Aprovecho el fin prácticamente de la temporada invernal pirineística (excepto para ya los tresmiles más altos del Pirineo), para hacer un pequeño balance del que es posiblemente el año más productivo en la consecución personal de hitos alpinísticos. Es un año donde he realizado más montaña invernal que en toda mi vida y he afrontado bastantes retos personales. He aprendido las técnicas alpinas básicas y las he aplicado, he subido picos que en invierno tienen cierta dificultad y he afrontado la rista de tresmiles más larga de toda mi vida, algunos de ellos que ni imaginaba que podría afrontar, pero sobretodo he conocido gente en la montaña que vale mucho.
Me “he soltado el pelo” grácias a ellos, me he liberado de muchos miedos y condicionamientos que me han permitido dar un salto personal bastante importante. Sin la gente a la que me sumo en las actividades de pirineismo bastante poco de lo que he vivido lo hubiera conseguido. Cuando en otros ámbitos de tu vida has de tener la cultura de la resistencia y tirar de todas las reservas de resiliencia, el pirineismo es una disciplina que ayuda. Por un lado es un buen método de evasión, por otro proporciona muchos recursos psíquicos y emocionales para resistir los malos momentos.
En este año he superado mi miedo atroz a las pendientes con nieve dura, he aprendido a utilizar los grampones y el piolet, he aprendido las técnicas básicas del alpinismo invernal y he puesto a prueba mis límites a los miedos a las alturas. Las primeras cimas con dificultad PD (Poco Difícil) han caído este año, igual que los primeros tresmiles invernales. He atravesado dos de los glaciares más grandes del Pirineo, he conocido ese alto Pirineo central donde se concentran todos esos tresmiles, he agotado todos los retos que tenía en la mayoría de macizos del pirineo catalán oriental y he salido de mi “nucleo” habitual, el pirineo oriental catalán y he conocido zonas mucho más amplias de esta maravillosa cordillera.
Puede que lo que carezca este año es de cordilleras diferentes a la del Pirineo, pero es una cordillera que no se agota tan fácilmente y se tiene tan a mano y con tantas cimas de tan distintos niveles que se hace imposible no tener siempre un reto en la cartera en el Pirineo. Tal vez me haya picado el mismo mosquito que al Conde Russell, ya que mi estilo alpino es muy parecido al suyo.. busco las vías normales de ascensión, no descarto las dificultades pero sí que si son sólidas y estas evitables me conformo con una vía más fácil para llegar al mismo lugar.
El listado puede aburrir, pero si no lo hiciera mi memoria los perdería, y como no me veo capacitado para escribir un post sobre cada una de las ascensiones, como mínimo realizo un post recopilatorio de estas. No incluyo en ella salidas de media montaña (Basegoda, Creu de Santos, Albarda Castellana etc…), diversas actividades de raquetas, BTT y senderismos y otras actividades de montaña, tan sólo he seleccionado las ascensiones de alta montaña, que son las que más pasión me han despertado. Casi 50 cimas y decenas de salidas, con unos 40.000 metros de desnivel acumulado salvado y con 10 tresmiles, 7 de ellos en invernal, puedo darme por satisfecho, dificilmente podré igualar esta intensidad de actividad en un futuro.
Grácias a todos con los que este año he subido a alguna cima…
Montardo 2.833 metros y Petit Montardo 2.781 metros (Julio 2008). Primeros pasos en el pirineo aranés
Ascensión sin dificultad – fácil, aunque no es un pico de vaca, tampoco hay que ir poniendo manos en ningún lugar. Subimos con la “peña del Turbón” por su normal desde el refugio de la Restanca, pasando por el Estany de les Monges. Como remarcable en esta salida fué el encontrarme con nieve endurecida en algunos tramos y confirmar que tenía un problema con ella, y también la excelente cima de una gran belleza tanto del trayecto, que pasa por el parque de Aiguestortes como de la propia cima, que la hace la más importante de su zona. Un buen comienzo en la lista ya que es mi primera cima en una zona tan fantástica del Pirineo.
Pedraforca 2.497 metros (Julio). Niebla y lluvia en una de las cimas más emblemáticas.
Ascensión fácil (paso I-II). Era mi segunda ascensión al Pedraforca y repetía vía, esta vez con mi hermana y Jorge. Desde Gósol por su vía normal, alcanzando la enforcadura y luego grimpando (I-II) hasta la misma cima. Nos pilló una buena lluvia y además niebla en la cima. Hacer la grimpada con la roca mojada no es lo mejor y menos con por mis entonces botas con el dibujo casi gastado… pero como era la segunda ascensión ya conocía bastante el tipo de grimpada que íbamos a afrontar.
Bastiments 2.893 metros, Fresser 2.835 metros y Infern 2.869 metros (Julio). Una ascensión redonda que supuso mi puesta de largo en el pirineismo veraniego por vías normales.
Fácil superior (varios pasos de I-II y uno de II). El Infern siempre supuso para mí un reto a subir. Desde que realicé mi primera ascensión a una cima de alta montaña en la zona de Núria, el pic de l’Infern causó en mí una gran impresión: muy alejado, que obliga a subir otras cimas antes para poder llegar a él y tanto por su cara este como por la oeste con unos pasos fáciles pero constatables. El Bastiments lo subiría en esta ocasión por segunda vez, y lo hacía con Álex, que luego se ha mostrado un excelente compañero y no sólo de montaña. La salida salió redonda, la planificación de horario excelente, tardamos menos de lo planificado y mantuvimos un excelente ritmo de ascensión y luego de retorno. Entre el Bastiments y el Infern es donde comienzan las complicaciones, ya para ir del Bastiments al Fresser hay que poner un poco las manos (I) pero en el collado de malinfern pasado el Fresser es donde hay que pasar por la cresta y hacer una grimpada interesante (II). Una cima que hicimos en las mejores condiciones aunque a la vuelta tuviéramos que tirar por la cabana de Tirapits (haciendo así, el paso expuesto de I-II que hay para ir al Infern desde Núria), y volviendo por el GR hacia el coll de la Marrana a causa de la niebla.
Peguera 2.982 metros (Agosto). Cresta con sabor alpino
Fácil superior (paso de II y cresta de I). Si el Infern fué mi puesta de largo en el pirineismo estival, el Peguera sirvió como prueba en solitario de mis capacidades. Aprovechando una ruta que estábamos haciendo por Aigüestortes decidí subir el Peguera, levantándome a la hora de los montañeros: las 5 de la mañana, y a las 5:30h ya estaba en marcha, dejando atrás a mis compañeros remonté por el pas de l’ós y de allí ataqué la vía más sencilla del Peguera por su cara oeste, ganando la cresta todo lo arriba posible. De allí, salvar unos 80 metros de desnivel por una cresta muy expuesta, sin grandes dificultades, excepto un bloque de dos metros que había que rodear y un gendarme pasable por un costado, se hace cima. Un excelente pico con una gran preeminencia y muy aéreo. La lluvia ligera y el viento además le daban un pequeño punto más épico.
Moixeró 2.091 metros y Penyes altes de Moixeró 2.279 metros (Agosto). La menos alpina de las ascensiones
Fácil (paso de I-II antes de la cima de las Penyes altes). Algo más tranquilo que la épica ascensión al Peguera, la sierra del Moixeró nos ofreció una buena oportunidad para hacer sus cimas más relevantes. Aprovechando el refugio de Sant Jordi, pudimos hacer una ascensión a él Bruno, Javi, Elena, Manolo y un servidor. Ya subir al refugio de Sant Jordi es una gran escursión, que pasa entre baumas, cascadas y va ganando altura entre los contrafuertes del Moixeró. Del refugio hay que ir ganando altura por un bosque de pináceas hasta alcanzar el collado de Moixeró y de allí a la cima del Moixeró es un pequeño paseo. Las Penyes Altes ya requieren carenear un poco hasta alcanzar el macizo de rocas blancas que conforma la cumbre de les Penyes Altes, el paso se vuelve más agreste hasta el punto que en algunas zonas hay que poner las manos un poco (I-II) y va ganando los 200 metros de diferencia con la anterior loma más cercana a los picos de vaca. Se alcanzan unas enormes vistas sobre el alt berguerdá. La bajada la realizamos por la canal de la serpiente que baja nuevamente hacia la zona de Bagà, un camino sinuoso que aprovecha una larga y anchísima canal (por tanto poco alpina), y que se adentra en un frondoso bosque de alta montaña. Tal vez una de las salidas menos alpinas de la temporada y que entra en la calificación de alta montaña por superar los justos 2000 metros.
Pic del Segre 2.848 metros, Puigmal petit 2.810 metros, Puigmal d’Er 2.913 metros (Agosto). Un calentamiento paseando por cimas de vaca con la incesante amenaza de lluvia
Sin dificultad, no hay ningún paso técnico. Era mi cuarta ascensión al Puigmal d’Er, la cima más alta de la olla de Núria, la segunda al Puigmal Petit y al Pic del Segre, pero no dejaba de ser una bonita salida con unos amigos (Bruno, Javi y Elena) para animarnos el Agosto. La ascensión la hicimos por la vía clásica desde Núria subiendo el collado de Finestrellas y de allí careneando se hacen las tres cimas por el orden nombrado. Aunque ninguna tiene pasos de ningún tipo y “las podrían hacer las vacas”, no deja de ser una salida de alta montaña con los riesgos inherentes a estas. En este caso la amenaza de tormenta la tuvimos constantemente y nos evitó que pudiéramos hacer el Puigmal de Llo, un ligero desvío desde el Puigmal petit, y no deja de ser una ascensión pirineística con más de 1.100 metros de desnivel y el descenso por la tartera del Puigmal que no deja de tener su grácia.
