Hay que reconocer el éxito de “Barcelona Decideix“, conseguir que un cuarto de millón de ciudadanos de Barcelona participen en un acto reivindicativo (en la forma que sea) es todo un mérito. El esfuerzo cívico, social y político de los organizadores ha sido más que notable. Una vez reconocido esto, quiero hacer algunos apuntes:
El participar una decisión al final, individual
Yo voté. Me es igual lo que dijeran los dirigentes de mi partido, ya que la postura de este no he podido participar y las decisiones que ellos tomen no tengo porqué asumirlas como propias de forma automática. Voté por oportunidad, ya que me “encontré” con una mesa de la consulta avanzada en mitad de camino. Pero también voté por una obligación moral, hubo un gesto político recientemente que no compartí pero que me ví obligado a asumir como propio relacionado con la consulta y que no consideré adecuado. El esfuerzo cívico de los voluntarios del 10A merecía una respuesta por mi parte, ya que creo que no estuve a la altura en el momento antes mencionado.
Mi voto resultó siendo el que perdió la consulta (algo normal, el cuarto de millón de barceloneses que se vieron interpelados eran basicamente todo el colectivo soberanista). También es verdad que la consulta adolecía de los matices que son necesarios para expresar la riqueza ideológica que existe en Catalunya, y que formulado con más opciones mucha más gente se hubiera sentido cómoda de participar (basicamente o te retratabas como un españolazo unionista o como un separatista radical). A pesar de ello, sé que otros compañeros de mi partido también participaron, saliendo de la línea general que marcaban los dirigentes, a pesar de las debilidades democráticas, de censo, de garantías del secreto de voto, etc..
El acoso a quien no quería participar
Ahora bien, en la consulta de Barcelona no ha habido la misma fiebre mediática que ocurrió en otras ocasiones (en esta no se puede decir que “TV3 convocaba a las consultas”), pero sí que ha habido cierto acoso hacia los personajes públicos que no han querido participar. Una consulta no es una elección legal, donde si no se participa se ha de asumir el resultado que salga y el no participar es delegar en los electores el resultado que se dé. Esto era una consulta sin efecto real/legal o sea, sin valor legal, jurídico, sin cambio en el estatus de Catalunya, y sin relación con el estado del bienestar, las decisiones públicas o en las leyes básicas que nos rigen. Es un acto político, como una manifestación, que puedes participar o no, pero NO participar no significa no creer en la democracia o demás sandeces que algunos han ido soltando por ahí. Estos mismos que hacen estas acusaciones no van a la manifestación del día de la hispanidad y no por ello dejan de creer en la democracia. Esta consulta es el equivalente a una manifestación, un acto reivindicativo o una concentración, que adopta la forma de una consulta cívica. El hecho de meter en una urna una papeleta no lo hace “más esencialmente democrático” que reunir miles de personas en la calle o recoger firmas para reivindicar algo.
Independentistas de fin de semana
Tampoco veo muy correcto el acoso y derribo que han tenido los dirigentes d’UDC que votaron que NO a la independencia (es curioso que yo llegue a coincidir en el voto con la vicepresidenta del govern de la Generalitat, de Unió Democràtica).
Lo sorprendente de todo esto es que sus socios de coalición, los de CDC anunciaran alegremente sus votos afirmativos para la independencia, asumiendo que para ellos “como ciudadanos” es la mejor solución de convivencia. Tanto Artur Mas como Xavier Trias anunciaron su gesto soberanista. Pero a la hora de reivindicarlo con un gesto real, los diputados de CiU (en este caso solo fueron incoherentes los de CDC) se mojaron en contra de la independencia. Es curioso ese independentismo de fin de semana, y la defensa del status quo nacional durante la semana. Lo del “peix al cove” llevado a la causa soberanista.
Una última, comparar costes
Se ha querido comparar los costes de la consulta soberanista con los de la Diagonal. Así, a vote frío parece que fueran unos espectaculares y con un resultado muy modesto y el otro pequeñísimos y con mucho más éxito. Pongamos clara una cosa, hay cosas que se pueden hacer con dinero o con trabajo voluntario. Las horas de trabajo de los 3.000 voluntarios se pueden monetarizar y transformar en costes dando más de 1,5M€ en horas laborales que no fueron monetarizadas. Eso indica la iportancia del trabajo de los voluntarios y lo que costaría montar algo por el estilo. Es normal que la consulta de la Diagonal que duró más tiempo y que no podía tirar de un colectivo amplísimo de voluntarios salga caro.
Por eso hay que recordar que apoyar a los movimientos sociales institucionales (asociaciones, sindicatos, entidades, etc…) o a los más “ciudadanos” suponen un ahorro económico a largo plazo ya que con poco dinero consiguen hacer funcionar una actividad social que si “tuviéramos que esperar que la cubriera el mercado o lo pagara una administración” sería muchísimo más caro.
Los movimientos sociales nos permiten que la democracia no nos salga increiblemente cara.