En este post elaboraré un pequeño modelo de como las sociedades pueden alcanzar equilibrios sociales que sean soluciones subóptimas. Me basaré en un pequeño mecanismo de la teoría de juegos para establecer como se alcanzan equilibrios sociales y por otro lado definiré algunas posibles situaciones de equilibrio. Cuando defino soluciones subóptima expreso que son soluciones institucionales, legales y sociales que tienen un equilibrio social (es una en la que todos los actores sociales ganan) pero que existe otras soluciones institucionales, legales y sociales que dan un beneficio mayor a todos los actores. También intentaré resolver una paradoja que sorprende a sociólogos y economistas, y es el porqué las sociedades en las que hay más confianza interna producen sociedades que producen mayor riqueza o viceversa.
Comenzamos con el pequeño juego social.
Imaginémonos una sociedad con dos actores sociales, estos pueden representar “clases sociales” y no tener portavoces claros, pero sí claras posiciones que puedan ser observadas en encuestas de opinión, o tener representates directos (por ejemplo, sindicatos y patronales). Simplifico a dos, pero se podría modelizar para N actores sociales o incluso a N ciudadanos.
El juego será de coordinación, en un ámbito social, por ejemplo relaciones laborales, o que tipo de código penal, o que nivel de control sobre la actividad económica deseamos, si uno de los actores toma una posición igual a la del otro actor social, ambos ganan, si no es así, ambos pierden. Por poner un ejemplo, en relaciones laborales si los sindicatos se encabezonan en que el crecimiento de salarios tiene que ser constante en un 5% al año, da igual como funcionen otras variables económicas, y la patronal se encabezona en que ha de mantenerse igual a cero, ambos actores pierden: no se alcanzan acuerdos, no se establece un mecanismo de coordinación de salarios y tanto los actores sociales pierden credibilidad ante sus representados como se incrementa el conflicto (huelgas, lock-outs, despidos, etc…). Por tanto los actores sociales tienen la necesidad de coordinar sus demandas y ofertas. En el caso del código penal podría ser que los juristas creyeran en un sistema de reinserción y en cambio los legisladores apostaran por un sistema púramente punitivo. En ambos casos, los legisladores harían leyes en un sentido y los juristas la interpretarían en el contrario, saboteándose mútuamente.
Es indiferente el ejemplo que queráis utilizar, el modelo intenta simular que la falta de coordinación en un aspecto social lleva a una pérdida para los actores, la coordinación en un beneficio. Además que esta coordinación no es en un acuerdo concreto, sino en una cultura general sobre ese aspecto social. Para entendernos, una sociedad que cree tolerable un cierto nivel de fraude fiscal de bajo nivel, si todo el mundo apuesta por ello, todos ganan. Los legisladores porqué ya compensarán ese fraude fiscal vía otros impuestos más fáciles de recaudar, los que pagan impuestos porqué compensarán las subidas que les hagan, etc.. Si en cambio uno de los actores no lo hace ambos pierden, los legisladores sangrarán más de lo deseado a los ciudadanos (y por tanto perjudicarán a la economía en una medida superior a la que ellos calculan) y los ciudadanos pagarán más impuestos de los que deberían, o bien, los legisladores recaudarán menos impuestos de los calculados y no podrán dar los servicios a los ciudadanos en la medida que habrían calculado. El equilibrio refleja una cuestión cultural dentro de esa sociedad, que se refiere a una serie de creencias, valores, etc.. que se reflejan en las leyes e instituciones.
Situaciones de equilibrio, situaciones de desequilibrio y equilibrios subóptimos
En el modelo, también hablaré de diversas situaciones de equilibrio posible. Hay equilibrio si por ejemplo, sindicatos y patronales creen que una subida constante de salarios del 2%, sin tener en cuenta otros factores económivos, puede ser bueno y eso le proporcionará un beneficio a sus representados, pero en cambio una solución más racional como ligar salarios a productividad o incluso ligarlos a inflación seguramente tengan mayor beneficio para los representados. Por tanto habrá un diagrama de posibles soluciones, muchas de ellas subóptimas pero que son de equilibrio.
Por otro lado, consideraré que las sociedades no son ladrillos inamovibles y que los actores pueden tener cierta perspectiva entre las soluciones. Para describir la movilidad entre soluciones consideraré que hay soluciones que son muy próximas entre ellas y es fácil moverse (por ejemplo es más fácil pasar de un acuerdo de salarios por inflación a un acuerdo de salarios por productividad con correcciones por inflación que entre no negociar salarios sino mantener un crecimiento constante y salarios por inflación), y que la tendencia será a pasar de una solución que consigue menos beneficios mútuos a otra que está al lado en un imaginario mapa de las soluciones posibles. En cambio será casi imposible pasar de una solución que localmente es muy buena, pero que tiene una distancia muy grande con otra mejor y que pasa por alguna solución que tiene o más desequilibrios (por ejemplo, temporalmente un actor social saca más beneficio que la otra) o que tiene un output menor.
