Es curioso como la derecha “civilizada” catalana, en cuanto trata el tema del mercado laboral y la lucha de clases coincide con la peor de las cavernas reaccionarias de la derecha mesetaria. La editorial de La Vanguardia firmada por el subdirector, Alfredo Abián no parece digna del diario que la firma sino del peor de los editorialistas lisérgicos de Gaceta o Libertad Digital.
El contenido es pura demagogia, un contenido que merece un fiskeo, ya que las falacias y argumentos merecen ser desgranados.
La historia de nuestro movimiento sindical ha tenido momentos fascinantes. De entrada, somos el único lugar del planeta donde el anarquismo cuajó entre los obreros, dando lugar a imágenes surrealistas en los años veinte y treinta en las que pistoleros de la Confederación Nacional del Trabajo competían a tiros con mercenarios de la patronal. En pleno declive de la dictadura, las clandestinas y entonces comunistas CC.OO. fueron capaces de ganar las elecciones farsa que organizaba el falangismo sindical. Y con la democracia, llegó la eclosión. Al principio todo seguía siendo voluntarioso. Las reuniones se celebraban en lugares destartalados, fuera del horario laboral, por supuesto.
Más allá del relato histórico que parece añorar (supongo que su visión del mercado laboral les debe gustar ya que le retrotrae a cuando el empresario se le llamaba patrono y se le respetaba como merecían y no había eso llamado cnvenios). Parece que esta época gloriosa es donde desearía que los sindicatos se quedaran, cuando se reunían en lugares destartalados, fuera del horario laboral y todo el trabajo era amateur y voluntario.
El trabajo voluntario está muy bien, tener sedes destartaladas suena muy épico. Pero hoy en día los sindicatos en el mundo son organizaciones serias, con profesionales. Cuando un trabajador tiene un problema no desea que le atienda un tipo voluntarioso fuera del horario laboral, sino un abogado profesional que pueda ir en horario laboral a los juicios que es cuando los tiene, desea que su delegado sindical esté formado y tenga idea de lo que habla y además pueda ir en horario laboral a acompañarle si tiene una reunión con el empresario porqué quiera sancionarle. Desea también que quien le negocia el convenio detrás tenga el apoyo de un economista que le asesore y de un jurista que analice las cláusulas que se apliquen. Un trabajador desea que quien le negocia las cláusulas de prevención de riesgos lo haga con conocimiento de causa.
Supongo que el señor subdirector de La Vanguardia debería también valorar lo agradable que era la medicina cuando la ejercían de forma voluntariosa las curanderas de la aldea a cambio de un queso y un trozo de pan. Cuando no costaba dinero la política porqué las decisiones las tomaba un señor feudal (supongo que depender de un conde debe dejar cierta huella) o cuando la información no requería profesionales sino un tipo que gritaba el bando real. La visión carpetovetónica, casposa y anticuada de la vida que tiene este personaje es curiosa.
Pero todo cambió muy rápido. Los sindicatos se transmutaron en empresas con miles de empleados, a los que también, por cierto, se les aplican expedientes de regulación de empleo.
O sea, los sindicatos incluyeron profesionales entre sus filas, aparecieron abogados en sus gabinetes jurídicos, administrativos que hacen su trabajo, expertos en economía, profesionales de la prevención de riesgos laborales, etc.. y como cualquier ONG que tiene personas asalariadas también tiene que ajustar sus plantillas cuando caen los ingresos cuando los afiliados van al paro y dejan de pagar al sindicato. Yo soy uno de esos profesionales y estoy encantado de trabajar para que los delegados puedan actuar en internet, para mejorar la atención a los trabajadores en la red. Estoy orgulloso de mi trabajo, de que el discurso que más representa a los trabajadores (que no es el que marca la editorial del grupo Godó, no olvidemos, este está más próximo al Círculo Ecuestre) aparezca en la red con más fuerza. Yo estoy orgulloso de ser uno de esos “miles” de trabajadores, me siento mejor, más coherente con lo que soy y con lo que pienso y creo que construyendo un mundo mucho mejor que obedeciendo los intereses económicos puros y duros de un grupo económico-mediático y disfrazándolo de periodismo como hace este editorial.