Pica d’Estats 3.143 metros, Verdaguer 3.129 metros, Montcalm 3.070 metros (Agosto). Ascensión clásica a la cima de Catalunya.
Sin dificultad-Fácil (paso de I). Clásica hasta decir basta, en este caso con el grupo de Senderisme 2005 que tantas alegrías que me ha dado, y del cuál destaco Joan y Raquel que son una de las personas con las que más han influido en este último año en mi actividad montañil. Subimos por la vall ferrera, remontando el desnivel hasta el estany de Sotllo, cargados como mulas con una enorme tienda de campaña para 8 personas.. Una tienda que parecía el pavellón de campaña de Ivanhoe y que nos hizo ser la comidilla del resto de montañeros acampados. El ataque realizado al día siguiente, después de pasar bastante frío (lo cuál indica que el Pirineo sea invierno o verano tiene unas condiciones climatológicas a tener muy en cuenta), comenzó ganando primero el más cercano estany de Estats, de allí remontar por una tartera unos 300 o 400 metros de desnivel hasta alcanzar el coll de Sotllo, a la izquierda nos queda el camino hacia el Sotllo (que pasa por un ventisquero), y a la derecha el camino a la Pica, tanto la normal como la más alpinística cresta del Verdaguer. Nosotros escogimos la normal, que nos hacía bajar cierta altura para rodear un ventisquero bastante grande (con la nieve demasiado endurecida) y luego rodear otro por la parte superior en su rimaya. Ya después, conecta con el camino “normal” desde Francia y gana altura hasta un collado, allí no hay más remedio que meter las zarpas en la nieve (mala nieve la de agosto), y subir por la cara norte hasta alcanzar el collado entre el Verdaguer y la Pica. Primero cae la Pica, una pequeña grimpada más que fácil (paso de I a lo sumo), que nos deja en la sobresaturada cima. Vistas inmejorables en un día de bandera, más de 250 kilómetros de vista limpia en todas las direcciones, del Canigó al Perdido se podía ver en todo el cordal del Pirineo. Hacer el Verdaguer es un paseo, se vuelve al collado y se ganan los 30 o 40 metros que hay de desnivel. De allí un grupo más reducido (de hecho, tan sólo Raquel y yo) nos desviamos un poquito para subir el Montcalm, el 3.000 más oriental del Pirineo, ya metido en Francia, y la vuelta nuevamente al camino que tomamos de subida. La bajada muy larga al coche, pero hay que considerar que quien quiera subir a la Pica tal vez no encuentre dificultades técnicas pero sí de otro tipo como un enorme y largo pateazo.
Gra de Fajol Gran 2.708 metros (Septiembre). Ascensión de iniciación a unos amigos.
Sin dificultad. Si hay dos cimas que tenga más que trilladas son el Gra de Fajol gran con 4 ascensiones y el Puigmal d’Er con 5. El Gra de Fajol me parece una buena alternativa para iniciar en la alta montaña, no es una cima de vaca pués hay puntos en que se vuelve algo tieso, pero tampoco tiene dificultades ni pasos de consideración. Es fácil de subir, bastante corto desde Ulldeter pero no deja de tener una buena vista y sensación de altura una vez se alcanza la cima. En este caso los incautos eran Raúl y Gabi a los que inicié en el pirineismo veraniego más sencillo y de paso venía Mireia, mi compañera. El alcanzar la cima no tiene mucho misterio, subir de Ulldeter al Coll de la Marrana ganando los 2.500 metros, de allí a la cima hay 20 minutos a lo sumo. La roca del Gra de Fajol siempre me ha parecido fantástica, de un blanco hueso muy bonito. Cima, fotos y abajo, incluso pudieron disfrutar de alguna nieve remanente de nevadas avanzadas de ese mismo año, que auguraba lo que sería una excelente temporada invernal.
Pic de Noé 2.740 metros Pic d’Escobes 2.785 metros (Octubre). El primer “Poco Difícil” y una larga, interesante y en algunos puntos expuesta grimpada.
Poco difícil – Fácil superior (paso de III- largo paso de I-II). El Pic d’Escobes le tengo mucho cariño, fué una ascensión bastante interesante, donde todo salió bien, redondo, con un plan de ascensión excelente y terminamos en el fantástico, superequipado y ¡libre! refugio de Juclar. En este caso fuimos Raquel, Santi, Susi y un servidor. Se remonta la valle d’Incles al norte de Andorra, alcanzando primero los estanys de Juclar. Al lado del primer estany se encuentra el refugio de Juclar, lo dejamos a un lado dejando algo del material en el refugio, y allí alcanzamos primero dirección noreste el estany segón, y después del collado de Alba que nos llevaría a Francia, tenemos que dejar el collado y por donde mejor se pueda comenzamos una larga grimpada (I-II) que gana altura hasta llegar a la cima del Pic de Noé en plena cresta y de allí se tiene el Pic d’Escobes a un tiro de piedra, cresteando un poco se alcanza el paso complicado. Algunas guías lo califican de II+ otras de III-, yo opto por lo segundo ya que a la bajada tuvimos que rodearlo haciendo algún extraño porqué lo vimos bastante complicado de bajar sin arnés ni cordino para hacer un rappel. Se salva el paso que de subida nos supuso un verdadero reto para lo corto que és (no pasará de 10 o 15 metros) y luego hasta la cima una sencilla grimpada II sin demasiadas dificultades y sólo algo expuesta al final. Desde la cima se tienen vistas que ni muchos tresmiles, una fantástica vista casi vertical hasta el estany de Juclar superior (dá la sensación de poder arrojar una piedra contra el agua cristalina desde la propia cima), y una fantástica visión de las crestas afiladas del entorno. El cilindro de Escobas no se ve ya que la propia cima lo tapa… pero aún así, de subida no deja de ser una pared impresionante. Vuelta para abajo salvando el paso de grado III- rodeándolo con cierta imaginación por la cara este (hay que decir que nosotros subimos por el lado noroccidental), y luego con tiento y ojo pasar a desgrimpar hasta el collado de Alba, tarea que agota los recursos mentales al obligar a concentrarnos en todo momento. La noche pudimos disfrutar del refugio libre de Juclar, una excelente instalación.
Tossa Pelada 2.373 metros invernal (Noviembre). La primera invernal de la temporada con una nieve excelente.
Sin dificultad. La Tossa Pelada no deja de ser un clásico de la iniciación con las raquetas de nieve en la zona de Port del Comte en el prepirineo. Cima redonda, con vistas hacia el Cadí y el Pedraforca, lo malo fué el mal tiempo que nos acompañó, unas vistas nefastas y la constante amenaza de lluvia. La salida la realizó el grupo de senderisme 2005, como no Joan la organizaba, pero en este caso la guía era Meritxell que podríamos considerarla “nativa” de la zona. Mis miedos a la nieve volvieron nuevamente esta vez, tuvimos que afrontar un flanqueo con poca pendiente, de esos que con raquetas son incómodos, lo cuál no es que me provocara miedo pero sí cierta intranquilidad, que se agravó al alcanzar la cima y ver que la nieve, debido al fuerte viento que hacía se había convertido en prácticamente hielo. Aún así, la bajada fué una delicia, correteando montaña abajo y jugando con la nieve ya que excepto en la cima debido al viento, la nieve era la primera de la temporada, una excelente nieve polvo, seca que ayudaba a descansar las rodillas en la bajada.
Cap del Serrat Gran 2.402 metros, Puig de Comabella 2.436 metros y Tossa d’Alp 2.537 metros en invernal (Diciembre). Aprendiendo a gramponear.
Sin dificultad, excepto las que provoque la nieve. La salida a la Tossa Pelada había dejado claro una cosa, tenía que aprovechar montañas de ese tipo para comenzar a utilizar las herramientas de alpinismo invernal, una de ellas los grampones, los había llevado demasiadas veces en la mochila y no los había sacado porqué no era necesario. Por eso, esta vez, organicé una salida al coll de Pal en el Alt Berguedà pero casi frontera con la Cerdanya y el Ripollés. En este caso los incautos fueron Gala y Álex, excelentes compañeros de montaña. La intención era alcanzar la Tossa d’Alp entre raqueteando y gramponeando. Al final los tres optamos cada uno por una forma, Álex raqueteó, Gala decidió tirar a pelo con las suelas (las pendientes que se alcanzaban no eran muy fuertes y la nieve estaba bien, y que le vamos a hacer… a una rusa entrenada en el Cáucaso, las cimas redondas de la Tossa le deben suponer poca cosa) y yo tiré de grampones. Sin dificultades fuimos alcanzando las cimas, tomando algunas decisiones serias en el camino, por ejemplo, al descubrir que determinada pala que queríamos tomar estaba totalmente “colgada” por dos posibles tipos de aludes. Había marcas de aludes de placa y reconocimos, aún sin desprenderse algunas placas y se habían formado cornisas de nieve. Rodeamos la zona de aludes sin problemas y alcanzamos las cimas… charlando con los guardas del refugio que hay justo al lado de la cima de la Tossa. La salida me permitió aprender a gramponear y ganar seguridad con los grampones, cosa importante para lo que vendría después, ya que no eran imprescindibles para esta salida sí que ayudaron.
