En el primer artículo de esta serie establecía una descripción del proceso intuitivo que realizamos para valorar el riesgo en montaña, pero para ello hay que conocer un poco los riesgos concretos a los cuales nos enfrentamos. En este y los siguientes artículos de esta serie expongo algunos de los riesgos parciales que me he acostumbrado a contemplar en la alta montaña. No pretende ser una lista exhaustiva, ni tampoco intenta exponer la alta montaña como una actividad heroica.
Muchos de estos riesgos tienen una probabilidad muy pequeña de producirse o los peligros tienen consecuencias menores (una hipoglucemia se puede resolver parando y comiendo un poco), incluso algunos no existen en muchas de las ascensiones (si no cruzamos un glaciar dificilmente podemos caer por una grieta de un glaciar), por tanto los riesgos se han de ponderar.
No sólo eso, los riesgos evolucionan de forma dinámica por las circunstancias orográficas, ambientales, nuestro estado físico, etc… Por ejemplo, un día soleado en una bonita ascensión de alta montaña estival donde hay una excelente visibilidad y tanto la cima como el camino de ascensión se ve claramente tiene un riesgo de pérdida bajo (más que aceptable), si de golpe se cubre todo con niebla este riesgo habrá aumentado sensiblemente. Por tanto los riesgos asociados a los diversos peligros se han de ir ponderando contínuamente y no descartarlos en ningún momento.
Algunos riesgos pueden ser reducidos ya antes de salir de casa (una buena planificación, llevar el material adecuado) y así lo indicaré. Agrupo los riesgos según la tipología de peligros comenzando por los riesgos de caídas:
Peligros de caídas:
– Pasos de dificultad técnica. Es evidente que el punto donde más exposición se tiene al hacer una cima es ante cualquiera de sus pasos técnicos. Es ahí donde le progresar es técnicamente más difícil, hasta el punto de que a los niveles más altos se requiere el uso de cuerdas y material para asegurar. Las dificultades “normales” en pasos técnicos en la mayoría de vías que no son puras de escalada no superan el grado técnico IV (sería el grado más fácil de la escalada deportiva), y que la mayor parte de las cimas pirenaicas se pueden acceder con grado técnico II o menos por sus vías normales. Aún así, hay algunas cimas, que al encontrarse en crestas o por su dificultad intrínseca, la vía “normal” es superior (por ejemplo el Cervino en su normal alcanza utilizando las cuerdas fijas grado III). Otras veces afrontaremos una travesía o una ruta y nos veremos afrontando pasos más complicados. Al diseñar una ruta, el paso técnico es algo que miro, a pesar de que es una indicación y NO HAY PASO TÉCNICO IGUAL. El II grado de la Chemineé del Canigó para mí fué mucho más asequible y agradable que el I+ o II- de la Punta Sabre por el estado de la roca. Pero los grados de dificultad técnica en escalada nos sirven de indicador para comparar pasos determinados de una forma más o menos objetiva y que obvia apreciaciones subjetivas como “el patio” o “el miedo”. Como dije en el primer artículo, yo prefiero limitar las rutas a vías que tengan II o II+ o bien si hay algún paso de III contar con alguien del grupo que sepa asegurar y llevar entonces algo más de material. Aún así, he afrontado pasos de III “a pelo” cuando la necesidad lo ha requerido o porqué lo he visto seguro, no es malo, pero de partida prefiero que no. Ahí es donde dejo mi margen de seguridad. Si me encuentro que la vía incluye pasos de IV, ni me lo planteo, por mucho que en deportiva haya subido hasta un V-, no tengo nivel ni técnica para afrontar un IV con mochila y los seguros “menos seguros” de una escalada alpina, además que lo pasaría demasiado mal y la montaña hay que disfrutarla!!. A todo esto hay que añadirles los factores que incrementan el riesgo. Un paso técnico sencillo como la grimpada final de la Punta Alta que no es más que un II grado corto, debido a que había hielo en la mayoría de puntos de apoyo y había que mirar muy mucho por donde poner los pies creció su dificultad al III. Una buena nevada puede facilitar algunos pasos muy sencillos (tapar las dificultades de un I o hacer una arista más transitable en el caso de cimas muy altas en los Alpes), pero en la mayoría de los casos incrementa la dificultad técnica al tapar puntos de apoyo o hacerlos más peligrosos, o incluso hacernos progresar por terreno mixto de roca y nieve/hielo con crampones, un cálculo pesimista indicaría que hay que considerar los pasos como 2 niveles más altos (un paso de II sería como un IV) o como un nivel más alto (podría subir la Chemineé del Canigó en invierno copada de nieve siempre que no esté muy transformada en hielo o tenga libre la mayor parte de apoyos, ya que sería un III sencillo). No hablemos si la roca está mojada o está lloviendo. Pasos insignificantes como el I+ del Pedraforca entre el Puguillón superior y la enforcadura eran un reto por estar la roca muy mojada por haber caído una lluvia reciente. A pesar de que los pasos técnicos son los que más peligro puntual comportan, en el fondo si se tienen en cuenta ANTES de salir son los que menos peligro nos van a exponer ya que estaremos prevenidos, traeremos el material necesario, o los evitaremos, o buscaremos una vía más sencilla o haremos otra ruta si ese día está lloviendo. Por eso, si no eres un crack de la escalada y llevas siempre el material y compañeros de cordada como tú, antes de subir cualquier cima léete una reseña, diseña una ruta que esté adecuada al nivel de dificultad técnica en el que te muevas seguro. Si lo haces así, y tienes en cuenta las dificultades extras debidas a la metereología o el estado de la roca, el riesgo lo mantendrá siempre del límite aceptable.