Pronto contaron con miles de liberados, cuyo sueldo era pagado por la administración de turno o la empresa privada, donde, obviamente, sólo trabajaban para no se sabe qué causa.
El argumento ad-ignorantiam no es un argumento. Si usted como periodista no se ha informado no puede decir que no “sabe la causa”, usted no la sabrá, pero la legislación laboral lo explica, es una utilización generalizada en todo el sindicalismo del mundo occidental. Tenemos que buscar países en vías de desarrollo donde no existen estas horas sindicales, supongo que desea el sindicalismo de Bostwana ya que usted que añora el sindicalismo de sedes cutres y voluntarioso. Los delegados sindicales tienen horas para poder ejercer sus funciones. Porqué el sindicalismo requiere esas horas para que sea efectivo. Porqué el delegado sindical no puede decirle a su jefe “espere a expedientar a este trabajador en horas libres para poder estar presente”, porqué el delegado sindical no puede decirle a su jefe “espere que a medio día podré acompañarle para hacer el plan de prevención de riesgos laborales”, porqué el delegado sin esas horas queda cojo y manco para ejercer sus funciones.
Supongo que usted no sabe que esas horas sindicales que ignora de donde salen, están protegidas por el Tribunal Constitucional y que la Constitución Española las fundamentan. La libertad de prensa y de empresa que usted, supuestamente defiende emanan de los mismos principios y están a la misma altura. Forma parte de la libertad sindical y de la protección de su ejercicio. Supongo que a usted le molesta que los delegados sindicales de La Vanguardia los tenga que pagar. Pero es que gracias a ellos usted se ahorra dinero, bueno, digo usted que no deja de ser un lacayo del propietario, la voz de su amo disfrazada de periodismo, su jefe se ahorra dinero, en reducción de conflictos, reducción de los accidentes laborales, canalización de problemas y negociación que evitan que las empresas tengan pérdidas innecesarias. Usted ignora que las horas sindicales ahorran dinero a las empresas, usted ignora muchas cosas, sobre las cuales se atreve a editorializar.
Pero, sobre todo, los sindicatos pasaron a depender del erario público. Las cuotas de los afiliados no daban para tanta burocracia y recurrieron a subvenciones de todo pelaje, incluidas las derivadas de organizar cursos de formación.
Hay afirmaciones que rallan la difamación, como la última de esta oración. Las aportaciones que hacen los trabajadores para pagar la formación profesional para trabajadores en activo, no son subvenciones a los sindicatos (ya de paso a las patronales que también las gestionan) son finalistas, sirven para hacer cursos y si usted como periodista tiene algo que decir, dígalo claro y no lo insinúe. Si cree que los sindicatos se lo embolsan, denúncielo, porqué sino estará difamando y su frase puede terminar en los tribunales. Pero sobretodo su afirmación es falsa en más de un sentido, los sindicatos españoles son los que MENOS dependen de las aportaciones que no hacen sus afiliados, los sindicatos españoles sobreviven básicamente por las aportaciones de sus afiliados, no como los franceses o italianos que dependen mucho más de las aportaciones públicas, los daneses de la gestión del paro, o los alemanes de la obligación de pagar que tienen los trabajadores para tener convenio. Infórmese, no diga tonterías, se supone que hace periodismo no agitación y propaganda.
Ahora, el éxito parcial de la última huelga no tapa su declive.
Como no puede negar el éxito de la huelga mata al mensajero. Se ha roto el guión establecido, la derecha cavernaria, incluida la “derecha civilizada” catalana se le ha roto su mensaje, ellos ya prevían la huelga general, lo que no preveían era su éxito. Jódase. Lo siento mucho por usted y toda su clase social que creía que podría aplicar su programa de máximos sin que nadie rechistara. Jódase.
