La cantinela contra los “liberados” y las horas sindicales es recurrente. Tan fuerte es este “meme” que cuaja incluso entre la visión de gente de izquierdas. Alertados por el despilfarro que supone que alguien solo se dedique a algo tan vacuo (y seguramente tan poco productivo) como “hacer sindicalismo”.
La última es que ciertos periodistas de talante progresistas cargan contra los liberados sindicales en la Generalitat. La periodista que cito en este artículo no cuestiona si estas horas son muchas o pocas, si hay demasiados o demasiado pocos liberados, este debate queda a parte. Es igual que Catalunya sea la segunda Comunidad Autónoma con menos liberados (y Euskadi, porqué la figura está canalizada por acuerdos económicos directos con los sindicatos y no en horas sindicales, para poder ejercer la representación sindical en la AAPP vasca) en proporción al número de empleados públicos. Frente a estos 510 liberados sindicales, hay más de, por ejemplo, 1.600 cargos de libre designación por toda la administración de alto nivel salarial.
Tampoco si el coste económico de esas horas sindicales es muy oneroso o no. Algo que también sería objeto de debate y más en época de crisi. Si eso fuera así, sería bueno también hablar que en el núcleo central de la Generalitat haya 1.600 personas que cobran más de 5.000€ mensuales, pero eso parece preocupar menos que las 510 personas que hay en la Generalitat dedicadas completamente a tareas sindicales.
Dentro del debate sobre los delegados sindicales, los liberados y sus horas sindicales, deberíamos ver sus costes, pero también sus beneficios. Entre otras, también si para decir si son excesivas, analizar que están haciendo. Hay que tener en cuenta que los delegados sindicales en Europa un mayor número de ellos está liberado que en el caso español.
Sí, las comparaciones no nos dicen que hacen, saber que somos la CCAA con menos horas sindicales acordadas en la administración autonómica (País Vasco, a parte) o que en la media europea estamos bastante por debajo, no nos dice si esas horas las dedican a tocarse las narices o a algo productivo. Saber que somos los que menos “despilfarran” seguramente no es más que un alivio frente a algo que a lo mejor es negigible.
¿Horas sindicales y liberados sindicales?
Ahora bien, esa opinión, lega, de la periodista podría hacerla alguien sobre otros aspectos de la actividad en las empresas. Por ejemplo, decir que tener gente dedicada durante toda su jornada laboral a controlar el tema de salarios, las relaciones de personal, las nóminas o la gestión de conflictos puede ser excesivo y un lujo. Hoy nadie cuestiona los departamentos de RRHH en las empresas, por poner un ejemplo. Otra podría ser que tener personas dedicadas a escribir artículos periodísticos a jornada completa en medios que se sostienen en gran parte con dinero público puede ser algo excesivo. Hoy menos gente que a los delegados sindicales, cuestiona a que los medios de comunicación paguen a profesionales que llamamos periodistas.
Opiniones alegres de este tipo deberían constrastarse. Ya no lo digo solo por la periodista que escribe los artículos. Ella solo muestra un marco conceptual que ha comprado un gran sector de opinadores, incluso de izquierdas. Las horas sindicales son un lujo en sí mismas y se puede hacer acción sindical a ratos perdidos o de forma amateur. Podría constrarse los beneficios o costes económicos de la actividad sindical. Por ejemplo, hay estudios de la OCDE que indican que la negociación colectiva ayuda a que la economía no sea tan volátil (algo que ha provocado esta crisis actual, así que sin negociación colectiva viviríamos mayores momentos de volatilidad y crisis como la actual). La aplicación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, ahorra miles de millones de euros anuales a las empresas y a las administraciones públicas, solo en indemnizaciones que no han de pagar a trabajadores heridos y sus familias, ya no contemos la pérdida de productividad asociada a las bajas y los problemas operativos de cubrir bajas que se producirían y que la LPRL ha reducido. Esa ley es inaplicable sin la vigilancia que realizan los delegados de prevención y sin “liberados” que la hagan aplicar a través de los convenios que se negocian de sectores. Incluso para una empresa de pocos trabajadores, el trabajo de los liberados que negocian los convenios del sector hace que ahorren dinero.