Pedraforca invernal (enero). Una excelente forma de saludar el año nuevo con una invernal osada
Fácil superior (II, canal de pendiente de 30-40º). Con esta ascensión se me quitaron bastantes manías, si todas las invernales hasta entonces había sido hacia “cimas de vaca”, en este caso afronté el Pedraforca (en mi tercera ascensión a esta cima) en plenas condiciones invernales y con tramos algo comprometidos. Aprovechando el tránsito del 31 de diciembre al 1 de enero, más conocido como fin de año, el grupo de Senderisme 2005 decidió celebrarlo en el refugio Luis Estasen en el Pedraforca en el municipio de Saldes, el grupo estaban los habituales, Joan, Susi, Marta, Loren y un largo etc… Llegamos casi para las campanadas, pero pudimos celebrar un atípico fin de año, en el cuál nos metimos pronto en la cama ya que a las 7:00 estábamos ya en danza. La ascensión la realizamos por la famosa tartera que en invierno es una larga y anchísima canal de 600 metros de desnivel y que tiene diversos tramos con diferente pendiente (alcanzando los 40º en algunos puntos). La nieve estaba tan blanda que los grampones se mostraron inútiles y las raquetas no sirven para pendientes tan grandes, así que “a pelo” como mucho alguno utilizó el piolet en la bajada. Pasando algún apuro por el estado de la nieve llegamos a la enforcadura, de allí comenzaba lo que en verano es una grimpada fácil (véase la ascensión de Julio), pero que en invierno tiene cierto grado de dificultad, sobretodo para encontrar por donde poder subir intentando no colar los piés en la nieve blanda y profunda y el salvar un pequeño pero muy expuesto flanqueo. Hicimos cima en unas condiciones plenamente alpinas, con una capa de nieve muy exagerada para esta cima, pero con unas vistas impresionantes. De allí para abajo otra vez por la misma vía, pasándo algún apuro en el descenso a la enforcadura y encigalándonos un poco en la tartera al desviarnos algo de la vía de ascensión y teniendo que hacer algún destrepe adicional. Lo interesante de esta ascensión es que supuso mi puesta de largo en ascensiones invernales y enfrentarme a un medio en el cuál no me siento seguro con ciertas dificultades.
Pic d’Amorriador de Comafloriu 2.2256 m., Bòfia 2.216 m., Roc Negre 2.024 m. y Puigllançada (2.406 metros) invernal (enero). Una colección de cimas de vaca para entrenar la gramponada y las raquetas.
Sin dificultad. Aprovechando un fin de semana en el cuál había mucha demanda de personas para iniciarse en invernales decidimos tirar nuevamente para el Coll de Pal y desde allí tirar dirección oeste para subir la colección de dos miles y poquito que son las cimas de vaca que permiten ejercitar un poco las raquetas. Sin problemas lo realizamos un nutrido grupo, Manu, Manolo, Gala, Raquel y Maria José, nos fué bastante sencilla la salida que decidimos atacar también el cercano Puigllançada. Con algo más de esfuerzo ya que llevábamos un pequeño tute, hicimos cima… El descenso fué aún más dulce, aprovechando el buen estado de la nieve y que yo había decidido llevar grampones tiré casi de la cima hasta abajo corriendo y aprendiendo a conocer la nieve y confiar cuando esta es buena.
Pic de l’Aliga (2428 m.), Pic de la Pala (2477 m.), Torreneules gran o pic de la Coma del Clot (2.735 m) invernal (enero). Afrontando flanqueos y pequeñas dificultades en la zona de Núria en invernal.
Sin dificultad, excepto por la nieve en un largo flanqueo. Las montañas que en verano son muy fáciles y casi aburridas tienen un atractivo especial en invierno, la nieve les aporta una belleza adicional y una pequeña dificultad adicional. En esta ocasión fuimos Juanca, Elena, Bruno y un servidor para atacar el conocido Torreneules gran, algo menos espectacular que el petit. Salimos después de dejar el huevo-móvil o teleférico que deja en el albergue del Pic de l’Àliga y comenzamos a subir el camino “normal” hacia el Pic de l’Àliga para luego carenear hasta el Torreneules gran. En mi ascensión a este pico en verano dejamos a un lado esa carena y tomamos más la directa, pero en invierno esas palas son demasiado inclinadas y es mejor tirar por una ruta más sencilla aunque más larga. Alcanzamos casi sin problemas el Pic de l’Àliga aunque la pendiente hasta alcanzar la carena es bastante alta y tan sólo yo utilizaba en esos momentos los grampones (el resto tiraba de raquetas). Poco después alcanzamos el Pic de la Pala, otra cima de vaca, y afrontamos el ataque hacia el collado que separa el Pic de la Fontnegra del Torreneules gran. Descartamos subir al Fontnegra porqué nos íbamos comiendo el tiempo ya que avanzábamos algo despacio por el estado de la nieve que entremezclaba los momentos en los que estaba algo dura (con lo cuál problemas para los que iban en raquetas) con momentos donde estaba muy blanda (con problemas para el que llevaba grampones). Afrontamos el flanqueo de la cara suroeste de la Fontnegra para alcanzar el collado, lugar donde yo pasé algún apuro, la nieve era bastante mala y aunque con las raquetas se aposentaba bien, se me deshacía demasiado bajo los grampones. Aún así, alcanzamos el collado y realizamos el ataque final, aquí los de las raquetas lo pasaron un poco mal, especialmente a la bajada, ya que la nieve estaba muy ventada y formaba una costra bastante dura. La cima estaba con más de dos metros de nieve, ya que no se veía ni rastro de las rocas cimales que marcan la cima. La vuelta por el mismo camino con pocas novedades, excepto que la pala inicial la que nos llevaba al Pic de l’Àliga la tuvimos que hacer con mil ojos ya que la nieve estaba un poco blanda y daba cierta impresión por la altura.
Pedró dels Rassos de Peguera (2.051 metros) invernal (febrero). Un clásico para los raqueteros.
Sin dificultad. Si hay una cima excelente para hacer para iniciar a muchas personas con el montañismo invernal y las raquetas, esta es el Pedró dels Rassos. Una cima de vaca suave, con caminos bien marcados y pasando por zonas preciosas. Esta la organizamos con la gente de Senderisme 2005 y se sumó una buena tropa (una veintena de personas), el ritmo lento, siempre que se lleva a tanta gente. Primero se alcanza el pueblo abandonado de Peguera, abandonando la pista se gana altura bastante rápido buscando un collado hacia el suroeste atravesando un bosque en una ladera, una vez alcanzado ese collado seguimos ganando altura más suavemente por una pista forestal que nos lleva a la antigua pista de esquí de Rassos de Peguera. Aquí las opciones son muchas, remontar las pistas de esquí por donde mejor veamos e ir ganando la carena en cualquier punto. Una vez alcanzada seguir en dirección noreste buscando siempre el punto de máxima altura de la anchísima carena, y una vez allí se alcanza cima, eso en teoría, porqué la verdadera cima la dejamos atrás (por lo extraordinariamente suave que es esea carena) y tuvimos que darnos la vuelta hasta alcanzar el pedró dels Rassos que está marcado por una roca de un metro y pico pintada con una preciosa senyera. Las vistas, pocas, ya que estábamos rodeados de bosques, así que nuevamente para abajo por el mismo camino en un entorno bucólico algo alejado de lo que es la costumbre en la alta montaña.
Cambra d’Ase occidental invernal 2.711 metros (febrero). Ascensión raquetera con un buen final alpino.
Sin dificultad, aunque especial atención a los últimos metros en una cresta muy expuesta. Cambra d’Ase es un 90% una ascensión raquetera sencilla, rematada con un 10% bastante alpino. Ascendimos Joan B., Santi, Susi, Raquel y un servidor, atacando desde la estación de esquí de Eina. Desde allí abajo se va ganando altura a tramos por las mismas pistas de esquí (en Francia los alpinistas y raqueteros no somos observados como molestias por los esquiadores y pasando por un lado de las pistas nadie nos reprocha nuestra presencia), se deja a un lado el desvío para ver la base del circo de Cambradasse de una belleza extraordinaria y punto de inicio de varias canales alpinas. Una vez alcanzado el último remontador nos hemos de adentrar ya en la carena que va ganando altura y poco a poco se va estrechando y que se dirige hacia la cima. La belleza en este punto es espectacular, por un lado se puede ver parte del circo de Cambradasse y más al fondo se van perfilando los gigantes de Núria (el Puigmal, el Finestrelles), todo con una enorme capa de nieve que no deja trozo de terreno sin cubrir. Además el viento, muy fuerte (sobre los 80km/h) le dá un aliciente adicional. Vamos siguiendo fitas y a otros grupos que poco a poco se quitan las raquetas y las sustituyen por los grampones, cosa que también hacemos algunos. A poco de llegar a la cima nos encontramos con un tramo muy alpino y expuesto, una relativamente larga cresta de unos 150 metros que lleva directamente a la cima. El camino pasa justo por su parte superior y la anchura no supera el metro en ningún punto siendo bastante más estrecha en algunos puntos, avanzamos en fila india y hacemos cima, la verdad es que nadie puede hacer ninguna buena foto de grupo ya que todos estábamos en fila sin poder cambiar posiciones o buscar un acomodo. Cerca nuestro un grupo pequeño acababa de hacer cima viniendo de una de las canales de Cambradasse, traían todo el equipo alpinístico completo, nosotros más modestamente veníamos por la normal. La belleza de la cresta es extraordinaria y aunque es un punto donde no se pueden cometer errores le otorga un remate a lo que si no fuera así sería una ascensión muy sencilla típica del pirineo oriental. El descenso por el mismo lugar, y excepto que decidimos atravesar el bosque para descender y empezar a hacer el indio por las pendientes más fuertes no tendría ninguna novedad que contar.
Pic de Coma de l’Orri 2.559 metros invernal (febrero). Una buena pala con algún apuro para los raqueteros.
