Hemos dotado de una dignidad institucional a la figura de “President de la Generalitat” cuando este deja de ejercer ese cargo tiene el reconocimiento de su figura institucional.
Esto se traduce en una dotación salarial (80% del salario del President de la Generalitat en activo) vitalicia, los recursos económicos para poder pagar a tres trabajadores (equivalente a las categorías altas y medias-altas de la administración), los recursos para mantener una oficina del President, un coche oficial y la protección de un grupo de Mossos d’Esquadra.
Esos privilegios no se dan de forma gratuita, sino que se supone que un President de la Generalitat es una figura institucional que aún va a aportar a la política catalana, una figura que ha de poder mantener una actividad intelectual, política y social por la que hemos de pagarle.
Cuando una persona ejerce un cargo público electo ha de asumir y estar a la altura de la dignidad del cargo, esta está por encima de la persona y de ahí que muchas personas hablen de President Pujol, President Maragall o President Montilla cuando ya no son el cargo electo. La figura institucional de President es algo que no pierden mientras vivan.
Este tipo de figura institucional del expresidente está presente en los jefes de estado y primeros ministros de nuestras democracias occidentales. Podemos como “paganinis” de todo esto considerar que es un dispendio, un gasto inútil, etc.. No entraré ahora a discutir la utilidad de poder mantener activos y tirar del conocimiento, experiencia y dignidad política de la figura de un President. Daría para algún que otro post solo para ello.
En cambio, una vez que asumes este papel, lo haces asumiéndolo del todo. Con las consecuencias que esto tiene. Por ejemplo Jordi Pujol ha fundado una fundación y utiliza estos recursos para mantener una producción intelectual (conservadora), Maragall a parte de sus reflexiones ha lanzado sus esfuerzos personales a través de una fundación de lucha contra el Alzheimer.
Con esto los Presidents salientes hacen el retorno a la sociedad de lo que le hemos aportado y evitamos que su talento, habilidades y capacidades se diluyan.
Cuando Montilla acepta que el PSC le enviemos al Senado por elección parlamentaria está obviando esta dignidad del cargo.
Por un lado, en este país no tenemos suficientes políticos activos de izquierda con capacidad. Y esto es entre otras porqué las opciones para ejercer son limitadas. La izquierda nos han dado un varapalo en todas las administraciones, tenemos cientos de compañeros formados que han tenido que abandonar la política activa porqué se han perdido los gobiernos. Malbaratar la opción de mantener y aprovechar el talento de algún compañero o compañera que podría utilizarse para la política activa porqué Montilla desee ir de senador, cuando tiene la opción de seguir ejerciendo la política activa a través de la dotación que tiene como President de la Generalitat es malbaratar una opción.
Ahora bien, esto es lo menor, lo peor es que Montilla y el PSC no asumimos que un President de la Generalitat no debería ir de senador, ni de diputado al Congreso, ni tampoco de eurodiputado. Cuando se dota de tal dignidad a un President es porqué consideramos que ser President de la Generalitat o Presidente del Gobierno es una figura lo suficientemente relevante e institucionalmente seria como para proteger y mantener vinculados institucionalmente los exPresidents.
Una cosa sería que Montilla hubiera continuado siendo diputado al Parlament para intentar volver a conquistar la Generalitat (por tanto es un exPresident con ánimos de volver a ser President), otra es que un político en retirada se le haga una salida que ya tiene. Entiendo que enviemos a viejas glorias al europarlamento o al senado, son veteranos con mucha experiencia que pueden aportar a las instituciones pero están en funciones que no son de primera línea política y además se les mantiene la opción de poder estar activos en política. No estamos para tirar por el retrete activos políticos como Obiols, por citar un caso claro de político en retirada que se le ubica en una cámara de este tipo.
Ahora bien, Montilla es President de la Generalitat y ahora más que nunca el PSC necesita de sus “Presidents” (que lo son también de todos los catalanes) para rearmarse ideologicamente. Igual que los conservadores catalanes tienen el centro de estudios de Jordi Pujol, podríamos tener una fundación Montilla para rearmarnos ideológicamente, para poder tener análisis catalanes del problema que sufre la socialdemocracia europea y mundial. O buscar en que tema Montilla puede seguir aportando desde la figura de President a la política catalana.
Lo que no me sirve es que a un político en retirada como Montilla tengamos que buscarle una silla como el senado como si la figura de President de la Generalitat no fuera digna, no le permitiera un protagonismo suficiente o fuera de menor rango.
Con esto, los socialistas catalanes cometemos el error de denigrar la figura del President, considerándola inferior a la de senador y el error de desaprovechar la figura de Montilla como activo de la política catalana.
Muy acertado tu análisis, lo comparto plenamente. Y, además de compartirlo en el fondo, en este caso hay otra cosa criticable, que es la forma. ¿Quién toma la decisión? ¿Cómo se justifica? Aunque parece ser que hay quien no se ha enterado, ciertas maneras de actuar han contribuído a que estemos dónde estamos, y deben cambiarse, y una de ellas es la toma de decisiones por no se sabe quién y por no se sabe qué motivo.