castellanohablantes, que ellos estereotipan como una etnia barriobajera, pobre, poco culta y discriminada. Cuando lo hacen instrumentalizan a toda la comunidad lingüística por una causan que en muchos casos no es ni siquiera suya. Reconocer este hecho no creo que socave la harmonía social. Al contrario, permete airear la verdad, como el hecho de que muchos de esos “abuelos” ayudaron a impulsar la inmersión lingüística. Y cuanta más verdad en este país, mejor, ¿no?
En Cataluña hay miles de catalanes (de origen autóctono o no) cuya visión y actitud política con respecto a Cataluña es perfectamente colonial. Muchos de lengua catalana, aunque la mayoría lo sean de lengua castellana por circunstancias de filogenia anecdóticas a estas alturas.
No son exactamente colonos pero sí colonizadores. La mayoría, lógicamente, ni siquiera se sienten catalanes aunque se reivindiquen como tales (de lo contrario se sabrían algo deslegitimados en sus afirmaciones y su actitud política). Les da igual ser catalanes que murcianos, cacereños, sorianos, turolenses, cántabros, albaceteños o granadinos.
Sin embargo, no son el problema. Lo es el Estado español: su clase dirigente, sus medios de comunicación, sus leyes, su poder judicial, sus instituciones (desde la RAE hasta la Federación Española de Montaña, pasando por el Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional, la Casa Real, las Fuerzas Armadas, la Conferencia Episcopal, etc).
Ese problema no tiene solución. Es intratable. No corroe el sistema sino que es consubstancial al sistema.
Dentro del Estado español Cataluña y resto de Països Catalans no tienen la menor oportunidad de supervivencia. Es una historia de zapa desde hace siglos que nunca se detuvo.
La única posibilidad de supervivencia como pueblo (a la larga) y como lengua (en el futuro más cercano) estriba en independizarse del Estado español.
La lengua catalana solo puede sobrevivir si se convierte en lengua vehicular y lengua franca del país, en lengua imprescindible en su territorio y con el monopolio de la imprescindibilidad (que ejerce el castellano desde hace 2-3 siglos).
¿Cómo se consigue eso? Pues con total independencia del carácter oficial de las diversas lenguas habladas en Cataluña. Puede ser cooficial el castellano sin problemas. Pueden serlo incluso el inglés, el amazigh, el francés, el punjabí, o el wu. De lo que se trata es que no sea obligatorio su conocimiento salvo que lo exija el ejercicio de determinado empleo.
Se trata de que el nexo de unión de todos los catalanes sea el catalán, no el castellano ni ninguna otra lengua. Se trata de que ninguna lengua concreta otra que la catalana imponga su influencia sobre la totalidad de ciudadanos del país, ni se acerque siquiera a gravitar sobre la mitad de la población de forma cotidiana. De lo contrario dicha lengua, cuya inmensa mayoría de hablantes se encuentra fuera de Cataluña, aislada del catalán, inmune al catalán, tendrá siempre, indefinidamente, la capacidad de atraer a sí misma la lengua catalana hasta disoverla.
Sean oficiales el castellano y las lenguas que se quiera. Garantícese a los catalanes de lengua castellana la libertad y uso natural del castellano en el ámbito institucional. Incluso en el ámbito comercial. Pero debe cesar urgentemente la obligación de los catalanes de dominar el castellano.
Esto se puede hacer de forma gradual. Lo que debe cesar inmediatamente es la imposición del castellano, en la práctica, en la Justicia, y en algún otro ámbito a continuación (como medios de comunicación, cine o etiquetado). Por lo demás se puede durante una generación por ejemplo, reducir el aprendizaje obligatorio del castellano al nivel básico entre los escolares, y a la generación siguiente suprimir su aprendizaje obligatorio (sin perjuicio de facilitarlo al máximo, tanto como el inglés).
En Cataluña la única lengua imprescindible tiene que ser el catalán, como lo es el castellano en Castilla, Cuba o Canarias, el alemán en Alemania, o el islandés en Islandia. Como son todas las lenguas que tienen asegurado el futuro en su territorio. Lo contrario, el bilingüismo en masa, es un engaño de transición (lenta en apariencia pero históricamente rápida) hacia la desaparición de la lengua autóctona o su criollización en el mejor de los casos.
No entraré al debate de la lengua de fondo. Hice una propuesta sobre la no-oficialidad que está en otro artículo.
En todo caso si la intención del manifiesto no era llamar a nadie colono, tal vez el término ha sido un error. Cuando varios receptores (y no soy ni de lejos el único) y especialmente a los que va dirigidos interpretan mal el mensaje del emisor, es problema de este último.