Fácil – fácil superior (palas de 30-40º). A veces el exceso de confianza juega malas pasadas, y lo que comienza siendo una sencilla pala nevada comienza a ganar pendiente y a encontrarnos con nieve bastante más endurecida… y meternos en algún apuro. En esta ocasión íba rodeado de un equipo de lujo, gente toda con más experiencia que yo en invernales, Javi, Raquel y Gala. Al principio nos adentramos en la Coma de l’Orri un valle que comienza estrechándose y adquiere condiciones de canal en algunos puntos, y luego se vuelve a abrir hacia el collado de l’Orri en unas palas de fuerte pendiente. Desde el principio algunos se pusieron las raquetas, otros decidimos dejarlas en el coche y tirar de grampones cuando fuera necesario. Al principio se avanza en un bosque y se remonta una riera, la nieve era muy blanda y los que no teníamos raquetas progresábamos casi como personajes de dibujos animados, hundiéndonos, sacando las piernas de agujeros en la nieve, etc… pero poco a poco la cosa cambia. El bosque va dejándose atrás y la cosa adquiere un aspecto más de alta montaña, el valle se va estrechando haste el punto de tener que pasar por una canal bastante corta de unos 150 metros con cierta pendiente (30º), que para mí me pareció una pendiente impresionante luego a la bajada. Ganando nuevamente altura la nieve se va encontrando cada vez más dura y la pala gana cada vez más pendiente, se alcanzan nuevamente esos 30º que separa las pendientes suaves de las que hay que comenzar a concentrarse mucho para evitar errores. Allí los dos raqueteros comenzaron a tener problemas, Javi que abría la marcha se quedó enriscado, no podía avanzar pero tampoco retroceder así que con calma sacó el piolet, se hizo una bonita bañera y se cambió las raquetas por los grampones, mientras Raquel ayudada por Gala más abajo se sacó las raquetas y se calzó los grampones en una pendiente algo peliaguda. Hicimos cima sin problemas después del cambio de calzado y luego ya optamos bajar trazando unas eses más suaves. Aprovechamos también para hacer algun ensayo de autodetención en la parte baja para darle algún uso al piolet. La gracia de esta ascensión está en subir a una zona muy concurrida por una vía poco utilizada y aprender a afrontar fuertes pendientes con nieve endurecida, aspecto necesario para otras cimas más difíciles, y también reforzó mi filosofía de que es mejor ponerse los grampones incluso donde parece no ser necesario para luego no tener problemas donde sí lo és. Unas semanas antes en la misma zona hubo un accidente mortal a causa de un resbalón tonto con raquetas en una zona algo expuesta, parecida a la que estábamos nosotros, lo cuál refuerza mi propia filosofía. También sirvió de experiencia para todos, tanto para los que se enriscaron como para los que no, unos por sangre fría y poder salir de la situación de aprieto y los otros por comprobar que en este caso su elección había sido la acertada.
Variante de la Coloir occidental de Gra de Fajol petit nvernal (marzo). Alpinismo y canales en su pleno apogeo.
Alguna dificultad (tramos de 60º). Aunque no es una ascensión a una cima propiamente dicha sí que una ascensión por una canal alpina es algo bastante remarcable. No la hubiera hecho si no fuera que formaba parte del programa del curso de alpinismo de la UEC de Horta. Pero en este completo programa incluye afrontar canales medianamente difíciles, el objetivo que buscaba estaba más que completo, adquirir las habilidades y técnicas para poder ir algo sobrado (y por tanto con cierto margen de seguridad) para ascender las cimas por vías algo más normales en condiciones invernales y alpinas. En este caso formamos dos cordadas con gente que luego se han mostrado unos maravillosos compañeros de montaña, en la mía iba Marikoche y la de al lado la formaba Francisco y Pilar, guiados por un excelente instructor, que además es bombero de rescate de alta montaña. En tal compañía uno se siente especialmente seguro. Los primeros largos fueron los de aproximación a la canal y las reuniones tenían más el carácter de quitamiedos y de prácticas (ya que eran piolets en T y la pendiente no pasaba de los 30º), una vez alcanzada la canal la cosa cambió, casi de buen inicio la pendiente adquiría unos 45-50º, en algunos puntos algo más tiesa incluso. Comenzaban las dificultades y grácias al apoyo del instructor pudimos montar reuniones seguras, y progresar, ya tirábamos de la técnica del piolet clavado de punta y tirar de él para ascender, entre el 3er y 5º largo pude dar lo mejor de mí mismo y tirar en esta zona algo difícil como primero de cordada. Luego más tarde en el 6º largo me falló las fuerzas y la técnica, en una pendiente de nieve endurecida-hielo de más de 60º se me resvalaron las puntas de los dos grampones y me quedé colgando del piolet que estaba bien clavado, logré volver a clavar las puntas de los grampones pero con poca profundidad. En esta situación el instructor vino al rescate, pasó la cuerda, que hasta entonces venía de mía a la reunión, por encima suyo, teniendo yo ya la cuerda por encima inicié el descenso de los 20 metros que había ganado nuevamente a la reunió y allí el instructor me sustituyó como primero de cordada, yo y Marikoche formamos ambos de segundos en un montaje en el cuál ella y yo teníamos que progresar más o menos a la par. De allí los siguientes largos fueron difíciles, nunca ninguno como el 6º, aunque tuvimos que pasar por zonas limpias de nieve y con roca suelta. Al final hicimos cima después de 8 largos, algo asustados y contentos… nuestra primera canal algo seria. Variante de la occidental (la más fácil de los Gra de Fajol) que ganaba de forma más directa el coll dels Isards. De allí vuelta de nuevo a la base de ascensión, pero el coll dels Isards no es un “paseo” sinó que es un descenso por una pala que primero tiene unos 45º, tal vez durante unos 50 o 100 metros, pero lo suficiente para poder tener algún susto como nos ocurrió, un miembro de otra cordada resbaló justo detrás nuestro y a punto estuvo de dar un salto bastante largo ya que no pudo autodetenerse, nuestro excelente instructor lo frenó lanzándose encima de él. Si no llega a estar en ese momento ese pobre alpinista hubiera sufrido un terrible accidente. no sería el primer accidente en el coll dels Isards ya que semanas antes habían evacuado a un cursillista con los dedos rotos que había caído algo más abajo. El descenso desde el coll dels Isards se hace utilizando el piolet como seguro y obviamente con los grampones puestos, en el más puro estilo alpino que luego me habría de servir para bajar palas de cimas más osadas. Más tarde la pala adquiere otra pendiente unos 30º punto en el cuál comienzas a tener más tranquilidad, allí el casi accidentado pasaba apuros pero el apoyo que le dimos lo que no lo conocíamos sirvió para que se sintiera algo seguro (su grupo pasó de su compañero cosa mala). Aunque no fué la única canal que intentamos en el curso de alpinismo sí que fué la única que hice completa, la segunda tuvimos que abandonarla Marikoche y yo en rapel (lo que sirvió para ensayar la técnica), y le tengo un especial cariño a la salida. No sólo porqué conocía a una gente con la que luego me he encontrado en la montaña en varias ocasiones sinó que fué el remate de mi proceso de desmitificación de la nieve… No había pasado ni 10 meses desde que mi pánico a la nieve dura me había dejado casi bloqueado en el pic de Colilla en una pala ridiculamente suave, y ya estaba afrontando canales y actividades alpinas más serias sin un especial pánico.
Pic de Ríbuls 2.780 metros invernal (abril). Cornisas, cresta y palas pendientes.
Fácil – fácil superior (unos 30º de pendiente nevada). En plena vall de Madriu, la mejor conservada de Andorra y tal vez la más agreste, decidimos hacer la ruta de los refugios, dormir y a la mañana siguiente atacar alguna cima próxima. En el equipo estábamos Juan Carlos, Santi, Joan B., Raquel y un menda… con ganas de patear. Comenzamos remontando la vall de Madriu, dejando atrás dos de tres refugios y alcanzando el de l’illa casi al lado de l’estany de l’illa. Enfrente hacia el sureste vemos la Tossa Plana de Lles, el pic de l’Estanyó y algo más atrás el Perafita… la frontera con Catalunya. A la mañana siguiente ascensión, como siempre un grupo con raquetas (que eran imprescindibles por la vall de Madriu ya que desde los 1.800 metros ya había nieve contínua), y el menda con grampones. Comenzamos alcanzando el estany de l’Illa complétamente congelado y vemos el Pessons y el Ríbuls por su cara sur. El Pessons le tengo un especial afecto ya que fué el segundo pico que he ascendido y es allí donde tuve el primer momento de pánico al intentar subir al Ensangent. Esta vez lo atacaba en invernal, en una zona donde casi estábamos solos (en el refugio habíamos dormido sin nadie más). Comenzamos ganando altura cada vez por palas más empinadas siendo los últimos tramos bastante tiesos (30º). Cerca de la cima pierde cierta pendiente aunque todo termina en una pequeña cresta estrecha, dominada por unas pavorosas cornisas de nieve. Hacemos cima con todo cuidado (es un lugar donde no puedes equivocarte y poner un pié donde no toca) y hacemos las fotos de rigor. A la vuelta, larga ya que la vall del Madriu es muy extensa y teníamos que desandarla toda, decidimos bajar más por el estany de l’illa flanqueándolo, para ello bajamos un collado con una fuerte pendiente y es allí donde nos encontramos con un grupo de motos de nieve que están dando la tabarra… costumbre muy andorrana, al menos tuvieron el civismo de bajar la velocidad al pasar por nuestro lado y saludar… Eran las primeras personas que veíamos en todo el día ya que la ascensión invernal a la zona no es muy frecuentada por su cara sur, supongo que más por el circ de Pessons debido a sus canales.
