Arriba los consumidores del mundo,
en pie los esclavos del crédito y el plástico,
alcémonos todos al grito
vamos a consumir más.
El hombre con otros intercambia
bienes y servicios por igual
la tierra será el paraíso
patria del crédito sin fín.
No nos agrupemos todos
que esto es la lucha individual.
Así es como parece que van a tener que cambiar la letra de la famosa “Internacional” ya que el fenómeno que sociólogos como Sping-Andersen o Bauman ya anunciaban se ha dado en pleno apogeo.
Hay una nueva identidad de clase pero a diferencia de las antiguas clases sociales (capitalistas, trabajadores) no tienen consciencia de clase a pesar de que ejercen como tal. Es la nueva clase social del consumista internauta.
Es sorprendente la cantidad de bits que se han volcado en la red para dos temas claramente de identidad de clase: la ley Sinde y la huelga de controladores. Dos temas que han levantado en armas (digitales) a los consumistas, más que cualquier otra agresión social o individual.
Nos es indistinto que nos hayan colado una Reforma Laboral que recorta las condiciones laborales (en especial de los más jóvenes) sin conseguir mejorar ni el empleo ni luchar contra la dualidad del mercado de trabajo, nos es igual que quieran privatizar joyas de la corona como Loterías del Estado que son ingresos netos para todos, nos es igual que quiten las ayudas paupérrimas para parados de larga duración, esos 426€ que a las arcas del estado le suponen menos de la mitad de los recortes de impuestos para empresarios que han realizado recientemente. Nos es igual que pretendan engañarnos con la reforma de las pensiones para poder reducir los costes laborales. Nos es igual e indiferente que modifiquen la negociación colectiva para reducir el poder negociador de los trabajadores y así tener un sueldo aún más paupérrimo. Nos es indiferente que el gobierno haga caso a las instituciones europeas cuando le advierten que ha de reducir el déficit pero no apueste por incrementar los ingresos, o les haga caso cuando indique que nuestro salario mínimo es injusto y muy bajo.
Nos es indiferente que el paro se cebe entre nuestros amigos, vecinos, o en nosotros mismos, y que las medidas que se implementen sean para alargar aún más el tiempo que tardarán en encontrar empleo. Nos es indiferente que los mercados financieros, los mismos que se equivocaron para predecir la crisis, o los mismos que la provocaron, los mismos que hemos tenido que rescatar con dinero público, los mismos que quieren recortar los costes salariales y laborales, los mismos que han engrosado sus beneficios mientras los salarios se quedaban atrás, los mismos que se han enriquecido con las burbujas especulativas, ahora sean los que nos dicten que tenemos que hacer.
Nos es indiferente que los gobiernos del mundo no tengan respuestas para problemas que se están dando ya en esta década como el calentamiento global, que se lleguen a acuerdos maquillados más que insuficientes, nos es igual que a cambio nos alerten que en el 2060 las pensiones estarán mal y hay que recortarlas ya. Nos es igual que la UE no tenga mecanismos para afrontar la presión de los mercados o que el BCE solo actúe para los intereses de los especuladores pero no salga a rescatar deuda pública, utilizada para limpiar la basura especulativa de los bancos.
Nos es indiferente que los sindicatos sean puestos contra la picota mediática por ser los únicos junto un puñado minúsculo de la sociedad civil en oponerse a estas medidas, nos es indiferente que se pretenda acabar con la última línea de defensa del mercado laboral y de los derechos sociales. No sólo no nos importa sinó que nos sumamos a la caza de brujas. Nos es indiferente que se monten manifestaciones y huelgas contra los recortes sociales, nos es indiferente que se luche contra la imposición de medidas que ni los antiguos ministros del gobierno secundan.
Nos es indiferente. O al menos no nos es tan importante como para mantener una oposición contínua, para hablar de ello, para ir a las manifestaciones, para hablar de ello, para ser exigente.
En cambio, nos tocan el derecho a descargarnos cosas gratis de internet y reaccionamos como una horda, como un solo hombre. Nos es igual la posible gama de grises que haya detrás. Nos interesa el poder descargarnos cosas de la red, porqué la industria cultural es mala por naturaleza e intenta ganar dinero (¿no es lo mismo que nosotros queremos?) con su producto. No entraré a defender la ley Sinde, pero sí que quiero que se analicen algunos argumentos que la atacan.
Por otro lado, si atentan contra nuestro derecho a hacer vacaciones e ir de viaje en avión somos capaces no sólo de protestar, sino de aplaudir medidas que rozan lo anticonstitucional. Somos capaces de aplaudir que una medida, como el estado de alarma, que no se había tomado ni en el golpe de estado del 23F, se mantenga durante medio mes. Nos importan poco los grises y los matices, nuestro derecho al ocio y a la movilidad (no a la libertad de movimiento, ya que ese derecho no se conculca porqué no funcionen los aeropuertos 24 o 48 horas) ha de ser superior a las libertades individuales fundamentales. No justifico a los controladores, pero quiero alertar que una sociedad que declara un estado de excepción o de alarma por solucionar un conflicto laboral y por recuperar la normalidad de los aeropuertos sin que nadie esté corriendo un riesgo serio a su salud o a sus derechos fundamentales es una sociedad que puede terminar justificando muchas cosas.
En definitiva, si nos tocan nuestros derechos laborales, nuestras condiciones que como identidad de “clase trabajadora” nos afectan podemos protestar en el bar de la esquina y cagarnos en todo, incluido los sindicatos (eso sí, no nos afiliemos no vayan a tener fuerza de verdad para cambiar cosas), pero no nos movemos. En cambio si nos tocan el derecho al ocio, a viajar de vacaciones, a poder descargarnos películas o música, entonces sí, nos lanzamos a degüello.
Evidentemente, está clara que identidad de clase nos identificamos más: la de los consumistas.
Bienvenidos al nacimiento de la internacional consumista… la primera consciencia de clase individualista que va a dejar sin lucha que nos aplasten los pocos derechos que otras generaciones han ganado para nosotros durante décadas de lucha. Porqué antes que consumidores, somos trabajadores o autoempleados con muy poco poder negociador individual. Década y media de dinero plástico nos ha hecho creer que, el dinero crece de los árboles y lo de ganarlo y las condiciones en la que lo ganamos es algo secundario.
Estimado José.
Como me parecieron muy didácticos tus post, copie y pegue un par de ellos, para que se eduquen los borricos de mis compatriotas.
Espero no haberte molestado y a tu disposición.
Manolo.
http://deshonestidadintelectual.blogspot.com/2010/12/la-politica-20-y-los-blogs-espanoles-y.html
PD; dentro de tu caracterización, soy una mezcla de El erudito cronista y Livingstone supongo. ;-P
Un abrazo y Felices fiestas.
Puffff, tienes razón, al final da la impresión de que aquello de la lucha de clases tiene más que ver con lo que le gustaría a parte de la izquierda que fuera la sociedad que con lo que realmente es.