Una de las cosas más frustrantes que siento cuando discuto con algunas personas unionistas del resto del estado es la anteposición de prejuicios que realizan cuando les expongo mis argumentos sobre las razones por las que defiendo la independencia de Catalunya.
Mi interlocutor ya presupone que soy nacionalista y que me baso en creer que los catalanes somos unos tipos tocados por una cierta virtud divina y que por ello merecemos más que cualquier otro ciudadano del estado español.
A partir de ahí es imposible el debate.
Yo no pido que acepten mis argumentos o me den la razón. Ni siquiera convencerles de la idoniedad de nuestra lucha, o de la virtud de esta. No quiero cambiarle su forma de pensar. Solo pido que acepte que mis argumentos son tan racionales, tan honestos y tan sustentados en elementos racionales, democráticos y de justicia como los suyos.
Me basta con que crean que hablan con una persona justa, racional, democrática, adulta al mismo nivel que yo acepto que sus argumentos a favor de la unidad de España no se basan en el imperialismo, el hegemonismo o un nacionalismo español. Sino que incluso aceptanto su argumento identitario, cuando este es relevante, es tan racional, justo, democrático y trabajado como el mío.
Cuando se ponen en el argumento etnicista al final termino pensando que no es con ellos que tengo que discutir, sino con sus líderes políticos (bueno, el de todos nosotros). Las instituciones españolas son tan disfuncionales que la cosa pasa por llevar contra las cuerdas a un par de élites políticas y forzar la opinión publicada internacional en contra del bloqueo institucional español.
Es el equivalente a los trabajadores de un polígono que se quejan por los que hacen huelga en la empresa de al lado por el ruido que hacen. Con el agravante de que si la agenda soberanista funciona, los que nos tildan de etnicistas tendrán una oportunidad de oro para transformar sus propias instituciones de estado que no tendrían de otra manera.
Al final, para todos aquellos que no están dispuestos a aceptar que tratan con un adulto razonable como ellos, es decirles como un anuncio de obra “No se asusten, estamos arreglando este desaguisado de estructuras de estado, iremos rápido y les molestaremos lo más mínimo”.