Bastiments 2.895 m invernal (con rescate) abril. No existe montaña sin dificultad aunque lo parezca.
Poco difícil (canal de 45º fruto del “encigalamiento” del día). Esta es la historia de cómo una cima fácil se te puede poner demasiado cuesta arriba. La intención nuestra era hacer el Bastiments (sería mi tercera ascensión a esta cima, la primera en invernal), y algo más. Era una salida de Senderisme 2005, por tanto venía Joan pero tan sólo una chica llamada Raquel y el menda. Los tres aventureros llegamos a Ulldeter, mala visibilidad y algo de mal tiempo pero nada serio, remontamos parejos al remontador ya con los grampones puestos, algo perdidos por la mala visibilidad llegamos a lo que creíamos que era la ascensión al Coll de la Marrana y comenzamos a subir, la cosa se pone demasiado tiesa, hasta que descubrimos que estamos en una canaleta, corta y de pendiente sencilla para ser una canal (45º) pero un verdadero “encigalamiento” de manual. Alcanzamos el coll de la Marrana algo por encima. Volviendo hacia el punto por el que deberíamos haber subido es decir el mismo coll, nos damos cuenta que el camino de bajada está claro… así que seguimos pese al mal tiempo hacia el Bastiments. Ya nos habíamos cruzado con algunos alpinistas que habían bajado el coll y decían que había mal tiempo pero que el coll estaba bien. Hacemos cima en el peor momento de visibilidad, apenas se distingue a 20 metros y el temporal arrecia, bajamos todo lo rápido que el tiempo nos pide y guiándonos con altímetro, brújula y el dibujo a nuestra izquierda de por donde comienza el barranco alcanzamos nuevamente el coll de la Marrana. Estaba totalmente cornisado, una enorme acumulación de nieve que en pocos minutos se había formado hacía que el descenso fuera algo complicado. Raquel afronta el descenso pero antes de dar un par de pasos provoca un pequeño alud que termina unos 15 o 20 metros más adelante, terminando algo enriscada… por suerte el alud había comenzado delante suyo, no detrás. Sale de la situación ayudada en el último momento por mí que me había autoasegurado con el piolet (aunque ella se iba saliendo bastante bien por su propio pié) y nos encontramos con la tesitura de buscar por donde bajar. Cuando nos dimos cuenta que el coll de la Marrana estaba impracticable y que seguramente el cercano coll de Coma de l’Orri también, tomamos la decisión de buscar refugio en la zona para poder pasar la noche e intentar bajar por otro lado. A tientas, con muy poca visibilidad guiándonos por la pendiente con altímetro, mapa y brújula logramos encontrar el curso del río Fresser, prácticamente congelado y descendiéndolo alcanzamos el refugio de Coma de Vaca, nuestro objetivo. Entramos y descansamos dando aviso a los bomberos de rescate de montaña a través de una radio de emergencia que estábamos colgados pero bien y que al día siguiente intentaríamos bajar hacia Queralbs por el camino de Coma de Vaca. Durante toda la noche siguió el temporal y aunque por la mañana la nieve había parado de caer con tanta insistencia todo el valle estaba colgado de nieve y había unas nubes muy bajas y un fuerte viento que hacía difícil acercarse a las crestas… el estado de la nieve nos hizo imposible encontrar los caminos hacia Núria o hacia Queralbs y nuestra única esperanza, el coll dels tres pics dirección Tregurà no la veíamos por el estado del tiempo. Sin más por hacer dimos nuevamente aviso, de que esta vez nos era imposible bajar por nuestros medios y que solicitábamos ayuda. Después de un rato de hablar con el bombero de rescate de Girona para que conociera nuestra situación y de que él con los equipos de rescate de montaña se hicieran un mapa de situación llegaron a la conclusión de que debían sacarnos de allí. Primero enviaron un grupo por Ulldeter y el coll de la Marrana, tal y como estaba, les tiraron para atrás, más tarde lo intentaron por Queralbs y tampoco se salieron, la nieve era muy densa y había fuertes riesgos de avalancha. Lo mismo que nos impedía bajar a nosotros les impedía a los equipos de rescate llegar hasta nosotros. Por un momento la suerte se nos volvió de cara y se abrió un claro y dejó de soplar el viento, un equipo de rescate aéreo de los bomberos de la Generalitat llegó con un helicóptero que nos dejó en Setcases y allí el equipo de tierra nos volvió a recoger. Como experiencia fué importante, la serenidad de mis compañeros Joan y Raquel me permitió aguantar la compostura, y ganar la confianza para guiar el grupo con mi altímetro y brújula en una maniobra que no había entrenado nunca antes. También la tranquilidad de mis compañeros a la hora de tomar las decisiones nos permitió tomarlas en el momento que eran necesarias y no pararnos a discutir: asumimos enseguida que no podríamos bajar por nuestro propio pié el primer día y que debíamos buscar refugio, valoramos enseguida que el refugio de Coma de Vaca, pese a lo alejado que estaba, era una muy buena opción y sin pensárnoslo demasiado decidimos dirigir nuestros pasos en esa dirección. El racionamiento de nuestros alimentos o la entereza de Raquel que iba con el peor equipamiento de todos y que no se quejó en ningún momento hizo que pudiéramos aguantar con buen estado físico y anímico el rescate, sin entrar en ningún momento en pánico ni decidir tirar para abajo en desesperación. También es un excelente aprendizaje sobre que la montaña siempre hay riesgos imponderables, algunos más que otros y que hay que ir con cierto margen (algo más de agua, algo más de comida y algo más de técnica y conocimientos que los estrictamente necesarios). En esta ocasión el conocimiento de la zona y la tranquilidad nos salvó. También es una experiencia en pro de la prudencia.
Punta alta de Comalesbianes 3.010 metros invernal (mayo). El primer tres mil invernal plenamente alpino.
Poco Difícil (canal final de 45-50º y paso de II -III). La Punta alta en la zona de Aiguestortes la tenía bastante mitificada, los que la habían subido en junio del año pasado se habían encontrado una muy mala nieve en la pala final y habían estado cayendo todos haciendo autodetenciones y prácticas de “culen-bajen”, por otro lado Javi y Bruno la habían intentado subir hacía tiempo y se habían perdido. Es decir, que esperaba una cima complicada alpinamente por el estado de la nieve y perdedora. Lo primero no fué así mientras sí se cumplió la segunda espectativa. La salida, organizada por Klaus, la conformamos mucha gente conocida, Jose Antonio, Susi, Santi, Raquel, Joan B., Francisca y bastantes más. La primera etapa ya auguraba algo inquietante, tan sólo salir del párquing de la presa de Caballers en dirección al refugio de Ventosa Clavell un pequeño grupo de montañeros volvía con cara aterrorizada, habían presenciado un alud de fusión nada más comenzar a andar y se volvían. Aunque el pánico podría haberse contagiado nos dimos cuenta que tipo de nieve teníamos al lado y que tipo de aludes de fusión provocarían, no demasiado grandes, así que decidimos seguir al refugio y sin muchos problemas llegamos a él. En el refugio, cena y a dormir.. la mañana siguiente ya estaríamos en marcha y caminando antes de las 7:00h. Comenzamos remontando lagos helados en dirección sureste que van haciéndonos ganar altura, primero los estanys de Colieto totalmente helados y ya por encima directamente de l’estany de la Roca a 2.300 metros. Atravesar un lago helado es algo inquietante por mucho que sepas que acababan de pasar delante tuyo un grupo de 15 esquiadores de alta montaña. En este punto comienza a ponerse la cosa algo tiesa y aunque aún tiramos con las raquetas tenemos que trazar algunas eses para ascender con más suavidad. La visibilidad era mala y cada vez peor, la niebla comenzaba a afectar la visibilidad y nos dejaba unos 100 o 200 metros. Seguíamos tirando de mapa, altímetro y GPS, pero no nos evitó que nos metiéramos por una canal de unos 200 metros de poca pendiente (30º) pero sí que nos encigaló un poco… la habíamos subido con raquetas!! En el collado cambio de calzado, raquetas a la mochila y los piés calzados con grampones y como no… piolet en mano. Estábamos en mitad de las crestas de Collieto un lugar que no nos permitía acceder cresteando a la Punta Alta y que estaba plagado de gendarmes y rocas que había que rodear, el paso no era evidente y por tanto la única salida era volver hasta el inicio de la canal y buscar el camino “normal”. Descendemos la canal esta vez con más seguridad que al principio aunque hubo un pequeño resbalón por parte de Joan que se autodetuvo con bastante solidez. En el punto donde volvemos a retomar el camino normal y nos cruzamos con los esquiadores de alta montaña que tenían algo más claro el camino, casi todo el grupo decide que había tenido bastante, la mala visibilidad y el encigalamiento les decía que esa montaña no se dejaba subir hoy, además el riesgo de aludes estaba presente y comenzaría a hacer calor. Tan sólo Klaus, Joan B. y un servidor decidimos tirar adelante siguiendo a los esquiadores. Vamos tras ellos en un largo flanqueo con una pequeña subida final que nos deja en el collado Arenós, al lado del Cap Brau a unos 2.800 metros, enfrente dirección sur tenemos la canal final de ascensión a la Punta Alta de Comalesbienes. Evidente y al principio no muy tiesa, pero algo “acojonante” del grupo de esquiadores tan sólo dos deciden subirlo y había otros dos mas que iban ya subiendo que formaban su propia expedición. Decidimos tirar justo detrás de los que estaban abriendo vía, pero en seguida los alcanzamos, para Joan B. la pendiente de 30º no le supone nada y sigue para arriba, la nieve, excelente, permite abrir unos buenos escalones donde los grampones se clavan de maravilla, yo no puedo alcanzar su ritmo y me quedo atrás con los esquiadores del primer grupo y más atrás Klaus y los esquiadores del segundo grupo más extenso. Joan B. hace cima en un collado a pocos metros de la cima, está algo atascado ya que no sabe como es la pequeña cresta que le separa de la roca final de la cima ni conoce cuál es la mejor vía para subir el paso que lleva a la cima. Llegamos el segundo grupo y los dos esquiadores y Joan optan por una vía bastante empinada y directa. Me quedo alucinado como suben por una pared que tiene unos 60º y que me planteo como se iba a bajar. Cuando estoy a punto de rajarme, el tercer grupo alcanza el collado que está a 2.990 metros (a nada de la cima) y uno de los esquiadores me indica la vía “normal” justo a la derecha de la que están haciendo los del grupo de cabeza. La “gente normal” optamos por pasar la cresta (algo aérea, pero sin dificultades aunque con unas vistas impresionantes) y atacamos por la grimpada normal. Sin nieve sería un II claro, pero tal y como estaba alcanzaba una dificultad de III ya que hacía que bajar fuera todo un reto al tener que buscar que punto era mejor para poner el pié y las presas estaban algo colgadas de hielo. Suerte que era corto… Cima, con una panorámica impresionante. Más abajo habían quedado las nubes pero la cima estaba limpia… A las 15:00h comenzamos el descenso, la nieve algo pocha y blandengue pero aún en buenas condiciones nos permitió descender al coll arenós sin demasiados problemas (aunque con mucho acojone), la vuelta por el camino muy cansina, a medida que bajábamos cota la nieve era cada vez más blanda por lo avanzado del día y nos hundíamos con más facilidad, ya casi en el estany de la Roca nos la encontramos en la peor de las condiciones. Alrededor nuestro había rastros de aludes de fusión que habían sucedido durante todo el día, y Joan coló su pié justo en el peor lugar, al lado de los bolos producidos por un alud de fusión reciente, en mitad de una pendiente. Nos volvemos a poner las raquetas y en un retorno agónico por el estado de la nieve llegamos nuevamente al refugio después de 9 horas de caminar. La jornada había sido gloriosa y el sabor alpino lo tuvo casi desde el buen principio, incluso la canal realizada al perdernos le añadió un pequeño encanto. Para ser el primer tresmil invernal me llevaba una muy buena experiencia en la saca.
