Desde esta bitácora llevo pontificando sobre las bondades de la política 2.0, no hasta el punto vergonzante de algunos que decían que “la vieja política” y el “viejo activismo” estaba muerto. Nunca lo he creido, ni he pensado que “esto era lo más mejor” sino una oportunidad para que las asimetrías que existen a priori entre los que controlan los canales de información mediáticos e institucionales y los que no puedan reducirse y voces alternativas al stablishment y el status quo puedan oirse.

Pero esto no tiene porqué ser bueno de per se. Como dice un compañero de trabajo, internet tiene una cosa buena: está todo el mundo, y también tiene una cosa mala: te encuentras a todo el mundo. Lo que antes eran opiniones marginales que se reunían en un bar para soltar unos cuantos improperios contra los malvados Gnomos de Zúrich hoy tienen foros compartidos, altavoces y se retroalimentan. Internet te pone en contacto con otros frikys que piensan como tú y por tanto no te sientes solo. Tus ideas, por surrealistas, absurdas, poco prácticas, marginales o simplonas que sean suenan mejor si hay alguien que dice lo mismo que tú piensas.

La cantidad no aporta necesariamente calidad, pero sí que aporta la sensación de que uno no es un demente en la soledad de sus propias ideas.

Teniendo en cuenta que el esfuerzo mental y racional que se dedican al ámbito de la política y lo colectivo es mínimo (en nuestras sociedades latinas especialmente), encontramos que hay un montón de personas con ideas poco maduradas, información sesgada (y en muchas veces muy mediatizadas) que se encuentran entre ellos reforzando la propia imagen e ideas que se tienen.

Es cierto que entre tanto barullo hay contenidos de bastante calidad y muy elaborados. Gracias a tipos como los que cito, este que les escribe, ha aprendido bastante. Que el debate que se logra generar en ocasiones es realmente muy enriquecedor. Hay herramientas excelentes de activismo en red ciudadano que han conseguido logros reales y palpables muy importantes, demostrando que acciones en red bien elaboradas y trabajadas con el apoyo de muchos pueden conseguir objetivos sociales importantes.

Ahora bien, estas herramientas se pueden transformar en una turba con antorchas que se lanza a la calle a matar brujas. Campañas que hay ahora circulando en Actuable como esta, donde no se tiene en cuenta si las cifras de las que habla son reales, o las razones de fondo que hay detrás de lo que quieren eliminar.

Como dice Ismael Peña, campañas nacidas en internet con el sentido más acrítico posible se convierten no en una mejora de la democracia participativa a través de que se introduce una mayor deliberación y participación y por tanto mayor calidad, participación y transparencia en las decisiones políticas, sino en una verdadera muestra de oclocracia. La capacidad de realizar clickactivismo (o simplificar el activismo social a realizar unos pocos clicks de ratón) tiene, no solo límites de eficacia claros, sino que también pueden ser tan solo comportamiento de masa acrítica enfurecida.

Disclaimer: Con esto no quiero indicar que el activismo social en red sea negativo o algo a combatir. Este ha llegado para quedarse, no hay más remedio que aceptarlo. Pero no solo eso, el activismo en red permite que buenas iniciativas, que han mejorado la calidad de vida real de los ciudadanos y han logrado cambiar decisiones políticas y empresariales, tiren adelante y que sin ese activismo no se hubiera logrado. Sigo creyendo que el mero hecho que hoy sean visibles campañas y acciones oclócratas y mensajes acríticos, permite realmente identificarlos y poder responderlos por parte de movimientos sociales y activistas con ganas de que se produzca esa deliberación colectiva. Aunque a corto y medio plazo la oclocracia va a copar buena parte del activismo que se haga en la red, a largo plazo adquiriremos habilidades que nos permitan filtrar los mensajes demagógicos, con menor valor añadido y basado en lugares comunes. Hemos sido capaces de separar el grano de la paja en cuanto a contenidos políticos y solo los blogs políticos con contenidos madurados y elaborados por los propios autores logran sobrevivir con un número decente de visitas dejando aislados los blogs y mensajes que son solo pura consigna. He de creer que seremos capaces por el mero hecho de la reiteración de interacciones y la capacidad de los ciberactivistas con ganas de profundizar y matizar que las campañas y mensajes que irán determinando el futuro activismo social en la red sean los de calidad y de mayor capacidad deliberativa.

Si no fuera así, estaríamos desaprovechando colectivamente una nueva oportunidad histórica.