Estos días se mezclan muchos sentimientos y emociones. Pero el que esta noche prevalece es el del miedo. Algunos tienen miedo a lo que pueda decidir el Parlament. Otros miedo a ver a donde nos dirigimos si declaramos la independencia. Otros tienen miedo a lo desconocido. Otros inducen y fomentan ese miedo. Presionan, manipulan, establecen palabras grandilocuentes y nos amenazan con todas las desgracias si se declarara mañana la independencia.
Tengo miedo de estar en manos de una policía política, la policía nacional y la guardia civil, que participa con uniforme de manifestaciones, que difunde mensajes políticos de forma corporativa y que actúa con una contundencia en el terreno injustificada. Tengo miedo de una policía que ha permitido las agresiones fascistas en Valencia y en Palma. Tengo miedo de una policía que hace mensajes belicistas y épicos en sus perfiles en las redes. Tengo miedo de una policía que saluda cuando los ciudadanos les despiden con un “a por ellos”. Tengo miedo de una policía que se cuadra ante personas que no tienen autoridad solo por afinidad ideológica. Tengo miedo de una policía que sale a repartir con las extensibles sin uniforme.
Tengo miedo también de un estado que amenaza, que no le importa judicializar la política, de manipular los tribunales, de violar derechos fundamentales, de acabar con la separación de poderes, de hacer leyes en contra de la libertad de expresión. De un estado que se niega a dialogar, aún a puertas de una declaración unilateral de independencia y con todos los actores internacionales gritando que se dialogue. Tengo miedo de unas instituciones que aceptan la represión a pesar que tanto el comisario de DDHH de la Comisión Europea como el alto comisario de DDHH de la ONU ha pedido que se investiguen. Tengo miedo de un estado que no duda en violar la confidencialidad de la comunicación postal o que amenaza con delitos inaplicables como el de sedición.
Tengo miedo de una oposición al gobierno que secunda a este en la política de represión. Tengo miedo a esa oposición cuando muestra más solidaridad ante silbidos contra la policía que contra el abuso policial. Tengo miedo con esa oposición que habla de diálogo cuando esta ha participado de la imposibilidad de este diálogo y sigue apoyando a un gobierno que se niega a sentarse a dialogar.
Tengo miedo del fantasma fascista que se ha levantado por toda España. No solo son los ultras que campan a sus anchas por toda España, tal y como hemos estado viendo, ante la pasividad de Guardia Civil y Policía Nacional, también de la normalización de la represión por parte de miles y miles de españoles. Tengo miedo de como han reprimido también a algunos españoles que han alzado su voz para que el estado se ponga a negociar. Tengo miedo de la España oscura y franquista que siempre ha estado ahí y ahora ha surgido para defender la última de las herencias del franquismo.
Tengo miedo de unos medios de comunicación secuestrados a base de talonario por la Vicepresidenta del Gobierno de España. Tengo miedo de como la red pierde su neutralidad en España y se violan los principios que la hacen un medio libre en el mundo occidental, al cerrar webs sin avisos judiciales o sabotear IPs y servidores por parte de la guerra sucia del estado. Tengo miedo de como la prensa española no tiene complejo alguno en manipular la realidad, en intentar transformar víctimas en victimarios.
Tengo miedo de esta España y de sus políticos, que intentan blanquear un fascismo de baja intensidad. Tengo miedo de seguir en un estado que es capaz de llegar a este nivel de chantaje, amenazas y represión para retener a millones de ciudadanos que solo han querido expresar con su voto su deseo o no de ser un país.
Tengo miedo de perder, de no conseguir la independencia. Porqué enfrente tenemos lo desconocido y un mundo lleno de amenazas. Pero atrás tenemos el abismo, un tardofranquismo disfrazado de democracia dispuesto a aniquilarnos como ciudadanos y como pueblo. Y por eso empujo a hacer todo lo posible para conseguir alejarnos de tal Tiamat de mil cabezas dispuesto a destruirnos.
El gran problema para el estado español, es que me ha hecho temer más quedarme en España que a todas las amenazas reales o infundadas que nos hacen. Así que para muchos ya solo hay una salida: la independencia, lo antes posible.