Tossa del Pas dels Lladres 2.665 metros, Puigmal de Er 2.913 metros, Puigmal petit 2.812 metros y Puigmal de Llo 2.801 metros invernal (mayo). Cornisas, alpinismo y salida redonda en cimas de vaca con cierto interés.
Sin dificultad – fácil (por los pasos cornisados, no por otro motivo, y algún flanqueo en el que ir con cierto ojo). Las cimas de vaca son buenas para iniciar en verano, algo aburridas si no se combinan con otras dificultades de por medio. En este caso subirlas en pleno invierno (o al menos en este extraño invierno, Mayo era invierno aún), y por una vía no muy trillada es algo novedoso. En mi cuarta ascensión al Puigmal d’Er, la segunda en invernal, me sumé al plan de Juan Carlos y Miguel, al que se sumaron, también Raquel, Susi, Mireia (otra, no mi compañera), y Álex. Salimos desde las pistas de Puigmal 2000 que por entonces estaba cerrada, aunque las caras nortes estaban con nieve permanente desde los 2.200 metros. Comenzamos casi en seguida a ponernos las raquetas y buscamos el Clot de la Pastera a través de una ascensión muy directa para ganar altura y luego un flanqueo. En este punto algunos nos descalzamos las raquestas, Álex sin ellas y yo con grampones, mientras el resto progresaba en un íncomodo flanqueo con las raquetas hasta el Clot. Debido a que iba bastante cómodo con los grampones me desvié yo sólo para ascender la Tossa del Pas dels Lladres y otra vez, casi corriendo a alcanzar la cola del grupo hacia el Clot de la Pastera. Allí, nuevamente en el grupo sigo subiendo con más comodidad, Álex iba algo detrás mío también sin raquetas progresaba algo mejor ya que la cosa se ponía algo tiesa. Hacemos cima en el Puigmal d’Er el punto más alto del Ripollés aunque lo habíamos subido desde la Cerdanya francesa. Allí reagrupamiento y después de las fotos de rigor y de charlar con un grupo en la cima decidimos tirar hacia el Puigmal Petit, algo asustados porqué se veían unas cornisas impresionantes, casi parecían los alpes de lo pronunciadas que eran las cornisas, ya sin las raquetas y yo aún con los grampones evitamos las cornisas hacia la coma de l’Embut que había entre el petit y el Puigmal d’Er y hacemos cima… desde allí las cornisas que se ven en el Puigmal de Llo, también bastante impresionantes se ven como evitarlas un poco más por su cara norte. Descendemos nuevamente y volvemos a ganar altura hasta hacer cima en el Puigmal de Llo. Me hizo especial ilusión esta cima ya que la había visto por todos lados y nunca me había podido desviar para subirla, o la metereología no lo dejaba hacer o la ruta no pasaba o el tiempo horario no daba para poder desviarnos. Al final cayó y en invernal, allí sufrí un pequeño percance, un raquetazo en la cabeza por parte de Álex que al girar la mochila y estar sus raquetas colgadas me golpeó con ellas. Caí de culo algo aturdido pero para nada conmocionado y se quedó en una pequeña anécdota. El descenso hacia el aparcamiento lo hicimos por la cara sur del Puigmal de Llo en un collado entre el Puig de Comadolça y el Puigmal de Llo, cada uno como pudo, Raquel con un culen bajen en un tramo algo empinado, yo con toda parsimonía con mis grampones y el resto algo más asaco por la nieve. Un descenso bastante divertido y que más allá de obligarnos a cruzar la riera crecida por el deshielo que nace en la font de la Ribera d’Er y que nos obligó a mojarnos algo los piés, transcurrió sin demasiadas novedades.
Canigó 2.784 metros por la Cheminee (mayo). Una grimpada realmente entretenida e interesante para una cima muy trillada.
Fácil superior (larga grimpada de II). La Cheminee del Canigó era algo que tenía mitificado desde el año pasado, cuando en Sant Joan había subido al Canigó por la normal con mi compañera Mireia. Desde arriba veía la gente subir y me parecía asombroso. Como todo, una vez dentro las cosas se ven de otra manera. Con la gente de la UEC de Horta, entre otros Francisco y Marikoche, se organizó una salida al Canigó por la Cheminée durmiendo en Cortalets como alternativa a la ascensión al Pic d’Alba un tresmil de la zona de Benasque que por el mal tiempo descartamos subir. El nutrido grupo llegamos al refugio de Cortalets y decidimos dormir en el libre, allí cenamos y dormimos, a la mañana siguiente muy temprano comenzamos la larga ascensión. Al principio se desciende, para lograr atravesar un valle por un puente y continuar, luego, dirección este, noreste, para ir a buscar la cara sur del Canigó. Atravesamos un río realmente muy cargado debido al fuerte deshielo, yo lo hago a lo bruto, es decir metiendo las zarpas dentro y afianzándome, aunque la corriente es fuerte, por donde paso el nivel no es muy alto y con las polainas puestas, las botas impermeables y el pantalón de nieve tampoco me importaba la poca agua que se iba a colar, el resto tiró por un puente de nieve pasándolo algo mal, resbalando, etc… Después de reagruparnos vamos ganando altura hasta alcanzar un altiplano en el cuál se forma una especie de circo donde destaca la cima del Canigó en el centro de una especie de cresta por un lado y loma por el otro. La Cheminee era bastante evidente y se la veía colgada de nieve. Ganamos altura entre neveros y tarteras buscando “la directa” hacia la canal de la Cheminee, en algunos puntos la roca está algo descompuesta, en otros enlazamos con el camino de la normal de verano y este está bien, hasta que alcanzamos la base de la canal. Allí nos decidimos por equiparnos, descartamos grampones ya que la cheminee tenía una parte nevada pero la zona de paso más evidente estaba totalmente limpia y tampoco decidimos encordarnos ya que no íbamos a hacer reuniones ni seguros, aún así los arneses estaban en la mochila, así que lo único el casco y a guardar los bastones ya que necesitaríamos las manos. Comenzamos a salvar los 200 o 250 metros de desnivel que salva la Cheminee, una ascensión fantástica, buenas presas y agarraderas para un sencillo paso (II) y vamos subiendo y subiendo, la sensación alpina presente, no sólo por los neveros que tenemos en algunos puntos sinó por la propia ascensión. ¡Estábamos subiendo y disfrutando como enanos!, al final hacemos cima y como no, las fotos de rigor, luego para abajo por el camino andado, con un poco de cuidado porqué un destrepe por mucho que sea sencillo se ha de hacer con todos los ojos puestos en lo que se hace.
Pique Longue del Vignemale 3.298 metros y Cerbillona 3.247 metros invernal, (junio). Siguiendo los pasos del romántico conde Russell en una ascensión de puro alpinismo.