Pero es que además de estar jodido está usted desinformado. Los sindicatos no están en declive, al menos en España, el único lugar de la UE, junto Irlanda, donde el sindicalismo ha aumentado sistemáticamente su representatividad de forma sostenida desde los años 80, esos años que usted ve como gloriosos. Infórmese porqué de esto yo tengo una tesina doctoral que confrontarle.
No vale decir que un gobierno de derechas está laminando su oscura financiación. La gerontocracia sindical ha hecho demasiadas cosas mal. Entre otras, mandar a sus piquetes subvencionados a coaccionar a los trabajadores autónomos, de los que nunca se han acordado, o convivir complacientemente con bandas corporativistas que antes eran tildadas de amarillas. Y lo que es peor, ignorar que la única clase obrera que queda es una legión de parados que también sueña con aburguesarse.
- Primera falacia. Aquí nadie se ha quejado que el PP supuestamente recorte la financiación sindical (de hecho esta es proporcional al tamaño de los PGE, si estos se recortan esta decae), nadie desde el mundo sindical ha hecho un gesto de protesta.
- Segunda falacia. ¿Es oscura? si lo es, bastante menos que la financiación y subvenciones que tienen algunos medios de comunicación… como ¿el suyo?, tal vez. Las aportaciones públicas a los sindicatos son claras, publicadas en los DOGC y BOE y de las que puede informar si quieres. Los sindicatos las publican en sus webs, ¿no lo sabía?, claro como de casi todo de lo que escribe en su editorial.
- Tercera falacia. ¿Tiene pruebas de algún delegado de UGT o CCOO? ¿de algún trabajador de estos sindicatos que haya coaccionado a un solo autónomo? Si es así, le acompaño a un juzgado para hacer la denuncia con usted. Mientras, por favor, deje de difamar. O podría mirar como su propia empresa intentó violar el derecho a huelga la madrugada del 29 intentando sacar una edición mediante trabajadores contratados como esquiroles.
- Cuarta falacia. No sé a que “bandas corporativistas amarillas” se refiere. Si es el sindicato de periodistas, al que ahora usted llama amarillo, debe ser, ese que consiguió que los trabajadores de La Vanguardia secundara la huelga. Una huelga que usted intentó reventar por cierto, y que el piquete pacífico de la madrugada impidió que usted la reventara. Bueno, digo usted, porqué está editorializando y no dudo que actúa como voz vengadora de la mano que le da de comer. Amarillismo es no publicar una noticia de una explotación laboral de una empresa importante porqué es el principal anunciante de su diario, amarillismo es recaer en la destrucción sistemática del sindicalismo de clase. Amarillo es su artículo, pero eso no me preocupa, no puedo esperar menos de un artículo demagógico como el que ha escrito.
El problema de todo esto es que los sindicatos se han salido del guión que personas como usted querían que cumplieran, que fracasaran en la huelga general. Cosa que no ha pasado y que lo que más les pica es que sus propios trabajadores se sumaran y que La Vanguardia el día 29 de marzo no saliera.
Como veo la “derecha civilizada” catalana se suma a la más rancia y cavernaria derecha española para marcarse el lujo de difamar alegremente a los sindicatos. Si algo me deja claro su editorial falaz, señor mío, es que los sindicatos aún estamos más vigentes que nunca y que aún seguimos siendo la última línea de defensa del estado del bienestar y de los derechos de los trabajadores. Y visto lo bajo que ha caído para difamarnos, es que aún somos una herramienta eficaz.
Como le digo, jódase aún seguimos existiendo y funcionando.
Esta bazofia llamada La Vanguardia no vale la pena leerla. La cantidad de mentiras y manipulación que contiene es inmensa. Que tantas personas puedan leer eso y soportarlo es una malísima señal.
Hay que decir que llevan un par de días bastante flipantes en LV. El artículo de Juliana sobre la huelga general y Aldo Moro es de ir muy tripiado de LSD.
Lo malo es que algunos de los que lo leen se lo creen. Los educan en la ignorancia, en tragárselo todo. ¡Lástima!
Nunca leo las editoriales de la Vanguardia, pero me ha encantado leer este artículo.