Para entendernos, imaginémonos que queremos pasar del sistema de compensación por despido español al sistema danés. En un principo podríamos ir por la vía de crear mayores compensaciones para los desempleados, pero esto se haría a costa de los impuestos de todos (y por tanto afectaría más negativamente a los empresarios), o instaurando un apartado de despidos nulos (perjudicando a los empresarios) o anulando los costes de despido a los empresarios (perjudicando a los trabajadores). Puede que el sistema danés sea mejor que el español, pero ir del español al danés implican pasos en los que uno de los actores sociales pierde, al menos temporalmente. Por tanto será más difícil que otros movimientos, momento en el que introduzco el factor de confianza entre las partes.
Creando un modelo ficticio pero descriptivo.
Bien, ya he presentado las hipótesis, ahora crearé un modelo de posibles soluciones de equilibrio (o de casi equilibrio) que pondré de forma aleatoria en una gráfica en una dimensión con el posible beneficio de coordinarse de ambas partes. Desplegaré 10 posibles soluciones que existen en un determinado contexto social, que requieren cooperación por los actores sociales.
En el diagrama que presento las posibles soluciones, algunas son de equilibrio estable y otras son de equilibrio inestable de tipo I (los dos actores sociales reciben beneficios distintos y por tanto un actor considerará injusta la solución y buscará encontrar otra mejor) y otras de equilibrio inestable de tipo II (los dos actores percibirán que hay soluciones muy próximas que les benefician a ambos más y tenderán a modificar su postura hacia esa solución).
En este caso por ejemplo, las soluciones A, D, E, G y H son soluciones inestable de tipo I y las soluciones C y J son de tipo II. Es decir, el actor social I odiará la solución G (en la que él no gana nada, y en cambio el actor social gana 3) y buscará por todos los medios desplazar a otra solución de coordinación mejor, el actor social 2 odiará la solución A, D, E y H y ambos actores sociales en la situación C o J verán que existe una solución aún mejor con solo pensar un poco y buscarán coordinarse en esa solución.
Recordemos que los actores pierden si alguno de los dos actores no opta por la misma solución que el otro, por tanto un actor puede considerar “romper la baraja” y no coordinarse con el otro actor. Por tanto las situaciones injustas no se sostendrán en el tiempo.
“Path dependence” o la dependencia de la situación inicial.
Se pueden describir con bastante acierto los tipos de legislaciones y modelos sociopolíticos en base a regiones culturales, de ahí que sea bastante útil la descripción de los cuatro tipos de estados del bienestar que indica Esping-Andersen para las sociedades más avanzadas en estados del bienestar familiaristas, corporativistas, liberales y socialdemócratas, que además coinciden con varias esferas culturales occidentales: países del mediterráneo, países del centro de Europa, países anglosajones y países nórdicos.
El hecho es que en un modelo como el que he indicado solo hay 3 soluciones de equilibrio real. En la situación A o C, los actores tenderán a moverse en la B. En la situación B mirarán hacia un lado y otro de las soluciones sociales e institucionales que les son más próximas y verán que cualquier movimiento en un sentido u otro produce resultados peores para ambos. En la situación D, el actor 2 la considerará injusta y forzará “rompiendo la baraja” a que el actor 1 modifique su postura de negociación, con más probabilidad a la E ya que es donde no pierde, pero que luego ambos actores encontrarán la F es mucho mejor. En la postura G el actor 2 que no gana nada por coordinarse romperá la baraja y forzará a pasar a una opción F, que además, el otro actor la aceptará como mejor ya que la considerará más beneficiosa, si en cambio está en la situación H es ahora el actor 1 el que no gana nada y rompiendo la baraja forzará a cambiar a la solución I. En la J ambos actores verán que la solución más próxima (la I) es mejor y se moverán a ella.
Lo cuál viene a definir que la situación de partida es determinante en que solución se alcanza. Por ejemplo, si se parte de A, B o C se tenderá a la solución B y allí se quedará estable. La situación D, F, E y G darán como resultado que la situación de más estabilidad es la F, y si se parte de H, I o J la solución que se establecerá será la I.
La situación de partida puede venir, por ejemplo, por factores culturales, históricos, sociopolíticos, etc.. De ahí que países que vienen de tradiciones culturales o sociopolíticas distintas tengan soluciones institucionales algo distintas. Algo que no es una idea peregrina mía, puesto que la influencia en la economía de las reformas protestantes es algo bastante estudiado, o el paradigma de los cuatro estados del bienestar de Esping-Andersen no es un invento que me saque de la manga.