Fácil superior – poco difícil (pala final de 45º, atención a la travesía del glaciar). La UEC de Horta organizaba la salida al Gran Vignemale, a esta que nos apuntamos una buena tropa, entre otros Jose María, Paco y Marikoche además de todo un enorme grupo de la UEC de Horta. La ascensión comienza en el Pont d’Espagne en dirección primero al refugio de las Oulettes a unos 2.100 metros, justo enfrente del circo del Vignemale con el glaciar de las Oulettes y el del pequeño Vignemale en frente, con la impresionante Couloir de Gaube justo en el centro de tan prodigiosa vista. La pared norte del Vigmenale tal vez sea una de las vistas alpinas más impresionantes, para mí, hasta el momento el rincón más fantástico del Pirineo. No me extraña que el conde Russell se enamorara en el siglo XIX de esta montaña. La llegada al refugio no tiene mucha historia, la hicimos sin calzarnos los grampones ya que la nieve no era contínua hasta a partir, precisamente de los 2.100 metros. Dormimos y nos levantamos a la draconiana hora de las 4:30h (ya nos habíamos levantado el día anterior en Barcelona a esa hora para poder hacer las 7 horas que hay hasta el Pont d’Espagne en coche), a las 5:30h frontales encendidos, grampones calzados ya que la nieve estaba muy dura, comenzamos a caminar, buscando alcanzar un collado a unos 2.700 metros que llevaría al Pico pequeño del Vignemale. Lo pasamos de lado y volvemos a bajar hacia el refugio de Baysellance a 2.650 metros, el más alto del Pirineo, dejamos allí parte de los “trastos” y seguimos, parándonos un poco a contemplar la vista de Gabarnie, la brecha de Rolando y el Taillón posiblemente otro de los lugares más impresionantes del Pirineo, esta vez buscando el glaciar de Ossoue el último glaciar de valle del Pirineo. Lo alcanzamos a través de palas nevadas hacia los 2.900 metros y allí nos encordamos en grupos de tres. Aunque el estado de la nieve era tan bueno que las grietas ni se intuían y estaba todo cubierto por una sólida capa de nieve, hicimos esta técnica para ponerla en práctica, hoy no era necesaria pero en un futuro tal vez, y es bueno acostumbrarse a las prácticas de seguridad. Vamos progresando por el glaciar que va volviéndose menos tieso y más suave, hasta alcanzar, sobre los 3.100 metros la base de la parte final de la mole del Pique Longue. Estábamos en mitad del glaciar rodeados de picachos, todos ellos superiores a los 3.000 metros, en plena cuenca de crecimiento del glaciar, un lugar que quita el aliento y no sólo por la altitud. La pala final del Pique Longue estaba colgada de nieve hasta arriba, normalmente en verano es una grimpada bastante fácil y pasar por una cresta sencilla, pero en invierno la cosa estaba cambiada, por mucho que fuera final de mayo e inicio de Junio, la acumulación de nieve cubría totalmente la pala. Por tanto había dos alternativas para subir, una pequeña canaleta hacia la izquierda que dejaba al inicio de la cresta o una vía algo más directa por una pala de nieve que en principio estaba en los 30º pero que en su parte final alcanzaba una buena pendiente (unos 45º). Nos desencordamos y optamos por la vía directa que en ese momento se veía menos saturada de alpinistas (ese día el Pique Longue estaba asaltado por decenas de cordadas). Algunos grupos bajando nos metieron en pequeños aprietos, algunos tiraban piedras que parecían bólidos (con lo cuál el casco nos acompañó toda la ascensión) y algunos franceses bajaban encordados sin hacer reunión ni seguros intermedios… puede servir para quitar miedo a los más novatos pero es una práctica de riesgo muy alta, ya que si uno sólo cae o se resbala en ese montaje arrastra a los otros dos sin remedio, y sin que ninguno de los tres tenga posibilidades de autodetenerse ya que al intentarlo sus compañeros le arrancarían de donde se quedara parado al seguir cayendo. Todo el mundo intentaba alejarse de semejantes montajes que por suerte no provocaron ningún accidente. Poco después llegaba crestear un poco y hacer cima, maravillosa si no fuera porqué unos tipos con una actitud poco montañera se la habían apropiado y se dedicaban a vociferar, y como no, es que eramos demasiado para esa cima. Bajamos sin perder mucho tiempo, pasándo algún apuro y acojone en la bajada, había quien descendía de cara a la pared y otros directamente de cara al valle, como podíamos clavando el piolet y manteniendo la calma, volviendo al glaciar descubrí la primera “grietita”, se comenzaba a dibujar algo la rimaya del glaciar muy poco, lo suficiente para verla. Otra vez en el glaciar el grupo se recompone y un par decidimos que con un tresmil no satisfacíamos nuestras ansias de cima, así que decidimos lanzarnos a por el cercano Cerbillona ya en la cabecera final del glaciar. Nos acercamos primero al collado, desde donde se veía Panticosa ya hacia Huesca, y de allí un paseito corto nos lleva a la cima, mi compañero decide tirar adelante con un grupo del Foment Hortenc (ese día Horta había colonizado el Vignemale), pero yo ya tenía bastante, llevaba 1.600 metros de desnivel acumulado en una jornada y me notaba cansado, aunque el Pico Central del Vignemale otro 3.400 estaba a tan sólo 15 minutos, pasando por el mítico coll de lady lister al final del paso de la Moskowa (que se hace viniendo desde España), decidí que tenía bastante. Opté por bajar atravesando el glaciar por su parte central, hasta que en un punto estaba solo en el centro de la cubeta, alrededor mío todos los picachos del Vignemale, la sensación no la sé transmitir del todo bien por escrito una mezcla de plenitud y de paz. Poco después lleguéal refugio donde ya estaban mis queridos Jose Maria, Paco y Marikoche y prácticamente todo el grupo. Estaba hecho fosfatina pero completamente feliz.
Pequeño Vignemale 3.032 metros invernal (junio). Un remate algo accidentado a la salida del Vignemale.
Sin dificultad-fácil (debido a las pendientes de nieve dura). A la mañana siguiente después de unas cuantas risas y de la satisfacción de la ascensión del día anterior descansamos en el refugio de Baysellance. Por la mañana nos volvimos a levantar a la muy draconiana hora de las 4:30h para comenzar a andar nuevamente con los frontales, tiramos para arriba hacie el collado que habíamos pasado el día anterior viniendo desde las Oulettes y al llegar a él, esta vez tomamos unos pocos (entre ellos Jose María) la franca, ancha y clara pala que lleva a la cima, salvando algunos repechos sin mucha historia se alcanza. Tal vez proporcione una visión bastante clara de la cima del Pique Longue y del glaciar de valle, veíamos por donde habíamos estado subiendo el día anterior. Por poco no pudimos ver el amanecer desde la cima, pero aún así la luz permitía unas fotos fantásticas. Decidimos volver nuevamente y dirigirnos por el camino que habíamos utilizado el día anterior para subir desde las Oulettes. Alcanzamos el collado sin problemas y cuando comenzamos un largo flanqueo noto como el grampón de mi pié derecho salta…. mierda, lo debía haber atado mal. Cuando me paro a mirarlo se había partido el eje metálico central. Suerte de la gente de la UEC de Horta, entre uno que tenía un cordino muy delgado, otro maña y el otro fuerza logran apañarme el grampón lo suficiente para poder llegar al refugio de las Oulettes donde ya no era necesario. A partir de allí un largo descenso hasta los coches, cansadísimos pero felices llegamos a Pont d’Espagne y luego vuelta para Barcelona.
Pico de Alba invernal 3.114 metros (junio). Un tresmil bastante elusivo.
Poco difícil (pasos de grado III al optar por la parte final de la cresta de Alba). Esta es la cima de los muchos intentos. El primero, que ni se materializó fué con la gente de la UEC de Horta que debido al mal tiempo se transformó en la ascensión por la Chemineé del Canigó. El segundo lo intentamos Meritxell, Joan B., Raquel, Álex, Miguel y un menda, pero el mal tiempo nos tiró para atrás. Mientras hacíamos un vivac a 2.400 metros comenzó una tormenta eléctrica y de lluvia que nos obligó a bajar hasta el refugio de la Renclusa y allí pasar la noche, al día siguiente el tiempo era casi igual de malo. Una semana después la tropa, algo mermada (tan sólo Joan B., Raquel y Meritxell, además de un menda) éramos los que intentamos la ascensión. Esta vez aprovechamos la cabaña que como refugio de emergencia hay cerca del aparcamiento de la Besurta para pasar la noche, junto a unas enormes arañas y un par de montañeros más pasamos la noche en ese “refugio”. Por la mañana sobre las 6:30 estábamos ya en danza, primero alcanzamos el refugio de la Renclusa, donde casi todo el mundo duerme para intentar el Aneto, y dejamos la sobresaturada vía del Aneto desviándonos hacia el suroeste, pasando al lado del Ibón de la Renclusa, un bonito lago y llegando a una especie de valle glaciar. A nuestra izquierda dirección sur se encuentra el glaciar de la Maladeta con la cima del mismo nombre. Nosotros dejamos ese camino hacia la Maladeta y seguimos dirección oeste, adentrándonos mientras ganamos altura en un valle que eventualmente termina en el glaciar del Alba, que a pesar de estar con nieve desde los 2.800 metros, no deja de ser una pequeña cubeta que ocupa muy poca superficie. Cada vez estamos más cerca del pico de Alba, y tenemos que cruzar un par de carenas para alcanzar su cara oeste, la que nos proporciona acceso a su vía normal. La nieve está en muy malas condiciones, o muy blanda y a punto de fusión, mezclándose con el barro de debajo o muy dura debido a que sólo queda el hielo de inicio de temporada que se ha ido transformando durante todo el año. Sólo nos quedan unos 200 metros para la cima y nos adentramos en su pala final, alternando la gramponada con la medio grimpada, llegamos a un punto bastante complicado. La pala gana demasiada pendiente (45º) y la nieve está muy dura, Joan B. y Meritxell optan por atacar la pala helada, Raquel y yo optamos por bajar un poco de altura, rodear el ventisquero y ganar la parte final de la famosa cresta del Alba. Ambas soluciones son malas, Joan B. y Meritxell pasan sus apuros para salvar ese tramo de helero, y nosotros tenemos que andar imaginándonos donde poner las manos y piés, el cómo progresar y lentamente salvamos un gendarme (debe ser el que hace 15 de la cresta de los 15 gendarmes) por la izquierda, para llegar poco a poco y con dificultad a la antecima del Alba, allí un pequeño paseo por una cresta mucho más fácil aunque algo más expuesta hasta la misma cima del Alba. A la vuelta optamos por bajar por donde habíamos subido Raquel y yo, haciendo algunos destrepes imaginativos y algo complicados, en verano el camino es mucho más sencillo y en invierno la nieve no está tan complicada y la pala se hace sin demasiado problema. Al menos la cima la subimos casi en solitario (un grupo de tres alpinistas detrás nuestro aprovecharon la traza de Meritxell y Joan B. para subir al Alba). A la vuelta dos pequeños sustos a causa del mal estado de la nieve, Raquel se hundió todo lo largo de una pierna dentro de un hueco entre la nieve y las rocas y hubo que cavar para sacarla, y yo tuve un fuerte resbalón a causa de que la nieve literalmente se fundió debajo de mis botas y se mezclo con un barro aún más resbaladizo que me hizo caer unos diez metros por una pala hasta que me frené al desviarme con los bastones hacia unas rocas, accidente que se saldó con unos arañazos algo profundos en la mano y el miedo en el cuerpo. Joan B. me acompañó hasta recuperar la compostura y la vuelta ya fué una cosa bastante sencilla, con sus culen-bajen incluídos.