– Exposición de la vía: Mientras que clásicamente la dificultad técnica del paso clave para subir una vía ha servido para calificar la dificultad de la ascensión, se ha obviado otro aspecto que conlleva muchos más accidentes que los propios pasos técnicos, y es la exposición de la vía. O sea, lo que los escaladores llaman el “patio”. No es lo mismo subir la Cheminée del Canigó (Poco Difícil -), que subir por la normal del Bachimala (Fácil superior) que no deja de ser una cresta muy expuesta y donde hay que poner un poco las manos. Aún así, si alguien me pregunta donde hay más riesgo de caídas: en el Bachimala, indudablemente. Aunque en la Chimenée hay que subir o bajar con ojo, en la cresta es donde la caída puede ser más peligrosa: un error a izquierda o derecha y vas al vacío durante cientos de metros. La exposición de la vía es algo que crece según la timba que hay, si esta es sólo de un lado y no del otro, el estado del paso: puede haber una timba impresionante a lado y lado pero un camino ancho de 1 metro, o estar expuesto sólo por un lado a un barranco de 30 metros, pero tener que caminar por un filo de 30 centímetros de ancho, y de la longitud en la que se está expuesto. Por decirlo de alguna manera a igualdad de fuerzas, equipo y técnica un alpinista tendrá mayor probabilidades de tropezar y caer en vías expuestas que sean más largas, con el paso más estrecho o complicado, y si está caminando por una cresta expuesta por los dos lados que sólo cuando hay un barranco a uno de ellos, y el accidente será más grave cuanto mayor sea la caída potencial. Normalmente las reseñas no cuantifican este riesgo, indican “un tramo de cresta bastante expuesta” y nosotros tenemos que interpretarlo en el mapa y luego en el terreno. Si tenemos demasiado miedo, vértigo, sopla viento de lado, la roca está mojada, hay niebla que no nos deja ver por donde ponemos bien el pie, la roca está descompuesta y no nos inspira confianza, estamos demasiado cansados y por ello tropezamos o no sabemos agarrarnos y progresar bien, si hay tramos con nieve o hielo que lo hacen más peligroso, etc… la sóla exposición de la vía puede ser, combinado con otros factores o con el puro azar (incluso los mejores atletas alguna vez tropiezan) pueden ser suficientes para que se produzca una caída. Una forma extra de reducir el peligro es equiparse para progresar con más seguridad, ir en ensamble (y saber cómo ir colocando la cuerda) en una cresta sencilla, equipar un tramo concreto del que no nos fiamos con cuerda, etc… ayudan a reducir el peligro a niveles más bajos. Como mi capacidad de asegurar con material es bastante rudimentaria, y en general no siempre subimos el material de escalada, suelo evitar los pasos expuestos cuando las condiciones que veo “in situ” no me convencen. Evité subir al Punta Llardana a primera hora y esperé 20 minutos a que el verglass se deshiciera, o en el Pic d’Arinsal nos dimos la vuelta en mitad de la cresta porqué la ventisca y la nieve nos impidió hacer cima (nos quedamos a 20 metros): no veíamos la cima, había un fuerte viento lateral y además la nieve estaba mojando la arista y formando placas de hielo. En general en los pasos expuestos en condiciones buenas, como siempre me dan algo de miedo y sensación de altura, pongo mil ojos y atención y es de esta manera que los afronto con el nivel de riesgo que considero razonable.
– Estado de la roca y desprendimientos. Si la roca está en mal estado una vía incrementa su peligrosidad. Por un lado la roca se puede desprender bajo nuestros pies y provocarnos una caída, o nos puede caer una roca desde arriba y causarnos daños. Por tanto es importante atender al estado de la roca tanto en casa (las reseñas suelen indicar si la roca está descompuesta o pasaremos por una tartera), como “in situ” para tomar las mejores decisiones. En caso de preveer algún paso técnico (incluso muchos de los más transitados en zonas que se considera que la roca está firme) es bueno llevar casco para reducir el peligro de que una piedra nos abra la cabeza (aunque hay piedras que ni con casco) ya que estaremos durante algún tiempo pegados a una pared con gente que también está progresando y que puede tirar rocas sin querer.