Tampoco hablemos de la reducción de la conflictividad declarada que se produce gracias a la generalización de la negociación colectiva. Aunque hoy en día hay huelgas, hay menos donde más estables son las relaciones laborales y sindicales. Las horas que tanto lamenta la periodista que se pierden en horas sindicales son muchas menos que las que tendría una jornada de huelga de todos los trabajadores de la función pública. Hay una relación entre la presencia de sindicatos y la canalización de conflictos hacia la mesa de negociación. Aún al contrario de lo que parece, la presencia sindical fuerte ayuda a resolver los conflictos por vías no violentas
La periodista lamenta las “7.000 horas diarias” (un cálculo que ella realiza muy cogido por pinzas, ya que considera a todos los delegados como que tienen media jornada libre, algo que no es cierto) que pierden en labores sindicales, que a la práctica sería del orden de 1.000.000 de horas laborales en la Generalitat dedicadas anualmente a sindicalismo. Una huelga en toda la administración pública y en sus empresas de un solo dia superaría las 2.000.000 de horas perdidas. En la actual negociación de la mesa de la función pública que están teniendo sindicatos y administración aún no se ha convocado una huelga de todo el sector. No sabemos si esa huelga se producirá, lo que sí sabemos es que sin esos “liberados” sindicales con los que sentarse a negociar (tiempo, y más tiempo, no solo en la mesa, sino previos para establecer los marcos de negociar, estudiar los papeles, atenender a los medios de comunicación [algo que supongo que la periodista debe estar de acuerdo] etc..) ya habría habido varias. No habría alternativa a perder millones de horas laborales durante este mes de diciembre y el de enero.
Lo peor, no habría alternativas en la mesa de negociación que no fueran solo las que plantea el gobierno de la Generalitat. Algo que a lo mejor no se ha planteado la propia periodista. Es que sin “liberados” sindicales la alternativa de los trabajadores estaría menos elaborada. Podemos aspirar que la gente en sus ratos libres estudie los papeles, plantee las líneas a negociar, a que tenga que pedir vacaciones para simplemente poder negociar en la mesa de la función pública. que atienda a los medios de comunicación en sus ratos libres ya se supone.. y es lo que hacen, los “liberados” que están en la mesa de negociación atienden a los medios cuando cenan, cuando comen, cuando cierran la edición y en fin de semana. Algo que para la periodista debe ser importante, ya que sus compañeros “viven” de entrevistas y hablar a fuentes.
Sobre los efetos económicos y costes de las horas sindicales podría haber tirado a fuentes más variadas y no solo a los lugares comunes de los mass-media.
Lo peor de todo es que la periodista y ella es el ejemplo arquetípico de lo que piensa un sector de la profesión y que se considera progresista, es que le ha comprado el marco conceptual de forma acrítica a la Generalitat. Han conseguido transformar la realidad mediante el dominio del lenguaje: los recortes a los funcionarios y trabajadores públicos no son recortes en los servicios públicos y en las condiciones laborales de los trabajadores públicos, no son despidos, no son recortes de salarios y derechos. Son recortes de privilegios funcionariales y de privilegios sindicales. Muy fruto de esta nueva ola de neoprogresismo que tienen muchos profesionales de la comunicación. Derrida o Bourdieu se harían cruces de como los neonconservadores y el stablishment han conseguido no solo dominar los marcos del poder sino también los marcos del contrapoder.
La ironía a todo esto es que cuando un medio de comunicación decide echar a unos cuantos compañeros de los medios de comunicación, o una administración cierra un medio de comunicación público, todos estos profesionales piden la ayuda a esos liberados sindicales que existen gracias a que hay sindicatos en empresas del sector, para que den la cara por ello. A casos muy recientes me puedo referir directamente.
