Hay unas cuantas voces de la derecha y de la “verdadera izquierda S. L.” que se suman a un mensaje desmovilizador. Las huelgas generales no sirven de nada. Se basan en los conceptos de que los estados han perdido peso a la hora de definir sus propias políticas públicas, que somos esclavos de los mercados, y que las viejas estrategias de la era industrial ya no sirven en esta sociedad tan postmoderna.

En el fondo, el mensaje venga del ala derecha mediática o de bienintencionados activistas de la “verdadera izquierda S.L.” no deja de ser una forma en que el piquete empresarial está metiéndonos su mensaje: no hagas huelga que no sirve de nada.

El mensaje puede parecer realista, la sociedad postmaterialista ha evolucionado tanto que una huelga industrial no va a tener ningún efecto y es un instrumento que ya no se utiliza. Algo que no deja de ser una falacia. Los sindicatos austríacos han convocado huelga en el sector industrial que ha forzado la negociación salarial que llevaba bloqueada años. Hacía tiempo que los sindicatos austríacos no convocaban una huelga de este calado. Los sindicatos británicos han convocado varias huelgas generales que han frenado una reforma del sistema de las pensiones.

No es una cosa de “latinos” como pueda parecer que se limiten a Grecia, Italia, Francia o España. Las huelgas, y las huelgas generales siguen convocándose a lo largo y ancho de Europa. También en Finlandia, donde por cierto, han aprovado una reforma laboral que mejora la protección de los trabajadores, no como aquí, diversas amenazas de huelga y convocatorias de huelga sectoriales han desbloqueado acuerdos laborales y han forzado a una reforma de carácter progresista.

Por tanto, las huelgas y las huelgas generales no dejan de ser herramientas que utiliza el sindicalismo, incluso el más avanzado y moderno como el nórdico y el centroeuropeo. Y las huelgas generales tienen éxito para tirar atrás leyes o forzar reformas de corte progresista.

Todo se trata si la huelga tiene éxito en su seguimiento y la ciudadanía no asalariada tiene la sensación de que la causa por la que se lucha es justa y por tanto la percepción de apoyo a la huelga general, más allá de su seguimiento real, se extiende.

Lo que sí que sabemos que es inútil y no sirve de nada (o mejor, dicho, empeora la situación) es esta reforma laboral, y quedarse de brazos cruzados como pretende el piquete empresarial. Nadie nunca dijo que las luchas sociales fueran sencillas y que por el mero hecho de convocar una huelga general las leyes cambien, pero si los trabajadores secundan la convocatoria y no se dejan comer la moral por el piquete empresarial la reforma laboral tiene más puntos para ser retirada.