Siempre he dicho que trabajo con gente bastante especial, a parte que el puesto es bastante peculiar ya las personas acrecentan la peculariedad. Tengo la suerte de tener gente de talento cerca mío. Hay una compañera, Laura de Andrés, que a parte de una profesional de la comunicación es escritora. Su primer libro, a caballo entre la novela y el ensayo, “El preu de la fam” (Ara Llibres) es una buena pieza.

El libro relata en forma de novela periodística lo que en el fondo es casi un ensayo la vida en la españa franquista de la década entre 1940 y 1950. Prologado por Paul Preston, indica que la calidad historicista es muy alta. Y hasta aquí la reseña “aséptica”.

Y es que el libro “El preu de la fam” no se puede leer como si fuera un ensayo histórico a pesar de la profundidad del libro. El preu de la fam se vive. Recuerdo que comencé a abrirlo y las primeras 25 páginas son totalmente emotivas, nos traslada mentalmente a la vida de los años 40, a los recuerdos que han quedado labrados en los surcos de las actitudes de esa gente mayor que aún vive que vivió el hambre y el estraperlo. Laura comienza desde la visión de sus abuelos, de los gestos que ella no entendía de pequeña, de esas conversaciones medio esplicadas. Nos traslada poco a poco a las vidas de esas personas que tuvieron que practicar el estraperlo para sobrevivir en el campo, escondiendo un poco de harina, nos explica el extraperlo al por mayor de los grandes terratenientes y los arribistas del régimen franquista. Nos introduce las excelentes lecciones de economía de Estapé sobre la demencia de las cuotas y el control de la producción de los alimentos y productos más básicos por parte del ineficiente, corrupto y totalitario régimen franquista.

Nos habla de aquellas mujeres que iban al campo a conseguir algo de comida, de las que cruzaban la frontera para pasar de contrabando barras de pan, de los saltos en las estaciones de tren. Del dolor del hambre. De aquellos que se enriquecieron y de una época que pocos han dicho algo.

En España sabemos mucho de la guerra civil porqué tiene un tinte épico pero poco conocemos de los primeros años de la postguerra. Del hambre, y sobretodo de la verguenza. Si Stalin condenó a millones de ucranianos a la hambruna con su planificación absurda, Franco condenó a millones de españoles a la misma miseria en base a su absurda autoarquía.

Laura nos habla de cómo los que sufrieron el hambre enriquecieron, para poder tener un trozo de pan que llevarse a la boca a grandes fortunas que hoy esconden como se enriquecieron. Nos recuerda que la España franquista era de vencedores que se cobraron su tributo sobre los vencidos. Nos hace sentir lo que hacían unos adolescentes al pasar pan de gañote, al evitar los cupos.

En definitiva nos hace recordar que no hace mucho en este país se vivía por la locura de un régimen totalitario la misma miseria que hoy vemos en los países más pobres. El libro tiene la virtud que al hablar de él se abren historias familiares.

Yo no sabía que mis abuelos habían guardado parte de la cosecha para alimentar a sus hijos para evitar los cupos y al enseñarle el libro a mi madre esta historia apareció, no conocía la historia de la abuela de mi mujer sobre que se alimentaban con las peladuras de naranja y las recetas que publica Laura en su libro sobre la alimentación de hambruna lo sacó a la luz al conversar sobre ello. La hambruna de los 40 y 50 casi no afectó a mis padres, mis abuelos nunca me hablaron de ella y el único recuerdo que tengo es la actitud de “acabarse hasta la última migaja” lo que había en el plato. No era consciente que el hambre y el estraperlo era parte de la vida de mi familia.

“El preu de la fam” hace emerger millones de historias personales, las pone a la luz, muestra lo que fue la vida y la injusticia de algunos que hoy se vanaglorian de sus fortunas sobre los miserables. Muestra lo que un totalitarismo y la demencia puede producir en un pueblo. Aquí no hay canciones de victorias o derrotas heroicas, no hay ríos que se cruzan de madrugada para enfrentarse a la muerte en manos del fusil enemigo, no hay brigadistas que cruzan la frontera llorando de amargura por no poder ayudar a la república, no hay épica. Simple y llanamente hay gente intentando sobrevivir. El verdadero legado que la memoria histórica ha de intentar destapar.

El estilo es ameno, engancha a las primeras páginas. Es seguramente el libro de divulgación histórica o ensayo periodístico (o a caballo entre ambos géneros) que más rapidamente he devorado, con pinceladas incluso de novela negra, con un estilo fresco pero que no esconde el drama humano, personal, vital y nacional que hay detrás del estraperlo y el hambre.

…y curiosamente el tema del estraperlo y de la depredación de unos pocos sobre la miseria de muchos con la crisis financiera es algo adquiere una extraña actualidad.

Y esto se la dedico a la autora…

En un avión de la Olimpic Airlines a punto de despegar del aeropuerto de Venizelos en Atenas con destino a Barcelona, en un asiento de la clase turista un tipo con pinta de tener la sensibilidad de un ladrillo está llorando a moco tendido, en sus manos sotiene un libro de color negro con las fotos de unos críos bastante pobretones comiendo a manos llenas, al lado su compañera le pregunta “¿Qué te pasa Jose?”, “nada, Laura que me ha logrado emocionar con su libro”. El avión despega, el paisaje es fantástico, pero la vista del lector no se levanta del libro. Ha quedado atrapado por la historia, lo cuál es lo mejor que se puede decir de cualquier libro.