Sobre las horas sindicales y a que se dedican
A todo esto… a que dedican las horas los delegados sindicales y los liberados es algo que es secundario. Que esas horas ahorren pérdidas por conflictividad laboral, o que ayuden a disminuir las pérdidas por accidentes laborales, o afecten de forma más sutil para ayudar a mejorar la productividad y el buen clima laboral, eso ya no es objeto de debate. Los delegados y liberados sindicales, no solo han de reunirse con la empresa para negociar (algo que estos días están haciendo de forma intensiva), han de dedicar horas a formarse. No hay “facultad de sindicalista”, uno no escoge esa “profesión”, uno se presenta a elecciones sindicales y si sale elegido tiene que formarse sobre negociación colectiva, legislación laboral, etc.. La periodista ha estudiado para formarse como profesional, en cambio el sindicalista no se estudia, se forma en el ejercicio de su cargo. Eso es tiempo. La vigilancia de la ley de prevención de riesgos laborales, que corresponde al delegado de prevención (los que más horas sindicales consumen) también requiere tiempo. Acompañar en la realización de los planes de prevención, en los estudios preventivos de puestos de trabajo, en fomentar la formación en prevención, etc.. eso requiere tiempo. Poder informar a los trabajadores de acuerdos, poder explicarlos o conseguir su opinión consume tiempo. Poder atender los problemas laborales personales de más de 160.000 trabajadores directos de la Generalitat (y otras decenas de miles de trabajadores eventuales e interinos) consume tiempo. Estar al teléfono o localizable en la oficina del sindicato en el centro de trabajo requiere tiempo. Prepararse el material de las reuniones y comisiones donde han de estar los representantes sindicales consume tiempo.
Podemos entrar si todo ese tiempo se cubre con las horas sindicales que hay, o necesitan más o menos. Pero es indiscutible que se necesitan horas sindicales para hacer todo eso. Actualmente en la Generalitat entre 3 y 5 de cada 1.000 horas efectivas trabajadas se utilizan para actividad sindical. Es una cantidad inferior a las que se pierden por permisos de maternidad (en el mercado de trabajo general son más de 8 de cada 1.000 y en la Generalitat esta cantidad sube al tener unos permisos por maternidad y paternidad más cercanos a la media europea), a las bajas no justificadas, o menor a las más de 10 de cada 1.000 horas que se trabajan efectivas que realizan los liberados políticos y cargos de libre designación que trabajan directamente para los políticos electos o en labores de dirección. Por no hablar las más de 90 horas por cada 1.000 que se pierden por incapacidades temporales y enfermedades profesionales. En España la media de horas sindicales por cada 1.000 es de 10 en las administraciones autonómicas, en Europa se supera esa media.
Podemos discutir, igualmente si son muchas o pocas. Podemos entender que en un momento de crisis se podrían pasar con menos siempre con la condición de recuperar los acuerdos previos una vez recuperado económicamente. Ahora bien, considerarlas como una carga inútil y poco justificada como hace la periodista (que ha comprado el Zeitgeist antisindical de forma bastante acrítica) no.
El artículo enlazado es lo que yo habitualmente llamo “bazofia” periodística. Hay mucha bazofia periodística. Artículos que se escriben “porque toca”. No argumentan nada, como el jefe les da poco espacio (el poco espacio vale también para internet, en eso no se han reformado) dicen cuatro tonterías sin argumentar nada a nivel de detalle. Ese mismo artículo sin argumentos podría escribirse para pronoper, yo qué sé, menos bomberos, menos profesores de educación física o menos gogós de discoteca.
Es tan habitual el recurso a la “bazofia” periodística (artículos con poco o ningún valor) que a veces se ve como algo normal, pero no lo es, o no debería serlo.
No creo que sea eso, he leído otras cosas de la periodista y es una persona bastante profesional. Creo que se trata de que ha calado tanto una idea que se asume como parte del corpus personal. Lo que se está construyendo es tan constante que incluso he visto como gente de la propia organización sindical les está calando.
Gracias por post como este trinitro, estas haciendo una gran labor por el mundo sindical. Un abrazo.
Eso sí los neoprogs de politikon deberían dedicarte un ratito, a ver si te llaman ya para darle caña en la tertulia.
Yo leo y valoro. No conocía a la autora. He estado leyendo cosas de Anselm Jappe, Jaime Semprun, Guy Debord y Karl Polanyi recientemente, y quizá por ello me he perdido la obra de Gemma Aguilera. En cualquier caso, me he basado en la estructura y las “argumentaciones” que he leído en este artículo concreto, y lo he valorado de forma individual.