Los países de la periferia europea llevan varios años de conflictos, huelgas generales, manifestaciones, acampadas, etc.. y a diferencia de otros momentos de nuestra historia reciente, esta acción social apenas tiene consecuencias políticas reales. Es más, se han cambiado gobiernos y con la excepción de algunos gestos que ha hecho Monti en Italia, no se han producido cambios en los ejes de la política económica. Tenemos un problema de planteamiento y de “target” al que dirigir nuestra propuesta social.
España, Italia, Portugal, Grecia o Francia (donde hasta Hollande se ve obligado a hacer recortes) no son Islandia en el sentido que la política económica está toda en sus manos. El BCE y la alta política europea ha decidido apostar por el austericidio y ahí seguimos, diga lo que diga el FMI.
Sin quitar responsabilidades nacionales y reformas pendientes que hay que hacer (y sí, yo tocaría la negociación colectiva pero no en el sentido que piensan los de FEDEA sino para conseguir orientarla hacia que los salarios mantengan un acople con la productividad y no con la inflación, pero antes necesitamos una nueva ley hipotecaria que no haga dispararse la burbuja inmobiliaria o entraremos en una espiral de empobrecimiento nuevamente), hay que apuntar a quien mantiene estas políticas de austericidio y de protección sobretodo de los intereses de la banca alemana.
Ya sea desde la izquierda keynesiana o la derecha neoliberal o el liberalismo clásico, las propuestas de solución pasan por medidas que impliquen que Europa en general, la zona euro en particular y Alemania más concretamente, asuma que parte de la fiesta la han causado ellos y por tanto han de pagar parte del pato. Y claro que los bancos alemanes, principales acreedores de los bancos de Inglaterra y España tienen responsabilidad en todo esto. Prefierieron en su momento prestar dinero a los bancos británicos (donde se vive una burbuja crediticia parecida a la de aquí) y españoles porqué ofrecíamos unos intereses más suculentos que los aburridos fondos de inversión alemanes. Esto es capitalismo, si usted ha invertido en algo que es un bluf, jódase.
Pero los altos dirigentes europeos en general, los de Alemania en particular, están utilizando su poder en el BCE y otras instituciones europeas precisamente para paralizar cualquier solución ya que cualquier solución pasa porqué los bancos alemanes pierdan dinero. Si se opta por la solución “izquierdista” de imprimir billetes, que el BCE cubra la deuda nacional permitiendo un margen para recuperarse (y la economía privada española ya es capaz de ello, ojo), o si se opta por la solución “derechista” que implica hacer algún Bail in bancario que hará que los bancos alemanes tengan que cambiar deudas que tienen los bancos españoles con ellos por acciones que tendrán menor valor, o si se opta por la solución “quememos los barcos” de dejar caer algún banco mediano en España (cosa que no recomiendo, ya que la posibilidad de caída en cascada es muy alta), los bancos alemanes también reciben lo suyo.
Al final, por fin, la movilización de este miércoles en la primera huelga general europea (bueno, huelga en el sur de Europa, con manifestaciones en el resto), apunta a donde toca: la alta política económica europea. La huelga general espero que sea la primera de las acciones que se orienta realmente a quien toca. Necesitamos que los alemanes nos apoyen, y para mí es una grata sorpresa y alegría que los sindicatos alemanes, por fin, decidan que los problemas de los trabajadores de los países periféricos de la zona euro son también problemas que tendrán sus propios afiliados y representados y secunden la European Strike.
Pero más allá de lo que el movimiento sindical europeo logre, el resto de movimientos sociales y sobretodo los partidos socialdemócratas europeos, tendrán que aprender a actuar a nivel de la unión.
Por ello, aunque no deja de ser testimonial, que desde Catalunya, una región del sur de Europa, se lance una campaña como “STOP Merkel” (la cuál os invito a firmar) no deja de ser un ejemplo del tipo de acciones que vamos a tener que acometer los próximos meses.