Atascados en una solución subóptima
Imaginémonos que somos una sociedad que ha alcanzado el equilibrio I o el B, ambos dan un output inferior al F. El resultado lo vemos a lo largo del tiempo en el que las sociedades que han tomado como solución institucional la F son mejores, progresan más económicamente, socialmente, culturalmente, etc.. Nosotros también vamos avanzando (tenemos una solución de coordinación y si realmente fuera nefasta la hubiéramos abandonado) pero no somos tan buenos como nuestros vecinos. Realmente pasar de la I a la F o de la B a la F sería lo mejor que podríamos hacer, pero el problema es que los pasos que nos llevan nos pasan a situaciones o injustas (un actor gana mucho más que el otro) o incluso situaciones peores. Asumir ir de la B a la F implica 2 pasos en los que todos los actores van perdiendo paulatinamente para luego recuperar en dos pasos más, además de asumir dos situaciones injustas.
Por tanto los actores tendrán incentivos para el inmovilismo, a pesar de que podrían, incluso conocer, por análisis comparativo con otras sociedades, que la solución F es mucho mejor. Además las sociedades suelen ser bastante coherentes y si los actores sociales han encontrado una solución de tipo “B” en el ámbito del mercado laboral, seguramente es porqué en general encuentran soluciones del tipo “A”, “B” o “C” en aspectos como que tipo de estado del bienestar tienen, o que tipo de fraude fiscal social y corrupción toleran. Por tanto sociedades que tienen en general soluciones coherentes con la F en otros ámbitos sociales tenderán con más facilidad encontrar soluciones de tipo F en un ámbito social en el que busquen mejorar.
Por otro lado los que están atascados en la solución de tipo “B” les espera también un camino difícil para llegar a la solución F, les lleva aceptar pérdidas conjuntas y luego una fase de confianza entre un actor y otro hasta llegar a la solución F. Si los pasos se hacen muy lentos o no hay confianza entre los actores tampoco se darán. Además los que están atascados en una solución de tipo F, por la leganía a su solución la del modelo F puede o que no la conozcan, o la consideren totalmente ajena a su cultura y la rechacen, o simplemente inalcanzable asumiendo tantos pasos “a pérdidas”.
Como salir de la solución subóptima y alcanzar una solución mejor
Si analizamos esta gráfica arbitraria, vemos que por ejemplo, para pasar de una solución I a una F, primero requiere un gran sacrificio del actor 1, asumiendo que el actor 2 lo hará después y confiando en él para luego pasar a la F. Para ello es necesario 4 condiciones: que el actor 1 confía en el 2 y que esta confianza no es violada, que el actor 2 confía en el 1, y luego, que ambos actores conocen totalmente los costes y los beneficios de cada una de las soluciones, que el pasar de una solución a otra no se prolonga mucho en el tiempo ya que si por ejemplo pasar de la solución H a la G durara décadas, al final el actor perjudicado decidiría romper la baraja y se volvería rápidamente a la solución I.
Por tanto requerimos que las sociedades sean capaces en que sus actores tengan un alto nivel de información de las posibles soluciones, confíen mucho entre ellos y que la capacidad de moverse y aplicar reformas institucionales sea relativamente rápido.
Algunas predicciones de este modelo
La confianza genera riqueza (o sea soluciones más óptimas), o viceversa.
Los países con más confianza tendrán soluciones de coordinación más óptimas que en los países donde no hay esa confianza. Esta predicción está bastante comprobada, hay una fuerte correlación entre el PIB por cápita de un país y la confianza que declaran sus ciudadanos que tienen entre ellos. Los daneses confían mucho entre ellos, y además que eso les hace no gastar tanto en pleitos y en leyes que prevean el fraude (y por tanto hace ágil cualquier interacción social), son muy ricos. Podéis ver esta correlación bastante estudiada aquí, y es de donde saco la gráfica que representa la confianza declarada entre los ciudadanos y el PIB por cápita.
La paradoja de estos estudios es que no se sabe dilucidar si es que una mayor riqueza genera más confianza entre los ciudadanos (soy rico y si hago negocios con otro rico no tendremos tantos incentivos para engañarnos ya que nuestras necesidades más básicas están cubiertas y prefiero mantener aspectos como la credibilidad, el buen nombre o el prestigio social intacto), o si es que la confianza genera más riqueza. Según el modelo presentado sería indiferente. Las sociedades más exitosas puede que tengan más confianza cultural de origen (el actor 1 acepta bajar a la situación que le perjudica confiando que el actor 2 hará lo mismo en un tiempo razonable) o bien uno de los actores sociales se la ha jugado y ha visto que el otro actor ha respondido, el resultado es una sociedad más rica y que por la experiencia acumulada los actores confían más entre ellos.