Aneto 3.404 metros y Punta Oliveras por Coronas invernal (junio), por el collado coronas. Una forma muy alpina de subir una cima sobresaturada.
Fácil – fácil superior (paso de grado II antes de la cima, paso de grado II en el collado de coronas, pala de 30º al final del circo de coronas). El Aneto, ese gran mito del Pirineo que demasiadas personas subimos y que supone una casi “obligación” del pirineista. Evitando su vía “normal”, larga y sobresaturada por los Portillones decidimos atacarlo por el collado de Coronas, una vía más “montañera” (aunque la de los Portillones no se desmerece de ninguna manera, es más bien que está menos saturada y obliga a un vivac a 2.700 metros). Llegamos a Benasque Meritxell y su hermano, Anna, Raquel, Joan B. y un servidor, dejamos el coche en la Senarta al lado de un cámping y allí esperamos el bus. Subimos el mogollón de gente que lo espera y nos deja en el refugio de pescadores, enfrente del Vallibierna otra cima de gran belleza. Comenzamos a ganar altura suavemente por un bosque de pináceas ganando por fín las palas de prados alpinos y pasando por Ibones. El primero de ellos en la cubeta de Coronas más un pantanal que un lago recoge el agua del deshielo que viene desde más arriba. Superando este Ibón tenemos un pequeño despiste y casi nos dirigimos a una bonita cresta, que por suerte evitamos… El Ibón inferior de coronas tiene una vista impresionante, el deshielo le había alcanzado de pleno y quedaban aún algunos neveros que morían en el interior de sus aguas. Salvando unas lomas y luego una zona de rocas llegamos al Ibón Medio, allí una docena de tiendas de campaña ya marca el lugar como punto donde se hace el vivac. Buscamos tres de los numerosos vivacs preparados y montamos las tiendas en ese lugar. Cenamos todos juntos y luego pasamos a dormir. Yo paso mala noche, demasiado frío y algo de nervios, pero podemos levantarnos a una hora más o menos razonables (las 5:30h). A las 6:45h ya estábamos en marcha con las tiendas plegadas y material escondido en la zona. Comenzamos primero por unas palas de nieve en las que nos ponemos ya los grampones, pasando un poco a la derecha del camino que lleva al collado ya que aparecía y desaparecía bajo la nieve y era más cómodo ir con los grampones por las palas de nieve. Cuando nos encontramos justo debajo del collado a unos 150 metros del propio collado las palas adquieren una pendiente algo más fuerte (30º) que mezclado con la dureza de la nieve (¿he dicho que la nieve de final de temporada me parece bastante mala?) nos hizo a algunos ir con mucho ojo. Al llegar a la zona de la grimpada (II) evitamos encigalarnos y tomamos la vía directa hasta alcanzar el collado. Este es una de las cosas más bonitas del Pirineo, justo al otro lado nos saluda la pared del glaciar del Aneto, unos 10 metros de hielo desde el suelo, donde también aparece el Ibonet del collado de Coronas una preciosa piscina natural de deshielo que parece minúscula al lado del gigante glaciar. A la izquierda los contrafuertes del Coronas que descartamos subir en esta ocasión y vamos “por feina”. Hacia la derecha, dirección sur, nos incorporamos al glaciar del Aneto por un punto bastante sencillo. Se abre ante nuestros ojos la superficie del glaciar y la “autopista” trillada del camino hacia el Aneto. Más abajo hacia el norte vemos los portillones y muy pequeñitos los grupos que viniendo desde allí pretenden subir el Aneto. Para suerte nuestra tan sólo las “avanzadillas” más madrugadoras habían alcanzado nuestra posición y desde coronas éramos los únicos que íbamos a subir esa mañana el Aneto, por tanto no lo encontraríamos saturado. Remontamos el glaciar ganando altura en un largo flanqueo, cada vez más empinado. La nieve era buena, había buena traza (como no!!!) y entre grampones y piolet la sensación era de seguridad. Alcanzamos el collado que separa el Aneto de la Punta Oliveras y poco más arriba nos descalzamos los grampones ya que a partir de entonces todo era roca. Llegamos a la altura del paso de Mahoma, allí un grupo se estaba encordando para cruzarlo y no había nadie a la vuelta, así que en parte atemorizado por la exposición que tiene ese paso, la idea de evitar el tráfico que venía detrás nuestro y conociéndome sabía que cuanto más me lo pensara menos ganas tendría de hacer cima. Me lanzo y comienzo a superar rocas, he de salvar una bastante estrecha que además me obliga a ponerme en pié encima, tal vez el punto más estrecho y expuesto, con unos enormes cortados a izquierda y derecha, pero sigo hacia delante hasta alcanzar un punto en que el paso de Mahoma se vuelve algo más ancho y ya en la cima… a solas!!!. Detrás mío llega Joan B., Anna, Raquel y Meritxell haciendo fotos a diestro y siniestro. Estamos un rato muy corto en la cima porqué ya venían grupos de alpinistas encordados formados por guías y sus clientes y un par de aragoneses que iban inventándose su propio paso de Mahoma pasando por donde les daba la gana por su gran habilidad. La vuelta lo paso un poco peor que a la ida, un pequeño destrepe a ciegas buscando con el pié la fisura que claramente se vé de subida me pone los pelos de punta pero finalmente salgo. Marc el hermano de Meritxell me dice que estoy completamente blanco y así lo creo… mis reservas de resiliencia psíquica acababan de llegar a un punto de agotamiento, entre los nervios previos al collado de coronas en esa pala empinada, la grimpada en el collado coronas, el flanqueo del glaciar y la ida y vuelta por el paso de Mahoma había agotado mi resistencia al miedo, necesitaba parar como pocas veces. Aprovechamos la vuelta del resto del grupo para comer juntos un poco y comenzamos la vuelta, Raquel y yo nos desviamos ligeramente para subir la Punta Oliveras y luego nos incorporamos a la autopista del Aneto. Ya nos encontramos con tráfico numerosos grupos de alpinistas, algunos más preparados que otros (había quien cometía el error de ir encordado en palas inclinadas ya que el glaciar del Aneto no mostraba ni indicios de grietas de ningún tipo como hace ya más de 6 años que ocurre, y había quien no iba ni con grampones ni piolet, cuando es imprescindible, pero claro… en el Aneto te encuentras cosas de todo tipo), y tenemos que salirnos de la traza para dejarles pasar (la cortesía dice que es quien baja quien deja paso al que sube). Llegamos al collado de Coronas y volvemos a destreparlo, el paso por las palas tiesas lo hacemos algunos más despacio que otros, Meritxell y Joan B. parece que hayan nacido en un trineo e incluso lo esquían, el resto de los mortales vamos haciendo nuestra traza mientras nos cruzamos con un grupo que estaba subiendo lo que estábamos desandando. La vuelta, excepto la cola para subir al bus, no tiene mucha historia… terminé bastante pajarito porqué el esfuerzo físico y psíquico fué bastante grande. Al final creo que todos estamos muy contentos de haber subido el Aneto por esta vía más alpina algo más solitaria y más entretenida, un buen broche de oro para un excelente año de montañismo.
Qué envidia más insana provoca la crónica de tus aventuras. Nací en una isla pero yo siempre tiré como las cabras, pa’l monte, a las alturas.
OLEEEEEEEEEE!!! FELICIDADES..!!
POR TU AÑO DE ALPINISMO…Y TODO ESO EN UN SOLO AÑO??
IMAGINATE ..EN LOS PRÒXIMOS QUE VENDRAN!!
MUCHO MAS I MEJOR!!
SALUD Y MONTAÑA!!
ERES UN CRAK!!!
SALUDOS!!
/REYMON/