Las sociedades con mayor cultura inmovilista serán más pobres
En este aspecto, la lenta capacidad de reformas que tiene España es un ejemplo. En este caso la cultura política parece moverse cerca de soluciones tipo B, y por tanto esto lo contagia al resto (mercado laboral, educación, estado del bienestar, sistema fiscal, política energética, o incluso modelo de estado) y por tanto desplazarse a nuevas situaciones de equilibrio es algo bastante complicado. Parece ser que para diversos aspectos sociales como el comercio exterior donde hay más facilidad para las adaptaciones legales se consiguen resultados mejores o los mercados laborales que con más profundidad se ha reformado de forma pactada parece tener mejores resultados (también es verdad que las reformas a la danesa, finlandesa o sueca no son las que se hacen a la española). El caso finlandés es casi un paradigma de confianza entre actores donde al principio los trabajadores perdieron y luego recuperaron, concrecimientos reales de los salarios y los beneficios sociales. Al parecer las sociedades con más capacidad de hacer reformas profundas consiguen llegar a equilibrios más eficientes.
Los actores con más información podrán conseguir mejores soluciones
La comparación en teoría de juegos sobre la información limitada y no limitada para juegos como este de coordinación, implican que como norma general, los actores con más información sacarán soluciones más óptimas que los actores con menos información. Algo absolutamente lógico, por otro lado. Si alguno de los actores no conoce una solución mejor que la que están aplicando, no tendrá incentivos de ningún tipo para pasar a soluciones más óptimas ya que los pasos intermedios solo suponen pérdidas para él. Lo que ve al otro lado es un abismo de pérdidas y una bruma muy lejana que no sabe donde le llevará.
Conclusión, la cultura importa y no es una caja negra
A diferencia de lo que Roger Senserrich critica sobre algunas de las causas que lastran la economía española no corresponden a aspectos culturales, este pequeño modelo ilustra que esto es posible. Por ejemplo, los empresarios españoles con una mayor cultura de aversión al riesgo tenderán a llegar a situaciones de acuerdo con sus plantillas y los sindicatos o de presión a los legisladores que fomenten la protección de las empresas pequeñas, poco capaces de asumir riesgos. El desconocimiento de situaciones más óptimas de negociación colectiva o incluso la falta de confianza entre los negociadores fijará que la negociación por inflación dure más de lo que sea positivo ya que requiere unos negociadores que confíen más entre ellos, y por ejemplo explica porqué el cambio de la dirección de la CEOE llevó a facilitar el acuerdo de negociación colectiva por debajo de inflación este 2012 y no lo permitió antes. El “path dependence” o el porqué los nórdicos suelen alcanzar equilibrios sociales, institucionales y legislativos más óptimos que los países mediterráneos parece algo bastante coherente.
La objección que Jorge Galindo hace que el argumento sobre la cultura como una variable explicativa de las situaciones institucionales introduce una caja negra, queda un poco aclarado. Es cierto que para cada aspecto social donde se alcanzan equilibrios sociales, institucionales y políticos basados en la coordinación de los actores, requeriría una explicación más detallada (y por tanto un relato histórico y social), y por tanto definir “no podemos mejorar este aspecto de forma sencilla a causa de nuestra cultura” sigue dando una respuesta bastante pobre, el modelo de equilibrios subóptimos que he presentado ayuda a poder presentar cada aspecto social donde queremos introducir el “factor cultural” de una forma un poco más formal y que la aleje de la caja negra.
La cultura es determinante pero sociedades maduras pueden superar esa barrera
Como podemos ver, con un modelo bastante sencillo podemos explicar como diversas sociedades pueden mantener equilibrios subóptimos que vistos desde fuera parecen una locura, como la fijación durante años de la negociación colectiva española alrededor de la inflación, la ley electoral italiana, o el sistema de pesos y medidas imperial anglosajón, pero que se explican bastante bien por este modelo. Esto también otorga una ventana de esperanza para que las sociedades no se queden atascadas en equilibrios subóptimos. Los suecos decidieron un día de la década de los 60 dejar de conducir por la izquierda y pasar a conducir por la derecha, era más eficiente ya que los países con los que hacían frontera conducían por la derecha, y requería que todos los actores (todos los conductores, instituciones, peatones, etc..) decidieran adoptar de forma mayoritaria el cambio. Lo consiguieron. Es decir, una sociedad atascada en un equilibrio subóptimo puede alcanzar un nivel de madurez que la permita, con actores bien informados, con sistemas de reformas institucionales ágiles y con actores que confían entre ellos, ser capaces de pasar a un equilibrio óptimo. A lo mejor, algún día descubrimos que las libras, millas desaparecen o algo mejor, que podemos construir una reforma laboral pactada en la que los agentes sociales confíen entre ellos y que esta reforma nos acerque a Dinamarca o Suecia.